La nueva gran filtración sobre paraísos fiscales
Luxleaks: El rol de las cuatro grandes auditoras en la evasión tributaria internacional
05.11.2014
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La nueva gran filtración sobre paraísos fiscales
05.11.2014
Traducción e información adicional de Eduardo Segovia, de El Confidencial
Además: Más de 300 empresas tienen acuerdos con Luxemburgo para pagar menos impuestos
La implicación de PwC en el diseño de estructuras en Luxemburgo para reducir la factura fiscal de grandes multinacionales es el último de una larga serie de escándalos que arrojan luz sobre el oscuro papel de las cuatro grandes firmas de auditoría globales –PwC, KPMG, Ernst & Young y Deloitte– en la evasión de impuestos de las empresas.
Un conjunto de causas penales, registros gubernamentales y archivos secretos descubiertos en una investigación del International Consortium of Investigative Journalists (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ), en la que ha tomado parte El Confidencial, revela que las ‘big four’ son los grandes arquitectos del sistema de paraísos fiscales y jugadores centrales en el diseño de una gama de transacciones transfronterizas para evitar el pago de impuestos que pueden plantear cuestiones legales y éticas.
En Luxemburgo, los documentos internos de las empresas que ha descubierto el ICIJ demuestran que PwC ha ayudado a Pepsi, Ikea y otros gigantes empresariales de todo el mundo a diseñar estrategias para trasladar beneficios que les han permitido recortar drásticamente sus facturas fiscales en miles de millones de euros.
En España, 61 socios de PwC serán juzgados por la Audiencia Nacional acusados de fraude fiscal por no declarar unos bonus multimillonarios derivados de la venta de la unidad informática a IBM. El fiscal solicita penas de hasta tres años y medio de prisión y una indemnización solidaria de 42 millones.
Pero son prácticas que afectan a las cuatro. En EEUU, las autoridades han acusado a KPMG de ofrecer estructuras fiscales en paraísos para simular pérdidas de miles de millones de dólares para sus clientes ricos, y también de confundir a la agencia tributaria de ese país (IRS) sobre el funcionamiento de estas estructuras.
En Dubai, Ernst & Young ha ayudado a la mayor empresa de refino de oro de Oriente Medio de oscuras prácticas que podrían violar los estándares internacionales para combatir el tráfico de «oro sangriento», que proviene de regiones donde la competencia por el metal provoca violentos conflictos, según varias organizaciones anticorrupción.
De vuelta a Nueva York, Deloitte también se ha visto acusado de ayudar a un banco británico a eludir las sanciones contra Irán, ya que remitió un informe «aguado» a las autoridades que omitía información sobre cómo podía estar esquivando los controles antiblanqueo.
«Se supone que estas firmas se fundamentan en el honor y la integridad, y que son vigilantes del mercado, pero se han hecho tan grandes que no les importa nada más que ganar dinero», argumenta Francine McKenna, una exprofesional de PwC y KPMG que ahora escribe el blog re: The Auditors sobre las malas prácticas de estas consultoras. «No les preocupa su reputación, porque todos estos casos no han afectado a su capacidad de crecer más y más y más».
Las cuatro grandes niegan que sus prácticas estén sesgadas para incrementar sus beneficios. Ernst & Young asegura a ICIJ que «opera estrictamente dentro de la ley y tiene exhaustivos controles» para asegurarse de que sigue las normas legales y regulatorias. KPMG y PwC sostienen que tienen estrictos códigos de conducta obligatorios para todos sus empleados en el mundo. Deloitte ha declinado hacer comentarios, aunque sostiene públicamente una posición similar.
Y cuando se meten en problemas, las ‘big four’ suelen echarle la culpa a empleados individuales que actuaron por su cuenta, o dicen que sus actuaciones no han sido interpretadas correctamente o que se han sacado de contexto.
Estas firmas operan en todo el mundo. Entre las cuatro dan empleo a más de 700.000 personas y tienen unos ingresos anuales superiores a 100.000 millones de dólares, más que el PIB de Ecuador, por ejemplo. Tienen su origen en alianzas entre firmas contables de EEUU y Reino Unido a finales del Siglo XIX y principios del XX. Su carácter anglosajón y su influencia global son un reflejo del dominio de Wall Street y la City sobre el sistema financiero global. Se estructuran como alianzas descentralizadas con socios locales en cada país, pero su dirección está en EEUU y Gran Bretaña.
Las batallas legales de la última década han planteado la cuestión de si los Gobiernos consideran a estas firmas, como a los mayores bancos, «demasiado grandes para caer». Esta política no escrita, según los activistas anticorrupción, ha impedido una verdadera reforma de estas firmas porque saben que las autoridades no van a ir más lejos a la hora de castigar sus malas prácticas.
Esta creencia que puede tambalearse precisamente en España, donde se ha impuesto una multa de 12,3 millones a Deloitte por conflicto de interés en Bankia (era su auditor y a la vez diseñó su salida a bolsa). Y ahora el Gobierno está decidido a aprobar una Ley de Auditoría que endurece radicalmente las incompatibilidades, hasta llegar incluso a la «facturación cero», es decir, a la prohibición de que el auditor de una empresa le facture un solo euro por otros servicios.
El Ministerio de Economía español está «harto de escándalos de auditoría», según una fuente del mismo. «Ya hemos tenido suficiente y hay que tomar medidas radicales para impedir que sigan saltando nuevos casos», añade. Como es sabido, las auditoras han sido incapaces de detectar ninguno de los grandes escándalos contables que han costado miles de millones a los inversores y al erario público en los últimos años: CCM, CAM, Bankia, Pescanova, Gowex, etc.
No obstante, la influencia de las cuatro es tal que algunas incluso ‘ayudan’ a los Gobiernos a redactar las leyes para prevenir la evasión fiscal… para que sigan permitiendo sus actividades. «Es otra puerta giratoria. Es como si los guardias forestales estuvieran comprados por los cazadores furtivos», según dijo en un debate parlamentario Trevor Smith, miembro de la Cámara de los Lores británica. Sin ir más lejos, el actual secretario de Estado de Hacienda español, Miguel Ferre, era socio de PwC hasta 2011.
En Chile, el ex director y el ex subdirector de Impuestos Internos, Julio Pereira y Mario Villa, fueron socios de PwC, auditora que asesoraba a Johnsons antes de que recibiera un millonario perdonazo tributario durante la gestión de Pereira (ver reportaje de CIPER).
Las ‘big four’ también están imbricadas en los paraísos fiscales. Según un estudio del Financial Mail de 2011, las cuatro tienen 81 oficinas en territorios considerados tales.
Ahora, los documentos confidenciales a los que ha tenido acceso el ICIJ demuestran que, entre 2002 y 2010, PwC ayudó a cientos de empresas internacionales a conseguir acuerdos fiscales confidenciales con las autoridades de Luxemburgo, lo que ha permitido a compañías como Amazon o Abbot Laboratories se apuntaron beneficios en al Ducado para reducir sus impuestos a costa de las haciendas nacionales de todo el mundo.
Estos acuerdos son legales en Luxemburgo, pero están cuestionados por otros países que los ven como una trampa que permite a las empresas evadir los impuestos que deberían pagar. De hecho, los tribunales y el fisco de EEUU amenazan con considerar ilegales estos acuerdos para rebajar la factura fiscal, pero eso tampoco preocupa en exceso a las consultoras. Según una investigación del Senado de EEUU, un empleado senior de KPMG pedía que la firma ignorase la obligación de informar sobre las estructuras de planificación fiscal, ya que las multas a las que se enfrentaba eran muy inferiores a los ingresos que conseguía con esta actividad: según sus cálculos, una operación media suponía una tarifa para KPMG de 360.000 dólares, mientras que la multa máxima a la que se arriesgaba era de 31.000.
De hecho, esta misma firma tenía una especie de catálogo de estructuras fiscales para que los clientes eligieran a la carta la que más le convenía. Era una especie de sopa de letras: FLIP, BLIPS, TEMPEST, OPIS, OTHELLO y cosas por el estilo. Incluso llegaba a utilizar técnicas de marketing para captar clientes atraídos por estas estructuras. Cuesta creer que esta operativa sólo se diera en KPMG y que se limitara a EEUU y no se practicara también en Europa.