Los testimonios de abusos que acusan al Premio Nacional de Educación Hugo Montes Brunet
13.05.2010
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
13.05.2010
El abogado y profesor Hugo Montes Brunet es una autoridad en materia educacional. En 1995 recibió el Premio Nacional en esa especialidad, integró la comisión que asesoró al gobierno de Bachelet en la reforma a la enseñanza y es fundador de tres prestigiosos colegios católicos. Montes también es diácono de la Iglesia, por lo que depende directamente del cardenal Francisco Javier Errázuriz. Hace una semana un ex alumno lo acusó formalmente ante el Arzobispado de Santiago de haber intentado abusar de él cuando tenía 15 años y Montes era su rector. Durante más de un año, tres estudiantes de la Escuela de Periodismo de la UDP investigaron los rumores sobre comportamientos impropios de Montes. Guiados por el periodista y académico UDP Javier Ortega, las autoras recopilaron varios testimonios, todos de ex alumnos de sus planteles. Y se encontraron con un expediente que incluye un acuerdo que permitió el cierre de una denuncia en su contra que data de 2001. Es el mismo testimonio que ahora está en manos del sacerdote Raúl Hasbún, el hombre del cardenal a cargo de verificar la credibilidad de la denuncia.
A las 10:30 del pasado jueves 6 de mayo, el diseñador gráfico Eduardo Williams llegó hasta las oficinas del Arzobispado de Santiago, ubicadas en la céntrica calle Erasmo Escala. El profesional, de 23 años, iba acompañado por su abuelo materno, el ingeniero y ex decano de la Universidad de Chile, Rolando Chateauneuf. A ambos los recibió el sacerdote Oscar Muñoz, vicecanciller del Arzobispado, quien le explicó a Chateauneuf que sólo su nieto podía entrar, ya que era mayor de edad y no necesitaría de ningún acompañante para cumplir con el trámite al que estaba citado.
-Entonces hasta aquí no más llegamos, porque ese no fue el compromiso que teníamos de su parte -respondió el ex decano con molestia.
Cuando abuelo y nieto se dirigían hacia la puerta, el padre Muñoz los detuvo. Les pidió esperar unos segundos. Luego de realizar una consulta en una dependencia interior, Muñoz volvió y les dijo que ambos podían ingresar, bajo la condición de que el único que hablara fuera Eduardo Williams. Su abuelo debía guardar silencio.
Momentos después, ingresaron a una oficina donde los esperaba el sacerdote Raúl Hasbún, quien los saludó con amabilidad y les pidió ponerse cómodos. El trámite sería simple, dijo Hasbún: él haría las preguntas y Williams respondería, en lo posible con detalles. Como ayudante de Hasbún, el padre Oscar Muñoz se dispuso a transcribir en un computador.
El interrogatorio se prolongó durante dos horas. Williams hizo un relato cronológico sobre un asunto cuya gravedad, afirma, sólo pudo calibrar con el tiempo y que arrastró como un trauma desde que tenía 15 años, cuando cursaba primero medio en el colegio San Esteban Diácono de Vitacura: el intento de abuso sexual del que, sostiene, fue víctima en 2001 por parte del diácono de la Iglesia Católica, Premio Nacional de Ciencias de la Educación 1995 y por entonces rector de su colegio, Hugo Montes Brunet.
“En mi declaración insistí mucho en que uno cuando es chico no ve la maldad”, afirma Williams, sólo horas después de haber entregado su testimonio ante los sacerdotes Hasbún y Muñoz, quienes en ningún momento le solicitaron mantener su relato en reserva.
-Hugo Montes se ganó la confianza de toda mi familia desde que estaba en quinto básico en uno de sus colegios. Hasta ese día era como el “tío” de todos. Mis padres lo querían harto porque nosotros íbamos siempre a misa al colegio y él era el diácono -agrega el denunciante.
¿Por qué recurrir al Arzobispado justo ahora, nueve años después de ocurrido el episodio? Eduardo Williams, sus padres y su abuelo coinciden en que un hecho específico, ocurrido a mediados de abril pasado, los impulsó a pedir la intervención de la Iglesia, la que ya había sido advertida en 2001, muy pocos días después de estampar ante la justicia la denuncia por el intento de abuso.
Tanto el denunciante como su familia descartan en forma tajante que estén buscando una compensación económica. “Por algo recurrimos ahora al Arzobispado y no a la justicia”, recalca Williams.
Con la declaración de Eduardo Williams, ahora el Arzobispado capitalino habría iniciado formalmente la investigación previa para evaluar la solidez del testimonio contra Montes Brunet, tal como lo indica la normativa eclesial para enfrentar acusaciones sobre abusos sexuales en la Iglesia. Como responsable de las pesquisas, el padre Hasbún solicitó a Williams la comparecencia de testigos que avalen su versión, un elemento esencial para abrir una investigación eclesiástica formal.
La denuncia de Williams y el inicio de una investigación previa por parte del Arzobispado complican aún más la ya delicada situación de la Iglesia Católica y en particular la del cardenal Francisco Javier Errázuriz, luego de que estallaran las denuncias contra el sacerdote Fernando Karadima. Hugo Montes Brunet (84 años, casado, seis hijos) es diácono permanente de la Iglesia y depende jerárquicamente del cardenal Errázuriz. Según la terminología eclesial, un diácono es un servidor de la Iglesia cuya función es ayudar a los obispos y sacerdotes en la celebración de los misterios divinos. Los diáconos pueden casarse y tener hijos. Si bien no tienen autoridad para celebrar misa ni confesar, un diácono sí puede celebrar matrimonios, bautizar y dar la eucaristía.
Además, Montes es una autoridad en temas educacionales: abogado, profesor de Castellano y doctor en Filología Románica de la Universidad de Friburgo (Alemania), es autor de varios libros de literatura y educación, entre ellos la colección de textos de Castellano Montes y Orlandi, que con varias ediciones formó a generaciones de estudiantes chilenos. Por su labor, en 1995 recibió el Premio Nacional de Ciencias Educacionales y desde 1965 es miembro de la Academia Chilena de la Lengua.
Eduardo Williams y su familia lo conocieron bien en otra de sus facetas: es fundador, propietario y fue rector hasta 2001 de los Colegios Diaconales San Esteban (Vitacura), San Felipe (Calera de Tango) y San Nicolás (Chicureo), que en total educan a más de 1.800 alumnos, desde párvulos a estudiantes de enseñanza media.
Sus relaciones abarcan un amplio espectro político. Durante el gobierno de Michelle Bachelet fue convocado para integrar el Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación, la entidad que propuso la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) y su sustitución por la Ley General de Educación (LGE). También es tío de la primera dama, Cecilia Morel, y director de la Fundación Futuro de propiedad del Presidente Sebastián Piñera.
Aunque no hay información oficial de que la Iglesia cuente hasta el minuto con testimonios de otros denunciantes contra Montes, esta investigación recogió las versiones de varios ex alumnos del colegio San Esteban Diácono, algunos de los cuales egresaron en promociones anteriores a la de Williams. Los entrevistados describen en detalle situaciones de acoso sexual o conductas impropias de parte del diácono hacia algunos alumnos, por lo que podrían convertirse en testigos en la investigación que hoy sustancia el Arzobispado capitalino.
Ante los sacerdotes Hasbún y Muñoz, el diseñador Eduardo Williams inició su relato en 1997, cuando llegó a cursar quinto básico al colegio San Felipe Diácono en Calera de Tango. Entonces, dice, conoció a Montes, quien se ganó no sólo su confianza y cariño, sino también el de su familia. Su padre, el administrador de empresas Eduardo Williams Valero, afirma que incluso ayudaba a Montes en la eucaristía.
Según cuenta Williams hijo, a los 15 años era muy difícil percibir lo extraño de ciertos comportamientos de Montes hacia él y otros alumnos: “Nos llevaba mucho a la capilla, nos abrazaba, nos tomaba las manos y de repente nos metía el dedo en la boca. Pero uno se reía, era chico y no entendía la mala intención”.
A principios de 1999, los padres de Eduardo Williams se separaron. Su madre, Pamela Chateauneuf, recuerda que ella quedó al cuidado de Eduardo y de su hermano menor en la casa de Calera de Tango. Fue entonces, explica, que Montes le planteó que no se preocupara, “que iba a contar con todo su apoyo”.
Dos años después, la familia tuvo que cambiarse a Santiago a mitad del año escolar. Pamela Chateauneuf afirma que Montes facilitó los trámites para que Eduardo y su hermano tuvieran vacantes en el colegio San Esteban Diácono de Vitacura.
Eduardo Williams describe lo que sucedió aquel viernes 15 de junio de 2001, dos semanas después de instalado en su nuevo colegio. Un día que hasta hoy no puede olvidar. El joven recuerda que Montes ingresó a su sala y le pidió permiso al profesor de matemáticas para llevárselo a la rectoría. Una vez en su despacho, el rector le pidió que se sentaran en un sillón. Quería conversar sobre cómo estaba enfrentando la separación de sus padres y su integración en el San Esteban.
Según Williams, el rector poco a poco comenzó a acercarse, pero él no se alarmó, ya que Montes solía abrazar a sus estudiantes. De pronto, la situación cambió cuando Montes acercó la cabeza a su pecho y lo besó en la mejilla. “¿Somos o no somos amigos?”, afirma que le preguntó el rector.
Williams dice que, sorpresivamente, Montes lo besó en la comisura de los labios, intentando acercarse a su boca:
-Yo sólo atiné a ponerme de pie… Se me tiró encima y esto lo conté en el Arzobispado y no supieron describirlo bien en la transcripción. Pero después me pasaron el papel para leerlo y precisé para que quedaran claros los detalles…
¿Cuáles son los detalles que mencionó Williams ante Raúl Hasbún? A sus 23 años, es claro que le molesta profundizar sobre el tema. Dos documentos, sin embargo, y que datan de 2001, describen la situación. El primero es una declaración hecha por él mismo ante una unidad de Carabineros de Vitacura el 16 de junio de 2001, al día siguiente de su encuentro con Montes en la rectoría. Williams relata que esa noche casi no pudo dormir.
-Uno se siente raro y medio culpable, ¡y no sé por qué! -sostiene hoy.
Al día siguiente del episodio le contó a su padre, quien optó por ir inmediatamente a hacer la denuncia ante Carabineros. En ella Williams afirma que “Montes lo besó en la boca en dos oportunidades, sin darle espacio a defenderse”.
El muchacho, de 15 años, quedó citado ante el 33º Juzgado del Crimen de Santiago. La comparecencia se realizó el 20 de junio, cinco días después del incidente. En el texto, el entonces menor señala que cuando hablaban “Montes me dijo que le diera un abrazo de amigo y me abrazó, pero no era un abrazo de amigo, ya que como que intentaba acercarme más a él, me apretaba mucho, luego me dio un beso en la boca, yo me levanté, quedé como en blanco, luego pensé que había sido un error de él, y me preguntó por mi hermano (…). Luego me despedí de él y me abrazó nuevamente como inmovilizándome y me dio dos besos más en la boca y me metió un dedo en la boca y trato de meterme nuevamente el dedo en la boca y yo hacía fuerza con mis dientes para impedírselo, sonó el teléfono y me soltó y yo me fui, pero antes él me dijo que lo viniera a ver más tarde”.
-La denuncia la hicimos de inmediato porque sentí que Hugo Montes había hecho abuso de la confianza que yo y mi hijo depositamos en él. Al momento de la separación, yo incluso le dije a mi hijo que si tenía algún problema confiara ciegamente en el tío Hugo –dice hoy con desazón Eduardo Williams padre, quien decidió entonces que sus dos hijos no volverían a poner un pie en los colegios de Montes.
La madre de Williams llevó a su hijo con un siquiatra, quien recomendó evitar un careo entre él y Montes, el paso siguiente ante la justicia. Según la madre, el siquiatra consideró que “no era recomendable” confrontar a un niño de 15 años, que había sufrido una situación traumática, con el adulto al que identificaba como su agresor, que además era culto e inteligente. Si bien el siquiatra nunca recomendó detener la denuncia legal, el consejo fue suficiente para que el padre -quien estaba a cargo del tema legal- comenzara a sopesar las dificultades de acusar a alguien como Montes.
Días después de la denuncia ante Carabineros, Eduardo Williams padre llegó hasta el colegio y exigió ver a Montes. No lo dejaron pasar. Cuenta que en la recepción hizo un escándalo: contó a varios apoderados que llegaban a retirar a sus hijos lo que había ocurrido con el suyo.
Inmediatamente el rumor se esparció en el colegio.
Williams padre dice haberse reunido con el entonces vicario para la Educación del Arzobispado de Santiago, el sacerdote Juan de Castro (ya fallecido), para denunciar lo ocurrido. Según cuenta, la reacción de De Castro fue bajarle el perfil al asunto, aduciendo que Hugo Montes “era muy efusivo con los niños y siempre lo malinterpretaban”.
Finalmente, logró reunirse con Montes y con un abogado, Rodrigo Rojas, presidente del centro de padres del colegio. La cita fue en un salón del Hotel Las Acacias de Vitacura, reservado por Montes. Un desayuno. Según Williams padre, sus exigencias para retirar la denuncia fueron dos: la primera, que cubriera la colegiatura de un nuevo establecimiento para sus dos hijos; la segunda, que Montes se comprometiera a no volver a sus planteles, para que otros alumnos no corrieran peligro.
“El acuerdo era que ese señor se iba a su casa a escribir, y que nunca más pisara sus colegios”, explica Williams padre.
-El padre del menor pidió que Hugo Montes no volviera más a sus colegios y se consideró que era una salida adecuada y conveniente. De hecho, el propio Montes estuvo de acuerdo –dice una fuente que conoció el desarrollo de las conversaciones y que pidió, por ahora, reserva de su nombre.
Eduardo Williams y Pamela Chateauneuf están separados desde hace más de diez años. Para esta investigación, las entrevistas con ellos fueron individuales. Fue evidente que no les era fácil recordar esos días, pero ambos coincidieron –incluso en los detalles- en el relato que recibieron de su hijo y en los hechos que ocurrieron a partir de la denuncia. Una de esas coincidencias es el ofrecimiento de una cantidad de dinero para desistirse de la acusación. Uno de ellos lo habría formulado el hijo del rector, Hugo Montes Ibáñez, quien estaba y continúa a cargo de administrar los planteles de la familia. “¿Cuánto quieren para cerrar esto?”, afirman ambos que les dijo por teléfono Montes Ibáñez (44 años).
En entrevista con CIPER, Hugo Montes Ibáñez rechazó tajantemente haber jugado un rol protagónico en esas conversaciones, aunque reconoció la denuncia, el revuelo que causó en el colegio y las conversaciones que terminaron en un acuerdo que permitieron cerrar el caso en los tribunales. En su testimonio, Montes Ibáñez señala que uno de los protagonistas de las tratativas de 2001 fue el entonces vicario para la Educación, Juan de Castro.
Tres meses después del incidente con Eduardo Williams hijo, Hugo Montes Brunet concurrió a prestar su testimonio ante el 33º Juzgado del Crimen de Santiago, donde estaba radicada la denuncia en su contra. En su declaración, fechada el 27 de septiembre de 2001, Montes afirma que efectivamente se reunió en su oficina con Williams hijo, y que estuvieron conversando sobre su familia y sobre cómo se sentía en su nuevo colegio. No obstante, niega cualquier “intención deshonesta” o actitud “como la que se señala en la denuncia”.
En su declaración judicial, Montes confirmó además que se reunió con el padre del menor: “Llegamos a la conclusión que hubo un malentendido, que jamás hubo intención deshonesta en mi actitud hacia el hijo del denunciante que era alumno del colegio San Esteban, llamado Eduardo Williams de 15 años. Debo hacer presente que es efectivo que llegamos a un acuerdo, y que el denunciante consideró que no había delito en mi actitud y estuvo de acuerdo en presentar un escrito de desistimiento”.
Coincidiendo con la versión que entregan los padres de Eduardo Williams, en el mismo escrito judicial Hugo Montes deja constancia que entre junio (mes en que se produjo el incidente) y septiembre de 2001 (fecha de la declaración), dejó de ser rector del colegio San Esteban.
Luego del desistimiento de la parte denunciante, en diciembre de 2001 la jueza Eleonora Domínguez dictó el sobreseimiento temporal de la causa.
El abogado y entonces presidente del Centro de Padres del colegio San Esteban, Rodrigo Rojas, confirmó a CIPER que participó de las conversaciones entre el padre de Eduardo Williams y Hugo Montes.
-Efectivamente hubo participación mía en una reunión, pero más allá de eso no creo conveniente que emita un juicio. Si no lo resolvieron por la vía de los tribunales, no me corresponde opinar.
Tiempo después, la causa fue sobreseída definitivamente, a pesar de que en su denuncia el joven Eduardo Williams entregó el nombre de otro estudiante supuestamente abusado por Montes en la capilla del colegio. Y en su declaración judicial también afirmó haber sido testigo de comportamientos impropios por parte del rector con otros alumnos: Montes Brunet ingresaba a las duchas del colegio para observarlos cuando se duchaban y solía invitar a estudiantes hombres a dos parcelas de su propiedad, una en Pomaire y otra en Isla de Maipo.
En entrevista con CIPER, Williams precisó que en un par de ocasiones visitó la parcela de Isla de Maipo, siempre junto a otros compañeros. La idea, dice, era hacer retiros espirituales guiados por Montes Brunet. Según afirma, en una de esas visitas Montes los invitó a disfrutar de su piscina. Como ninguno tenía traje de baño, los menores aceptaron bañarse en calzoncillos.
El bioquímico de la Universidad Católica (UC) Pablo Ramdohr (29 años), no conoce a Eduardo Williams. Fue expulsado del colegio San Esteban en 1997, cuatro años antes del incidente que denuncia Williams. Entrevistado por CIPER, Ramdohr señala que su expulsión ocurrió en tercero medio, luego de ir a la parcela de Pomaire con Montes y otros tres alumnos. De regreso a Santiago, cuenta, Hugo Montes les propuso pasar a la propiedad de Isla de Maipo. La idea era jugar fútbol y luego disfrutar de la piscina:
-Cuando estábamos jugando apareció Montes desnudo y nos dijo “vengan a bañarse conmigo, niñitos, como Dios los trajo al mundo”. Nos impresionamos tanto que sólo atinamos a decirle que no. Él se fue y entonces nosotros nos tiramos a la piscina. Pero ahí él apareció desnudo de nuevo y se tiró… Nosotros nos salimos al tiro.
Ramdohr afirma que en el colegio contó lo ocurrido a varios profesores, pero que salvo dos excepciones ninguno le prestó atención. Tiempo después, fue sacado de la sala y llevado a la rectoría, donde lo esperaban sus padres, su profesora jefe y otros docentes. El bioquímico recuerda que les dijeron que sería expulsado por ser un “líder negativo” en el alumnado. Su madre se indignó:
-Mi mamá les dijo: “¡Cómo es la cosa! ¡Ustedes tienen a un rector que invitó a mi hijo a bañarse desnudo y resulta que el líder negativo es mi hijo!” -relata Ramdohr, quien debió irse a otro colegio.
Otro ex alumno del San Esteban de esos años -hoy un profesional que pide no revelar su identidad- afirma que la primera vez que viajó a la parcela de Pomaire fue a los 15 años, cuando cursaba segundo medio. Lo acompañaron cuatro compañeros. Según dice, tenían una botella de pisco, para “carretear” en la noche mientras Montes dormía. Lo que más le llamó la atención fue la presencia de un niño que no era de ninguno de los colegios diaconales. Era, dice, “un niño Canela”, como llamaban los alumnos a los menores de escasos recursos apadrinados por el colegio, generalmente de provincia, en conformidad a la integración social que el San Esteban inculcaba. El apodo se debía a que una de las localidades beneficiadas por esta iniciativa era Canela, una de las comunas más pobres del país, en la región de Coquimbo.
-Debe de haber tenido un año menos que nosotros, pero como era de región se veía menor y era más ingenuo. Le ofrecimos que durmiera con nosotros ya que sobraba un camarote. Le contamos que íbamos a tomarnos unas piscolas… Pero el prefirió irse a dormir donde el “Tío Hugo” –relata.
El relato de Pablo Ramdohr sobre lo ocurrido en Isla de Maipo en 1997 es confirmado por uno de sus ex compañeros de curso, el hoy comunicador multimedia Fernando Oberhauser, quien fue uno de los alumnos que estuvo en ese viaje.
También lo corroboran los otros dos ex alumnos participantes, aunque estos últimos pidieron mantener su nombre en reserva para esta investigación. Uno de ellos sostiene que, en 1992, cuando cursaba sexto básico en el San Esteban, durante un viaje a la parcela del rector en Pomaire, Montes comenzó a abrazarlo: “Me metió la mano en el pantalón, por el costado, cerca de los bolsillos del frente. ¡Se las saqué al tiro! Yo me reía… No tenía conciencia”.
El empresario José Ignacio Vicuña (31 años) egresó en 1997 del San Esteban. También fue testigo de episodios similares durante los retiros en las parcelas de Hugo Montes:
-La primera vez que fui a Pomaire tenía 11 años y no asocié que bañarse desnudo era raro. Éramos todos chicos y nos preocupábamos más de reírnos entre nosotros que de Montes. En muchos consejos de curso preguntábamos sobre el tema y los profesores nos hacían callar porque era un tema tabú –afirma.
Aunque el diseñador Fernando Oberhauser tampoco conoce a Eduardo Williams, señala que fue testigo de las visitas del entonces rector a los camarines del colegio, cuando los alumnos hombres se duchaban. Dice que contó esto en su casa y que sus padres le entregaron un certificado médico, “para que nunca más volviera a hacer educación física”.
El empresario José Ignacio Vicuña también recuerda episodios parecidos. Afirma que cada vez que ingresaban a las duchas, Montes llegaba y comenzaba a pasearse, como vigilándolos: “A los 11 ó 12 años algunos nos bañábamos con traje de baño, y él llegaba especialmente a esa hora y decía: ‘Ya, sáquense la ropa’. Y se quedaba ahí hasta que nos duchábamos. Y eso era fijo todas las clases. Era costumbre, a vista y paciencia de los profesores”.
Luego de abandonar el San Esteban Diácono en 2001, tras el incidente en la oficina de Hugo Montes, Eduardo Williams no volvió a pisar el colegio. Pero el pasado sábado 10 de abril ingresó a otro de los colegios del ex rector: el San Felipe, de Calera de Tango. Junto a su abuelo materno y a unos tíos, asistió a la primera comunión de un primo, estudiante de enseñanza básica en ese establecimiento. De pronto, antes de que comenzara la ceremonia, observó con extrañeza que uno sus tíos hizo una mueca de profundo desagrado y abandonó su silla en las primeras filas.
-Yo no entendía nada, hasta que miré hacia adelante y vi que el ex rector Hugo Montes estaba en el altar… Como diácono -dice.
La ira fue creciendo en Williams y su familia cuando el ex rector fue presentado ante la concurrencia. El abuelo materno de Williams, Rolando Chateauneuf, hizo esfuerzos para controlarse. La presencia de Montes –dice a CIPER- contravenía de manera flagrante el acuerdo al que se había llegado en 2001, luego de que su nieto presentó la denuncia por abusos deshonestos ante la justicia. “Una presencia pasiva de él no hubiese tenido tanta gravedad. Pero él leyó pasajes del evangelio, concelebró y dio la comunión a un grupo de niños. ¡Eso sí me pareció inaudito!”.
-Ir a celebrar la primera comunión de mi primo chico se transformó en un trago súper amargo -acota Williams.
Este fue el episodio que provocó que Eduardo Williams y su abuelo decidieran actuar. Casi tres semanas después, el jueves 29 de abril, Rolando Chateauneuf logró reunirse en el Arzobispado de Santiago con los sacerdotes Oscar Muñoz y Raúl Hasbún, luego de ir a dejar personalmente al Arzobispado una carta dirigida al cardenal Francisco Javier Errázuriz. En ese encuentro, dice, acordaron que él mismo acompañaría a su nieto para que prestara testimonio sobre su caso.
Eduardo Williams afirma que luego de su encuentro con los sacerdotes Hasbún y Muñoz está tranquilo:
-Se notaba que ambos sacerdotes ya estaban investigando. Tenían incluso una carpetita con fotos de Montes. O sea, durante la semana, entre la reunión de mi abuelo y la mía, buscaron antecedentes. Eso me dio confianza. Al finalizar la reunión me pidieron si podía conseguir testigos -acota.
Tanto él como su padre y su abuelo descartan que detrás de su denuncia esté la búsqueda de una compensación económica.
-Una compensación económica no es lo que quiero, porque no lo necesito. Por algo recurrimos ahora al Arzobispado y no a la justicia. Yo busco que a este señor lo alejen de los niños de una vez por todas, lo que significa que ahora sí lo alejen definitivamente de sus colegios. También quiero ayudar a los que como yo pasaron por esto y hasta hoy guardan silencio. Mi profundo deseo es ayudar a que la Iglesia Católica se sane de todo esto, porque como institución también resulta afectada –dice al despedirse Eduardo Williams.
*Bárbara León, María Teresa Nielsen y Valentina Trejos son estudiantes del último año de la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales, entidad con la cual CIPER firmó un convenio de colaboración en distintas áreas. Todo el desarrollo de esta investigación fue supervisado por el periodista y profesor de dicha universidad, Javier Ortega, como también el chequeo de datos, entrevistas, documentos y recopilación de testimonios.
Además: Hugo Montes hijo: “Si todo esto llega a ser cierto, me va a pesar no haber interrogado más”