Efedrina: El otro dolor de cabeza de Cruz Verde
09.04.2009
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09.04.2009
Una empresa del holding de los Harding vendió 1,4 toneladas de efedrina a un laboratorio sospechoso de desviar la sustancia a la fabricación de drogas ilícitas, agravando los problemas de los dueños de Farmacias Cruz Verde. La Fiscalía Occidente incautó desde las oficinas de una de sus empresas toda la documentación de la venta. La investigación continúa sin que hasta ahora se hayan encontrado vínculos de la empresa con algún delito.
El escándalo por la acusación de colusión entre tres cadenas de farmacias para subir los precios de más de 200 medicamentos tiene a Cruz Verde y a sus dos competidoras, FASA y Salcobrand, en medio del huracán. Al proceso que instruye el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) se ha sumado una seguidilla de acciones judiciales iniciadas por consumidores que se sienten afectados por el alza de productos de primera necesidad y que exigen reparación. Pero para los propietarios de Cruz Verde hay más problemas. El holding de la familia Harding se acaba de ver afectado por un importante caso de tráfico de drogas.
La historia se desencadenó en la tarde del lunes 23 de marzo cuando un equipo de detectives y funcionarios de la Fiscalía Occidente llegaron hasta las oficinas de Munnich Pharma, empresa farmacéutica propiedad de los Harding. La orden que llevaban era clara y precisa: incautar todos los antecedentes vinculados a la venta a Laboratorios Arama de 1,4 toneladas de efedrina, sustancia utilizada como precursor químico para la fabricación de drogas sintéticas, cuyo consumo y venta está prohibido.
La diligencia policial fue una de las tantas ordenadas por la Fiscalía Occidente en la investigación de la llamada “Operación Cristal”, que ese mismo día se desplegó en varios puntos de Santiago y que culminó con el hallazgo de la sustancia en una bodega de Recoleta. El local pertenecía a la empresa Biotonic y era arrendado por Laboratorios Arama. Seis personas resultaron detenidas.
El fiscal Emiliano Arias explicó a CIPER que el rol de Munnich Pharma en este caso se limita a la importación y posterior venta de 1,4 toneladas de efedrina a Arama durante el 2008, y que no se han encontrado antecedentes que vinculen a la empresa de los Harding con el delito de desvío de precursores. De allí que, hasta ahora, las diligencias vinculadas a Munnich Pharma se hayan limitado a la incautación de la documentación relativa a la transacción. Pero el fiscal también informó que todavía queda mucho por investigar ya que las pesquisas incluyen toda la cadena de hechos que debería haber finalizado con el envío de la sustancia a México.
Según Arias, Arama pagó a Munnich $30 millones (aproximadamente US$ 50 mil) por la efedrina, que estaba embalada en sacos de 25 kilos contenidos en 60 tambores. El valor del mismo producto puesto en México podría llegar a los US$ 13 millones.
Un profesional vinculado a la actividad de Cruz Verde fue enfático en señalar a CIPER que no hay nada irregular en la venta a Arama, de quien Munnich era proveedor regular. “Lo que haya pasado después con la efedrina no es responsabilidad de la empresa. Es la autoridad la que debe fiscalizar, no quien vende el producto”, sostuvo.
“Droguería Munnich Limitada” o “Munnich Pharma Medical Limitada” son dos de los nombres que pueden usar “Guillermo Harding y Compañía Limitada”. Según se publicó en el Diario Oficial el 29 de diciembre de 1998, los socios de esta compañía son Socofar (99%) y Guillermo Harding Alvarado (1%), y funciona con los tres nombres indistintamente. De hecho, en los archivos de Dicom, tanto «Guillermo Harding y Cía» como «Droguería Munnich» aparecen operando bajo el mismo RUT (80.447.400-5). La sociedad, de acuerdo con el extracto publicado en el Diario Oficial del 5 de enero de 1995, es propietaria del 10% de Farmacias Cruz Verde (el 90% restante es de Socofar, el holding del grupo).
A pesar de que la conexión entre los dueños de Cruz Verde y la investigación judicial por el tráfico de efedrina apenas ha sido mencionada por los medios, el hecho es parte del comidillo de la industria farmacéutica en estos días. Lo que llama la atención es el gran volumen de efedrina importado por Munnich Pharma el año pasado, dato que fue confirmado por CIPER gracias a antecedentes de tres organismos oficiales.
De acuerdo a los datos recopilados, durante 2008 se importaron a Chile 2,3 toneladas de efedrina, toda de origen indio. De ese total, empresas vinculadas al holding de los Harding adquirieron 1,6 toneladas, es decir, el 68% del total nacional. Al menos el 87,5% de lo importado por Munnich Pharma fue vendido a Arama.
Los otros laboratorios que importaron efedrina el 2008 fueron Reutter (600 kilos), Sanderson (30 kilos), Laboratorio Chile (50 kilos), Biosano (30 kilos) y Pasteur (20 kilos). En los tres años anteriores Munnich no trajo al país más de 300 kilos, pero otras empresas sí importaron volúmenes mucho mayores.
De acuerdo a la Ley de Drogas, todos aquellos que “produzcan, fabriquen, preparen, importen o exporten precursores o sustancias químicas” que sirvan para producir estupefacientes o sicotrópicos, deben estar inscritos en un registro que maneja el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace). Y la efedrina forma parte de las 65 sustancias que califican según la ley. Actualmente hay 137 empresas inscritas en el registro, entre ellas Munnich Pharma. Cada vez que una empresa importa efedrina, debe informar al Conace y actualizar el registro. Posteriormente también se deben informar las ventas de los fármacos importados, pero en este caso no se exige a sus compradores estar registrados.
La misma normativa obliga a los importadores a “informar inmediatamente a las autoridades competentes de cualquier operación de la que sean parte y sobre la cual tengan certeza o indicio que sustancias químicas controladas puedan ser desviadas para la fabricación ilícita de drogas, absteniéndose de realizar la operación sin efectuar previamente dicha comunicación”. Sin embargo, la disposición tiene dos debilidades mayores. Por un lado, es difícil concluir que una empresa tuvo sospechas de un ilícito y no lo comunicó; por otro, el no cumplir la disposición no tiene ninguna penalidad.
La evidencia del vacío legal que surgió con el descubrimiento de la “Operación Cristal”, hizo que las autoridades reaccionaran anunciando posibles cambios a la normativa. Entre ellos se menciona la prohibición del uso de efedrina en los recetarios magistrales así como condicionar la venta de medicamentos que incluyan esa sustancia a la retención de la receta. Otra modificación sería el uso de nuevas herramientas que permitan una mayor trazabilidad (rastreo de toda la cadena de comercialización) de la efedrina desde el momento de su importación.
Las modificaciones legales en estudio buscan reducir la posibilidad de desvíos para la elaboración de drogas ilícitas. Y ello, porque además de adelgazantes y unos pocos medicamentos autorizados, es en esa producción donde se canaliza mayoritariamente el uso de efedrina. El ministro de Salud, Álvaro Erazo, afirmó que incluso se estudiaría la posibilidad de prohibir completamente la efedrina, para lo cual se analizaría su reemplazo en la fabricación de fármacos medicinales contra el asma, la tos y la gripe.
Según explica el jefe de Control y Sustancias Químicas del Conace, Eduardo Zúñiga, desde hace ya un par de años las autoridades estaban preparadas para el fenómeno de la efedrina ante la información de lo que estaba ocurriendo en otros países. De hecho, se creó una mesa de trabajo sobre precursores químicos en la que participan las policías, el Conace, el Ministerio Público y el Instituto de Salud Pública, entre otros. Fue a fines del año pasado y en esa instancia que la institución hizo ver el notorio aumento de las importaciones de la sustancia que había registrado una de las empresas.
A ello se sumó que por esa misma época, la Policía de Investigaciones fue alertada por el descubrimiento en México de un cargamento de efedrina cuyo origen sería Chile. En diciembre la Fiscalía Occidente comenzó la investigación de la “Operación Cristal” con el apoyo de la Brigada Antinarcóticos del Aeropuerto. Las interceptaciones telefónicas de los implicados jugaron un rol clave en las pesquisas. De acuerdo a la versión entregada por la fiscalía, el 11 de marzo se realizaría un nuevo envío a México y su desarrollo empezó a ser vigilado por las policías de ambos países. Se suponía que traficantes recibirían el envío en el aeropuerto de Ciudad de México, pero nunca llegaron.
Se cree que lo que abortó la operación fue un hecho no planificado ocurrido en Santiago ese mismo día. Tres mexicanos fueron detenidos luego de que intentaran enviar 111 kilos de efedrina por correo aéreo a su país. La noticia se divulgó rápidamente y se presume que alertó a los destinatarios del otro cargamento que ese día volaba rumbo al Distrito Federal mexicano. Si bien se sospecha que los sujetos detenidos en Santiago podrían estar ligados a los mismos traficantes de la “Operación Cristal”, hasta ahora no está claro cuáles son los nexos.
Mientras la investigación continúa, en el Conace también están alertas. El jefe de Control y Sustancias Químicas de la entidad explica que a partir de 2002 México vive un grave problema de tráfico de efedrina debido a su uso en la producción de metanfetaminas. Las drogas sintéticas se masificaron rápidamente y hoy, según datos de la ONU, se consumen más drogas sintéticas en el mundo que la suma de cocaína y heroína. Ante esa explosión, las autoridades de México intentaron restringir la venta de efedrina hasta decretar su prohibición en 2008. Entonces, el tráfico empezó a hacerse a través de países del sur, como Argentina, donde la penetración de las mafias mexicanas se ha transformado en un grave problema.
En Chile el problema recién comienza a mostrar indicios, pero aún no se ha comprobado la extracción de la efedrina desde medicamentos autorizados, como en México. El consumo también es mínimo. Según las encuestas del Conace, el medio local no registra una penetración masiva de metanfetaminas y sólo hay un 0,1% de prevalencia de consumo de drogas sintéticas en el país.