La caricatura del abusado y el escrutinio público
04.06.2018
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
04.06.2018
Hace ya 11 días que compartí mi historia como víctima de abuso sexual infantil con los lectores de CIPER (vea aquí su columna). Los comentarios han sido muchos y para entenderlos mejor analicé su frecuencia de palabras. Me gustaría exponer dos reflexiones. La primera tiene que ver con la caricatura que se tiene sobre quien sufre un abuso de esta índole; y la segunda, está relacionada con el escrutinio público.
Ha existido perplejidad por el hecho de que no hubiese alguien que se percatara de la situación a la que estuve expuesta por tanto tiempo. Aquí algunas pistas: en mi entorno, en su mayoría, eran niñas y niños de mi edad, el concepto de pedofilia no era comúnmente usado. Además, no hay que olvidar que el abuso sexual es un hecho que paraliza y luego desarticula la forma en que conectamos nuestros pensamientos y emociones.
Entonces, no es que yo tuviese en esos años una marca de auxilio tatuada en la frente. O que haya que esperar que quien sufrió o sufre abuso esté en una esquina llorando o golpeándose la cabeza. Aunque eso pasa -y me pasó en algún momento- uno llega a definir (consiente o subconscientemente) estrategias de tolerancia o negación del abuso, mayoritariamente por medio del silencio. Ese silencio paraliza y se refuerza con la prescripción de estos delitos. Por ello, el problema que encierra y provoca el abuso no es tan fácil de percibir ni de resolver como pareciera.
Esta caricatura, además, lleva consigo una cualidad obligada, la valentía, pues ella supone que, cual heroína de comic, ella permitiría desenmascarar ipso-facto a quien efectuó un acto de esta naturaleza. Me da la impresión de que deberíamos centrar los esfuerzos en que el sistema garantice que esto no pase, y que, de pasar, exista un protocolo claro e inequívoco de apoyo a quien denuncia y a quien acompaña en ese proceso. Uno que no descanse –como ahora- en las personalidades, fortalezas y debilidades de las y los abusados y de sus habilidades para seguir adelante. El costo es muy grande.
La otra reflexión tiene que ver con el escrutinio que se hace a mi familia. Las historias son siempre más complejas de lo que parecen. Mi madre ha sido y seguirá siendo un pilar fundamental y una gran inspiración para mí y mis hijas. Me consta que me cuidó lo que más pudo y le agradezco cada día su amor, apoyo incondicional, bondad, entereza y fuerza. ¡Eres grande y te admiro infinitamente!
Quiero invitar a centrar esfuerzos en que la comunicación con nuestras hijas e hijos sea fluida y construya -y refuerce- confianza, que se mejore el sistema de protección infantil, de denuncia a nivel de colegios y también de Carabineros. Por cierto, que el delito de abuso sexual infantil sea imprescriptible y que se endurezcan las penas. Yo estoy decidida a que esto sea una realidad, ¿y tú?