SANTA OLGA, LAS MÁQUINAS, PUMANQUE Y HUALAÑÉ
La grave crisis de agua en los pueblos arrasados por el fuego
31.01.2017
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SANTA OLGA, LAS MÁQUINAS, PUMANQUE Y HUALAÑÉ
31.01.2017
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Es la madrugada del sábado 28 de enero y una espesa y tóxica nube cubre la ruta que une San Javier con Santa Olga (Región del Maule). A medida que se avanza, restos de bosques humean a cada lado del camino. A un costado, un aserradero termina de quemarse mientras un camión cargado de combustible de Copec zigzaguea en medio del humo, cenizas y chispas. Más adelante encontramos un par de camionetas con voluntarios que se dirige al epicentro del desastre. De pronto, se detienen. La humareda es demasiado espesa. Ante la incertidumbre de no saber con qué se encontrarán en los próximos kilómetros, los brigadistas que vienen de Viña del Mar deciden acampar en la mitad de la ruta.
En un paradero de la carretera que sigue en pie, tres bomberos que vienen de La Calera hacen dedo. Tienen cascos, palas, panes con jamón y queso, bebidas hidratantes y apenas se pueden sus cargadas mochilas. Un camión se detiene y ofrece llevarlos hasta Santa Olga, el poblado que desapareció consumido por las llamas.
En Santa Olga el incendio fue voraz. Más de mil casas se extinguieron en pocas horas y sus habitantes no han tenido tiempo para llorar la pérdida. El amanecer del sábado en Santa Olga es bullicioso. A tres días de que el fuego lo consumiera todo, el poblado, ubicado a pocos kilómetros de Constitución, ha sido invadido por móviles de televisión, autoridades políticas, voluntarios y turistas del desastre.
-La noche del miércoles 25 el incendio se descontroló. El fuego llevaba una semana ardiendo. Desde que partió el incendio no había agua para las casas. Solo la daban en la noche -cuentan un par de adolescentes al salir de la carpa que su familia instaló donde antes estaba su casa.
Ese sábado los damnificados, los periodistas, los militares y los voluntarios, solo beberán agua embotellada.
Cuando Santa Olga aún estaba en pie ya era un pueblo seco. Apenas una porción de sus casas contaba con red de agua potable y alcantarillado. La mayoría de sus pobladores se abastecían con camiones aljibes de la Municipalidad de Constitución. Los pozos donde antes brotaba el agua estaban agotados mucho antes de que las llamas se ensañaran con la localidad. Para quienes contaban con agua potable, había racionamiento. Vecinos, carabineros y bomberos, dijeron a CIPER que a las compañías que inicialmente combatieron las llamas les costó mucho llenar sus carros para enfrentar el fuego.
Rafael Chandía, suboficial mayor de Carabineros y jefe del retén de Santa Olga, ofrece información oficial: “Existe un comité de agua potable de los vecinos. Al principio fue para 380 familias, pero después esto se fue poblando. El alcantarillado funciona desde hace tres o cuatro meses, no todos tenían. Debido a la sequía, había racionamiento. Pero en las partes más altas no llegaba agua”.
La falta de agua fue un factor clave para que el incendio se descontrolara: “Acá se estaba tirando agua hace una semana, pero el suministro se fue agotando. Hasta que el agua faltó y obviamente fue un problema”, agrega el suboficial Chandía.
Santa Olga colinda al norte con un bosque de pinos, propiedad de Forestal Arauco, y en medio del pueblo se ubica un aserradero de la misma compañía. La plantación y el aserradero ardieron al mismo tiempo. A esos dos focos de fuego se sumaron las llamas que provenían del camino a San Javier. Ni los esfuerzos de bomberos ni de las brigadas de Conaf ni de los Carabineros con su carro lanza aguas pudieron con la voracidad de las llamas.
Bomberos de Maipú llegaron hasta Santa Olga a cooperar, pero se encontraron con que los camiones aljibes debían recorrer casi 15 kilómetros para abastecer sus carros: “El viento, los aserraderos… el avance del fuego era rápido. El incendio era incontrolable. Con más acceso al agua podría haberse hecho algo más, pero la verdad es que era muy difícil”, dice Ricardo Becerra, comandante de los bomberos maipucinos.
Lo mismo reclama el capitán de la Primera Compañía de Bomberos de Constitución, Alex Muñoz: “Aparte de la sequía, que fue un factor relevante porque el combustible -aserraderos y bosques secos- era excesivo, las distancias eran muy grandes para cargar nuestros carros… muchas veces nos vimos sobrepasados”. El capitán de bomberos culpa a los pinos de la creciente sequía: “En la zona ha ido subiendo el número de plantaciones forestales y consumen mucha agua”.
Muñoz también se queja de la disposición de Forestal Arauco durante el incendio. Dice que, a diferencia de otras ocasiones, esta vez “la entrega de agua fue mínima” por parte de la forestal, la que tiene un pozo de agua en el aserradero. “Ellos estaban protegiendo su patrimonio. Nos costó mucho obtener agua”, agrega.
El subgerente de Asuntos Públicos de Forestal Arauco, Nelson Bustos, quien estaba en el aserradero durante el incendio, respondió a CIPER por la queja que hace el capitán de Bomberos de Constitución:
-Nosotros llevábamos combatiendo aproximadamente cuatro días antes el incendio en el predio El Peral, colindante hacia el sur con el Aserradero El Cruce. Estuvimos ahí con nuestras brigadas y maquinarias haciendo cortafuegos y, lamentablemente, el 25 de enero el incendio entró al aserradero a través de pavesas. Usted sabe que estamos frente a una sequía… En ese momento el incendio iba en línea hacia el aserradero y, por tanto, nosotros restringimos el uso del agua, con el objeto de concentrar nuestras energías en el combate dentro del aserradero. Hasta ese momento en Santa Olga no había ninguna vivienda destruida.
Nelson Bustos explicó lo que a su juicio convirtió en incontrolable el incendio de Santa Olga:
-El incendio del predio El Peral, que está al sur del aserradero, ingresó aproximadamente como a las 14:00 y estuvimos combatiendo con todas nuestras brigadas hasta las 17:00 horas, cuando nos quedamos sin agua. Se acabó el agua del pozo. Nos quedamos sin agua y sin brigadistas. Porque los brigadistas viven en Santa Olga y ellos concurrieron a apoyar a sus familias. El jefe de emergencia con el gerente de la planta volvieron al Complejo Viñales en Constitución, armamos nuevos equipos de brigadistas y volvimos con dos carros de alta capacidad y con cuatro camiones aljibes, de los cuales uno se lo entregamos a Bomberos, para que quedara en apoyo. Y estuvimos combatiendo aproximadamente hasta las 21:30 horas. Hasta ahí el incendio lo teníamos controlado sin afectar a ninguna casa ni a ninguna instalación fuera del aserradero. Hasta que vimos que el incendio desde el oriente venía con mucha energía…
– Varios habitantes de Santa Olga señalaron a CIPER que en un momento la gente de Forestal Arauco se va del aserradero, ellos ingresan e intentan combatir el incendio del aserradero con maquinarias…
Eso fue cuando nos quedamos sin agua, a las 17:00 horas aproximadamente. A la nave del aserradero le tiramos espuma retardante, que permite proteger por espacio de 12 horas. En ese momento en el aserradero quedaba el gerente, el jefe de seguridad y tres brigadistas: cinco personas y sin agua. Con alta radiación porque el material combustible que se estaba quemando en el aserradero era de una alta peligrosidad. Entonces, los últimos cinco brigadistas se repliegan y lo que hacen es ir al Complejo de Viñales (en Constitución) a buscar maquinaria de combate de incendios y nuevos brigadistas. Retornamos aproximadamente a las 18:30 horas. Yo volví con ellos. Ahí seguimos combatiendo hasta cerca de las 21:30 horas. Para entonces, teníamos el perímetro del aserradero prácticamente sin fuego. Eso era lo importante para que el fuego no saliera del aserradero. En ese momento estábamos sin luz, con una situación irrespirable, cuando vemos que desde el sector oriente venía el incendio llegando y fue ahí que los militares solicitaron evacuar…
-Nos llamó la atención que estaba todo Santa Olga calcinado, pero buena parte del aserradero de la forestal no se quemó. ¿Eso fue producto de la espuma retardante que usted nos ha señalado que usaron?
Claro, luego de quedarnos sin agua, en la nave donde estaba la maquinaria principal nosotros aplicamos espuma retardante para proteger esas instalaciones. El resto estaba siendo afectada por el fuego.
-¿Usaron allí toda la espuma retardante que tenían?
Toda. (LEA EL RESTO DE LA ENTREVISTA EN RECUADRO).
Aunque las faenas asociadas a la Forestal Arauco son la principal fuente de empleo en Santa Olga, hoy sus pobladores miran con recelo lo que queda del bosque de pinos que los rodea y que pertenece a la misma compañía. Y la crítica es transversal. El alcalde de Constitución, Carlos Valenzuela (independiente cercano a la UDI), anuncia medidas drásticas:
-La sequía es un problema que tenemos en muchas zonas de Constitución. En Santa Olga se secaron todos los afluentes de donde se sacaba agua. Enero fue crítico. Había horas en que la gente no tenía agua. Le he pedido al ministro de Defensa, José Antonio Gómez, que este bosque ya no exista más, porque ocupa mucha agua. Cada árbol consume más agua que una persona. ¡Eso no puede ser!
“Lo único que me quedó es mi casa y un naranjo, nada más… todo lo que tenía se quemó… estoy parada sobre cenizas”. La voz de Sonia Díaz se quiebra. Hace 50 años llegó a la zona de Pumanque, un pueblo de la Región de O’Higgins ubicado en los faldeos de la Cordillera de la Costa. Entonces, cuenta, las vertientes nacían en los cerros y bajaban abundantes. De eso, ya no quedaba nada mucho antes de que el fuego convirtiera su terreno en una pira.
-Yo soy artesana, hago la labor desde la esquila a la prenda. A los 9 años empecé con este trabajo, mi mamá era esquiladora y me sacó a trabajar a esa edad. Todos nosotros salíamos a esquilar. Antes había masas de ganado en las haciendas de esos años –recuerda.
Sonia compara los años en que la agricultura y la ganadería no habían cedido el espacio a las plantaciones forestales:
-Yo llegué el año 50 a la casa donde ahora vivo y me acuerdo de las vertientes que tenían como 300 metros, de donde salía agua para la casa. Hasta los animales tomaban de ahí… con los años esto se fue deteriorando. El 2000 fue el último año que llovió y de ahí para adelante ha sido terrible. Acá se hacían los pozos de 15 a 18 metros. Ahora son de 35 metros o más. Las napas cada día van bajando, ese es el problema.
En Pumanque se quemaron más de 48 mil hectáreas, equivalentes al 70% de la comuna, según dijo su alcalde, Francisco Castro (RN). La mezcla de sequía, altas temperaturas y fuertes ráfagas de viento fue catastrófica. La Fiscalía de O’Higgins indaga la responsabilidad de la empresa eléctrica CGE en el origen del incendio. Las primeras pistas del Ministerio Público apuntan a que la eléctrica no habría realizado mantención en su línea de transmisión, la que habría hecho contacto con ramas secas, generando la tragedia.
Sonia Díaz dice que con el siniestro perdió 36 hectáreas, terrenos en los que desde 2002 tenía plantados eucaliptus y pinos. Ahora, dice, no le quedan “ni los deslindes”. La voracidad del fuego fue tal que en 12 horas consumió 11 mil hectáreas. Así lo afirma Marcial Argomedo, primer comandante del Cuerpo de Bomberos de Pumanque: “La alerta roja se decretó recién como al cuarto día. Los primeros dos días combatimos el incendio solos. Aunque hubiera estado Conaf, el fuego era incontrolable, por el viento y la falta de humedad”.
La sequía es grave en esta zona de la Región de O’Higgins. Argomedo relata que solo hay red de agua potable para quienes viven en el centro del pueblo, pero el resto de la comuna se abastece con camiones aljibe. “Antes, la gente de los poblados de alrededor utilizaba norias y vertientes, pero se han ido secando”, afirma.
Argomedo agrega que apagar incendios se dificulta por la falta de agua: “La sequía nos afecta. Tenemos solo un punto para llenar los carros y tenemos que combatir incendios más lejanos. Nos demoramos a veces media hora en llegar y cargar”.
Cuando se ingresa a Pumanque desde Peralillo se pueden ver los predios quemados, los que se extienden hasta la altura de los cerros, uniformando el paisaje en tonos negro y gris. Esa huella oscura se detiene a menos de cinco metros de la bomba de bencina Tradeco, la que alcanzó a estar al borde del desastre, cercada por el fuego.
A pesar de que la sequía afecta desde por lo menos una década a la zona, las autoridades no se han preocupado de estudiar a fondo ni sus causas ni soluciones. Así lo admite el diputado de la región, Javier Macaya (UDI): “No hay tanta información disponible, falta dimensionar, es un tema a considerar más en serio”. Lo mismo cree el concejal de la vecina comuna de Marchigüe, Cristián Salinas (PH): “La municipalidad de acá nunca ha hecho un estudio relacionado, nunca se ha preocupado del tema”.
Aunque no hay estudios concluyentes sobre el origen de la sequía, ya hay quienes apuntan hacia los presuntos responsables. El concejal Salinas dirige sus críticas al monocultivo vitivinícola y forestal, predominantes en la zona:
-Este incendio fue en la zona de la Cordillera de la Costa, que es por donde avanzaron las llamas, y ahí hay puro bosque de pino y eucaliptus, y bosque nativo en las quebradas. El pino fue lo que avanzó más rápido. Acá en Marchigüe, desde el sector Carrizal hasta el de Las Garzas, avanzó en unas seis horas unos ocho kilómetros, y eso era puro pino.
El diputado Macaya matiza y dice que faltan estudios serios: “Del total de la actividad productiva de la región, las plantaciones forestales representan menos del diez por ciento”. A su juicio, la solución es aprovechar mejor las aguas que escurren hacia el mar.
Al salir de Pumanque hacia el sur se recorre la ruta I-70-J. La vía es un verdadero trazado de la huella del incendio. En medio de los pastizales secos a cada lado del camino se observan las plantaciones de pino quemadas. Los árboles carbonizados se extienden hasta la cima de los cerros y en algunos lugares el límite del desastre se ubicó a pocos metros de las casas de los poblados de Barba Rubia y Ranguil.
El incendio más grande de la historia de Chile se originó el viernes 20 de enero en el sector de Las Máquinas, poblado que se ubica entre Cauquenes y Empedrado, hacia la costa de la Región del Maule. Transcurridos once días el fuego aún no se ha extinguido y ya consumió más de 180 mil hectáreas, casi dos veces la superficie del gran Santiago.
Las Máquinas es un lugar de baja densidad poblacional, escondido entre los cerros de la Cordillera de la Costa. Acá también hay sequía y sus pobladores repiten las quejas que los hermanan con los sobrevivientes de Santa Olga y Pumanque: es difícil encontrar agua.
Raúl Muñoz, un hombre de más de 70 años que junto a su señora, Mery Pereira, habitan solos en la punta de una loma del sector, cuenta que este verano ha sido el más crítico: “Este año la sequía está más fuerte. Se secó un pozo que usábamos. No hay donde encontrar agua. Los esteros están todos cortados”.
Al matrimonio se le quemó en pocos minutos su casa. Y acusan que nadie combatió ese fuego. Raúl asegura que el incendio comenzó el viernes 20 de enero y que un día después su casa se quemó: “No vino nadie a apagarlo. Solo tratamos nosotros, pero cuando nos rodeó el fuego vinieron los ratis y nos sacaron”.
Si uno se para en los escombros de la casa de Raúl Muñoz y mira alrededor, solo verá cenizas y carbón en una franja gigantesca que se pierde en el horizonte. Porque el inmenso incendio de Las Máquinas conectó Cauquenes con las localidades cercanas a San Javier (como Empedrado y Santa Olga) a través del fuego.
El matrimonio de ancianos perdió una plantación de 20 hectáreas de pino. Solo les queda una pequeña bodega donde guardan la ayuda que llega a goteras hasta esa zona aislada, cinco de los siete perros que los acompañaban (“los otros dos se quemaron”) y cinco vacas que se salvaron de milagro: “Cuando nos sacaron de aquí las vacas se quedaron. Nosotros las dimos por perdidas. Un par de días después que volvimos aparecieron de repente. Volvieron a la casa. No tenemos idea cómo hicieron para no quemarse”.
Las vacas no se separan, apiñadas en pocos metros cuadrados en medio de cerros cubiertos por cenizas. Los perros sí se mueven y corren alrededor de quienes llegan al lugar. Uno de color amarillo tiene todo su pelaje chamuscado. También es un sobreviviente.
Quien también sabe de la sequía en el sector es Gerardo Barrueto, bombero de la Segunda Compañía de Chanco (comuna ubicada entre Cauquenes y Constitución que bordea por el sector costero los terrenos quemados de Las Máquinas). Los bomberos de Chanco han debido combatir focos de fuego en las localidades de Huichahue, Batuco, Rari, La Gloria y Las Torcas. Según sus palabras “acá hay sequía, la gente no tiene agua potable, solo sacan de vertientes y es escasa. Les entregan con camiones aljibes todas las semanas. Entregan diez mil litros diarios”.
Para abastecer los carros de bomberos deben cargarlos en Chanco y luego subir a enfrentar las llamas. “El carro siempre sale con un camión aljibe de apoyo. La carga la hacemos con agua de los grifos de Chanco. A la gente del pueblo les bajó la presión en las casas, debido a la carga de los camiones”.
El río Mataquito, que flanquea la comuna de Hualañé, hoy no es más que un hilo de agua. En medio de un gigantesco lecho que da cuenta de un pasado de abundancia, hoy florecen árboles y alguien instaló juegos infantiles. Aquí el incendio forestal también evidenció la gravedad de la sequía que azota la zona.
-El incendio acá empezó el sábado 15. El foco se inició en Vichuquén, en la zona de Las Cardillas. Hualañé colinda con Vichuquén a través de un cerro. Entre el 17 y el 18 de enero aparecieron cinco focos simultáneos. Solo en Hualañé hay cerca de 40 mil hectáreas quemadas y 15 personas albergadas -cuenta el teniente Pablo Fuentes, jefe de la tenencia de Carabineros de Hualañé.
“Hoy, el río Mataquito usted lo puede cruzar caminando. Este año ha sido el más grave en cuanto a la sequía”, complementa el teniente Fuentes. En Hualañé las críticas apuntan a las plantaciones forestales de Arauco, la misma compañía que enfrenta los cuestionamientos en Santa Olga.
“Acá el 80% de la zona quemada fue de Forestal Arauco, de la planta Licancel (ubicada en la comuna de Licantén). La forestal ayudó a combatir el fuego en algunos lugares con brigadas y helicópteros”, dice el teniente. Esa planta de Arauco produce al año 150 mil toneladas métricas de celulosa kraft cruda de pino.
Los bomberos de Hualañé no tienen una buena opinión de la actividad forestal. El comandante del Primer Cuerpo de Bomberos de la comuna, Cristián Cornejo, aseguró a CIPER: “A Arauco lo único que le interesa es el bienestar de ellos. No cooperan con nosotros”. El comandante tiene rabia: “No tenemos los medios apropiados para combatir los incendios. Los caminos de las forestales no están mantenidos. No aportan nada. Ni siquiera dan trabajo, porque esta comuna vive de la agricultura”. El comandante tiene claro cómo afecta la crisis hídrica:
-La falta de agua fue un factor (en la propagación de los incendios). Si sacamos de los grifos, dejamos sin agua a las personas. Pedimos ayuda a Curicó y las empresas privadas nos aportan con 60 mil litros diarios. La Onemi también ha enviado camiones con agua, al igual que otras compañías de bomberos. Acá hay sequía hace años. La forestal es un problema. Cada pino consume mucha agua. Y no tenemos más, porque las vertientes se están secando. Al helicóptero le cuesta sacar agua del río para apagar los incendios porque está casi seco.
Entrevista al subgerente de Asuntos Públicos de Forestal Arauco, Nelson Bustos, quien estaba en el aserradero de la empresa al momento del incendio en Santa Olga.
-Otra de las críticas a Forestal Arauco proviene del alcalde de Constitución, Carlos Valenzuela, quien dijo a CIPER que le solicitó al ministro de Defensa que saque la plantación de pinos que Arauco tiene frente a Santa Olga porque consume mucha agua. Que cada árbol consume más agua que una persona y que eso no puede ser.
Quiero solo decir que hoy estamos en la Región del Maule en la peor sequía de los últimos 50 años. De hecho, hoy nuestras dos instalaciones industriales más importantes -las plantas de celulosa de Constitución y Licantén- están paralizadas desde hace prácticamente una semana porque no hay agua ni en el Río Maule ni en el Río Mataquitos. Y usted comprenderá que hacia la cordillera no hay plantaciones forestales… Entiendo la preocupación del alcalde, pero quiero comprender la situación climática en la cual vivimos, que ha sido una de las condiciones co-ayudantes para los incendios hoy día.
-En el recorrido que hicimos por la zona nos encontramos con numerosas críticas hacia las plantaciones forestales y los monocultivos: apuntan a que secan terrenos y napas subterráneas.
Nosotros no vamos a entrar a discutir al fragor de esta tragedia que son los incendios forestales. Nos están afectando como país… Hoy estamos abocados al combate de incendios…
-Pero el problema es relevante. Los bomberos, por ejemplo, dicen que esa sequedad del suelo es uno de los factores que ayudan a que se propaguen los incendios. ¿Ustedes cuentan con estudios que digan que eso no es así?
Nuestra posición es que estamos en la peor sequía de los últimos 50 años. Esa es la verdad. Por eso no hay agua suficiente. Santa Olga no tenía agua potable para su abastecimiento. Yo lo conversé previo al incendio con el alcalde -con quien tenemos la mejor relación y trabajamos muy de la mano- que la solución para Santa Olga era tener una línea de abastecimiento de agua desde el Río Maule, porque la sequía que hoy nos afecta es de una gravedad tal, que incluso instalaciones industriales como las nuestras no pueden operar porque no hay agua.
-Los carabineros de Hualañé señalaron a CIPER que el 80% de lo que se quemó en esa zona son plantaciones forestales de Arauco.
No podría confirmar eso, tendríamos que verificar en la zona quemada. Tengo la impresión que la mayoría de la zona quemada al norte del Río Mataquitos, si bien hay una componente de Arauco, también hay de terceros propietarios. La experiencia que tengo trabajando acá en la zona es que, en general, se le atribuye mucho… efectivamente, Arauco tiene un patrimonio forestal importante en la Región del Maule, pero gran parte de la superficie es de pequeños y medianos propietarios…
-Muchos de esos pequeños y medianos propietarios le vende su producción a la forestal, ¿es así?
Claro, muchos, sí. Pero el patrimonio de Arauco está certificado por el más alto estándar en manejo forestal en términos ambientales, económicos y productivos. Nosotros trabajamos con un estándar de producción que es muy superior al del resto de las personas.
-En los contratos de compra que hacen con estos pequeños y medianos propietarios, ¿ustedes incluyen algún tipo de protocolo que incluya medidas de seguridad, o cada propietario ve como resguarda sus predios y plantaciones?
Nosotros tenemos un estándar muy alto en términos del manejo de nuestros bosques…
-De los de ustedes, ¿pero se ocupan de cómo es el manejo de los propietarios con los que tienen contratos?
El manejo de los particulares le corresponde a Conaf. Nosotros somos responsables del manejo de los predios que son propiedad de Forestal Arauco. Obviamente nos encantaría que todos los propietarios forestales pudieran tener el estándar con el cual nosotros administramos nuestro patrimonio.
-El comandante de bomberos de Hualañé señaló a CIPER que a Forestal Arauco lo único que le interesa es su bienestar, que ustedes no cooperan con ellos; que los caminos de la forestal no tienen mantención, que no aportan en nada y ni siquiera dan trabajo en la zona, y que la falta de agua también se debería a las plantaciones de pinos. ¿Cómo responden a esa crítica?
Hay que ser súper claros y objetivos: nuestra posición es compartida… Hemos participado desde que están los incendios forestales afectando nuestra zona, somos parte activa en el combate. Hemos estado en permanente comunicación con los alcaldes de Licantén, Vichuquén, Constitución y Hualañé, y a todos ellos les hemos brindado todo el esfuerzo en términos humanos, de maquinarias y de aeronaves para combatir los incendios forestales, indistintamente de quién sea el propietario…
-Una cosa es el combate a los incendios y otra son las causas de estos…
Los causantes de los incendios forestales son las personas que los prenden, ya sea por negligencia o por intencionalidad.
-¿No asumen que las plantaciones de pinos puedan ayudar a secar los suelos?
Las plantaciones de pinos son un pilar importante de la economía del país. Nos han transformado en una industria líder a nivel internacional. Estamos en los mercados internacionales y una consecuencia positiva que tienen los pinos hoy es que, al industrializar las plantaciones, podemos proteger el bosque nativo.
-¿Tienen estudios que concluyan que las plantaciones de pinos no secan los suelos?
Hemos tenido incendios forestales en Los Vilos, donde no hay plantaciones forestales; en el Valle del Aconcagua, donde no hay plantaciones forestales. El incendio gigantesco del año pasado que afectó la reserva nacional China Muerta, en la Región de La Araucanía, es 100% de bosque nativo.
-Pero todos los grandes incendios de las últimas semanas están rodeados de monocultivos forestales. Por eso pregunto si es que ustedes tienen estudios…
Nosotros no estamos hoy abocados a buscar en las plantaciones a los responsables. Aquí claramente los responsables de los incendios, de la tragedia que vive el país, son quienes los han causado.
por Claudio El Poc