La lección para los ciudadanos tras el “mall de Castro”
09.03.2012
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09.03.2012
Chiloé tiene una población de aproximadamente 170.000 habitantes, distribuida en 10 comunas, cuya capital es Castro. En nuestra ciudad, que muchos solo conocen por la postal de los palafitos, hay más de 35.000 habitantes a los que se agrega una gran cantidad de población flotante proveniente del resto de las comunas. En verano cerca de 220.000 turistas visitan la provincia.
Pese a la idea que de Castro puedan hacerse en el resto de Chile, los habitantes de Castro tienen cabal conocimiento de lo que es un mall y viajan constantemente a Puerto Montt, atraídos, entre otras cosas, por el mall de esa ciudad.
Por eso, la idea de que se levantara uno en Castro fue atractivo para los habitantes. Sin sospechar que la construcción del mismo pudiese generar un problema con el entorno, muchos pensaban de buena fe que sería un aporte positivo para nuestra ciudad. Hay malls en casi todo Chile, ¿por qué no aquí?
En muchas ciudades se han modificado permanentemente los planos reguladores para recibir inversiones inmobiliarias. Puerto Montt, por ejemplo lo ha hecho permanentemente. En el caso de Castro, y hay que decirlo claramente, las modificaciones al plan regulador que permitieron esta construcción, fueron abiertas y expuestas por la autoridad municipal. Otra cosa es que la ciudadanía no haya participado activamente, a pesar de que hubo voces que alertaron de los problemas que podía generar no tener un buen plan regulador, como lo hizo la Cámara de Comercio y la Corporación para el Desarrollo.
“Pienso honestamente que la autoridad municipal actuó con buenas intenciones. Pero las buenas intenciones no son suficientes ante la falta de ética y nula responsabilidad social que ha mostrado la empresa dueña de este proyecto que no asume los pasivos ambientales y sociales”
Por todo ello, hoy podemos estar de acuerdo o no con el Plan Regulador, pero no se puede desconocer que fue sobre la base de éste –y no vulnerándolo- que se gestó el proyecto del mall. E insisto: este plan no se aprobó de espaldas a la gente. Este plan, que no protege adecuadamente el casco histórico de la ciudad, que no pone condiciones de materialidad, fue conocido en su momento. Y los habitantes de Castro no reaccionamos.
Aprovechando esa debilidad urbanística, el desarrollo del proyecto que ha escandalizado a todo Chile no valoró el entorno ni la arquitectura típica de Chiloé. Pienso honestamente que la autoridad municipal actuó con buenas intenciones. Pero las buenas intenciones no son suficientes ante la falta de ética y nula responsabilidad social que ha mostrado la empresa dueña de este proyecto que no asume los pasivos ambientales y sociales.
La situación hoy se agrava porque la empresa no ha respetado la normativa acorde a los permisos de edificación otorgados. Y cuando la ciudadanía, especialmente los profesionales del área, se dio cuenta de que el mall se había salido del ámbito de los permisos de edificación, la Dirección de Obras del municipio cursó los partes respectivos decretando la paralización de las obras. Pero la obra no se detuvo hasta hoy.
¿Qué lección debemos sacar de eso? ¿Que Castro no debe disfrutar de los aspectos buenos de la modernidad? Me parece que la respuesta es otra: la ciudadanía debe participar activamente en la próxima modificación del Plan Regulador a fin de no tener uno débil que desproteja el casco histórico. Es demasiado fácil no participar y luego dedicarse a culpar a las autoridades. Somos un territorio frágil y debemos protegerlo. Debemos poder mejorar nuestra vida y no solo confiar en la ética de las empresas que presenten proyectos que luego sorprenden hasta a las mismas autoridades con estos lamentables e ilegales hechos.