Quiénes son los cuatro visitadores que intervendrán a los Legionarios de Cristo
07.05.2009
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07.05.2009
El pasado 12 de abril, cuando la Iglesia Católica celebraba el Domingo de Resurrección, al interior de la Legión de Cristo reinaba una bullente expectación. En la orden, comandada por el mexicano Álvaro Corcuera, esperaban que ese día el Vaticano les informara la identidad de los visitadores apostólicos que deberán investigar a la congregación y entregar un acabado informe al Papa Benedicto XVI, a raíz de la intervención vaticana anunciada el 10 de marzo pasado.
Aunque ni ese día ni en los siguientes hubo novedades oficiales, a mediados de abril varios trascendidos alertaron a la cúpula de la Legión de que ya estaban definidas las identidades de tres visitadores. Se trataba del arzobispo de Denver, Estados Unidos, Charles Chaput; el obispo de Tépic, México, Ricardo Watty Urquidi, y el obispo de Alejandría, Italia, Giuseppe Versaldi.
El perfil y las historias de este trío constituían ya un balde de agua fría y permitían prever que las indagaciones serán exhaustivas y profundas. En las últimas horas el Vaticano confirmó oficiosamente la identidad de los tres visitadores y sorprendió agregando un cuarto miembro del equipo: el sacerdote jesuita Gianfranco Ghirlanda, rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, el principal centro de estudios de la Compañía de Jesús y el más prestigioso en la órbita católica. Un detalle que viene a reforzar la dureza de la medida implementada por Benedicto XVI contra la congregación mexicana.
Aunque al interior de la congregación están convencidos de que la sobrevivencia de la Legión no está en el tapete y descartan que el Vaticano considere abolirlos, el calibre de los visitadores apunta a que el Papa ya decidió que la Legión tendrá que cambiar drásticamente y no volverá a funcionar como hasta ahora. No por nada se trata de tres obispos, uno de ellos de la total confianza del Pontífice, y de un sacerdote jesuita de reconocido prestigio.
Chaput, Watty Urquidi y Versaldi tendrán a su cargo la investigación de las comunidades legionarias por zonas. Estados Unidos, México y algunos países de Europa –previsiblemente España, Italia e Irlanda-, son los que les acarrearán más trabajo. Según los trascendidos, América Latina podría contar con un quinto visitador, que todavía no ha sido nombrado.
Tres serán los temas centrales de esta parte de la visita. Uno lo constituye el tratamiento de la figura de Marcial Maciel Degollado, el fallecido fundador de la congregación y la figura más controvertida de la orden: en 2006 fue sancionado por el Vaticano a raíz de una serie de denuncias de abuso sexual presentadas en su contra en 1999, mientras que en febrero de este año se sumó un nuevo escándalo, cuando la orden reconoció que Maciel tuvo una relación secreta con una amante, producto de la cual nació una hija. La identidad de ambas se mantiene en secreto.
Los otros dos puntos que se revisarán se relacionan con el cumplimiento de las normas canónicas y el manejo financiero de la orden. Respecto del primero, Benedicto XVI ya ha efectuado modificaciones parciales a las Constituciones de la Legión de Cristo en algunos aspectos que atentaban contras las libertades individuales más básicas. Sobre el segundo, existe evidencia que ya está en conocimiento del Vaticano, acerca del uso discrecional que Maciel hizo de los recursos durante años; su hija, de hecho, fue mantenida con fondos de la orden.
El jesuita Ghirlanda, un clérigo de perfil académico, abordará uno de los aspectos más sensibles para la Legión: su vasta red educacional -175 colegios y 15 universidades-, instrumento esencial para su crecimiento y financiación, pero, además, principal fuente de su prestigio. Que sea justamente un jesuita, es decir, un integrante de una de las congregaciones históricamente más críticas de la Legión, constituye un golpe adicional para la orden. Sobre todo, porque el Vaticano también posee antecedentes respecto de que en el pasado la Legión concedía certificados de estudios sin que sus religiosos o seminaristas los hubiesen concluido, como un modo de apurar sus ordenaciones sacerdotales. Más aún, existen testimonios de ex legionarios en el sentido de que la orden no les informaba sus calificaciones y, cuando una vez fuera pedían sus certificados, éstos no eran encontrados o, sencillamente, no existían.
Como suele suceder en la política vaticana, la elección de los visitadores constituye desde ya un mensaje para la Legión. Se trata de religiosos que han acogido a ex legionarios, que se han mantenido distantes de la orden o que cuentan con un estrecho contacto con la cúpula vaticana. Ninguno de ellos ha contado en el pasado con la ayuda o regalías con que los legionarios gustan tratar a los integrantes de la curia vaticana.
El estadounidense Charles Chaput, quien pertenece a la orden de los franciscanos, posee antecedentes de primera fuente acerca de la Legión y sus irregularidades. Después de que en 1997 fue nombrado arzobispo de Denver, visitó a los legionarios en Roma y, al poco tiempo, acogió en su arquidiócesis a tres sacerdotes que abandonaron la orden: Phillip Larrey, Jorge Rodríguez y Donald Leonard. Este trío había sido pieza clave en la fundación de la universidad legionaria en Roma, el Ateneo Regina Apostolorum, que abrió sus puertas en 1993. Larrey y Rodríguez, de hecho, llegaron a ser decanos de las facultades de Filosofía y Teología, respectivamente. Sin embargo, entraron en conflicto con la cúpula de la orden.
Un compañero de Larrey que aún es sacerdote, recuerda que éste se enfrentó directamente con Maciel. Otro ex legionario que por esos años estudió en el Ateneo Regina Apostolorum agrega que Larrey, Rodríguez y Leonard tenían fama de estudiosos y eran considerados “anti-modelo” por los superiores, pues seguían su propio itinerario de trabajo, sin ajustarse a la infinidad de normas de la congregación.
La salida de estos tres sacerdotes, además, fue bullada en la Legión. Ocurrió a fines de los ’90, cuando se produjo la mayor diáspora en la orden, en respuesta a las revelaciones que en 1997 hizo el diario The Hartford Courant, al dar cuenta de las acusaciones de abuso sexual contra Maciel. Que en ese escenario Chaput los haya aceptado en su diócesis, da cuenta de que el arzobispo consideró atendibles sus motivos. Para que un religioso pueda “incardinarse”, como se llama al acto de dejar una congregación para trabajar en el clero diocesano, debe contar con la venia del obispo que lo acoge.
En la actualidad, Jorge Rodríguez sigue trabajando en la Arquidiócesis de Denver como vice rector del seminario teológico John Vianney. Él, y sus otros compañeros, están a la mano de Chaput para recopilar antecedentes. Pero hay más.
Como miembro del episcopado norteamericano, Chaput podría recurrir a uno de sus pares: el primer obispo ex legionario de ese país, Kevin J. Farrel, quien en 2007 fue designado por Benedicto XVI para encabezar la vecina diócesis de Dallas. Farrel fue legionario hasta 1984 y en los años posteriores ayudó a otros sacerdotes a dejar esa congregación. Así lo hizo con el irlandés John Paul Lennon, quien actualmente integra Regain, una asociación que ayuda a ex legionarios y que podría poner a disposición de los visitadores el testimonio de varios de ellos. De hecho, aunque no fue víctima de abusos sexuales, en 2005 Lennon prestó testimonio en la primera queja canónica abierta contra Maciel por abusos sexuales, la cual gatilló su destierro eclesiástico en mayo de 2006. Lennon conoció de cerca de Maciel y el tratamiento que se les daba a los disidentes como él, por criticar al fundador o a la congregación.
El obispo de Tepic, Ricardo Watty Urquidi, por otro lado, forma parte de los Misioneros del Espíritu Santo y se ha especializado en el trabajo sobre las organizaciones que agrupan a los laicos al interior de la Iglesia Católica, un tema muy relevante para la Legión, que en el Regnum Christi agrupa a más de 45 mil fieles. Sólo en esta década, Urquidi ha sido presidente de la Comisión Episcopal mexicana para los Laicos (2003-2006) y responsable de la dimensión de Laicos de la Comisión Episcopal (2006-2009). Entre ex legionarios se recalca que no forma parte del poderoso sector del clero mexicano proclive a la Legión, cuestión que garantizaría su independencia.
Por último, monseñor Versaldi resalta como el hombre más cercano al Pontífice en el equipo visitador. Desde fines de 2007, Versaldi es miembro de la Signatura Apostólica, la corte suprema vaticana. “Él es una persona muy importante, de extrema confianza del Papa”, apunta un ex legionario.
Además, el obispo de Alejandría es amigo personal del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado vaticano y segundo hombre en la curia romana. Ambos trabajaron juntos en 1994, cuando Bertone era arzobispo de Vercelli y designó a Versaldi como vicario de esa Arquidiócesis.
La designación de Versaldi es, de todas, la más reveladora respecto del ánimo del Vaticano en la visita: viene a confirmar que será Bertone el encargado de fiscalizar el avance de la investigación, y no el cardenal Franc Rodé, prefecto para la congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y Comunidades Apostólicas, es decir, la entidad que regula a órdenes como la Legión. Así Rodé, cuya cercanía con la Legión es conocida, quedará marginado del proceso más delicado y definitorio que la orden haya vivido en sus 68 años de historia.
*Andrea Insunza y Javier Ortega son periodistas e investigadores de la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales. Autores del libro “Legionarios de Cristo en Chile. Dios, dinero y poder”.
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