Mujer chilenas 5: Secretos de familia, el esquivo derecho al placer sexual
04.01.2008
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
04.01.2008
Diazepam disuelto en la taza de té del marido para que éste no haga exigencias en la cama, mujeres que nunca han experimentado un orgasmo por convivir con eyaculadores precoces y las que nunca se han atrevido a ni siquiera verbalizar sus carencias y deseos y menos sus traumas por una violación que las mutiló. El abanico de vivencias sexuales de las mujeres se abre hoy como una nueva compuerta que saca a la luz los más ocultos secretos de familia de los chilenos.
Ya sea en la radio, en la televisión, en consultas médicas o en las sobremesas de amigos, la mayoría de las mujeres chilenas por primera vez se atreve a confesar sus deseos, experiencias y también su frustración sexual. Así lo demostró un estudio de la Corporación Humanas realizado en octubre de este año, en donde el 80% de las mujeres encuestadas puso su negación al derecho al placer sexual en segundo lugar, después de la discriminación laboral (98%).
Los cambios han sido vertiginosos. Si hasta hace algunos años era normal que la mujer callara cuando su pareja no le daba satisfacción, hoy lo reclama. Un problema no menor, ya que un estudio de salud que data de 2002 reveló que el 29% de los chilenos es eyaculador precoz.
Si a principios de los ’90, el 50% de los jóvenes chilenos admitía haberse iniciado sexualmente a los 15 años, la cifra subió al 70% en 2001. Y con ello también salen a la luz los efectos colaterales de una temprana iniciación sexual en un país en donde existe fuerte rechazo a las políticas más activas de control de la natalidad. Uno de ellos es la deserción escolar femenina. Según un estudio de Adimark de 2001, más del 40% de ellas tiene su origen en el embarazo prematuro de la joven.
Así le llaman las investigadoras del Centro de Desarrollo de la Mujer (Cedem) al extenuante régimen laboral que cumplen las temporeras durante la cosecha de la fruta, concepto que acuñaron en el estudio Los costos ocultos del modelo de agroexportación en las mujeres.–
-Son los costos que no se ven, porque cuando se habla de los problemas de la mujer rural, se nombran los salarios y todo lo laboral. Y aquí hay un costo distinto, el que fragiliza sus relaciones de pareja. Hablamos de “jornada circular”, porque las horas de sueño son sólo cuatro, las únicas horas del día en que están en posición horizontal. El resto es jornada laboral: en la cosecha o en las tareas domésticas. Muchas empiezan a trabajar a las cuatro de la mañana: a esa hora cocinan y dejan todo listo en la casa para el resto del día, porque a las 05:00 las pasa a buscar el contratista. Y a las 12 de la noche terminan planchando o lavando ropa –explica la investigadora del Cedem, Pamela Caro.
Las largas jornadas laborales también son parte de la rutina que viven las trabajadoras urbanas. Vendedoras de malls, cajeras de supermercados, operarias de empresas de aseo y empleadas domésticas inician su día entre las 5:30 y las 6:00, preparando comida para la familia, colaciones para los hijos que estudian y haciendo parte del aseo doméstico.
El nuevo plan de transporte colectivo de Santiago, el Transantiago, ha demorado los trayectos hasta en una hora, provocando una sensible pérdida de calidad de vida de los trabajadores, principales usuarios del sistema. Se estima que le están dedicando hasta 14 horas a la vida laboral (contabilizando los tiempos de traslado). Y al llegar a sus hogares deben cocinar, lavar, planchar, ver las tareas de los hijos…
En ese contexto, el derecho al placer, al goce de la sexualidad y al cuidado del cuerpo no es más que una quimera. Un lujo inaccesible. Para muchas mujeres la intimidad se transforma en una desgastante rutina para satisfacer mecánicamente las necesidades de su pareja, con la consecuente frustración que a veces se acumula por años.
Paola Cordero, líder del proyecto de guardería infantil comunitaria de la Villa San Gabriel, de La Pintana, cuenta su experiencia:
-Acá, la mayoría de las mamás trabaja en aseo industrial o son empleadas domésticas. Y sus tiempos de traslado entre la casa y el trabajo son muy largos. Muchas salen del hogar a las 6:00 para llegar a sus trabajos a las 8:00 y vuelven como a las 21:00. Es terrible ver cómo llegan. Vienen a buscar a sus hijos y se sientan a descansar un ratito y conversamos un poco. Basta con mirarles las caras. El cansancio lo tienen incrustado por lo poco que duermen. Y llegan a sus casas a cocinar, para poder mandar a sus niños con la comida y a bañarlos. Por eso, si hay una mamá que llega más tarde, la esperamos, y si no alcanzó a bañar al niño o no pudo cocinarle, le ayudamos.
“La incorporación de la mujer al trabajo en el campo o en la ciudad, no ha significado una repartición igualitaria de los roles domésticos. Si el hombre no hace click en la pareja adoptando un nuevo contrato social, no hay cambio posible”, sentencia Pamela Caro.
A fines de noviembre de 2006, el programa de TVN “Piel de jaguar” llevó hasta los hogares chilenos el primer documental sobre sexualidad femenina íntegramente grabado por ciudadanas comunes. El espacio abordó la profunda insatisfacción que viven en este plano muchas chilenas, producto de la cultura machista y patriarcal que impera en el país: “Con todas las trancas que tenemos nos cuesta mucho pedir (a la pareja) el placer que toda mujer desea. Todas tenemos ese anhelo y muchas se mueren pensando que no lo lograron”, comentó Amanda, dueña de casa.
Dora, una de las mujeres que se atrevió a mostrar su intimidad en ese programa, dejó en evidencia que este problema no distingue clases sociales. Ella era la única protagonista proveniente del segmento social alto y confesó que en 30 años de matrimonio nunca tuvo un orgasmo, porque su ex marido es eyaculador precoz: “Cuando él llegaba a la casa me hacía la dormida y al tiempo noté que nunca me preocupé de mí”. Dora renunció al placer para criar a sus hijos en un hogar “bien constituido”, pero ahora, a los 56 años, está redescubriendo su cuerpo con una nueva pareja.
«Con Marianne comprobé que la inteligencia femenina es comparable con una fina espada de samurái, mientras que la de los hombres parece una máquina de moler carne. Aunque siempre tuve contacto con mujeres que me ayudaron en mi búsqueda espiritual, como Violeta Parra o la pintora surrealista Leonora Carrington, que mencioné en mi anterior libro «El maestro y las magas», nunca había tenido real conciencia de su importancia dentro de la sociedad y lo desvalorizadas que siempre han sido. Era un poco ciego e hijo de la incultura». – Alejandro Jodorowsky
A sus 59 años y con siete hijos, María Cartagena, temporera de Copiapó, confiesa sin pudores que nunca fue feliz en su vida sexual: “Porque uno siempre tiene que hacerle el quite, para no tener guagua. Y al final igual quedaba embarazada”.
Francisca Rodríguez, dirigenta de la Asociación de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri), cuenta que uno de los efectos de las extenuantes jornadas de las temporeras es “el aumento de consumo de fármacos para mejorar su capacidad de soportar más horas en una tarea que es dura”.
-Encontramos mujeres que le suministraban diazepam a los niños para que se quedaran tranquilos en la casa mientras ellas trabajaban. Y también le suministraban diazepam al marido, para que él no les hiciera exigencias sexuales cuando ellas llegaban cansadas a la casa –relata.
Pamela Caro dice que en 2000, Cedem realizó una escuela de capacitación de campesinas donde abordaron por primera vez los derechos sexuales:
-Con un grupo de ONG’s que surgió al alero de la conferencia de Beijing sobre los derechos de la mujer, por primera vez nos atrevimos a tocar con las mujeres rurales los derechos sexuales y reproductivos: el placer sexual, el derecho a decidir tener hijos, el control de la natalidad desde la edad que tú quieras, decidir cuándo vas a tener tu iniciación sexual. Temas que en las sociedades modernas son normales, pero que en el campo son todavía tabú. Las campesinas no se ven el cuerpo. Ni siquiera hablemos de sexualidad y placer, sino de tener conciencia de que tienes un cuerpo, que debes cuidarlo y con el que también puedes gozar. Cuando tocamos esos temas con las mujeres rurales, ellas se ríen. Es jocoso. Y eso es intergeneracional, no es que la más jóvenes estén más evolucionadas.
Las temporeras, dice Alicia Muñoz, dirigenta de Anamuri, no se preguntan por su derecho al placer ni a la sexualidad: “No tienen nada de eso. Tienen que levantarse, dejar aseo y comida hecha y preparar su bolso para salir”.
-Nosotras siempre hemos afirmado que el salario dignifica, pero hoy tenemos ese concepto bajo cuestionamiento. Si la mujer tienen que trabajar 14, 16 y hasta 18 horas diarias, tomando fármacos para resistir y con la enorme culpa por abandonar a los hijos, comiendo poco y mal, sin baño, inmersas en un trabajo que es un proceso migratorio que te lleva de una comuna a otra, de una provincia a otra, ¿de qué dignidad me hablan? –explica Francisca Rodríguez.
Por ello, la organización Anamuri está tratando de que las temporeras entiendan que deben luchar en primer lugar por ellas, no como madres o esposas, sino como mujeres con derecho al descanso, la recreación, al placer:
-Alguien te está robando tus ocho horas de descanso, tus horas de recreación… Por eso ahora decimos que todo lo que hacemos es por nosotras. Si estamos bien, van a estar bien nuestros hijos, nuestra familia. Nuestro proceso de formación parte con una mirada hacia adentro: ¿Cómo estoy yo?, ¿cómo me siento? Y cuando sientes que la familia crece con lo que le entregas, es porque tú has crecido –afirma Alicia Muñoz.
Otro factor relevante en la precaria vida de pareja en las poblaciones urbanas es el hacinamiento. Paola Cordero, ex dirigente de los deudores habitacionales, confiesa que una de las crisis que atravesó en su matrimonio ocurrió cuando le exigió a su esposo iniciar el proceso para conseguir la vivienda propia. Ellos, junto a su hijo, vivían de allegados en una pieza en la casa de la madre de su esposo. No tenían intimidad. Pero él se resistía a dejar el hogar materno.
-Vivíamos en una mediagua. Todo dentro del mismo espacio. Mi hijo no tenía intimidad y nosotros, como pareja, tampoco. Yo vi el problema y le dije a mi marido: “Ahora el niño está chico, pero va a crecer. Y nosotros vamos a querer tener nuestro espacio y él también. Yo quiero ese espacio ahora”.
El tema sexual, a diferencia de lo que ocurre en el campo, ya no es tabú en las poblaciones urbanas. Las mujeres comentan entre ellas lo que les sucede, buscan apoyo en los consultorios o los Cosam (Centro Comunitario de Salud Mental Familiar) y acceden a tratamientos de control de natalidad. Paola da cuenta de ese cambio:
-Yo percibo el cambio en mi población. En las niñas de incluso 14 y 15 años que han quedado embarazadas y siguen estudiando. Porque las apoyan sus papás y se quedan con sus nietos cuando ellas van al colegio. Antes, el embarazo de una hija era lo más terrible para un familia: escondían a la niña. Eso cambió. Hoy veo a los abuelos paseando con orgullo a sus nietos.
De todas formas, el embarazo adolescente sigue siendo uno de los factores que más condiciona a las mujeres a repetir el ciclo de la pobreza que viven sus familias. La última estadística confiable en torno al tema es la del año anterior al Censo 2002, la que indica que el 4,5% de las adolescentes de entre 15 y 19 años tuvieron hijos.
Por lo mismo, la líder de las grandes protestas estudiantiles de 2006, Karina Delfino, considera que la política pública del gobierno de Bachelet más importante para las jóvenes de su generación es el acceso a la Pastilla de Anticoncepción de Emergencia (PAE), más conocida como la “Píldora del día después”.
-Yo le puedo decir a una joven que vive en un sector vulnerable “ahora hay mitad de ministras mujeres en el gabinete”, y no le va a importar. Le puedo decir “el BancoEstado abrió créditos especiales para las microempresarias”, y tampoco. No les afecta. Pero si las beneficia una política de sexualidad. El embarazo adolescente genera discriminación social y condiciona la vida de la joven. Por eso creo que el acceso a la píldora en los consultorios públicos para todas la mujeres mayores de 14 años, es el cambio más fuerte que han vivido las jóvenes de mi edad que están en situación social más vulnerable. Ahora sí pueden optar igual que las jóvenes que tienen recursos y que pueden comprarla.
Respecto de la polémica generada por sectores conservadores que se oponen a que la PAE se entregada a menores de más de 14 años sin consentimiento de sus padres -y cuyas presiones llevaron a los laboratorios y a farmacias a no comercializar el fármaco-, Karina es tajante:
-Lo importante es que si alguien la necesita y la quiere, la herramienta ya está y cada quien verá si la ocupa o no según su ética. Hay algo bien claro: la nueva Ley de Responsabilidad Penal Adolescente establece que desde los 14 años un joven tienen discernimiento. Y si a esa edad debo hacerme responsable si decidí robar, ¿por qué no puedo hacerme responsable de mi sexualidad?
Si la “Píldora del día después” despierta las más duras controversias, el aborto es una palabra sencillamente ausente del debate. Y ello a pesar de que según las únicas cifras conocidas, entre 2000 y 2003 se registraron más de 100 mil abortos clandestinos al año.
En noviembre del año pasado un grupo de diputados socialistas propuso discutir la despenalización del aborto. No sólo la derecha opuso feroz rechazo, también lo hizo un grupo de sus aliados democratacristianos. Uno de ellos, el presidente de la Cámara de Diputados, Patricio Walker, llegó a afirmar que de prosperar dicho proyecto, su partido evaluaría su permanencia en la Concertación. El oficialismo tuvo su pequeño sismo.
Al día siguiente, se conoció un estudio de la Corporación Humanas y la Universidad de Chile el que reveló que las mujeres encaran el tema con más madurez que los políticos: un 62% de las consultadas apoyó la idea de legislar, el 75% estuvo de acuerdo con volver a legalizar el aborto terapéutico cuando está en peligro la vida de la madre (penalizado con cárcel por la dictadura de Pinochet, lo que aun se mantiene), cifra que subió a 76% en la misma encuesta de octubre 2007; y el 71% apoyó interrumpir embarazos fruto de violaciones (subió a 75% en octubre 2007). Y sólo el 20,4% declaró aceptar el aborto “por cualquiera razón que la madre decida”. En octubre 2007 esas mujeres alcanzaron el 29%.
En la encuesta de octubre 2007, un 26% de las mujeres declaró no estar de acuerdo con el aborto bajo ninguna circunstancia (encuesta aplicada entre el 17 de agosto y el 12 de septiembre 2007 a mujeres mayores de 18 años inscritas en los registros electorales). Hasta ahora, y a pesar de la cifra de abortos y sus consecuencias letales, el gobierno ha declarado no estar disponibles para legislar sobre la materia. Del aborto no se habla.
A tal punto ha llegado la presión religiosa y política sobre la materia que en enero de 2002, cuando la comisión de Relaciones Exteriores del Senado debía debatir la aprobación del protocolo facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, dependiente de la ONU), se decidió escuchar los argumentos en contra del Cardenal Francisco Javier Errázuriz. Uno de sus principales argumentos fue que la firma de dicha Convención obligaba a Chile a legislar una eventual legalización del aborto. La entonces subsecretaria del Sernam, Kareen Herrera, llegó al Senado para escuchar la opinión del prelado. Dijo expresamente que no pediría intervenir. Pero los senadores le negaron el acceso.
La mujer muda sobre su sexualidad es la realidad mayoritaria de las mujeres campesinas.
-En el sector rural se sabe del debate en torno a la PAE a través de los medios de comunicación. No es un tema. La gente de campo, además, escucha mucha radio y ahí están los discursos conservadores de las iglesias varias: evangélicas, católica, testigos de Jehová. En contraste están las telenovelas de Vicente Sabatini en Televisión Nacional, que han puesto temas campesinos generando nuevas imágenes de cambio. Ahora los jóvenes del campo están recibiendo discursos cruzados –dice Pamela Caro, del Cedem.
Y la prueba está en San Fernando, al sur de Santiago, donde la tendencia del embarazo adolescente iba en aumento. Juan Quiroz, director del Liceo de Niñas de esa comuna, decidió apelar a una de las medidas anunciadas por Bachelet al asumir el mando y el 2006 postuló a un fondo especial de Integra. Lo ganó y creó una sala cuna especial para sus alumnas embarazadas evitando así que deserten del sistema escolar. En abril de 2007, diecisiete jóvenes usaban sus instalaciones.