Wikileaks
Estados Unidos advirtió a Chile de los riesgos del espionaje chino
12.04.2011
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Wikileaks
12.04.2011
Fue en 2005 cuando las antenas de Estados Unidos se fijaron en Chile con preocupación. China se encontraba negociando su primer tratado de libre comercio (TLC) y había elegido como socio a Chile, quizás el país de este barrio con mayor experiencia en este tipo de tratativas. Chile, por su parte, intentaba posicionarse como plataforma de inversiones para China en el resto de la región. El acercamiento entre ambos países inquietó a Estados Unidos. Su embajada en Santiago envió un cable secreto advirtiendo: “Chile puede convertirse en un país plataforma en más formas de las que nunca imaginó”.
El por qué queda claro en el subtítulo que lleva el cable Nº 39.336: “Trabajando para crear conciencia sobre las actividades de inteligencia china”, enviado por la embajada de Estados Unidos en Santiago y revelado por Wikileaks. En él se detalla ese trabajo:
-A medida que los lazos entre Chile y China han aumentado, el personal apropiado de la embajada (estadounidense) en Santiago ha trabajado con funcionarios del gobierno chileno para sensibilizarlos frente a las amenazas de seguridad e inteligencia que emanan desde China. Chile se ha considerado por mucho tiempo como inmune a los problemas de contrainteligencia. Sin embargo, funcionarios gubernamentales selectos están empezando a entender que los activos nacionales están en gran parte sin protección. No tienen conciencia del potencial perjuicio que el rol de China puede empezar a jugar en Chile.
Aunque el cable sostiene que Chile tiene pocas cifras sobre las actividades de la inteligencia china, inmediatamente se enumeran datos que dan cuenta de que la embajada estadounidense sí maneja información. Se dice, por ejemplo, que la delegación diplomática china en Chile tiene 22 funcionarios, lo que la convierte en una de las misiones más grandes en América Latina. Se agrega que todos los diplomáticos hablan muy bien español y son muy activos en el circuito social.
Las sospechas de Estados Unidos sobre las actividades de la inteligencia china alcanzan a los periodistas de la agencia estatal Xinhua. Son tres reporteros, señala el cable, y se asume que están involucrados en algún tipo de actividad de recolección de información.
Las advertencias de Estados Unidos no se deben a una especial preocupación de ese país por los secretos chilenos. Lo cierto es que en la larga historia de espionaje entre Washington y Beijing, el temor era que China accediera a información estadounidense a través de Chile. “En la medida en que el apoyo del Gobierno de Estados Unidos a las Fuerzas Armadas chilenas aumenta, el interés chino en las actividades del Gobierno de Estados Unidos aumentará casi con certeza. Los chinos intentarán saber más de las estrategias militares y técnicas de Estados Unidos a través de la participación chilena en programas bilaterales de entrenamiento y ejercicios conjuntos”.
Este punto ya había sido planteado en otro acápite del mismo cable, en el que se relata que el entonces comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, viajó a China para establecer un programa de entrenamiento de Chino Mandarín para militares. Dos instructores chinos vinieron luego a Santiago a dirigir un plan de dos años para oficiales, los que luego irían a Beijing a perfeccionarse. Inmediatamente el diplomático que escribió el cable agrega, entre paréntesis, una nota con un comentario:
-Fuentes han dicho a la embajada que los fuertes lazos militares entre Chile y Estados Unidos son de gran interés para los chinos. Existe la preocupación de que los chinos puedan estar usando a los oficiales chilenos para acceder a la escuela de entrenamiento del Ejército y aprender más de los programas conjuntos, prioridades y técnicas que los chilenos han desarrollado con sus contrapartes de Estados Unidos.
En las conclusiones, el documento amplía el ámbito de la supuesta amenaza china, incluyendo la seguridad y el espionaje industrial. A juicio del diplomático estadounidense que redactó el cable –y que lleva la firma del embajador Craig Kelly–, Chile es un país sofisticado en cuanto a sus relaciones comerciales, “pero aún un poco ingenuo respecto a la compañía que tendrá pronto”.
El grueso del cable analiza las relaciones chino-chilenas y el intercambio comercial entre ambos países. Más allá de lo económico, el cable hace ver la falta de preocupación de Chile por los estándares ambientales y laborales en la negociación del TLC. Añade que algunas fuentes chilenas comentan que eso demuestra que China sólo nos ve como una “colonia de commodities”, por la producción cuprífera, y no como un socio igual, mientras otras fuentes aseguran que es una forma racional de llegar rápido a un acuerdo.
-Debido a su “timidez” política, es poco probable que Chile levante independientemente temas complicados como los derechos humanos, los procesos democráticos, protecciones laborales o la preservación ambiental, especialmente si percibe que su continua prosperidad económica está en riesgo– concluye el cable.
En su último párrafo, el texto cita el comentario supuestamente profético de un “respetado cientista político” que asegura que China es el tema más controversial de la política exterior para los candidatos presidenciales (Bachelet, Lavín y Piñera), pero que nadie hablará de eso públicamente porque significaría tener que elegir entre China y Estados Unidos.
Cuando a fines de ese año se cerró la negociación para el TLC, la embajada despachó el cable Nº 45.199, que a diferencia del anterior, se limita a consignar los datos del acuerdo y su importancia para el comercio bilateral, sin entrar en consideraciones políticas.
Para febrero de 2007, Beijing ya era el segundo socio comercial de Chile después de Estados Unidos -país al que desplazó dos años más tarde– y el actual subsecretario de Relaciones Exteriores, Fernando Schmidt, había sido recién nombrado como director de Asia Pacífico de la Cancillería. Schmidt se reunió entonces con el embajador Craig Kelly. Si el motivo de la cita era Corea del Norte, una parte de la conversación giró sobre China.
La visión de Schmidt era positiva pero cauta. De acuerdo a lo reportado por el cable Nº 96.815, el diplomático chileno le dijo al embajador estadounidense que Chile no quería volverse dependiente de China, que había temas clave que no se podían discutir con ellos, como los derechos humanos, por lo que la relación permanecería limitada al comercio.
El aumento del comercio fue también tema obligado en el almuerzo que el secretario adjunto del Departamento de Economía, Energía y Negocios de Estados Unidos, Daniel S. Sullivan, tuvo con un grupo de importantes empresarios chilenos en noviembre de 2008. El cable Nº 174.598 resume lo que conversó ese día Sullivan con Eliodoro Matte, Bruno Phillipi, Hernán Somerville y Juan Claro, entre otros.
El funcionario partió evaluando positivamente las inversiones chinas en América Latina para la generación de empleo. Esa mirada fue celebrada por Somerville –el fallido embajador de Sebastián Piñera en Beijing–, quien hizo ver que en la medida que Estados Unidos abandonaba países como Ecuador y Venezuela, los chinos compraban los activos.
Sullivan se mostró entonces interesado por la experiencia de Chile con las empresas chinas y no se guardó sus críticas hacia ellas, comparándolas con las de su propio país. Argumentó que mientras Estados Unidos promovía buenas prácticas cuando invertía en otros países, esto no siempre sucedía con China, que por ejemplo, no había ratificado la convención anticorrupción de la OECD.
El permanente monitoreo de Estados Unidos sobre todo lo relativo a China queda claramente reflejado en el cable Nº 174.453, de octubre de 2008. Se trata de un cuestionario respondido por la embajada en Santiago sobre el impacto que tuvieron los Juegos Olímpicos de Beijing en la imagen internacional de China. En las preguntas, el deporte es lo de menos.
Las preguntas del Departamento de Estado giran sobre todo en torno a aspectos políticos, como si la cobertura mediática se centró en el deporte o incluyó también los cambios en China, la discusión sobre derechos humanos o su posición en el mundo. Y siguen: ¿Es Beijing vista como una ciudad moderna, rica y desarrollada? ¿Se la mostró como una amenaza económica o una oportunidad? ¿Cambiaron los empresarios, grupos cívicos o el gobierno su acercamiento a tratar con China? ¿Las expectativas sobre el rol y posición de China en el mundo cambiaron para la elite después de las Olimpiadas?
Otra referencia llamativa a China aparece en el cable Nº 60.484, de abril de 2006. Aunque el tema es el intercambio comercial con Chile, se dedican varios párrafos a comentar el recién inaugurado mall chino en el centro de Santiago, hasta donde se dirigió un funcionario diplomático de la embajada a conversar con los vendedores. Ellos le cuentan que es propiedad del empresario Ji Rubin, quien sólo admite productos fabricados en la ciudad de Wen Zhou, y se quejan de las exigencias tributarias chilenas. El cable dice que si bien la prensa pintó al mall como el primer impacto del TLC, éste aún no había sido ratificado por el Congreso. De todos modos, los trabajadores creían que el centro comercial era un primer pequeño paso para que Chile se convirtiera en plataforma de los negocios chinos.