Angostura: La hidroeléctrica que vuelve a despertar al Bío Bío
04.12.2008
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
04.12.2008
Primero fue Pangue, luego Ralco y ahora Angostura. Colbún planea construir la tercera represa del río Bío Bío, con una inversión de US$ 500 millones, la que amenaza con inundar dos sectores de Santa Bárbara y Quilaco (Octava Región). Los opositores hasta ficharon a las hermanas Quintremán, símbolo de la férrea oposición a Ralco, para demostrar que la hidroeléctrica estará emplazada en territorio pehuenche. Lo anterior es relevante ya que el Estado se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a no hacer más represas en sus reductos.
Samuel Rubilar prefiere no acordarse de cuántos años tiene, pero cree que ya es tiempo de jubilarse. Vive de sus ovejas y hace más de una década que no tiene patrón. Lo tuvo durante los cuarenta años en que fue inquilino de un fundo en el alto Bío Bío. El trabajo lo heredó de su padre y terminó cuando Endesa construyó la central hidroeléctrica Pangue. Entonces, firmó un documento que le pasó la empresa y que le leyeron, porque él no sabe hacerlo, y emigró río abajo, cerca de Santa Bárbara, a un sector llamado Los Notros.
Dice que lo bueno es que desde entonces ya no depende de los antojos de un patrón y tiene su tierra. Junto a nueve hermanos comparte la propiedad de cuatro hectáreas y una casa de madera que les dio en compensación Endesa. Lo malo: antes tenían agua gratis y ahora apenas les alcanza para regar una huerta y algunos árboles frutales. Tampoco hay leña. Y ahora -cuenta-, tendrá que sacar los frutales que ha plantado y llevárselos, porque se construirá una represa que nuevamente inundará justo el lugar donde vive. Samuel está convencido de que la central hidroeléctrica se hará sí o sí, como asegura que se lo ha dicho el representante de Colbún en tres reuniones.
-A ése le creo yo -reafirma Rubilar, un hombre de pocas palabras.
Lo cierto es que el proyecto se llama Angostura, contempla una inversión de US$ 500 millones para producir 316 MW de energía, equivalentes al 3,7% del sistema interconectado central (SIC), que entrega electricidad de Tal Tal a Chiloé. Su estudio de impacto ambiental fue presentado el 2 de septiembre pasado y está en los últimos días de la etapa de participación ciudadana. Eso significa que las autoridades todavía no lo autorizan. Lo que sí se sabe es que el estudio ha recibido 210 observaciones de los servicios públicos.
Si Angostura se aprueba, 126 personas deberían ser relocalizadas de las cuales, según el catastro hecho por Colbún, 75% vive bajo la línea de la pobreza y tiene escaso nivel educacional. Como Samuel Rubilar, muchos no saben siquiera leer. Y pese a la cercanía con las dos centrales ubicadas río arriba, el 21% no tiene luz eléctrica.
Sería el tercer embalse en intervenir el curso del río Bio Bio, luego de la construcción de Pangue y Ralco. El potencial hidroeléctrico de la cuenca fue estudiado en los años 60 por Endesa –entonces empresa pública–, que determinó que podían construirse allí seis centrales. El bosquejo estaba hecho, pero comenzó a ejecutarse recién en los ‘90, con la compañía ya privatizada. Y pese a conocerse la posible ubicación de los futuros embalses, Endesa relocalizó en Los Notros a cinco familias –entre ellas la de Samuel Rubilar- a terrenos que podrían ser inundados.
Esta historia y sobre todo la traumática experiencia de la construcción de Ralco, es lo que hace más complejo el avance de Angostura. A esto se suman los conflictos de cada uno de los proyectos eléctricos que se tramitan actualmente: en todas partes la ciudadanía se organiza rápidamente para rechazar los impactos negativos que podrían ocasionar en sus vidas. Y ello pese a las evidentes restricciones energéticas que ha vivido el país en los últimos años. Angostura no es la excepción.
Ralco, la central hidroeléctrica más grande construida hasta ahora en Chile, marcó un hito. No sólo porque fue la primera en someterse –voluntariamente- a un estudio de impacto ambiental, sino por la dura resistencia de los pehuenches afectados por la inundación. Están en la retina de todo el país las manifestaciones, la oposición de activistas extranjeros y el desgaste que significó para el gobierno de Eduardo Frei, quien respaldó firmemente el proyecto. El rechazo en la zona recrudeció el 2006, cuando debido a un temporal inusualmente intenso, Ralco abrió sus compuertas. Una enorme crecida dejó serias inundaciones río abajo. Se dice que habría pasado lo mismo sin la central, pero quienes viven en la ribera no piensan lo mismo.
“El proyecto Angostura no tiene nada de extraordinario; y en términos ambientales es bastante predecible. El tema es la localización: se va a instalar en una zona que viene saliendo del terrible conflicto de Ralco y que le cambió la vida a la gente para bien o para mal”, reconoce el director regional de la Conama, Bolívar Ruiz. Si bien se excusa de emitir juicios para no inhabilitarse en la votación del estudio de impacto ambiental, reconoce otra de las complejidades: “Hay que vivir todos los días ahí para darse cuenta que el susto es comprensible. Vivir al lado de una represa, sobre todo aguas abajo, no debe ser ningún chiste”.
Comparativamente, la capacidad del embalse de Angostura sería la mitad de la de Pangue y doce veces menor que la de Ralco. A diferencia de ambas, no se ubicaría en el alto Bío Bío, sino aguas abajo, inundando zonas de las comunas de Santa Bárbara y Quilaco. Rápidamente surgieron movimientos opositores: Aguas Libres y Huequecura Libre, que lleva el nombre de un afluente del Bio Bio en cuya confluencia se ubicaría el proyecto.
Los activistas viajaron la semana pasada a Santiago a reunirse con la ministra de Medio Ambiente, Ana Lya Uriarte (VER RECUADRO 2). Vinieron acompañados de Berta y Nicolasa Quintremán, las famosas “Ñañas” que obstaculizaron hasta último minuto la construcción de Ralco. Ambas viven a kilómetros de distancia del emplazamiento que tendría Angostura y su presencia buscaba reforzar el punto emblemático de su nueva batalla: la central se instalaría en territorio pehuenche.
José María Pereira es alto, moreno y tiene el pelo largo amarrado en un moño. Su figura recuerda a los indígenas norteamericanos de las películas de vaqueros, pero es un werkén de Trapa Trapa, comunidad de Alto Bio Bio, donde fue candidato a concejal. Cuenta que su abuelo se apellidaba Llancao, hasta que la familia Pereira, de la que era apatronado, le cambió el nombre y hasta le tatuó una P.
El padre de José María es lonco y le “conversó” todo lo que tenía que saber de sus antepasados. Ahora él enseña la cultura y lengua pehuenche a los activistas anti Angostura, en su mayoría huincas. Porque el factor indígena es clave en la estrategia contra la represa.
Uno de los principales argumentos es que justo a un lado de donde estaría el embalse hay un Kuel o pirámide mapuche que -según Pereira- tarda unos doscientos años en levantarse.
-Ahí está la doctrina de la medicina mapuche. Ahí está enterrado el conocimiento de los sabios. Están enterrados todos los tratados que se hicieron a través de los werkenes. Todos los loncos y sus conocimientos para que el mundo mapuche, hoy día pehuenche, pueda volver a tener la fuerza y puedan hacer ceremonias en ese lugar. Es muy simbólico -asegura Pereira.
A simple vista el Cerro Calvario parece un cerro más, un poco más puntiagudo y aislado que el resto. Para subirlo hay que penetrar un frondoso bosque de pinos de la forestal Mininco, propiedad del Grupo Matte, al igual que Colbún. Su acceso está abierto pues en la cima hay una figura de San Sebastián. Velas y flores de papel dan cuenta de que es un popular sitio de peregrinación católica. Según se aprecia en las fotos de la década pasada, antes de las plantaciones no tenía ninguna vegetación, lo que contrastaba con el verde del entorno.
El arqueólogo canadiense Tom Dillehay, famoso por haber descubierto Monte Verde, el asentamiento más antiguo de América, también ha estudiado los Kuel. Cuando a comienzos de año estuvo en la zona, ratificó que se trata de una construcción indígena: un lugar sagrado.
Para Colbún, es un cerro más. Reconocen el prestigio de Dillehay, pero dicen que sólo observó el lugar, en cambio ellos hicieron prospecciones arqueológicas y no encontraron nada. Según sus estudios, no se trata de una construcción humana. “Lo primero que resultó raro es que si medías los 450 metros (de base) por 50 metros de altura, resultaba que era un volumen mayor que las pirámides de Egipto. Si analizas el punto de vista geológico, te das cuenta de que la formación es natural y la roca aflora bastante rápido”, dice Leonardo Díaz, gerente del proyecto Angostura.
-Independientemente de que pueda o no arrojar antecedentes arqueológicos, tiene significación cultural en un contexto más amplio, asociado a sitios donde se han celebrado ceremoniales. Las comunidades tienen el deber de velar por su patrimonio -replica Fernando Sagredo, de la Corporación Nacional Indígena (CONADI) de la Octava Región.
Por eso la CONADI quiere que Colbún aclare de qué forma se verían afectados los accesos a Cerro Calvario con la inundación. De acuerdo a los relatos recogidos por Sagredo, aun si no fuera Kuel, en su cima hay sepulturas que se hicieron luego de una peste que azotó antiguamente la zona, lo que también debe ser considerado.
-Ya pasó en el Alto Bio Bio que en los primeros estudios no se consideró a las comunidades indígenas. Con esos precedentes, estas cosas no pueden volver a ocurrir -advierte el antropólogo.
Como sea, en el área afectada hay mucha menor presencia indígena que en el Alto Bio Bio. La información de Colbún indica que entre los 126 posibles relocalizados hay 30 que se reconocen como indígenas, pero no existen tierras legalmente reconocidas como propiedad de una etnia. Igual, la CONADI recomendó que en el proceso de participación ciudadana se considere la opinión de las dos comunidades indígenas de Santa Bárbara legalmente reconocidas.
La insistencia de la CONADI no es simbólica. En 2004, debido a un litigio internacional por la construcción de Ralco, el Estado chileno firmó una serie de compromisos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entre los que estaba no volver a hacer represas en tierras indígenas del alto Bío Bío. Por eso ahora es clave determinar si Angostura se emplazaría en una zona que califica como tal.
Para Colbún, ese compromiso sólo rige para la comuna de Alto Bío Bío y no para Santa Bárbara y Quilaco. En su estudio de impacto ambiental, la empresa sólo detectó seis sitios arqueológicos que corresponden a “campamentos de carácter habitacional”, donde hay materiales líticos y cerámicos de una época indeterminada.
La semana pasada, el gerente general de Colbún, Bernardo Larraín Matte, se reunió con inversionistas. Y según el diario La Segunda, dijo que “este proyecto no afecta directamente tierras indígenas, pero genera movimientos de esa índole. Tenemos confianza que se va a aprobar”. Matte recalcó que las 210 observaciones hechas por los servicios “son hartas menos” que las que tuvo Hidroaysén, proyecto en el que la empresa participa junto a Endesa.
Larraín es hijo de Patricia Matte y sobrino de Bernardo y Eliodoro, quien tiene un fundo en la zona (VER RECUADRO 1). De acuerdo al último ránking de la revista Forbes, la familia Matte constituye el segundo grupo económico más rico de Chile después de los Luksic, con patrimonio de US$ 7.900 millones.
Por ahora, lo que está en ejecución es un plan de participación ciudadana temprana desarrollado por Colbún. Casi un año antes de presentar el estudio de impacto ambiental iniciaron las negociaciones, hicieron ofertas, compraron tierras e hicieron tours a los nuevos terrenos con los posibles desplazados. También llevaron computadores portátiles con fotos de las casas que planean construir para los relocalizados. Todo ello para lograr acuerdos rápidos y minimizar el impacto en la comunidad.
Pero el plan tiene detractores. Como Freddy Pérez, vocero del movimiento Aguas Libres. Vive en Quilaco y tiene un cibercafé en Santa Bárbara, que también es la oficina de Correos. Ha recorrido las casas de cada uno de los afectados porque desconfía de la estrategia de la empresa:
-Nosotros caímos en el juego de enfrentar a Colbún en las primeras reuniones ya que estas se transforman en información que ellos van recopilando para ir mejorando el proyecto. La participación ciudadana no favorece en nada a las comunidades que quieren proteger el lugar donde viven- enfatiza Pérez
La mayoría de quienes verán inundadas sus casas habitan en el sector de Los Notros. Allí también viven -en parcelas de entre 3 y 5 hectáreas y casas de madera que les dio Endesa- los que ya fueron relocalizados a causa de Pangue. Son vecinos pero el contacto es escaso. Cada uno ha negociado por separado con Colbún y mientras algunos prefieren esa fórmula porque sienten desconfianza de compartir información, otros creen que deberían unirse.
René Renato Flores es uno de los que está decidido a aceptar la propuesta de la empresa. Como muchos, era inquilino en Pangue y su patrón, cuando negoció la venta de su fundo, pidió que reubicaran a sus trabajadores. A Flores le tocaron tres hectáreas con poca agua y heladas asesinas para los cultivos; y una casa de madera. Dice que Endesa le prometió muchas cosas que no cumplió. Por eso, ahora pretende exigir un documento por escrito.
La oferta de Colbún es para él una oportunidad de progresar: un terreno más grande, una casa mejor, acceso a abundante agua y a sólo 5 kilómetros de donde hoy vive. Su mujer, en cambio, ve el panorama más negro. Juana Méndez Curriao convive con él pero no está casada y sólo ha conseguido que Colbún le ofrezca un terreno de más de dos hectáreas para ella y sus seis hijos.
-Lo que más me molesta es que nos van a sacar de nuevo. Imagínese, nos trajeron de allá para acá a sabiendas que iban a hacer su represa y ahora nos van a volver a sacar. Yo por lo menos estoy muy mal. Me da pena. Todo se hace difícil al trasladarse de un lado a otro. A mi ya me pasó cuando nos vinimos de Pangue. Y hoy día llorando todos los días… todos los días -dice muy afligida la mujer de ascendencia pehuenche.
Un tema recurrente entre quienes serían desplazados son los árboles. Como sus posesiones son mínimas, representan las raíces que han echado en esas tierras y todo lo que han trabajado por obtener algún fruto.
Guillermo Salamanca sólo piensa en su parrón y en que tendrá que reconstruir su casa para rechazar ser desplazado. Cuenta que ya fue “perjudicado” por Pangue, desde donde lo echaron porque el terreno de su patrón había sido comprado. Cree que negoció mal, poca tierra, una casita y nada más, pero reconoce que al final fue bueno porque antes no tenía nada. “Tendría que negociar mejor ahora”, concluye, aunque aún no sabe si su tierra será inundada o no y está a la espera de los representantes de Colbún.
Elba Flores es otra de las viudas de Pangue. Si bien no le tocará partir esta vez, tiene miedo porque el embalse quedará junto a su casa. “No es muy bueno, por si viene la hondura, como pasó hace dos años: pasó un río por aquí, sacó los puentes, los canales y pasó toda el agua por aquí. El agua llego hasta la cocina”, dice preocupada.
Su vecina Alba Navarrete nació y creció en Los Notros. Dice que el embalse llegará a doscientos metros de sus tierras y está atemorizada del cambio que se viene. “Nosotros no hemos sido considerados de ninguna forma pese a que vamos a sufrir todos los cambios. Yo sí uso el rio: para pescar, para bañarnos, salir a dar un paseo, recolectamos algunos frutos. Entonces todo va a ser cambio. Somos una familia pobre y no sé en qué se va a convertir este lugar monetariamente”, dice acongojada.
Otra que perderá el río es Laura Muñoz. Vive en la zona de Lo Nieve en una casa de más de un siglo que heredó de sus suegros. Cuando enviudó repartió el terreno entre sus hijos Joel y Pedro, quienes hace un par de años decidieron cambiar la agricultura por el turismo. Desde entonces viven de los dos campings que se llenan en el verano. Los pozones que se arman a esa altura del río Huequecura son una de las grandes atracciones de la zona. De hecho, después del miedo a las inundaciones, la pérdida de este lugar es quizás la principal causa de oposición a la represa entre los habitantes de Santa Bárbara.
-Sin río y sin agua, si es agua de pozo. Nosotros les dijimos que qué íbamos a hacer ahí donde nos van a llevar y nos dijeron que podríamos sembrar: se meten con INDAP, empastan, crían animales, dijeron, Están ofreciendo una porquería por el terreno. Y si aquí no pagan lo que se les pide van a pelear con nosotros -advierte.
Laura cuenta que llegaron con un computador y le mostraron distintos tipos de casas, además de llevarla a visitar una parcela para tentarla. Pero la idea no le gusta nada. Está convencida de que en sus tierras tiene el futuro asegurado y trabajando sólo en verano.
Leonardo Díaz, de Colbún, afirma que en las negociaciones han tratado de ofrecer compensaciones que no impliquen dinero en efectivo. Y ello porque una de las lecciones de Ralco y Pangue es que hay gente que recibió grandes montos y lo perdió todo rápidamente. La idea es reemplazar la plata por transferencia de bienes y por la incorporación en procesos productivos. Para eso contrataron a la empresa norteamericana Tecnoservice, que se dedica a hacer proyectos de impacto social en las áreas de turismo, agricultura, apicultura y ganadería, los que serán financiados por Colbún.
-Queremos reproducir en forma igualitaria o mejor las condiciones de vida que tenían antes del proyecto. Ese es el objetivo final de la relocalización. Si logras que se sientan viviendo en una condición similar a la que tenían antes y además mejoren su situación económica, creo que esa es la medida del éxito, más allá de la cantidad de hectáreas o el patrimonio -dice Díaz.
Díaz también rechaza un argumento que ha generado ruido en la zona: los afectados desconfían de los negociadores de Colbún ya que los identifican con los mismos que negociaron por Pangue. “Aquí hay un estigma: Endesa, Colbún, al final para la gente es lo mismo, un tema con el sector eléctrico”, concluye. Pero todos saben que será difícil despejar el estigma.
“Matte, cuál es tu interés”, decía el cartel que un grupo de pehuenches portaba el 6 de diciembre de 2006, al inaugurarse la plaza y el museo de Villa Ralco, en la comuna de Alto Bio Bio. El diario La Nación publicó entonces una nota titulada “Matte en Ralco, ¿Puntada sin Hilo?”, pues el grupo Matte a través de su empresa CMPC, había cofinanciado los proyectos junto a Endesa y el gobierno. Como el grupo es también el controlador de Colbún, ya entonces los lugareños sospechaban que las nuevas obras eran una forma de hacer lobby ante la comunidad para el proyecto hidroeléctrico.
Según La Nación, en ese momento Eliodoro Matte se rió de las suspicacias: “Esto no tiene nada que ver. Colbún tiene unos derechos de agua en el río Huequecura, pero no hay absolutamente nada. Solamente tiene los derechos de agua, al igual que los tienen Endesa y otras empresas”. Diez meses más tarde comenzaron las gestiones para la construcción de la central Angostura.
La revista El Sábado en un reportaje titulado “El Museo de Eliodoro Matte”, informó que el empresario puso “muchos millones” de su bolsillo para la plaza y el Museo, preocupándose personalmente de cada detalle. Y se nota. Porque si bien la plaza –de formas geométricas, piedras y pasto- puede ser objeto de una discusión estética, el Museo es pequeño pero muy bien montado. Allí se exponen objetos prestados por pehuenches de la zona y se relatan las costumbres y leyendas de los habitantes históricos del Alto Bio Bio. Las explicaciones están a cargo de jóvenes de comunidades vecinas. Afuera, una torre con un mirador ofrece una vista privilegiada del encajonado valle.
Matte también ha donado otras cosas a la comunidad, pues se trata del vecino más acaudalado de la zona. En el camino que une Santa Bárbara con Alto Bio Bio una ordenada cerca de madera blanca delimita el ingreso al fundo Aguas Blancas, que Matte compró hace 14 años. Desde el camino se ven construcciones de madera rojiza, con los marcos de las ventanas blancas y tejuelas de madera. En los alrededores pastan decenas de vacas sobre un césped verde perfecto. Y a un costado de las casas se levantan grandes caballerizas y vallas destinadas al salto ecuestre. Un lugareño dice que es conocido por ser un buen patrón, pero se ríe a carcajadas al contar que los más felices son los caballos ya que -según él- duermen en colchones de pluma.
Ese es uno de los muchos mitos que rodean a Matte en el Alto Bío Bío. Se dice incluso que pidió modificar el diseño del embalse de Angostura, que hizo originalmente Endesa, para que no inundara su fundo y llegara justo a los pies del terreno. Así tendría un embarcadero y podría navegar en su yate. Un rumor que es totalmente desmentido por el encargado del proyecto, quien dice que Angostura también inundará una parte del fundo Aguas Blancas.
A comienzos de año la tranquilidad de la zona se alteró cuando justo frente a la estancia, el pavimento amaneció rayado: “Matte estás muerto” se leía. Nunca se supo quién lo hizo, pero los diarios locales hablaban de que el segundo empresario más rico de Chile estaba siendo amenazado de muerte e incluso uno de los opositores a la hidroeléctrica fue llamado a declarar.
Eliodoro Matte siguió visitando la zona, pues es uno de sus lugares de descanso favorito. Los vecinos dicen que suelen verlo en misa en Santa Bárbara o Quilaco. Nadie entiende muy bien por qué elige esas iglesias, si construyó su propia capilla en su fundo (en la foto superior). En el serpenteante camino que lleva al Alto Bío Bío, ella emerge sobre una colina verde.
Por Jorge Sullivan
La discusión sobre la construcción de la central Angostura se trasladó a Santiago el 26 de noviembre recién pasado. Entre bocinazos y ronroneo de motores, el inconfundible sonido de una “trutruca” rompía los esquemas sonoros del centro capitalino. Un grupo de dirigentes mapuches que caminaba desde calle Compañía por Teatinos, acaparó todas las miradas de los cientos de personas que transitaban por el lugar al mediodía.
“Fue Ralco, Pangue y ahora Angostura, el nuevo proyecto de Colbún”. Ese fue el slogan estampado en un lienzo abierto de par en par frente a las oficinas de la CONAMA, acompañado de cantos y otras pancartas en contra de la hidroeléctrica. En el grupo destacaban las hermanas Berta y Nicolasa Quintremán, símbolo de la lucha contra la construcción de Ralco.
Una hora y media duró la reunión entre los representantes de las comunidades afectadas y la ministra de Medio Ambiente, Ana Lya Uriarte, a quien le insistieron en los daños que la tercera represa de Colbún generará al pueblo mapuche. «No hay ningún proyecto pre aprobado ni pre rechazado», les respondió la minista.
-Yo no sé si tú estarías de acuerdo a negociar a tu madre o tu padre por una empresa –afirmó tajante el dirigente mapuche Ricardo Inalef al concluir la reunión.
Y todo volvió a su punto cero. Porque el encuentro ministerial aumentó la indignación de una de las hermanas Quintreman: “Yo no quiero que hagan la represa allá de nuevo. Ese camino es mío, así que no tienen por qué hacerle daño nuevamente. La tierra no tiene precio. Que se lleven su “hueá” a donde viven ellos”, señaló la “Ñaña”, quien dio así por cerrado el capítulo en la CONAMA.