INÉDITA NÓMINA DEL SII: LAS 47 EMPRESAS DEL ATAQUE ZOMBI (I)
Cómo empresas de Luksic y Juan Cúneo usaron zombis para no pagar impuestos
16.08.2017
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INÉDITA NÓMINA DEL SII: LAS 47 EMPRESAS DEL ATAQUE ZOMBI (I)
16.08.2017
CIPER accedió a una lista inédita con 47 empresas que intentaron eludir impuestos por más de $1 billón y que el Servicio de Impuestos Internos (SII), tras una década de trabajo, logró neutralizar solo en parte. En ella aparecen, además de Sebastián Piñera y los dueños del Grupo Penta, sociedades vinculadas a Andrónico Luksic, los hermanos Abumohor, los hermanos Calderón, los Gálmez, Andrés Navarro, José Said y varios de los controladores de Falabella (los Cúneo Solari, Cortes Solari, Solari Falablella), entre otros.
Entre 1990 y 2004 todos estos dueños de empresas prósperas buscaron hacerle creer al SII que no tenían utilidades y, por lo tanto, que no tenían que pagar impuestos. Incluso, en algunos casos, pedían devolución de impuestos pagados en años anteriores. Para concretar ese engaño, compraron pérdidas por $6 billones 845 mil millones (casi 10 billones de hoy con el IPC ajustado), que provenían de empresas quebradas en los años 80, conocidas hoy como empresas zombis.
Así por ejemplo, en 2001, la zombi del Grupo Luksic declaró una descomunal pérdida de $75 mil millones, el mismo año en que el holding tuvo al menos $241 mil millones para tomar el control del Banco de Chile, comprando acciones del Grupo Penta y de los controladores de Falabella.
Los vendedores de estas acciones, a su vez, pese a la gran suma que recibieron de parte de los Luksic por estas operaciones ($139 mil millones en el caso de Penta y $103 mil millones las familias controladoras del retail), también registraron grandes pérdidas tributarias en 2001, gracias a sus respectivas zombis. Empresas Penta declaró $54 mil millones en pérdidas (como mostró una investigación de Jorge Rojas en The Clinic), gracias a su zombi Río Teno; Juan Cúneo, por entonces presidente de Falabella, declaró $57 mil millones en pérdidas producto de su zombi Inversiones Hispana (como se detallará más abajo). En tanto, la familia Cortés Solari (actual Grupo Corso) declaró pérdidas por $27 mil millones gracias a su zombi Sociedad de Inversiones Quitalmahue; y María Luisa Solari Falabella declaró $941 mil millones en pérdida usando la zombi Inversiones San Patricio.
Ganar mucho, inventarse pérdidas y pagar el mínimo impuesto posible. Esa fue la lógica seguida por importantes firmas en los años 90, época de oro de la economía chilena en la que, sin embargo, el Fisco necesitaba muchos recursos para bajar el alto nivel de pobreza de Chile. Esta lista de 47 grandes empresas muestra la masividad que tuvo el ataque zombi y hace pensar que es una de las mayores ofensivas, sino la mayor, que las grandes empresas lanzaron en contra de las arcas públicas.
En 2001 la zombi del Grupo Luksic declaró una pérdida de $75 mil millones, el mismo año en que el holding tuvo recursos para tomar el control del Banco de Chile”
En Estados Unidos, que tiene una desigualdad tan grande como la chilena, ese problema ha sido atribuido en gran parte a la dificultad del Estado de cobrar impuestos a los más ricos. En ese contexto, el cientista político Jeffrey Winters ha descrito la existencia de una industria de la defensa de la riqueza, cuya tarea central es generar argumentos y diseños tributarios que defiendan a las grandes fortunas de la amenaza redistributiva del Estado.
El ataque zombi que se describe en esta serie permite construir un primer mapa de la versión chilena de esa industria. En muchas operaciones se repiten los mismos tributaristas (desde los bufetes de Fernando Barros y Alfredo Alcaíno hasta Aníbal Correa Barros y Alberto Coddou). Pero el denominador común más importante es más difícil de asir. Es una forma de entender la ley especialmente útil para la concentración de la riqueza: si la ley no impide expresamente (en este caso, usar las pérdidas que tuvieron algunas empresas en los ‘80), ¿por qué debo privarme de eso?
Ese camino conduce a una puerta que custodian los tributaristas: la de los mecanismos de elusión. Abriendo esa puerta se encuentra una variada gama de prácticas tributarias que se pueden resumir en estrategias que no contradicen lo que explícitamente dice la ley, pero que van contra del sentido de la norma y de la idea misma de justicia. Dicho de otro modo: puede ser que al usar zombis el Grupo Luksic no haya hecho nada ilegal, pero la pérdida que le permitió eludir millonarios impuestos es un invento. El grupo nunca perdió nada y, por lo tanto, usó una trampa para no tributar.
Pero si tantos grandes empresarios recurrieron a zombis -y a otras prácticas de elusión- que los situaron en el confuso margen entre lo legal e ilegal, se debe también a que el SII tuvo una actitud zigzagueante durante las tres administraciones que vieron crecer y expandirse el ataque zombi. Este tema se abordará en detalle en el último capítulo de esta serie, pero es importante destacar algunas características generales de cómo el SII lidió con este problema.
Con Javier Etcheberry, a la cabeza del SII entre 1990 y 2001, la entidad no puso atención a las primeras zombis que emergieron en 1990 y que permitieron eludir impuestos a Sebastián Piñera y a los controladores de Empresas Penta, entre otros. Etcheberry dijo a CIPER que estimó que la ley no prohibía estas operaciones. Sin embargo, al tiempo que las zombis se fueron masificando, fue imposible para la autoridad tributaria ignorar su impacto en las arcas fiscales. La solución fue la Ley Antievasión aprobada en 2001, que puso una serie de limitaciones y condiciones al uso de las pérdidas.
Juan Toro ordenó una investigación intensiva. Concentró el esfuerzo del SII en 73 empresas que eran prósperas hasta que la repentina aparición de pérdidas hizo desaparecer sus utilidades. En su gestión neutralizó 25 zombis.
Esta norma no detuvo a las zombis. Porque las prácticas elusivas no se acaban con leyes más precisas. Como dijo un destacado tributarista a CIPER: “Antes de que la autoridad termine de hacer una ley, los bufetes ya saben cómo eludir sus consecuencias”. En efecto, las limitaciones que impuso la Ley Antievasión a las zombis fueron sorteadas con facilidad por los grandes contribuyentes bien asesorados.
Por ello, cuando asumió Juan Toro (2002-2006) la ola zombi estaba en su peak. Toro ordenó una investigación intensiva. Concentró el esfuerzo del SII en 73 empresas que eran prósperas hasta que la repentina aparición de pérdidas hizo desaparecer sus utilidades. El SII rechazó pérdidas, recalculó impuestos y cobró; inició investigaciones administrativas en contra de los que se negaron a pagar y se querelló contra tres empresas: la más grande, Vital, controlada por Coca Cola Company y José Said Saffie.
En esa querella, el SII trató de dar una señal al mercado. No solo buscó recuperar los $3.118 millones en impuestos evadidos por Vital (según decía la querella), sino condenas de cárcel para sus principales ejecutivos. Se buscaba “ver sangre”, para usar la expresión con la que el actual director de SII, Fernando Barraza, rechaza el uso de querellas por los ilícitos del financiamiento ilegal de la política.
En la época de Toro, blandir el garrote tuvo un efecto que la Ley Antievasión no consiguió: terminó con la amenaza tributaria que representaban 25 de las 73 empresas investigadas, obligándolas a pagar impuestos adeudados cuando la ley lo permitía (como en el caso de Piñera, Empresas Penta y Ripley) o a renunciar al uso de las pérdidas que habían comprado.
Ricardo Escobar (2006-2010) imprimó un énfasis distinto cuando se hizo cargo del SII: llegar a acuerdo con las empresas para asegurar el pago de impuestos. En ese contexto, la querella contra Vital quedó literalmente abandonada. Desde su llegada no se volvió a presentar un solo escrito hasta que la causa fue sobreseída definitivamente en diciembre de 2007, como lo constató CIPER al revisar el expediente. Si hoy no se puede decir que el uso de las zombis haya sido declarado ilegal, en parte se debe a que el SII perdió esa causa emblemática por walk over.
Ricardo Escobar buscó llegar a acuerdo con las empresas para asegurar el pago de impuestos. La emblemática querella contra Vital quedó literalmente abandonada.
Escobar cerró 22 casos, los que sumados a los 25 que se concluyeron bajo Toro, estructuran la tabla inédita que se da a conocer en este reportaje. Ella incluye los nombres de los compradores de las 47 zombis neutralizadas por el SII, el monto de las pérdidas que cada empresa declaró, los impuestos que intentaron eludir sus dueños, el monto de la pérdida que rechazó el SII y cuántos impuestos les hizo pagar la autoridad al final del proceso.
Sobre las 26 empresas restantes (de las 73 que se investigaron en la época de Toro), los datos son inciertos. Algunas, como la zombi ligada a Julio Ponce Lerou, Inversiones SQ Holding, siguieron la larga vía judicial (tribunal tributario, Corte de Apelaciones y Corte Suprema) y comenzaron a morir definitivamente luego de 10 años de litigio. En el juicio tributario de SQ Holding, la Corte Suprema falló en 2014 en contra de la empresa, lo que muestra cómo esta historia que se inició en los ‘90 ha seguido vigente, aunque no haya sido objeto de ni un solo debate en la agenda pública. Otras zombis, como la vinculada a Leonidas Vial, Inversiones Saint Thomas, tienen un decurso más difuso, aunque esta investigación, como se verá en la segunda parte, logró determinar sus movimientos más importantes.
El Grupo Luksic estaba ya entre los más ricos de Chile cuando se ahorró una gran cantidad de impuestos gracias a su zombi. A través de Inversiones Hidrosur (representada por Andrónico Luksic Craig, ver documento), debería haber pagado $9.932 millones en tributos entre 2000 y 2004, según un informe del Departamento de Delitos Tributarios del SII, al que accedió CIPER (vea ese informe). Pero, de acuerdo a los datos obtenidos en esta investigación, el grupo solo pagó $163 millones en impuestos de primera categoría, apenas un 1,6% de lo que debió haber pagado.
Los principales datos obtenidos por esta investigación se reseñan en esta tabla.
La zombi que compró el Grupo Luksic, (descrita por primera vez en una investigación de The Clinic) fue la Sociedad de Inversiones San Francisco, empresa que había pertenecido al grupo de Javier Vial. En 1983 quebró y fue sometida a un convenio judicial preventivo. En agosto de 2000 Vial la vendió a los Luksic, quienes pagaron por ella $2.606 millones. Un monto considerable para su único activo: una deuda de arrastre de $75.702 millones.
Según se lee en la investigación del SII, el que contactó a Vial con Luksic fue Rafael Silva Merino, actual director del Factoring Liquidez, quien por su intermediación recibió de Luksic $60 millones y $5 millones de Javier Vial. En la compra de la zombi fue importante la asesoría de Edmundo Eluchans Urenda (ex diputado UDI) y la auditora PriceWaterhouse. Francisco Pérez Mackenna, gerente del Holding Quiñenco, deslindó responsabilidades sobre la operación cuando declaró bajo juramento ante la autoridad tributaria (ver documento).
En 2001 la zombi San Francisco volvió a la vida cuando, en un solo acto, el Grupo Luksic presentó ante el SII los $75.702 millones en pérdidas que San Francisco había acumulado desde el momento de su quiebra en 1983. Lo primero que la investigación del SII determinó fue que esas planillas contables “fueron confeccionadas extemporáneamente el 2000 o 2001”. Lo segundo, es que la mayor parte de esa abultada pérdida de arrastre eran intereses y reajustes de una deuda que ya no existía.
Esa investigación del SII describe cómo el Grupo Luksic usó las cuantiosas pérdidas para reducir las utilidades de Inversiones Hidrosur, una empresa con actividad comercial real y con grandes ganancias anuales. La zombi absorbió Inversiones Hidrosur, quedándose con sus ingresos y su nombre. Gracias a esa fusión, en que se unieron en la misma contabilidad las pérdidas de Vial y la bonanza de los Luksic, el grupo hizo desaparecer $39.682 millones en utilidades en 2002.
Al año siguiente, la zombi le permitió borrar $20.551 millones en utilidades. Finalmente, en 2004, descontó otros $4.192 millones en utilidades. Fue solo respecto de este último año que el SII presentó reparos. Mientras que a Piñera el SII le cuestionó el uso de la zombi durante tres años consecutivos (de 2002 a 2004), al Grupo Luksic solo le formuló reparos por un año. Respecto del resto de los impuestos, la investigación de CIPER indica que probablemente su pago quedó prescrito, aunque no hay rastro en la documentación oficial.
CIPER tomó contacto con el Grupo Luksic para saber cómo consiguió su zombi pagar tan solo un 1,6% de los impuestos que debió haber cancelado; y por qué usaron pérdidas de una sociedad de Javier Vial, empresa quebrada, con la que el holding no tenía ninguna relación. No obtuvimos respuesta.
Ricardo Escobar, director del SII en el momento en que Inversiones Hidrosur acordó el pago de solo un año de impuestos adeudados, dijo a CIPER que los directores del SII no ven casos específicos por lo que no recordaba la forma en que se solucionó ese tema.
Como se verá en la última parte de esta serie, a diferencia de lo hecho por Juan Toro, Escobar se concentró en llegar a acuerdos con las empresas y para ello generó un equipo de negociación con funcionarios de distintas áreas del SII. Escobar dijo a CIPER que no impartió instrucciones específicas a ese equipo sobre rangos de impuestos a cobrar, condonaciones o multas.
-Eso lo vio cada uno. Era un tema operativo; uno impartía las instrucciones para abajo y lo hacía el que tenía que hacerlo -explicó.
Respecto del cobro de solo un 1,6% del monto total de impuestos que el Grupo Luksic debió haber pagado entre 2000 y 2004, Ricardo Escobar insistió: “No vi caso por caso. Pero se hace lo que se puede”.
La diferencia entre el monto de los impuestos que el Grupo Luksic debió haber pagado y los que efectivamente canceló gracias a su zombi, muestran que la tabla de 47 empresas que se entrega en esta investigación, está incompleta. Es necesario explicar por qué.
Sus datos provienen de la investigación que hizo el SII a partir de 2004 para cobrar impuestos. En términos generales, lo que hizo ese organismo fue identificar empresas exitosas que aparecían sorpresivamente con grandes pérdidas, y examinar el origen de éstas. En una primera instancia entonces, el SII reconstruyó la historia contable de las zombis, desde su muerte en la crisis del ‘80 hasta su regreso a la vida en los ’90 y su posterior fusión con empresas sanas.
Por ejemplo, en el caso de la zombi de Sebastián Piñera, Compañía de Industrias y Desarrollo (que arrastraba $39 mil millones de pérdida), se acreditó que permaneció inactiva 10 años desde su quiebra hasta 1994, cuando la compró el ex presidente y la fusionó con varias de sus empresas prósperas. Entonces, la rebautizó como Inversiones Bancard Limitada (esta operación fue descrita detalladamente en la parte 1 de esta serie).
A partir de 1996, Piñera empezó a usar la pérdida de la zombi Compañía de Industrias y Desarrollo para disminuir las utilidades de sus empresas sanas. Borró $3 mil millones en 1996; luego, $2 mil millones en 1997; $17 mil millones en 1998; $15 mil millones en el año 2000 y así sucesivamente hasta agotar toda la pérdida de la zombi que compró en $817 millones.
Todo esto lo reconstruyó el equipo del SII en 2004 y concluyó que era un abuso de la ley. Pero al momento de cobrarle a Sebastián Piñera, el SII no pudo considerar toda la operación (los $39 mil millones), porque la mayor parte estaba prescrita.
Solo cobró desde 2001 en adelante. Por eso, en la tabla que consigna a las 47 empresas neutralizadas por el SII, Inversiones Bancard aparece declarando pérdidas por $1.527 millones, que es sólo una pequeña parte de las pérdidas que Piñera usó desde 1996.
Así, al consignar solo lo que el SII pudo cobrar, la tabla registra $102 millones que son los impuestos de primera categoría que la empresa de Sebastián Piñera debió pagar. Y deja fuera los $2.862 millones que el ex presidente eludió y que la prescripción le permitió no pagar (los detalles están explicados en el recuadro de la parte 2 de esta serie: “Los 2.862 millones en impuestos que Piñera no pagó”).
La prescripción de las operaciones zombis permitió a Sebastián Piñera pagar solo el 10% de los impuestos que debió cancelar. El Grupo Luksic tuvo más suerte: pagó un 1,6% de los tributos que la investigación del SII reclamaba
La misma diferencia podría ocurrir con varias de las 47 empresas de la tabla. Como los montos provienen de los cobros que efectivamente hizo el SII en 2004, omiten las utilidades y los impuestos que estaban prescritos. En el caso de Piñera, de hecho, los datos obtenidos por esta investigación permiten precisar que terminó pagando solo el 10% de los impuestos que debió cancelar. Lo que ocurrió con el Grupo Luksic es peor: lo cancelado no llegaría ni al 2% de lo que debió haber pagado, según la investigación del Departamento de Delitos Tributarios del SII.
Pero esto no ocurre en todos los casos. Por ejemplo, respecto de los impuestos que pagaron el Grupo Penta, las empresas de los hermanos Calderón o Vital, los montos que aparecen en la tabla sí reflejan toda la operación, según la investigación que hizo CIPER.
Dicho en breve, esta tabla que refleja los cálculos hecho por el SII para cobrar impuestos en 2004 es, en el mejor de los casos, la punta del iceberg que implicó el ataque de las zombis cuya real dimensión permanece en la nebulosa.
(En el próximo capítulo: las zombis de Julio Ponce Lerou, Leonidas Vial, Andrés Navarro y los hermanos Abumohor, Gálmez y Calderón)
Inversiones Hidrosur, la zombi del Grupo Luksic, aparece mencionada en varios documentos relacionados con la compra de acciones que le permitió a ese grupo tomar el control del Banco de Chile en el año 2000. Lo interesante es que entre los vendedores de acciones también había zombis. Los dueños del Grupo Penta, que le vendieron el 16% de las acciones del Banco de Chile, usaron en esta operación la zombi Río Teno. Otro de los vendedores, Juan Bautista Cúneo Solari, ex presidente de Fallabella, participó en esta operación con su zombi Inversiones Hispana (ver documento). Creada en 1979, Inversiones Hispana era propiedad de Pablo Plá Parés, uno de los socios del Banco Español-Chile, el que quebró en la crisis de los ‘80. Cúneo la compró en 2001 junto a su esposa y sus hijas, y al año siguiente la usó para absorber una de sus sociedades clave: Juan Cúneo y Cía. Ltda. Con esa fusión, la zombi que sólo tenía pérdidas, recibió una inyección de capital de $18.350 millones. En los documentos a los que CIPER accedió se constata que Inversiones Hispana declaró ante el SII una pérdida de arrastre de $57.344 millones y ya en manos de Cúneo, éste solicitó una devolución de $1.839 millones de impuestos pagados con anterioridad. El SII rechazó esta operación completa e hizo pagar a la empresa $277 millones.