La “post verdad” en redes sociales: ¿nos han hecho creer que los chilenos somos racistas?
10.07.2018
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10.07.2018
Utilizando la plataforma Brandwatch Analitycs, la Fundación Interpreta analizó los mensajes que circulan en Twitter y descubrió que, en febrero pasado, dos usuarios de esa red idearon una campaña contra la migración haitiana, consiguieron sumar a 968 personas que la retuitearon justo al inicio del docurreality Adiós Haití de Canal 13. El efecto: se generaron 8.495 “conversaciones”, muchas con opiniones adversas a los inmigrantes. “Se ha comenzado a normalizar la idea de que los chilenos somos más racistas o xenófobos de lo que se pensaba. ¿Es realmente así o esa percepción podría estar alterada por un grupo que, aunque pequeño, despliega organizadamente sus mensajes?”, se pregunta el autor de esta columna, Ignacio Loyola, director ejecutivo de Fundación Interpreta.
A las 10 de la noche del pasado 19 de febrero se produjo el mayor intercambio de mensajes con contenidos contrarios a los migrantes haitianos entre los usuarios chilenos de Twitter. Nunca antes en la corta historia de esa red en nuestro país se habían registrado, simultáneamente, tantas “conversaciones” con calificativos adversos a la migración. ¿Qué sucedió ese día y a esa hora entre los “tuiteros” chilenos para que se produjera ese fenómeno?
Cuatro días antes dos personas “dialogaron” a través de la misma red y se pusieron de acuerdo para lanzar una campaña bajo el hashtag #InmigraciónHaitianaDescontrolada. A través de sus seguidores, y de los posteriores contactos de estos con otros usuarios de Twitter, se fue tejiendo una trama que sumó a 968 personas que se concertaron para emitir mensajes con ese hashtag a las 22:00 del 19 de febrero. Justo al inicio del último capítulo del “docurreality” Adiós Haití de Canal 13. Bastó ese pequeño grupo –una nimiedad en el universo de la red– para que el tema se convirtiera en Trending Topic. Un plan simple, pero que consiguió un potente objetivo.
Miles de usuarios de Twitter engancharon con la conversación y muchos mensajes incluyeron opiniones negativas hacia los haitianos.
El cambio brusco en la frecuencia de las conversaciones sobre inmigración que se produjo en la noche de ese lunes 19 de febrero, nos hizo ir a mirar los datos en los registros de Twitter. Así encontramos la hebra descrita en los párrafos anteriores. ¿Cómo pudimos hacerlo? Nuestra organización, Fundación Interpreta, cuenta con autorización para ocupar una plataforma de “escucha social” líder a nivel mundial: Brandwatch Analitycs, que tiene los derechos para analizar todo lo que se difunde en los espacios públicos de Twitter. La herramienta es usada por grandes marcas, como Pepsico y American Airlines, las que por esta vía obtienen información sobre mensajes vertidos en Twitter asociados a sus nombres o productos.
El lector podrá imaginar el potencial comercial y político de una herramienta como Brandwatch Analitycs. Nosotros podemos usarla porque sus controladores nos han donado su licencia, pero solo para hacer análisis de fenómenos sociales. Así, nos asociamos con Fundación Nómada, especializada en el tema de las migraciones, y comenzamos a “escuchar” la red, tratando de responder una pregunta punzante: ¿asistimos también en Chile a una nueva forma de manipular la sociedad a través de las redes sociales?
En Chile casi 15 millones de personas tienen acceso a Internet y un 77% son usuarios de redes sociales, lo que puede mirarse como un dato del fortalecimiento de nuestro sistema democrático. Quienes participan de las redes informan, influyen en las tendencias noticiosas y las complementan con sus propias opiniones sin censura.
En el mundo, hasta 2017, existían cerca de 1.900 millones de cuentas en Facebook y cerca de 300 millones en Twitter. Estas aplicaciones han cambiado profundamente la forma de comunicarse, de hacer negocios e incluso de hacer política, como también ha cambiado el propósito para el cual fueron diseñadas. Así, en ellas han prosperado las noticias y perfiles falsos, y la “post verdad” ha tomado un peligroso protagonismo.
Uno de los puntos más altos de las controversias asociadas a estos cambios fue el escándalo de Cambridge Analytics, vinculando el triunfo de Donald Trump a malas prácticas de esta empresa, la que utilizó los datos de millones de usuarios de Facebook. Por ello, Mark Zuckerberg, controlador de esa red social, tuvo que acudir al congreso estadounidense y al Parlamento Europeo a dar explicaciones y pedir perdón.
Es innegable que las reglas del juego en las redes sociales cambiaron y Alemania fue el país que marcó un precedente legal, en enero de este año, obligando a Facebook, Twitter y Google, a eliminar todos los contenidos ilegales asociados a difamación, discursos de odio o violencia, amenazas y noticias falsas. Esa ley contempla sanciones millonarias para los empresarios digitales que cometan tales faltas.
A partir de la percepción que tenemos sobre lo que circula en las redes sociales, se ha comenzado a normalizar la idea de que los chilenos somos más racistas o xenófobos de lo que se pensaba. ¿Es realmente así o esa percepción podría estar alterada por un grupo que, aunque pequeño, despliega organizadamente sus mensajes? Para esta pregunta no tenemos una repuesta precisa, pero los registros de Twitter al menos arrojan luces sobre quiénes –y cuántos– son los que están promoviendo estos contenidos en esa red.
Los registros de Twitter indican que fue a las 16:03 del 15 de febrero último cuando los dos usuarios de Twitter –cuyas identidades mantenemos en reserva– acordaron generar una estrategia de posicionamiento para un hashtag adverso a la inmigración haitiana. Luego de intercambiar varios tweets, deciden que este será #InmigraciónHaitianaDescontrolada y que el objetivo sería convertirlo en trending topic el 19 de febrero, junto con la transmisión de Adiós Haití. Lo lograron con un grupo de solo 968 personas. Y gracias a la respuesta de mucha gente que entró al debate –a favor o en contra– se generaron 8.495 “conversaciones” en las que se asoció a los migrantes haitianos con conceptos tales como “ilegalidad”, “problemas”, “delitos”, “asesinatos”, “enfermedades transmisibles”, “(costumbres) moralmente repudiables” y “vudú”.
En la imagen siguiente se aprecia la “nube” de conceptos negativos que se transmitieron por la red mientras se difundía Adiós Haití.
Asociado al hashtag también se difundieron fotografías de supuestos haitianos en actitudes agresivas o desbordando espacios para la atención de población vulnerable (como consultorios). La Imagen 1, por ejemplo, en realidad proviene de República Dominicana:
En los días siguientes a la emisión del programa de Canal 13, dos hitos amplificaron el impacto de la estrategia desarrollada. Uno fue la intervención pública del conductor de radio Agricultura y humorista, Checho Hirane: “He sido un defensor de la inmigración desde el punto de vista humanitario, pero también me preocupa el descontrol que ha habido al respecto. Esto no es menor, esto puede cambiar la raza”. El segundo ocurrió el 26 de febrero, cuando se viralizó el video de un avión que recién había aterrizado en Pudahuel, del que bajaron únicamente haitianos, desatando una dura controversia pública.
¿Qué preferencias, opiniones y discursos levantan quienes producen y difunden estos mensajes? Desde 2017 las redes sociales chilenas han visto emerger a personas o grupos con intereses políticos que en sus mensajes se identifican como “nacionalistas”. Algunos incluso dicen compartir ideas asociadas al “fascismo”, otros al “patriotismo” y también los hay que aceptan con “orgullo” el calificativo de “facho pobre”. Muchos de ellos se declaran católicos o evangélicos, “defensores de la raza chilena”, admiradores de las Fuerzas Armadas y de Orden, o manifiestan simpatía por el ex presidenciable José Antonio Kast.
Usuarios con este perfil son fuente original de noticias falsas sobre migración asociadas a la ex presidenta Michelle Bachelet. A ella –al igual que al Servicio Jesuita a Migrantes y a Andrés Záldivar– trataron de identificarla como articuladora del flujo migratorio haitiano hacia Chile, llegando hasta la irracionalidad de adjudicarle que Naciones Unidas le pagaría por cada haitiano que ingresara al país. Lo más increíble es que esta noticia falsa de carácter conspirativo fue compartida en Twitter por 327 usuarios (Imagen 2) y todavía se “escucha” en la red como uno de los argumentos anti migrantes.
Lo grave de este ejemplo es que algunas personas están construyendo estas noticias falsas para mover a la sociedad chilena hacia una percepción negativa sobre la migración. Asimismo, su material de propaganda para enfrentar opiniones contrarias intenta hacer crecer el apoyo a sus agrupaciones a costa de la convivencia social, la honra de las personas y el debilitamiento de las instituciones democráticas.
La aparición e incluso ebullición de ideologías o partidos políticos en las redes sociales enriquecen la democracia cuando representan el verdadero sentir de una sociedad y su diversidad de pensamiento. El problema comienza cuando creemos que las opiniones y tendencias que se observan en ellas son un reflejo del pensamiento de nuestra sociedad, pero desconocemos que ciertos grupos de interés y/o poder las están usando para movilizar a la opinión pública de acuerdo a sus propios intereses minoritarios.