Escenario post electoral
El via crucis de la derecha y el reordenamiento con miras al 2017
22.11.2013
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Escenario post electoral
22.11.2013
“Sí, se puede”, alentaba entusiasmado el senador de Renovación Nacional Francisco Chahuán la noche del domingo 17 de noviembre, improvisando una consigna que se transformaría en el slogan de la candidata Evelyn Matthei para la segunda vuelta presidencial. Mientras un puñado de dirigentes y ministros de segunda línea celebraban en el hotel Intercontinental el tener la posibilidad de ir al balotaje, gran parte de la atención estaba centrada en los comandos de Andrés Allamand y de Manuel José Ossandón, quienes a esa hora disputaban los últimos votos para erigirse como los dos senadores electos por Santiago Poniente y Oriente, respectivamente.
Dos figuras que brillaron y brillarán por su ausencia -de hecho se tomaron vacaciones- durante esta nueva fase de la campaña de Matthei. Hay quienes les atribuyen cierta responsabilidad en la baja votación de la candidata, pero hoy Allamand y Ossandón emergen como cartas presidenciales para el 2017. La mayor sorpresa la dio Ossandón, quien no estaba contemplado entre las opciones de RN, pero que con su triunfo quedó catapultado la noche del 17 como una figura con posibilidades, tras remontar una derrota que parecía segura y desplazar a Laurence Golborne. Él mismo se encargó de confirmar que está dispuesto a disputar la carrera presidencial y que lo hará con quien sea necesario (ver entrevista en La Tercera). En la UDI, en cambio, coinciden en que no emergió en esta elección ningún presidenciable para el 2017. Laurence Golborne, derrotado por Ossandón, entró en una suerte de “pausa” y no se sabe si logrará emerger de ella como una figura con futuro político.
Con los resultados electorales en la mano, lo que se viene es un importante reacomodo al interior de las filas de ambos partidos de la Alianza. Eso en el mediano plazo, porque hoy las urgencias están puestas en salir a la caza de los votos que necesita Matthei para alcanzar, dicen, “un umbral digno” frente a Bachelet y evitar una “paliza” el 15 de diciembre, en un escenario más que adverso para la centroderecha en el Congreso.
La misión de la derecha debe al menos estrechar la diferencia entre los 2 millones 245 mil 114 votos obtenidos en las parlamentarias y el millón 645 mil 271 sufragios que Matthei consiguió en la primera vuelta.
El reciente encuentro del senador Antonio Horvath (RN) con Michelle Bachelet para poner a disposición el programa de gobierno de Franco Parisi, activó la preocupación en la Alianza. De acuerdo al propio Horvarth (ver entrevista), Bachelet acogió sus propuestas programáticas, lo que podría traducirse en dos hechos: sumar parte del 10% para el balotaje que obtuvo Parisi en primera vuelta y también añadir un voto para la Nueva Mayoría en el Senado. De este modo, la hoy oposición podría acercarse a la mayoría necesaria para aprobar las reformas que necesitan de más quórum, como el fin al sistema binominal. Tiene 21 votos y sumando a Horvath y eventualmente al independiente Carlos Bianchi, podría sumar 23. Eso si la Alianza no logra retenerlo.
De todos modos las cuentas no son muy auspiciosas para la derecha en el Congreso frente a, por ejemplo, interpelaciones y acusaciones constitucionales contra ministros en un próximo gobierno de Bachelet, pues tienen 50 diputados y requieren 48 para aprobar un libelo. Si tres de ellos llegaran a resfriarse, esa alternativa se viene al suelo de inmediato.
En medio de este reacomodo político, el vía crucis de la derecha se proyecta con más estaciones que el simple balotaje. Vendrán las pasadas de cuentas por la inminente pérdida del gobierno; proliferarán papers y congresos doctrinarios que sacarán lecciones de la derrota presidencial por no haber sabido “leer” los cambios que la sociedad chilena estaba experimentando. Luego se renovarán las mesas directivas de los dos partidos de la Alianza.
En la UDI anuncian el “cobro de cuentas” a la actual directiva que encabeza Patricio Melero, dado que el partido perdió 9 diputados y los dos senadores por Santiago –Pablo Zalaquett y Laurence Golborne– , aunque mantiene su número en la Cámara Alta por los triunfos de Iván Moreira y Jacqueline van Rysselberghe. Los diputados de la nueva generación en la UDI ya hablan de necesario recambio pero “en un esquema acordado”. Es decir, están por generar cambios desde dentro. Al estilo UDI.
En RN se avecina un consejo general en mayo y una segura elección interna, donde la salida de Carlos Larraín es un hecho, para dar paso a un nuevo presidente, que algunos aventuran podría ser Andrés Allamand, como trampolín para las elecciones de 2017. Algunos parlamentarios dan por sentado que “pretenderá tomarse el partido”. Pero saldrá competencia al ruedo, ya lo anuncian internamente. El senador Alberto Espina estaría decidido a presentar su candidatura a la presidencia del partido, en lo que podría ser la contraparte más cercana a Piñera, en RN.
Si Allamand recibe el apoyo de Carlos Larraín, tendría a su favor el traspaso de una “maquinaria aceitada”, como grafica un diputado la influencia que ejerce el actual presidente del partido sobre los militantes. Aun cuando los resultados de las últimas parlamentarias no fueron auspiciosos, el triunfo de las dos senadurías en Santiago y el aumento en 3 diputados aplacó las derrotas en la Región de Los Lagos, Biobío Cordillera y Costa.
Otro parlamentario apunta que “no tenemos nada contra la figura de Allamand, pero la dupla con Carlos Larraín sería explosiva, porque la bancada más joven no quiere más ese viejo estilo de conducción. En ese escenario, lo más probable es que surja una lista paralela, o muchos simplemente pueden tomar el camino de renunciar al partido y formar un nuevo referente como lo fue Evópoli en su momento”. En esa línea, mencionan el triunfo de Felipe Kast como un ejemplo de que “ya no es un pecado” no tener partido y que “el precio de la división bajó”, más aún cuando los diputados ya fueron elegidos y en teoría, no necesitan del apoyo financiero del partido dentro de los próximos cuatro años.
De cara a la segunda vuelta de diciembre, las voces de la Alianza piden a gritos un cambio de estilo y de discurso de la candidata Evelyn Matthei. “Se necesita un cambio de switch total, dejar de lado el discurso confrontacional y agresivo y volverse más amable, menos severa”, comenta un parlamentario de RN. No sólo para atraer nuevos electores, sino pensando en sentar las bases de lo que viene para este sector, una redefinición profunda del proyecto que ofrecen al país, a la luz de los pálidos resultados electorales.
–Me impresionan las caras de fiesta que hay en el comando –comentó a CIPER el domingo un militante UDI– cuando la realidad es que los resultados fueron malos y cuanto antes hagamos la autocrítica, mejor.
En este punto, emergen las dos almas de la Alianza. En la UDI hay quienes aseguran que esta nueva elección es una oportunidad para marcar el proyecto de continuidad con el gobierno de Piñera y no de abrirse a la conquista a un centro político cada vez mas diluido. “Con Piñera no ganamos en clave política, sino en clave social, pero la gente tiene que saber qué ofrecemos acá”. Otro parlamentario apunta al contenido de la campaña: “Un 7 para Chile no habla de un proyecto, es sinónimo de eficiencia, pero eso ya no convoca. Tenemos que ser más concretos con lo que vamos a plantear”.
En una postura más transversal a los dos partidos están quienes sostienen que “tenemos que hacernos cargo y asumir el brutal descontento que se expresa con el mundo político, tenemos que ser más directos con nuestras propuestas y asumir las responsabilidades que correspondan, no eludirlas porque así nos vamos a quedar empantanados”.
En medio de este proceso, la llamada “nueva derecha” comienza a incomodar a algunos. Precisamente ese mismo nombre era el que le había puesto el senador RN Francisco Chahuán al libro que viene escribiendo desde hace un año y medio y en el que intenta dar cuenta de las profundas transformaciones experimentadas en Chile.
–En 2011 se produjo un quiebre de crisis institucional, acompañado de un empoderamiento ciudadano, que generó un cambio en las expectativas, con una ciudadanía más demandante. La tesis de mi libro es que la derecha no fue capaz de generar una visión en base a sus principios. Y eso se tradujo en que frente a las consignas de la izquierda no hubo posibilidad de contrastarlas con la acción política eficaz y oportuna del gobierno. Las consignas de la izquierda fueron generando un cambio de eje y ese es el mayor tema que la Alianza deberá enfrentar ahora–, reseña Chahuán.
Su visión se enfrenta abiertamente con la de los defensores del modelo económico que se aglutinan principalmente en la UDI, como el histórico dirigente Gonzalo Cordero.
–La centroderecha en Chile, cualquiera sean los partidos en que se articule, debe tener una opción de defender, sostener, impulsar nuestro modelo de desarrollo, un modelo de economía libre, de valoración del emprendimiento y de las libertades individuales que debe ser muy fuerte, nítido y claro, y que no lo ha tenido en los últimos años y eso ha hecho que más que un problema electoral para la derecha se trate de un problema cultural–, dijo Cordero al diario Pulso (ver entrevista).
Ese choque de posiciones estará presente en los próximos meses en la Alianza y marcará el futuro del sector, independientemente de los resultados de la segunda vuelta. Todos apuestan a que la discusión se torne más intensa, especialmente con el recambio generacional de los hijos de los dirigentes de la derecha, como el Horizontal Hernán Larraín Matte, quien desde ese think tank intenta establecer una plataforma de ideas y de políticas públicas, en una convergencia desde el mundo liberal de centroderecha al mundo liberal de centro y eventualmente al sector que podría escindirse de la Nueva Mayoría, si Michelle Bachelet realiza un giro hacia al estatismo, según indican a CIPER en ese centro de estudio.
“Hay muchos jóvenes del gobierno de Piñera que no quieren volver a la Bolsa, si no mantenerse en el mundo público”, aseguran en Horizontal, centro en el trabajan solo ocho personas y que proyecta, en un eventual gobierno de Bachelet, realizar estudios respecto de temas estratégicos, como son las reformas que ha levantado la Nueva Mayoría.
Parte de esos sectores liberales, representado en Evolución Política (Evópoli) por su líder Felipe Kast, han tomado el pulso a la radiografía del nuevo Chile a partir de las últimas encuestas con especial interés. Y advierten que es indispensable realizar un giro en cómo la derecha se aproxima a esos cambios. Ya la última encuesta del CEP reveló que un 86% de los encuestados está de acuerdo con la protección a los consumidores; un 85% con reducir la diferencia de ingresos; un 83% con la nacionalización del cobre; y un 36% con el matrimonio entre parejas del mismo sexo (ver lámina).
El sondeo a jóvenes de la Universidad Diego Portales revela que el 64% está de acuerdo con el matrimonio igualitario y el 79% con legalizar el consumo de la marihuana. Es precisamente en estos últimos temas donde la candidata presidencial de la Alianza aparece más distante de la opinión de la ciudadanía. Para algunos analistas de su sector, tal distanciamiento no sería real, sino más bien se trata de imperiosa necesidad de amarrar el hasta ahora huidizo voto duro de la derecha. «Si nosotros aceptáramos el matrimonio homosexual, ¿tendríamos que aceptar que dos mujeres convivan con un hombre y se casen los tres? Tengo amigos homosexuales, todo el respeto y el cariño para ellos, si quieren tener un nuevo estado lo tendrán. Pero el matrimonio es entre un hombre y una mujer», fue la categórica respuesta de Matthei en una de sus últimas performances televisivas en el programa de Las Caras de La Moneda conducido por Mario Kreutzberger.
Los sondeos de opinión desde hace años venían evidenciando las transformaciones asumidas en el ideario colectivo de los chilenos, que se ha visto impactado por los escándalos de la colusión de las farmacias, del lucro en las universidades y del abuso del retail, frente a un Estado condescendiente frente al poder de los grupos económicos. Por lo mismo, quienes ven en peligro la continuidad de la Alianza ante el rumbo que está teniendo la población, plantean la necesidad de que ese sector tome las banderas de los “progresistas sociales” para terminar con la verdadera vergüenza moral de la distribución en Chile y ser capaces así de generar mayor igualdad de oportunidades, dejando atrás la vetusta discusión de libertad versus igualdad. “Debemos establecer regulaciones en un sistema de libertades, de manera de disminuir la sensación de abusos y desprotección que se ha ido instalando en la sociedad chilena. Ese nudo debe ser resuelto y será tarea de la derecha hacerse cargo”, advierte el senador Francisco Chahuán.
En Evópoli la lectura que hacen es diametralmente distinta, pues consideran que no se ha agotado el modelo, sino una generación que fue incapaz de evolucionar y profundizar un proyecto político, que pudiera mantenerse en el tiempo y no ser solo un paréntesis de cuatro años. “Piñera tuvo en sus manos proyectar lo realizado, pero por responsabilidades compartidas del propio Presidente y de dos partidos sin cultura interna que le hicieron la vida imposible al gobierno, ello no ocurrió”, es la conclusión de los jóvenes líderes de la derecha.
Este último escenario es desestimado por el diputado UDI Javier Macaya, quien sostiene que es “una lógica equivocada ningunear la labor que por décadas ha tenido RN y la UDI. Obviamente el recambio generacional es positivo, pero no deben existir vetos para nadie: ni a jóvenes ni a militantes de trayectoria”.
Empresarios ligados al piñerismo agregan su visión al afirmar que mientras Chile cambió, algunos partidos como la UDI y el sector que comanda el presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, se mantienen agarrados a un ideario que ya no les permitirá volver al poder.
CIPER conversó con un hombre de negocio y amigo de Sebastián Piñera, quien confía en que el mandatario podría posicionarse como la carta post Bachelet, pero para eso no necesitaría de RN, ni de la UDI, ni tampoco de una nueva fundación o partido. “Sólo debe esperar en Apoquindo 3000 (edificio donde Piñera tiene sus oficinas privadas) a que pasen los cuatro años de Bachelet, y seguramente llegarán en peregrinación a pedirle que vuelva a apostar por la empresa que más lo ha motivado en estos últimos años”, afirma.
Sin embargo, no todos en el círculo de amigos de Piñera opinan lo mismo. Otro empresario que tiene una gran cercanía con el mandatario discrepa en que deba esperar pasivamente en sus oficinas y levanta la tesis de la conformación de un nuevo referente político. Esto porque el Presidente ya habría realizado “la sepultura de la derecha tradicional” en septiembre, cuando se distanció de su sector y acuñó el término “cómplices pasivos”, cerró el Penal Cordillera y trasladó a los militares violadores de derechos humanos a Punta Peuco. Al dar ese paso, rompió con la derecha tradicional y se anotó en la historia de Chile como el primer Presidente de la Alianza que reconocía una verdad escondida por generaciones, añade el estrecho amigo del mandatario.
No entiende cómo los símbolos partidistas, al menos de Renovación Nacional, aún se mantienen vigentes, rememorando al jarpismo de inicio de los ´90 y que, a su juicio, no identifican al nuevo electorado. Se requiere de un “referente fresco” que esté dispuesto a votar nuevamente por Piñera, porque la derecha conservadora no volverá a hacerlo, añade.
Para el coordinador de políticas públicas del Instituto Libertad y Desarrolo, José Francisco García, la “nueva derecha” instaló la idea de un proyecto de renovación, pero más ligado a la edad, por lo que sería inviable que Sebastián Piñera pudiera liderarlo. Y aunque admite que el jefe de Estado entregó un legado a la centroderecha, a través de una mirada progresista en estos cuatro años de gobierno, el desafío de las nuevas generaciones implicará –en términos freudianos– matar al padre. Ello, sin duda, significa levantar una candidatura propia que se oponga a la de Piñera y al menos competirle testimonialmente en las primarias del sector.
La nómina de los Edipos es extensa y –de acuerdo a dirigentes de la UDI– ésta podría ir desde el diputado de ese partido Ernesto Silva al representante y candidato de Evópoli por Santiago, Felipe Kast. Para este independiente que fue ministro de Estado y luego se desempeñó como delegado presidencial para los campamentos que ocupaban los damnificados del terremoto de febrero de 2010, esa posibilidad es un hecho de la causa después de haber aplastado electoralmente a la diputada UDI Mónica Zalaquett. Hoy el economista de 36 años se transformó en un gran ganador, en medio de un escenario adverso, donde fue capaz de levantar un movimiento y sin partido. Por lo mismo, algunos en el sector miran a Evópoli como la posibilidad cierta de transformarse en una colectividad más de la Alianza, aunque hay otros que plantean que le será difícil pues Kast fue el único de los seis candidatos que resultó electo, de manera que es cosa de meses para que comprenda que deberá incorporarse a un comité de bancada. Y lo más probable es que Renovación Nacional sea su opción final, considerando que el cupo le fue entregado por el partido de Carlos Larraín.
El rol que desempeñará Andrés Allamand en el Congreso ya es un hecho y estará determinado por la salida de históricos dirigentes de la Alianza que hicieron las veces de articuladores con la oposición. Lo que está por verse es si le permitirán capitanear Renovación Nacional, tienda en la que Carlos Larraín pasaría a tener un rol secundario, aunque no alejado del mecenazgo que durante su administración y antes también, ha ejercido.
La victoria de Allamand sobre Zalaquett frenó este domingo 17 de noviembre que los liberales se apoderaran de RN, en la repetición del mismo sueño que mantuvo unida a la noventera Patrulla Juvenil, integrada por Matthei, Alberto Espina, Piñera y Allamand. Aunque 20 años después, la rueda de la fortuna nuevamente podría sorprender a algunos en RN que esperan que Cristián y Nicolás Monckeberg, José Manuel Edwards, Pedro Browne y Karla Rubilar se tomen el partido, ya libre de las ataduras del pasado y con una visión distinta para el futuro.
Quienes querían jubilar a Allamand –por, entre otras cosas, no atreverse a decir dictadura en los foros– y a Carlos Larraín, ven con buenos ojos también a Lily Pérez, como una carta adecuada que podría congregar a parte del sector liberal.
Mientras la derecha realiza todo tipo de cálculo electoral de cómo remontar en la segunda vuelta, los empresarios también sacan sus cuentas y se aproximan a cómo sería el nuevo gobierno y al binomio que más le preocupa: estabilidad y crecimiento económico. El presidente de Celfin-Capital y amigo de Piñera, Jorge Errázuriz, afirma sin remilgos que si Michelle Bachelet regresa a La Moneda, el país no variará demasiado.
“Aquí no pasará nada que ya no hayamos visto. A La Moneda no llegará Evo Morales, ni tampoco se producirá una sensación de inestabilidad. Bachelet no es una outsider. No va a desarmar el país. En materia parlamentaria, la Nueva Mayoría tendrá mayoría, pero ésta no será abrumadora y las transformaciones que se hagan en el país deberán ser con acuerdos de los distintos sectores”, dijo a CIPER.
Lo que sí llama Errázuriz al próximo gobierno es “a evitar exacerbar el odio, pues lo que nos ocurrió en los años 70 con la demonización del otro fue muy grave y no puede volver a repetirse”.
El empresario no ve problemas en la eventual subida de impuestos para las empresas, de 20% a 25%, siempre y cuando ese aumento no afecte la inversión. “Es un tema en que nos podemos poner de acuerdo, pero el futuro gobierno deberá identificar qué es lo que persigue con la subida de los impuestos y explicitarlo”. Y es en ese punto precisamente en el que Errázuriz insiste en su temor que ya evidenció en julio a CIPER: “Ya no se habla de expropiarte la casa, los campos o la industria, sino la propuesta de la izquierda quiere expropiar los flujos, a través de los impuestos” (ver entrevista).
Mientras los análisis sobre el eventual control de daños se desatan en las filas de la derecha, el esfuerzo de esta nueva fase de la campaña se concentrará en apuntalar las regiones donde Evelyn Matthei resultó perdedora. Cada parlamentario electo asumirá un rol destacado en esta segunda vuelta. Y ya sin la camisa de fuerza de las parlamentarias, en el comando esperan que puedan volcarse a la campaña presidencial.
La pérdida de 9 diputados en la UDI impactó al gremialismo, pues es la primera vez desde 1989 en que declinó su ascendente curva electoral. Ese año tuvo 11 escaños en la Cámara Baja y en la elección de 2009 consiguió 38 diputados, convirtiéndose en la bancada con mayor número de representantes. En marzo tendrá 29. En el Senado, la UDI partió con dos y en 2010 llegó a tener ocho senadores, el mismo número que mantiene hoy.
RN, en cambio, ha tenido una suerte distinta, pues partió con 29 diputados, pero en 2009 solo obtuvo 18. Contando a Felipe Kast, hoy tendría 20 diputados y si Antonio Horvath no se aleja de RN se mantendrá con 8 senadores. El panorama de la derecha comenzará a resolverse a partir del 15 de diciembre, cuando las directivas de sus dos partidos concluyan la evaluación del proceso electoral. Y lo más seguro es que luego del balotaje tengan que empezar a planear lo que harán como oposición a la Nueva Mayoría.
En reemplazo de Andrés Allamand, Carlos Larraín llegó al Senado hace poco menos de tres años en momentos en que Sebastián Piñera cambió el rumbo de su gobierno y decidió copar algunos ministerios con dirigentes políticos históricos de la derecha.
En los próximos meses, Larraín dejará la presidencia de Renovación Nacional y una de sus cartas de reemplazo es Allamand, la dupla con la que pretende defender en un eventual gobierno de Michelle Bachelet el ideario de su sector, aquel que no tiene nada que ver con el de la “entelequia fantasmagórica de la nueva derecha”.
Usted no pasó al Tribunal de Disciplina a Antonio Horvarth por haber respaldado a Franco Parisi en la primera vuelta.
Yo no ando echando gente del partido. Si alguien se quiere ir, es distinto. Antonio Horvarth me cae bien y soy su amigo, por lo tanto no iba a hacer ninguna cosa disciplinaria contra un senador por una cuestión de 25 días. Lo de Franco Parisi fue flor de un día. Antonio tiene claridad en temas centrales: es enemigo del aborto y del matrimonio homosexual. Yo detecto en la derecha alguna desafección y Parisi en alguna medida es antena de eso. Lo de Franco Parisi tampoco es pura gana de molestar, pues hay gente que no está contenta con lo que está ocurriendo. A esa gente hay que dejarla existir políticamente.
Matthei dijo que saldrá a buscar votos del regionalismo, uno de los temas asumidos por Israel y también por Parisi.
El tema del regionalismo hay que apalancarlo. Evidentemente no se puede seguir con una cuestión concentrada entre Santiago y Valparaíso. Antonio Horvath ha representado este tema muy bien.
La candidata de la Alianza también planteó que es necesario convocar a quienes levantan las banderas ecologistas. ¿Usted se siente cercano o lejano a ese tema?
El tema ecologista lo entiendo porque soy jardinero. Entiendo el argumento ecologista, pero la discrepancia con Sfeir es que está un poco cargado hacia el inmovilismo y yo, en cambio, creo que hay que hacer un desarrollo, pero bien hecho, por lo que en ese tema hay una semi coincidencia con él.
Entonces coincide con Matthei en que hay que extraer los puntos positivos de cada una de las candidaturas y atraer esos votos.
Obvio, pero no solo para esta campaña, pues a lo más va a durar 20 días, sino para el futuro de la derecha.
Y respecto del futuro de RN y de la Alianza, ¿existe un acuerdo entre usted y Andrés Allamand para que en el próximo período haya una directiva presidida por él?
La próxima directiva del partido va a emerger de cómo se conduzcan los personajes individuales.
Usted fue presidente de RN fuera del Congreso y dentro de él, de modo que ahora puede evaluar cuán positivo es que un dirigente esté en el Senado o en la Cámara, especialmente a la hora de llegar a acuerdos.
Al comienzo yo pensaba que no era importante, pero ahora creo que sí lo es, puesto que aquí (en el Congreso) pasan muchas cosas.
Entonces, ¿Allamand es una buena carta?
Claro, pero hay otros más.
¿Entre esos también incluye a Alberto Espina o no?
Él tiene un cierto tope porque es visto muy próximo a Sebastián Piñera y el piñerismo no está con los bonos muy altos en Renovación Nacional.
Por descarte, Allamand debería ser el hombre del recambio, considerando que se trata de un senador articulador, con manejo político y que se proyecta para el 2017.
Tiene las patas, tiene experiencia, tiene predicamento como se dice en Argentina, tiene inteligencia. Y tiene capacidad de anticipación, cosa que los políticos de derecha muy rara vez poseen. Pero Cote Ossandón conecta con los pobres, cosa que muy pocos políticos de derecha tienen. No es lo mismo contactar con la pobreza que con los pobres. Eso es muy potente. De modo que a los dos los pongo a la par. Los dos tienen habilidades. Hace mucho tiempo atrás dije que nosotros tenemos una hilera de figuras y entre estos también está Francisco Chahuán, quien es un torbellino y es muy capaz.
¿Le gustaría ver a Felipe Kast incorporado al comité de la bancada RN?
Trabajamos junto a él mucho en la campaña, por lo que lo más lógico es que trabaje con nosotros.
Cuando se discuta la reforma educacional en el Congreso, ¿hasta dónde usted podría aceptar esos cambios?
Yo sería partidario de hacer una reforma blanda o mejor dicho una reforma parcial de la Ley General de Educación. Así podríamos salvar lo central.
A su juicio, ¿qué es lo central en educación?
La subsistencia de un sistema de educación particular subvencionado. Eso es valioso.
Ese sistema se confronta con el lucro en la educación…
Pero lucra el profesor, el administrativo, el que pagó el edificio, el promotor del proyecto que además paga los intereses de la deuda que se tiene para comprar el edificio y los computadores. Esta redefinición de la palabra lucro que se sacó a trajín en Chile derogó el diccionario de la Real Academia. Lucrar consiste en ganar.
Pero no a costa de la calidad de la educación, porque con eso solo aumenta la brecha de la desigualdad social.
Bueno, otra cosa es ser deshonesto, que es muy distinto.
¿Está de acuerdo con aprobar una reforma que ponga fin a la municipalización de los colegios?
A mí eso me preocupa bastante menos.
¿Lo ve viable?
Sí, yo creo viable la idea de agrupar escuelas, de agrupar corporaciones nacionales que reúnan a varios municipios. Por lo demás, hay municipios para los cuales la educación es un tema muy difícil de manejar, pero también en aras del equilibrio del argumento todos los contenidos educativos son manejados desde el ministerio de Educación. Y se le pide a los municipios enfrentar todo, sin embargo no le dan cómo hacerlo. Y cuando ocurren las llamadas malversaciones, no son más que redireccionamientos de fondos municipales para el objetivo A al objetivo B. Son técnicamente desvíos de fondos fiscales, pero en el fondo ocurren porque a los municipios los ponen en una situación muy difícil de manejar: les piden y no les dan con qué. Es por esto que el fin de la municipalización no me mata.
¿Qué de verdad le mata?
A mí me mata la posibilidad de que no haya educación particular subvencionada como ha existido en Chile desde hace 100 años y la posibilidad del copago. Francisco Vidal me decía que la familia chilena destina 500 millones de dólares a copago y que el Estado debiera pagarlo. Yo le contesté: ponte otros 500 millones pero deja que los papás gasten la plata en lo que quieran ¿o tú prefieres que compren plasmas? ¡Qué tiene por amor de Dios! La subsistencia de la libertad de enseñanza es muy básica, lo demás es secundario, es más manejable.
Y hablando de la nueva derecha, ¿es hora ya de que su sector corra las banderas hacia el centro para evitar la jibarización de la Alianza?
Voy a responder con una pregunta. ¿Con qué parte del lastre cultural de la derecha nos quedamos y cuál botamos? El mercado es sagrado, pero ¿la defensa del matrimonio o lo que queda del matrimonio no es sagrado también?
¿La nueva derecha es para usted una mera entelequia?
La nueva derecha, siempre lo he dicho, la veo muy cerca del barrio Alonso de Córdova.