Codorniu, el fantasma del caso del Registro Civil
05.06.2008
05.06.2008
La doble asesoría de Andrés Contardo a la empresa india Tata y al Registro Civil sólo es una de las caras del caso que reveló CIPER en marzo. Una arista menos conocida tiene que ver con otras personas que habrían ofrecido ejercer influencias en el organismo estatal. Uno de los mencionados se apellida Codorniu y costó semanas ubicar quién era. Dos ex ejecutivos de la empresa Quintec relatan su rol, pero él saca la voz por primera vez para negar cualquier participación.
La doble asesoría de Andrés Contardo a la empresa india Tata y al Registro Civil sólo es una de las caras del caso que reveló CIPER en marzo. Una arista menos conocida tiene que ver con otras personas que habrían ofrecido ejercer influencias en el organismo estatal. Uno de los mencionados se apellida Codorniu y costó semanas ubicar quién era. Dos ex ejecutivos de la empresa Quintec relatan su rol y él saca la voz por primera vez para negar cualquier participación.
Arrastrando una notoria cojera, Rodrigo Codorniu Castro caminó varias cuadras por avenida Manuel Montt hasta su oficina, sin despegar el celular de su oreja. No pareció sorprendido al ser abordado por CIPER. Tampoco de que se le consultara por sus vínculos con la cuestionada licitación de la plataforma tecnológica del Registro Civil, pero de entrada aclaró: “Lo único que tengo con el Registro Civil es mi carné de identidad y mi certificado de matrimonio”.
La escena tuvo lugar hace casi un mes. El nombre completo de Codorniu aún no aparecía en la prensa ni lo había citado a declarar la fiscal que investiga las irregularidades, Alejandra Godoy, pero su apellido sí era familiar en el caso.
Desde que CIPER inició la primera investigación sobre las irregularidades en la millonaria licitación de la plataforma informática y de comunicaciones del registro de datos del Registro Civil –publicada el 17 de marzo pasado–, su nombre fue mencionado por distintas fuentes. Pero no fue fácil encontrarlo.
Su apellido también llegó desde un comienzo hasta el ministro de Justicia, Carlos Maldonado, quien cuando hizo la denuncia inicial en la Fiscalía Centro Norte, mencionó que le habían dicho que tanto Jorge Schaulsohn como un tal Codorniu habían ofrecido a empresas ejercer influencias para ganar la licitación de la plataforma tecnológica del servicio.
Durante semanas se especuló sobre su identidad e incluso se dijo que su nombre de pila era Santiago. Como el apellido no es común y más encima Rodrigo Codorniu está ligado a la industria tecnológica, sus conocidos le hacían preguntas. Él siempre negó cualquier vínculo con el tema. Lo mismo le dijo el 19 de mayo a la fiscal Godoy, cuando lo citó a declarar en calidad de imputado.
¿Es el mismo Codorniu o hay una confusión de identidad? César Poblete mira la foto y confirma: sí, ése es Rodrigo Codorniu Castro. El mismo informático que llegó en el invierno de 2007 hasta la oficina que ocupaba en Quintec para ofrecerle un negocio. El mismo que conoce desde hace más de una década, por lo tanto es imposible cualquier confusión.
Esta versión de Poblete, ex gerente de ventas corporativo de Quintec, es la que se socializó en el mundo de las empresas tecnológicas y la que originó que el apellido Codorniu apareciera en el proceso y que fuera asociado con irregularidades en la licitación del Registro Civil.
“Me señaló que podía ejercer influencias sobre los estamentos de decisión para que la carga se fuera para el lado nuestro, que había un equipo que se había formado para esa licitación y que él tenía buena llegada ahí”, recuerda el ex gerente de Quintec. De acuerdo a su versión, Codorniu le dijo que podía ejercer las influencias necesarias para que Quintec ganara la propuesta y que incluso explicitó el modo en que cobraría sus servicios: calculaba que la licitación sería por entre 60 y 80 millones de dólares, de los cuales la empresa sacaría un margen de un 20% y sobre eso Codorniu cobraría unos 4 millones de dólares.
Según Poblete, él inmediatamente le dijo que no tenía nada que ver con dicha licitación y que estaba seguro de que la empresa no aceptaría una propuesta de ese tipo, pero ante la insistencia de Codorniu, se comprometió a transmitir su mensaje a sus superiores.
Asegura que tal como lo previó, la compañía no estuvo dispuesta a pagar. Pero ante la posibilidad de perder la licitación, cuenta Poblete, le instruyeron que cuando Codorniu lo llamara, se limitara a decir que ya había transmitido el mensaje.
Rodrigo Codorniu niega tajantemente haber hecho alguna oferta como la que relata Poblete. “Fui a Quintec a conversar con un amigo para ver cómo podíamos apoyarnos en algunos negocios”, asegura. Según su versión, aquellos negocios nada tenían que ver con el Registro Civil, pues las tecnologías que él ofrece no son aplicables a ninguna de las licitaciones de ese organismo público.
Pero el relato de Poblete no es el único que habla de una oferta de Codorniu para ejercer influencia. Alejandro Manríquez, quien entonces se desempeñaba como gerente general de Quintec Soluciones Informáticas, también recuerda el episodio de la visita de Codorniu. Según cuenta, la decisión de la compañía fue que cualquier pago era inaceptable y que ni siquiera había que conversar con Codorniu, sino ignorarlo completamente.
Pocos días antes de que se supiera el resultado de la licitación, Poblete dice haber recibido un nuevo llamado de Codorniu, en el que le admitió que no tenía ningún futuro seguir insistiendo. “Le dije que en Quintec no pagábamos y él respondió que no se trataba de coima sino de lobby”, rememora Poblete. Para él no había duda entre ambos términos, pues Codorniu estaba ofreciendo influir con un resultado conocido.
La cosa no quedó ahí. Pocos días después de que se hiciera público que la empresa india Tata se había adjudicado la licitación, Codorniu volvió a llamar a Poblete, esta vez ofreciéndole participar en un proceso que preparaba el Servicio Médico Legal. “Ahí yo le dije que no me llamara más”, asegura Poblete, quien ya no trabaja en Quintec.
César Poblete ya declaró ante la fiscal Godoy y le contó con detalles este mismo relato acerca de las gestiones de Codorniu, a quien conoció a mediados de los 90 a través un amigo.
Codorniu era ejecutivo de ventas en Unysis, pero quedó sin trabajo tras una reducción de personal. Como en ese tiempo Poblete era gerente de servicios de Sonda, el amigo común le pidió que lo recomendara para un puesto. “Era bastante exitoso, yo no lo conocía, pero sí había escuchado de su performance en el mercado”, dice Poblete. Por eso lo recomendó y tras un proceso de selección regular, Codorniu se unió al área de ventas de la empresa que preside Andrés Navarro.
Poco después ambos dejaron la compañía tecnológica y volvieron a encontrarse por casualidad en otras empresa del rubro. Codorniu estaba en Softron y Poblete en Computer Associates, las que a veces hacían negocios por los que les tocaba interactuar.
Luego Codorniu armó su propia empresa, Gradicom. Su oficina está en un segundo piso que subarrienda en una casa en la calle Puyehue, a una cuadra de Manuel Montt con Bilbao.
A sus 52 años, Codorniu está dedicado a la venta de soluciones tecnológicas ligadas a las comunicaciones, especialmente de grabaciones para centrales telefónicas. Tiene experiencia en el rubro. De hecho, uno de sus mayores éxitos fue su participación en 2006 -desde Softron- en la licitación para el “diseño, implementación, instalación y mantención de un sistema de despacho asistido por computador (CAD) para Carabineros de Chile”, que administra los procedimientos policiales del número 133.
Se le reconoce talento comercial, el que demostró en este caso al contactar a la empresa canadiense Positron con Telefónica para participar del proyecto por un monto de $800 millones. Por la modernización de este servicio, la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de la Información (ACTI), premió la semana pasada a Carabineros. No tenían idea de que el autor intelectual del proyecto ganador era Rodrigo Codorniu.