El nuevo capo es conocido como "El Licenciado"
El sucesor de “El Chapo”: Dámaso López Núñez
09.02.2017
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El nuevo capo es conocido como "El Licenciado"
09.02.2017
Joaquín Guzmán Loera alias “El Chapo”, líder del Cartel de Sinaloa, considerado por el gobierno de Estado Unidos como el narcotraficante más poderoso de todos los tiempos y quien fuera extraditado por el gobierno de México a Nueva York el 19 de enero pasado, ya tiene un sucesor. Su nombre es Dámaso López Núñez, mejor conocido como “El Licenciado”. De acuerdo a información confirmada por funcionarios de la DEA, su era comenzó a finales del 2016 tras una batalla contra “El Chapo” y sus hijos por el poder dentro del cartel, en la que el otrora súper capo quedó derrotado.
Aunque el departamento del Tesoro de Estados Unidos acusó en el 2013 a “El Licenciado” de ser uno de los principales operadores del Cartel de Sinaloa, hasta ahora se conoce muy poco sobre la carrera criminal, personalidad y actual rostro de quien ocupa el lugar de “El Chapo” en la “más grande y prolífica organización de tráfico de drogas del mundo”, según definió la fiscalía de la corte federal de distrito este de Nueva York al cartel que Guzmán Loera encabezó junto con Ismael Zambada García durante los últimos 15 años.
López Núñez, nacido el 22 de febrero de 1966, de 50 años de edad, es originario de la comunidad El Dorado, en Culiacán, Sinaloa, estado donde han nacido los capos más importantes de México. Fue comandante de la policía judicial y subdirector de la cárcel federal de máxima seguridad en Puente Grande, Jalisco, cuando Guzmán Loera estuvo preso. Ahí lo conoció, se convirtió en su fiel sirviente, creó un grupo de choque dentro del penal conocido como “Los Sinaloas”, lo ayudó a corromper a otras autoridades y custodios del penal, y a fugarse en enero de 2001 con la complicidad de otros funcionarios federales.
Quienes lo conocen lo describen como un hombre astuto, explosivo, visceral y que no se tienta el corazón para tomar decisiones que tengan que ver con su poder dentro el negocio de las drogas. Se afirma que su centro de operaciones es Culiacán, donde se mueve libremente y que a lo largo de 15 años al servicio de “El Chapo” construyó su propia estructura criminal que incluye la compra de autoridades a través de cuantiosos sobornos y una amplia red en México, Estados Unidos, Centro y Sudamérica para el tráfico de drogas.
Su padre, Dámaso López García, fue síndico de Culiacán en 2007, por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Su fallecimiento, ocurrido en septiembre de 2009, fue motivo para que el entonces alcalde de Culiacán, Jesús Vizcarra, también del PRI, pidiera en el cabildo un minuto de silencio en su honor.
Dámaso López Núñez y Joaquín Guzmán Loera se conocieron en 1999 en la cárcel de máxima seguridad en Puente Grande, cuando “El Licenciado” fue nombrado subdirector del recinto penitenciario. Entonces López Núñez tenía 33 años de edad. Llegó acompañado por un equipo de colaboradores que se hacían llamar “Los Sinaloas”: los comandantes Carlos Fernando Ochoa López, Jesús Vizcaíno Medina y Fidel Roberto García; custodios como José de Jesús Carlos Cortes Ortiz, “El Pollo”, y José Barajas, “El Veneno”. Todos ellos corruptos de pies a cabeza. A través de ellos “El Chapo” gobernaba en el penal, repartía dinero o golpes. Con la ayuda de “El Licenciado” la supuesta cárcel de máxima seguridad se convirtió para “El Chapo” en un centro recreativo.
De acuerdo al expediente criminal abierto sobre la fuga de Guzmán Loera de Puente Grande, “El Licenciado”, con la complicidad del director del penal, Leonardo Beltrán, instrumentaba la logística para que dentro de la prisión Guzmán Loera y sus amigos los narcotraficantes Héctor Palma Salazar, “El Güero”, y Arturo Martínez Herrera tuvieran acceso a teléfonos celulares, prostitutas, licor, estimulantes sexuales, cocaína, grupos musicales y alimentos procedentes de lujosos restaurantes de Guadalajara. Entre los que declararon ante la PGR sobre los trabajos que López Núñez hacía para “El Chapo”, estuvo una de las amantes de “El Chapo”, la cocinera del penal Ives Eréndira Moreno Arriola.
“El Licenciado” ejercía el control a través del reparto de sobornos o amenazas. Aquellos custodios o internos que no estaban dispuestos a servir a Guzmán Loera eran reprendidos. El custodio Juan José Pérez Díaz narró a la Procuraduría General de la República, tras la fuga de “El Chapo” ocurrida en enero de 2001, que cuando comenzó recibió la propuesta de permitir cosas ilegales dentro de la prisión, acudió al subdirector esperando apoyo.
—Quiero renunciar —dijo el custodio al subdirector, armándose del poco valor que le quedaba.
—No puedes, eres comandante de compañía, si renuncias, estas personas [El Chapo, El Güero y El Texas] pueden tomar otro tipo de represalias. Lo mejor es no salir mal con ellos —recomendó López Núñez. [1]
Ni los internos estaban a salvo. José Adrián Espinoza Ramírez envió una queja a la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco contra Beltrán Santana y Dámaso López Núñez. Los acusaba de corrupción y de presionarlo para que él mismo atentara contra su vida, de amenazas de muerte a su familia y ser el motivo por el cual su esposa le exigió el divorcio, ya que estaba asustada de las amenazas. Y los culpaba de ser responsables de los suicidios de los internos Raúl René Chirinos Castro y José Manuel Pérez Yáñez por deudas de drogas, extorsión, tormento psicológico y físico[2]. Tras su queja, Espinoza Ramírez apareció muerto en el penal.
Cuatro meses antes de la fuga de “El Chapo”, López Núñez renunció al cargo de subdirector pero continuó visitando a Guzmán Loera en el penal. La última visita la hizo diez días antes de la fuga[3].
Cuando “El Chapo” salió de la prisión Dámaso López Núñez era ya su brazo derecho. Con la misma “eficiencia” con la que lo ayudó a controlar el interior del penal, comenzó a encargarse de importantes operaciones para el trasiego de droga y de coordinar grupos de sicarios al servicio de Guzmán Loera.
“Conocí por primera vez a Dámaso aproximadamente en el 2003, pero había tenido noticia de él desde tiempo antes”, narró al gobierno de Estados Unidos Vicente Zambada Niebla alias “El Vicentillo”, hijo de Ismael Zambada García alias “El Mayo”, quien fue detenido en México el 2009 y extraditado a la Corte de Distrito Norte en Chicago, Illinois.
Para este reporte se obtuvieron confesiones inéditas hechas por Zambada Niebla en su colaboración con la justicia americana a cambio de una menor condena. Dichas declaraciones fueron hechas entre 2011 y 2012 y ayudaron al gobierno de EE.UU. a conocer el importante papel que López Núñez jugaba dentro del Cartel de Sinaloa, y los otros sobrenombres que usa como “El Lic” y “Belisardo”.
Zambada afirmó que Dámaso negociaba con los proveedores de cocaína colombianos a nombre de su padre y “El Chapo”: “Dámaso era el responsable de coordinar con los colombianos para establecer los envíos a través de botes y submarinos que traían la droga de Colombia y los botes que viajaban de México para llevar de regreso los pagos de la cocaína recibida (…) Tuve conocimiento a través de conversaciones con mi padre, “Chapo”, Dámaso y otros que entre 2003 y 2009 Dámaso regularmente coordinaba la recepción en México de cargamentos de múltiples toneladas de cocaína de Colombia. Yo tenía conocimiento que la gran mayoría de esta cocaína iba a ser distribuida en Estados Unidos”.
Y dio detalles de su eficacia. En 2008 “El Mayo” Zambada y Guzmán Loera negociaron con sus proveedores colombianos la compra de cerca de 20 toneladas de cocaína. Para esa operación Dámaso se apoyó en un operador del cártel conocido como “Capi Beto” para conseguir dos embarcaciones con compartimentos ocultos para transportar la droga por el canal de Panamá. “Adicionalmente, Dámaso envió dos botes más a través del canal por su propia cuenta”, dijo Zambada Niebla.
El cargamento fue recibido en alta mar y transferido a otras embarcaciones más pequeñas. Dámaso coordinó que los navíos llegaran hasta cerca de la costa de Sinaloa y una vez ahí coordinó con otro operador apodado “Colas” para enviar pequeñas embarcaciones para transportar en partes las 20 toneladas de cocaína, dichas embarcaciones llegaron a una ubicación apartada en Sinaloa y la gente de “El Mayo”, “El Chapo” y una persona conocida como “Keta” guardaron una parte de la cocaína en casas de seguridad en Culiacán y sus alrededores. “La cocaína fue también almacenada por Dámaso en casas de seguridad en El Dorado, Culiacán”, reveló “El Vicentillo”.
Otra de las modalidades de Dámaso para transportar cocaína para el Cartel de Sinaloa desde Colombia a México ha sido el uso de aviones de fumigación. Zambada Niebla afirmó que dichas aeronaves podían llegar a transportar hasta media tonelada de cocaína (500 kilos). Para estas operaciones Dámaso tenía “infraestructura” en Guatemala, Belice y Honduras.
“Además de sus deberes para transportar droga, Dámaso también tenía un equipo de sicarios que peleaban contra los Beltrán (Leiva), Zetas, y otros enemigos del Cartel de Sinaloa”, agregó.
Tras las confesiones de “El Vicentillo” en 2013 el gobierno de EE.UU. denunció por primera vez a López Núñez como “pieza clave” del Cartel de Sinaloa.
Durante los 14 años que estuvo fugitivo (2001-2014) Joaquín Guzmán Loera se convirtió en el capo más poderoso del mundo, refiere el abultado expediente criminal abierto en su contra en la Corte Federal de Distrito Este, en Brooklyn, NY, donde el capo enfrenta al menos diecisiete cargos por crímenes cometidos entre 1989 y 2014, como el tráfico de cientos de kilogramos de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas a Estados Unidos, lavado de dinero, y uso ilegal de armas, entre otros.
De acuerdo a la acusación penal en NY, Guzmán Loera logró construir en 30 años su imperio de tráfico internacional de drogas gracias a cinco factores principales. Uno fue la alianza hecha a fines de la década de los setentas entre el Cartel de Guadalajara, que luego se convertiría en Sinaloa, y los entonces poderosos carteles colombianos, en particular el Cartel de Medellín, encabezado por Pablo Escobar.
Al principio México era sólo un trampolín para pasar miles de toneladas de cocaína a Estados Unidos, principalmente a Miami y Nueva York. “Junto con la proliferación de las drogas en nuestras comunidades, llegó una avalancha de violencia y crimen”, afirma la fiscalía. Los narcotraficantes mexicanos, que hasta entonces solo comerciaban marihuana y heroína, usaban sus mismas rutas para ayudar a los colombianos a transportar el polvo blanco. Guzmán Loera supo ganarse la simpatía de los colombianos por su eficacia en el trasiego de drogas y la entrega de las ganancias en tiempo record. “Esta efectividad le valió el apodo de El Rápido«, se afirma en el expediente.
“Mientras era protegido por las fuerzas del orden (en México), Guzmán no sólo mejoró su método de operación, sino que construyó el modelo del moderno Cartel de Sinaloa, fortaleciendo sus alianzas con otros narcotraficantes mexicanos”, como “El Mayo” Zambada, la otra cabeza del Cartel de Sinaloa, quien sigue prófugo de la justicia.
El segundo factor fue que cuando llegó el declive de los carteles colombianos, El Cartel de Sinaloa y Guzmán Loera no solo eran transportadores de la cocaína de México a Estados Unidos, sino que se comenzaron a controlar directamente la venta de droga en las calles de las principales ciudades de Estados Unidos, desplazando a los colombianos y otras organizaciones, duplicando sus ganancias.
“Guzmán usó esta riqueza para aumentar su poder y el del Cartel de Sinaloa en el mundo del narcotráfico. Dentro de México, Guzmán amplió su control de sus puertos Atlántico y Pacífico. Amplió su control en las ciudades fronterizas no sólo entre Estados Unidos y México, sino también en la frontera entre México y Guatemala. Guzmán y miembros del Cártel de Sinaloa infiltraron a otros países centroamericanos, incluyendo Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá”, describe la fiscalía estadounidense.
El tercer factor fue que Guzmán Loera y la organización criminal, crearon alianzas con otros carteles mexicanos construyendo una “federación” para dominar la frontera con EE.UU. Así mismo lograron eliminar a los carteles colombianos de toda la cadena criminal al ponerse en contacto directo con los productores de la cocaína en territorio de Colombia, Ecuador y Venezuela. Con esto controló toda la cadena del negocio, desde la producción hasta la venta directa a los consumidores.
Gracias a “El Vicentillo” ahora se sabe que en esas operaciones Dámaso López Núñez fue una pieza clave.
Guzmán Loera supo adaptarse a las transformaciones del mercado y convirtió al Cartel de Sinaloa en el principal productor de metanfetaminas del mundo: “Como resultado, Guzmán estableció fuentes de suministro de precursores químicos para la producción de metanfetamina en África y Asia, incluso en China e India”.
Y el quinto factor, que fue el definitivo para la construcción de su imperio criminal, fue la corrupción de las autoridades. De acuerdo a la fiscalía, mientras aumentaba su presencia a nivel internacional Guzmán Loera consolidó su poder dentro de México a través de la corrupción de funcionarios “en todos los niveles de los gobiernos locales, municipales, estatales, nacionales, y de gobiernos extranjeros”, a quienes se pagaron cuantiosos sobornos en efectivo –incluso millones de dólares– para garantizar el libre trasiego de toneladas de drogas de Sudamérica a Estados Unidos. En el expediente se afirma que esos pagos garantizaban que los envíos de droga eran recibidos con seguridad en territorio mexicano y las toneladas de cocaína eran escoltadas directamente por funcionarios del gobierno de México para llegar sin contratiempos a la frontera con Estados Unidos.
En la acusación penal contra “El Chapo” Guzmán por primera vez el gobierno de Estados Unidos reconoce que durante los últimos 10 años de supuesta “guerra contra las drogas” emprendida por el gobierno de México, cuyo saldo han sido más de 120 mil personas asesinadas en territorio mexicano, el Cartel de Sinaloa y Guzmán Loera fueron apoyados por diversas instituciones del gobierno mexicano para que en medio de la disputa de plazas entre dicho cartel y grupos rivales, éste no fuera perseguido y se quedara con los territorios de sus enemigos.
Con todo ese poder y corrupción para el gobierno de Estados Unidos era claro que el gobierno de México sería incapaz de mantener tras las rejas a Guzmán Loera. De acuerdo a la fiscalía, la última fuga del capo, ocurrida en julio de 2015, fue un “ejemplo del poder del imperio de la droga de Guzmán y su control sobre los funcionarios del gobierno (de México), incluso mientras estaba encarcelado.”
Cuando Joaquín Guzmán Loera fue reaprendido por el gobierno de México en febrero de 2014 en un operativo coordinado por la DEA en Mazatlán, Sinaloa, en vez de dejar en manos de su familia las riendas de su facción dentro del Cartel de Sinaloa, prefirió confiar en “El Licenciado”. Fuentes consultadas dentro de la organización criminal señalaron que “El Chapo” considerada que sus hijos Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán Salazar, a quienes procreó en su primer matrimonio con Alejandrina Salazar, pese a que desde corta edad participaban en las actividades de la organización criminal aún no estaban preparados para hacerse cargo de las operaciones. Consideraba que eran inmaduros, no le gustaba la vida poco discreta que llevaban, presumiendo lujos y mujeres en las redes sociales. En cambio, Dámaso López Núñez tenía un perfil mucho más discreto y como era ya bien conocido por proveedores y compradores, era el que tenía un mejor perfil para quedarse a cargo del negocio.
En 2014 la decisión de su padre fue respetada por Iván y Alfredo; y “El Licenciado” cuidó con diligencia los intereses de “El Chapo” dentro del cartel mientras iba acumulando más poder. Las cosas cambiaron radicalmente en 2016. La reaprehensión de Guzmán Loera en enero de ese año en Los Mochis, Sinaloa, y la inmediata solicitud de extradición del gobierno de Estados Unidos, auguraban el fin de Guzmán Loera.
Tras los primeros meses de prisión los hijos del capo se percataron rápidamente de que por primera vez el poder del capo estaba debilitado. La presión ejercida por el gobierno de EE.UU. sobre México había provocado que esta vez su encarcelamiento no fuera un recreo. En febrero de 2016 la esposa de “El Chapo”, Emma Coronel Aispuro, una ex reina de belleza con quien se unió en 2007, se vio obligada a salir del tradicional anonimato y en exclusiva otorgó una entrevista a la autora de este artículo (ver entrevista) para denunciar los supuestos tratos y “tortura” que su esposo estaba sufriendo en prisión. A fines de 2016 incluso presentó una queja ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos argumentado que por la tortura física y sicológica su esposo se estaba volviendo loco y tenía alucinaciones dentro de la prisión.
Se afirma que Iván y Alfredo comenzaron a disputar el poder a Dámaso López Núñez e intentaron reclamarle dinero y propiedades argumentando que eran de su padre, y reclamaban un puesto en las negociaciones para el tráfico de drogas. “El Licenciado” no cedió y al ver la evidente debilidad de “El Chapo” se unió con otros familiares de Guzmán Loera y carteles enemigos para iniciar una guerra interna y desplazarlo del poder. Para ello se alió a Alfredo Beltrán Guzmán, alias “Alfredito”, sobrino de “El Chapo”, hijo de su primo Alfredo Beltrán Leyva, quien fue traicionado por la organización criminal, lo que provocó su arresto en 2008 y posterior extradición en 2014.
Dámaso también se alió con Fausto Isidro Meza, líder de lo que queda del Cartel de los Beltrán Leyva, y con el Cartel Jalisco Nueva Generación, comandado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”. Juntos acabaron con la era de “El Chapo”.
Uno de los primeros indicios públicos de la batalla por el poder fue el ataque perpetrado contra la casa de Consuelo Loera, madre de “El Chapo” Guzmán, en la comunidad de La Tuna, en Badiraguato, Sinaloa, en junio de 2016. Un comando armado encabezado directamente por “Alfredito” atacó la ranchería y saqueó la casa de la señora cuando ella se encontraba presente. Una acción que rompía todas las reglas incluso de los violentos carteles mexicanos.
Hasta ese momento la familia de Guzmán Loera pensaba que la agresión únicamente venía de “Alfredito” y no había sospechas de la traición de Dámaso, quien no sólo efectuó contra su jefe una guerra de balas, sino también una guerra cibernética para provocar dentro del cartel desconfianza contra sus hijos Iván y Alfredo. El mismo ordenó crear blogs, cuentas de Facebook y páginas de internet para acusarlos en redes sociales de estar delatando a integrantes del Cartel de Sinaloa a cambio de protección para su padre, poniéndoles el apodo de “los sapitos” (delatores). Entre los sitios de internet creados estuvo www.culiacaninformando.com. El propio Dámaso supervisaba el contenido y monitoreaba cuántas visitas tenían.
Tras días de batalla campal en la sierra de Sinaloa, en agosto de 2016 Iván y Alfredo Guzmán Salazar fueron secuestrados en un restaurante de moda en Puerto Vallarta, Jalisco. En un principio el gobierno de México dijo que era responsabilidad del Cartel Jalisco Nueva Generación, pero se afirma que detrás de ese golpe estuvo “El Licenciado”. Solo alguien de alto nivel dentro del cartel podía conocer el paradero exacto de los vástagos del capo.
Una semana después los hijos de “El Chapo” fueron liberados gracias a la intervención de “El Mayo” Zambada, quien se afirma, ante la evidente caída de su amigo y socio, se hizo a un lado en la guerra manteniendo una posición neutral y dando paso a Dámaso López Núñez como sucesor de Guzmán Loera.
Para la DEA la extradición de Joaquín Guzmán Loera significa definitivamente su fin y el inicio de la era de “El Licenciado”, quien es considerado más violento y radical que su ex jefe. Aliado con otros carteles mexicanos intenta revivir la llamada federación de drogas como la que en su momento construyó “El Chapo” que significó convertirlo en el capo más importante de la historia.
Ver la versión de Agência Pública de este reportaje (en Portugués)
[1]Declaración ministerial de Juan José Pérez Díaz, 30 de enero de 2001, causa penal 16/2001-III
[2]Declaración ministerial del custodio Salvador Moreno Chávez rendida el diecisiete de febrero del dos mil uno.
[3]Declaración ministerial de Antonio Díaz Hernández, Oficial de Prevención, rendida el veinticinco de enero de dos mil uno