El fin de la era Bush: Una tragedia histórica
23.12.2008
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
23.12.2008
¿Fue la era Bush un accidente o una consecuencia histórica? Les entregamos un adelanto del el libro El fin de la era Bush: Una tragedia histórica, recién lanzado en Buenos Aires. En el texto, Marcelo Cantelmi –jefe de Política Internacional de Clarín– arranca de esa pregunta crucial para desarrollar un meditado balance de la catastrófica administración. El autor se inclina claramente por la segunda opción y sostiene que lo que ha vivido Estados Unidos (y por añadidura la humanidad) durante los últimos ocho años, compone una curva económica, política y cultural de dimensiones trágicas. Citando al historiador Paul Kennedy, Cantelmi adhiere a los que subrayan la ceguera y la soberbia de Bush y sus aliados.
Muchos de estos últimos pensaban que las acciones desarrolladas tras el ataque a las Torres Gemelas eran una especie de Star Wars, sin tener en cuenta que las cosas no funcionan igual en un portaaviones que en la ciudad iraquí de Fallujah. Sobre el final del libro Cantelmi recuerda un dato sobrecogedor: el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el PNUD, detectó que el gasto provocado por la ocupación de Irak y Afganistán hubiese sido más que suficiente para acabar dos veces con la pobreza en el mundo.
Este libro fue escrito en la redacción, muchas veces después de la hora de cierre, entre medio de la edición, a veces, muy pocas, por la mañana temprano. Se usaron, entre otras, notas del autor compiladas a lo largo de los ocho años de gobierno de George W. Bush. Y una montaña de artículos revisados también en esos momentos entrecortados del día y de la noche.
Sirvió también y mucho la memoria. El periodista ha dirigido las coberturas de elecciones en Estados Unidos desde que Bill Clinton ganó su segundo mandato superando a Bob Dole en 1996. Y la memoria permite comparar y es también polémica. Hay un mérito adicional en este recorrido. El autor, su medio, su equipo y muy especialmente quien escribe el prólogo de este libro, fueron tripulantes de una nave muy poco poblada que anticipó desde aquellos momentos iniciales lo que Bush era en verdad. Y no se cedió en la mirada crítica ni siquiera al calor de los atentados del 11 de setiembre que habían convertido a la mayoría de los colegas del norte, y no pocos del resto del mundo -sin olvidar los locales-, en voceros de un nuevo gladiador que merecía ser protegido incluso de la verdad.
Cuando la gestión de Bush concluyó técnicamente (aunque no prácticamente) el 4 de noviembre de 2008 este periodista publicó en su diario una breve columna en las ediciones de esa elección histórica.
Decía:
EE.UU. inicia hoy otro capítulo de la mano de su primer presidente negro. Pero será difícil cerrar la etapa de ocho años que secuestró a ese país y al mundo. Esa es la gigantesca misión que viene. George W. Bush en sus gobiernos fue demoledor. Arrasó con las libertades individuales, instauró la tortura como método, arrestó a supuestos sospechosos sin formularles cargos ni permitirles defensa legal. Sus principales medidas se basaron en la mayoría de los casos en mentiras. La confusa guerra contra el terrorismo dejó un mundo mucho más peligroso e inerme. Conflictos que podrían haberse serenado, fueron agitados al extremo que hoy difícilmente hallen una solución. Se inventaron guerras sin sentido con el saldo de decenas de miles de muertos. El antinorteamericanismo se ha extendido como una peligrosa incitación. La enorme victoria ha sido llegar a estas elecciones. El mundo al fin puede suspirar.
El título “Llegamos” para esa breve columna, escondía un código. “Llegamos” había sido el título principal del diario Clarín cuando regresó la democracia en Argentina tras la victoria en 1983 de Raúl Alfonsín cerrando la noche de la dictadura. Es cierto, Bush no fue un dictador. Pero bajo su amparo se masacró, se violó la justicia, se torturó, se generaron divisiones antipáticas y explosivas y se aceptó la noción de que cualquier oposición a la mirada hegemónica implicaba una alianza con el terror. Bush no fue un dictador. Lo grave es que fue elegido.
Marcelo Cantelmi
Noviembre de 2008
En las páginas que siguen Marcelo Cantelmi intenta resolver uno de los acertijos más intrigantes de esta década: saber si las dos presidencias de George W. Bush en los Estados Unidos fueron parte del proceso evolutivo o, cómo él mismo autor lo pone, “un accidente inesperado”. El interrogante sigue estando abierto, más allá de que resulte claro –y lo es también en este texto– que Bush en la Casa Blanca es adonde conduciría inevitablemente el giro conservador que se operó en la sociedad estadounidense en la segunda mitad de los 70 y que plasmó su visión de modo intinterrumpido desde la asunción de Ronal Reagan en 1982.
Es valioso este ensayo porque aparece cuando no se ha asentado la polvareda originada de la experiencia Bush y porque el legado real se insinúa de tal magnitud que solo podremos conocerlo con el tiempo, y quizás, no todo de modo explícito. El autor no se ha dejado abrumar por lo temprano de su texto, algo siempre riesgoso.
Una observación particularmente valiosa -y para nada exagerada- que realiza Cantelmi sobre estos pasados ocho años y que conviene tener presente si realmente queremos entender qué paso es la siguiente: “Es difícil hallar desde la época del Fuhrer Adolf Hitler una estructura tan aceitada para la mentira.”
Cabria agregar que desde aquellos mismo tiempos nadie ha usado la política del miedo con la misma maestría, como lo prueba todo lo dicho y hecho desde los atentados del 11S, aun cuando Bush esté convencido que las relevaciones sobre la autoría de los mismos es suficiente. No lo es.
Del mismo modo lo que lo llevó a invadir Afganistán e Irak tampoco ha quedado, aún, en blanco sobre negro. Y otro tanto es posible decir de la crisis económica internacional que es la estela del cometa de su herencia.
Cantelmi está perfectamente equipado para esta aproximación no solo por la calidad del periodismo que practica, sino porque durante toda la era Bush fue editor jefe de la sección internacionales del diario Clarín y como tal mantuvo una constante perspectiva crítica, sobre todo en los primeros años en los que Bush no era este guiñapo de impopularidad que ahora deja Washington. El autor reúne también su experiencia enla cobertrua de la economía internacional, algo que aporta a este trabajo.
Al terminar el texto, uno espera que Cantelmi retome el tema en algún momento del futuro cuando aquel legado de Bush haya cobrado al menos una dimensión aproximada. Porque, aquí en la distancia del sur profundo de América, vamos a necesitar explicaciones, no tanto de lo que ha pasado, sino de lo que ha dejado.
Oscar Raúl Cardoso, analista político del diario Clarín
Buenos Aires, 17 de noviembre de 2008