Los pasos que siguen los delincuentes para reclutar carabineros
03.07.2008
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03.07.2008
El pelo corto y peinadísimo delataba el ADN policial de los bailarines que mostraban sus destrezas en la pista del restaurante Los Pinos, en Cartagena. La rumba se extendió hasta las dos de la madrugada del viernes 25 de abril y el ritmo tropical que sedujo al contingente de la Comisaría del populoso balneario fue aportado por Pepe Show, quien no sólo dispuso la participación de la Sonora Palacio -una banda clon de la mítica agrupación que lleva el mismo nombre, pero con “s”, en plural-, sino que también fue el animador de la velada.
Era la “Noche Verde”. Quién iba a pensar que el chispeante y cálido maestro de ceremonias que hizo reír y bailar a la dotación de Cartagena en la fiesta de aniversario de Carabineros era miembro de una de las bandas de narcotraficantes más activas de Santiago. Pero lo era. Jorge Washington Úrzua Flores, Pepe Show, había sido reclutado por Alejandro Cavieres, el líder de Los Car’e Jarro, y una de sus misiones era fichar a carabineros para que brindaran cobertura y apoyo a la organización criminal.
La intervención de las comunicaciones dispuesta por la Fiscalía Metropolitana Sur, permitió acceder a más de 55 mil llamadas efectuadas por el círculo de hierro de Cavieres. En ellas quedó nítidamente registrada la voz del cabo segundo Patricio Celis Núñez, de la unidad de Cartagena. Después de Celis, caerían envueltos en la telaraña de Los Car’e Jarro la carabinero Daniela Vera y el teniente coronel Juan Loyola Villalobos. A ellos se sumaron un gendarme, un funcionario del Ministerio Público y cuatro funcionarios judiciales, todos los que están siendo investigados por sus posibles nexos con la banda. Además, se pesquisa a un ex coronel de Carabineros, cuyo nombre fue mencionado por Pepe Show en una de las conversaciones interceptadas.
Celis conoció a Pepe Show cuando concurrió, de servicio, a un accidente de tránsito protagonizado por el animador y el mismísimo capo Cavieres. El exagerado agradecimiento de ambos, con convites y celebraciones, terminó enredando al policía. Y no es un caso aislado. Se trata de una trama que se ha repetido con otros carabineros reclutados por bandas criminales. Al menos dos ya están condenados. Los fiscales del Ministerio Público saben que los delincuentes se aprovechan de situaciones como estas, para tentar a los policías, y que siguen un padrón con varios pasos para arrastrarlos al lado oscuro.
El último feriado de Fiestas Patrias, Cavieres lo pasó en Cartagena. Quizás quería reconocer el terreno en que se movía su banda rival –Los Gaete-, la que había clavado sus banderillas en ese balneario al instalar ahí la residencial No Pierdas la Fe, una fachada –según la acusación del Ministerio Público- cuya finalidad era facturar millones para lavar dinero.
Recorriendo el territorio de Los Gaete, el 19 de septiembre Cavieres y Urzúa chocaron el Chrysler 300C en que se desplazaban. Ni el auto ni el choque pasaron inadvertidos para los funcionarios de la Sección de Investigaciones Policiales (SIP) que llegaron al lugar para fotografiar el carro y enviar los antecedentes al tribunal. Uno de los policías que admiró la elegante máquina fue precisamente Patricio Celis. El mismo cabo segundo testificó esta semana en el estrado que así conoció y se familiarizó con Cavieres y Urzúa. El carabinero jura que sólo ahora supo que eran narcos y que en ese momento se tragó la historia con que ambos se presentaron ante la patrulla de la SIP. Pepe Show dijo que era el manager de la Sonora Palacio y su jefe –Cavieres- se hizo pasar por representante legal del mismo conjunto. Ninguno de los carabineros reparó en la ingeniosa sustracción de la “s” final del nombre de la banda.
Urzúa continuó llamando y cursando diversas invitaciones al cabo Celis. El policía diría que lo creyó un gesto de agradecimiento por su buenos oficios el día del accidente. Incluso, el 14 de abril pasado el animador lo visitó en Cartagena. Integrantes de la banda Los Gaete habían caído presos y al parecer Cavieres sospechaba que un vehículo del clan rival, aún cargado de droga, había quedado a la deriva en un taller mecánico o en un estacionamiento del balneario. A Pepe Show se le encargó la misión de encontrarlo. Ese fue el día en que se grabó el diálogo que hundió al cabo segundo:
Urzúa: Te va a saludarte el amigo que ese día le sacaron fotos al auto.
Cavieres: Ya. Aló, buena compadre, ¿cómo está?
Celis: Bien, poh. Aquí, trabajando como los pobres.
Cavieres: Hay que ponerle no más el hombro.
Celis: Para tener un auto así.
Cavieres: (Risas)… No queda otra, hay que ponerle el hombro no más, oiga.
Celis: Oye, el 24 tenemos la comida nosotros aquí, por el mes aniversario. Así que estoy conversando con el amigo Pepe.
Cavieres: Ya poh, conversen no más, converse con él.
Celis: Ya compadrito, él es el enlace directo, mediador (risas).
Cavieres: Ok (risas)
Celis: Ya compadre, chao.
Según la acusación de la fiscalía, el cabo segundo terminó accediendo a chequear información sobre los vehículos de Los Gaete en las bases de datos de Carabineros, operación en la que habría recibido ayuda de la funcionaria policial Daniela Vera, quien alega que no sabía para qué o quiénes eran los datos que pidió Celis.
Un topón en el auto, un policía que concurre al lugar del accidente, un representante de una banda musical conocida en el ambiente y que luego invita a comer y a bailar. Lo que parece digno del guión de una mala película, es en verdad una situación que, de acuerdo a una investigación de CIPER, se ha repetido otras veces en el inicio de relaciones entre bandas criminales y carabineros.
La misma secuencia que relata Celis, la confesaron antes los carabineros Rafael Quintana Ibarra y Miguel Ángel González Ibarra. Ambos, pero en procesos distintos, fueron condenados por cooperar con organizaciones criminales. Los dos atendieron procedimientos policiales por accidentes de tránsito, uno en Ñuñoa y el otro en El Quisco, donde conocieron a individuos que luego les mostraron su agradecimiento con invitaciones a comer y beber.
El cabo Rafael Quintana Ibarra terminó condenado por participar en un asalto en el que incluso fue secuestrado un empresario. Miguel González Ibarra fue sentenciado por unirse a Los Albornoz, la mayor banda de asaltantes de camiones en carreteras. Los detalles de ambos casos fueron consignados en la investigación Paco-ladrón: delincuentes de uniforme, publicada por CIPER en noviembre pasado.
El caso de Quintana Ibarra es increíblemente parecido al del cabo segundo Patricio Celis. También aparece en la escena del accidente de tránsito un sujeto que se presenta ante el policía como representante de una conocida banda de música tropical y que luego le ofrece sus servicios para participar en un show por el aniversario de Carabineros:
-Estaba de servicio –relata Quintana- cuando se informó de un volcamiento de vehículo por lo que me trasladé hasta avenida Ossa con Echeñique. Al llegar, encuentro un jeep volcado y los ocupantes me manifestaron que eran integrantes del grupo musical American Sound. Llegó Cristián Lizama diciendo que era el manager y que si se necesitaba cancelar algún gasto, ya que se requiere pagar la alcoholemia y la grúa, me entendiera con él (…) Iba saliendo a la población de nuevo y él me da los agradecimientos por el trato que le di. Y me pidió que si le podía dejar mi número de celular para hacerme cualquier consulta. Como fue tan amable, accedí. Pasaron meses, cuando estaba próximo el 27 de abril (Día del Carabinero), él me llamó: disponía de los grupos American Sound y Tropical Sound para amenizar la comida. Yo hice los contactos con mi jefatura, pero llegaron a la conclusión de que esas bandas no eran del gusto de todos los funcionarios.
Lizama –al igual que Pepe Show– también hizo invitaciones a Quintana y le pidió que chequeara unas patentes de vehículos en el sistema interno de la policía uniformada.
En el segundo caso, el policía González Ibarra también declaró cómo se familiarizó con los asaltantes de camiones:
-Conocí a este grupo por un accidente de tránsito. Me refiero a Juan Francisco Albornoz (…) Fue una colisión con daños. Al darle la opción de sólo dejar constancia, los afectados llegaron a un acuerdo. Él quedó agradecido y cada vez que me veía me saludaba. Lo veía seguido. Él manejaba una Hyunday Tucson (…) Me dijo que quería hablar conmigo, que quería hacerme una oferta para un negocio. Les dije que tenía problemas, un hermano enfermo, que fui sancionado y tenía problemas. Me sinceré con ellos. Les dije que no estaba ni ahí con el trabajo (…) Me pasaron un auto: un Polo. Me lo pasaron por una semana. En la tenencia dije que era de un primo.
Fue el fiscal Luis Cortés quien descubrió el nexo entre el funcionario y la banda de asaltantes de camiones Los Albornoz, con el agravante de que este era el segundo carabinero reclutado por el grupo:
-Los Albornoz –recuerda el fiscal- le empezaron a hacer invitaciones al carabinero González Ibarra. Con uno de ellos entabló amistad y se relacionaron en términos de salir con mujeres, hasta que derechamente Juan Francisco Albornoz le dijo que su hermano quería proponerle un negocio. Antes de que cometiera un ilícito le pasaron dinero, un celular al que lo llamaban para los asaltos y le facilitaron un auto.
El subsecretario del Interior, Felipe Harboe, reconoce que se han detectado casos de este tipo, pero pone paños fríos y asegura que aún no son tantos estos episodios como para diagnosticar que se trata de una nueva fórmula que están usando las bandas criminales para penetrar la estructura policial:
-No se puede hablar de una generalidad –dice Harboe-, pero ha habido casos. Y cuando se han detectado, se han aplicado las sanciones internas si la situación lo amerita, porque tampoco se trata de desatar cacerías de brujas. Tenemos en Chile un alto nivel de probidad policial y un alto nivel de confianza de la ciudadanía en la labor policial, pero eso que es muy bueno, es también un desafío, porque debemos mantenerlo y cuidarlo.
Respecto de si Carabineros debe poner más atención a los contactos posteriores que tejen sus funcionarios con personas que se han visto envueltas en procedimientos por accidentes o infracciones de tránsito, el subsecretario señala:
-En 2003 el alto mando estableció la prohibición de intervenir por terceros para sacar partes y en 2005 el general Bernales formalizó la prohibición de que los funcionarios reciban donaciones, de todo tipo, que puedan confundir a futuro el ejercicio del rol fiscalizador de la institución. Las donaciones que se acepten, invariablemente, deben ser institucionales y canalizadas de manera centralizada.
Sobre las peticiones de integrantes de Carabineros a representantes de grupos musicales para que animen veladas institucionales, el subsecretario del Interior dice: “A mí no me parece que un funcionario de Carabineros solicite a una persona que se vio involucrada en un procedimiento que facilite la participación de un grupo musical para un acto de la institución. Pedirlo no es un acto ilegal, pero aquí no se trata de reducir el tema a que las conductas sean legales o ilegales, porque en el caso de Carabineros las conductas no sólo deben apegarse al cumplimiento de la ley, sino evitar las que puedan poner en tela de juicio o confundir el rol fiscalizador”.
El fiscal de la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía Metropolitana Sur, Leonardo Zamora, quien participó en el equipo que formalizó a Los Car’e Jarro, estima que “hasta el momento no se ha detectado que sea un procedimiento usual el contactar funcionarios de Carabineros luego de un accidente o infracción de tránsito. De hecho, si la idea de la organización es contactar a un funcionario de Carabineros, lo que busca esa banda es el momento de producir el contacto, la ocasión de un accidente o multa sólo es la excusa para que el encuentro se produzca y luego lograr que el funcionario haga lo que la banda quiere (…) Como esa forma de contacto hay muchas otras a través de las cuales se puede infiltrar u obtener información clasificada o manipular a un funcionario”.
Otra fuente de la Fiscalía Metropolitana Sur reconoce que en la medida que las bandas se han ido sofisticando y adquiriendo poder económico en los últimos años, han aguzado el ingenio para penetrar las estructuras policiales y judiciales: «Buscan cualquier oportunidad para tratar de reclutar y una de ellas es cuando conocen a un carabinero en un procedimiento. Y los que más se prestan son los de tránsito, especialmente los accidentes o controles rutinarios de documentos, porque la persona no es sospechosa de delitos graves».
El fiscal Luis Cortés, de la Fiscalía Metropolitana Occidente, dice que después de haber detectado la presencia de dos carabineros activos participando en los asaltos a camiones que cometía la banda de Los Albornoz, no ha sabido de otros casos en que una organización criminal haya utilizado un accidente de tránsito para fichar a un policía. No obstante, señala que los delincuentes siempre aprovechan cualquier hecho en el que se ven involucrados y al que concurre un policía para tratar de establecer un vínculo que les dé una posición de ventaja:
-Toda organización criminal, incluso delincuentes que actúan de manera individual, cuando conocen a un funcionario intentan sacar ventaja de la información o posición que éste maneja. Existen tres formas por las cuales los delincuentes establecen contacto con un policía: por conocimiento previo familiar, por amistades comunes o con ocasión de verse envuelto en un acto de servicio al que concurre el funcionario. En el caso de Los Albornoz, los contactos con los carabineros (Marcelo) González Cárdenas y González Ibarra se dieron, respectivamente, por las dos últimas situaciones.
El fiscal Cortés asegura que una vez establecido este contacto inicial, los delincuentes siguen una serie de pasos, claramente reconocibles, para sondear, seducir y finalmente involucrar al funcionario en los ilícitos:
-Siempre hay un padrón que incluye varios pasos. El primero es solicitar al funcionario alguna pequeña ventaja para ver si es receptivo a las insinuaciones. Por ejemplo, que no curse un parte o que lo curse por una infracción menor. Ese gesto insignificante, muchas veces casi sin importancia, es agradecido de una manera exagerada, con invitaciones o regalos que se reiteran. Así, se consolida un vínculo de amistad en el que se conmina al funcionario a volcar el resentimiento que pueda tener hacia su jefatura. Eso fue patente en el caso del carabinero González Ibarra, que estaba molesto porque sus jefes no le habían ayudado a sobrellevar la enfermedad de un hermano y se sentía solo. Y ahí viene el paso siguiente: mostrar solidaridad, ponerle el hombro, apoyarlo. De hecho, Los Albornoz le pasaron dinero y un vehículo cuando falleció su hermano. Y, por último, con estos lazos ya bien afianzados, comienzan a involucrar al funcionario pidiéndole cosas mayores, como usar su uniforme, usar su credencial institucional o pedirle información interna. Una escalada que termina involucrándolo directamente en los ilícitos.
Una fuente del Ministerio Público señala que otra forma de acercamiento a los funcionarios policiales o judiciales es a través de abogados que se familiarizan con la defensa de distintos integrantes de las bandas: «Los abogados irradian un aura de respeto profesional. Son bien considerados. Ellos piden favores, como buscar un documento o un archivo, y muestran su agradecimiento con invitaciones a comer o regalos. Muchas veces el funcionario pierde de vista que está haciendo un favor a una organización criminal y considera que es sólo una paleteada para el abogado. Para los abogados es más fácil relacionarse con eslabones más altos, como oficiales de Carabineros o funcionarios judiciales de mayor nivel».
El teniente coronel Juan Loyola Villalobos, de la Dirección de Fronteras, cayó precisamente por hacer un favor al abogado de Los Car’e Jarro, Ariel Marín. El profesional –también detenido y formalizado- es sindicado como testaferro del clan y aparece en una de las grabaciones pidiendo a una funcionaria judicial información sobre el proceso contra la banda rival Los Gaete. En dos registros de audio se menciona al oficial Loyola, quien fue dado de baja el lunes 30 al confirmarse que accedió a intervenir para dejar sin efecto una multa de tránsito que le habían cursado a Marín.
El abogado reconoció también que se relacionó con el funcionario del Ministerio Público, César Soto Torres, quien fue suspendido y sumariado. Soto aparecería en una grabación telefónica en la que Marín le pide antecedentes sobre la forma en que el Ministerio Público actuaría contra la mujer de uno de los proveedores de droga de Los Car’e Jarro.
Los vínculos que tejió Marín también serán investigados por el ministro de la Corte de Apelaciones Víctor Montiglio, quien debe establecer si el abogado recibió colaboración indebida de a lo menos cuatro funcionarios judiciales: un relator, una funcionaria de un Juzgado de Garantía y dos de la Corte de San Miguel. Estos dos últimos fueron filmados cenando con Marín.
-Se debe hacer prevención y control permanentemente. Y no sólo en Carabineros, sino también en el Ministerio Público, que es la institución encargada de la persecución penal del delito. Sería tremendamente delicado que los funcionarios del Ministerio Público, que es una institución nueva, aparezcan involucrados con organizaciones criminales. Todas la instituciones deben estar alertas -sentenció el subsecretario Harboe.