Chileno en Grecia: Los inmigrantes ilegales y sus 30 nuevos campos de detención
11.04.2012
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
11.04.2012
Es cierto que en los últimos años el número de inmigrantes clandestinos e ilegales que llegan a Grecia aumentó de manera considerable. Según los datos de la Agencia Europea de Control de Fronteras (FRONTEX), el año pasado se registraron 57.000 entradas ilegales de inmigrantes. Atrás de ellos hay mafias turcas, griegas y de otras nacionalidades que los ayudan a ingresar al país, principalmente desde Turquía. La idea de la mayoría de ellos no es quedarse en Grecia, sino continuar su viaje hacia países más ricos. Uno de esos destinos es Italia. Por eso muchos de ellos ven en Patras (la tercera ciudad más grande del país) y su puerto frente a las costas italianas, el punto de partida para llegar por el mar. Después la idea es seguir hasta Francia o Alemania, donde se supone que la economía es más estable.
La Comunidad Europea firmó en 2003 un tratado llamado Reglamento Dublín II para prevenir el abuso de los procedimientos de asilo que suponen las solicitudes múltiples en sus estados miembros. Ese documento establece los criterios y mecanismos de determinación del estado miembro responsable del examen de aquellas solicitudes presentadas por un extranjero en alguno de los países integrantes. Y en la práctica, le impide a Grecia otorgar papeles a inmigrantes clandestinos. O sea, Grecia, que debería ser sólo un país de tránsito, se ha convertido en un territorio donde miles y miles de perseguidos por las guerras (que por lo demás, son guerras injustas e imperialistas, como la de Afganistán o Irak, y ahora las de Libia y Siria) deben finalmente permanecer por años en una situación de completa incertidumbre y abandono.
Desde fines de marzo, casi lo único que se escucha en la televisión y programas políticos griegos es cómo resolver el problema de cerca de un millón de inmigrantes ilegales en el país. Y la respuesta a ese tema ya se anunció: la construcción de 30 campos de concentración. Tal y como lee.
Son viejos campamentos militares en desuso donde se irían concentrando a los miles de inmigrantes que no posean documentación ni permisos de residencia, o sea, la mayoría. En pleno siglo XXI escuchamos que la solución elegida por el gobierno griego es la misma que adoptó la Alemania Nazi hace unas décadas e igual a la que escogieron dictaduras en distintas partes del mundo, como en Chile lo hizo la de Pinochet.
¿Por qué se permitió que empleadores inescrupulosos dieran una miseria de salario y ninguna protección social –ni de salud ni de vivienda– a inmigrantes que trabajaban en los campos recolectando frutas o en los peores y más duros oficios que se pueda imaginar? Durante años, en cada bencinera, en restaurantes o en la construcción, sólo se veían trabajadores extranjeros sin contrato, sin derechos sociales y con otro largo etcétera de carencias. Y ahora, justo cuando se acercan elecciones políticas, el fantasma del extranjero y del inmigrante clandestino y el odio al diverso se han elevado como bandera de campaña de varios candidatos.
Los partidos neonazis en Grecia están en aumento. El viernes 30 de marzo, grupos fascistas entraron a universidades y golpearon violentamente a estudiantes. Por otro lado, la policía ha estado toda esta semana deteniendo a miles de extranjeros en el centro de Atenas para llevarlos a sus cuarteles y encerrarlos de manera inhumana en cuartuchos y celdas de 2×3 metros. Un proyecto de ley que se discute en el Congreso griego podría permitir que se extiendan esas detenciones justificadas por un tema de “salud pública”.
La solución a los problemas de higiene, salud y alta concentración de personas ilegales en los edificios del centro de Atenas, así como a la violencia, los asaltos y los robos, sólo puede venir de la mano de la creación de trabajo para los inmigrantes y la entrega de papeles y documentación tanto a los que quieran viajar a otro país como a los que prefieran quedarse acá. También crear centros de educación y formación profesional. Pero se optó por crear 30 campos de detención donde el problema no se solucionará.