El bisturí de Joseph Stiglitz
12.07.2011
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12.07.2011
Estimada Directora:
Navegando por Internet me topé con una interesante columna del economista Joseph Stiglitz que sirve para entender que lo que hace que Chile se retuerza y corcovee -desde los deudores universitarios a los deudores de la La Polar – es la desigualdad feroz y creciente, pues ella destruye la sociedad y sus valores. Le copio algunos párrafos ilustradores. Dígame si esto, escrito para EEUU, no se aplica a Chile.
“La parte superior del 1% de los estadounidenses recibe casi una cuarta parte de la renta de la nación cada año. Si hablamos de riqueza en vez de renta, el 1 por ciento de la población detenta el 40 por ciento de la riqueza. Su suerte en la vida ha mejorado considerablemente. Hace veinticinco años, las cifras correspondientes fueron del 12 por ciento y el 33 por ciento. Una respuesta podría ser celebrar el ingenio y la suerte que tienen estas personas, que afirman que cuando sube la marea suben todos los barcos. Pero la respuesta estaría equivocada. Mientras que el 1 por ciento han visto como sus ingresos aumentan en un 18 por ciento en la última década, la clase media ha visto disminuir sus ingresos. Para los hombres que sólo han llegado a un nivel de enseñanza de secundaria, el descenso ha sido precipitado -el 12 por ciento en sólo el último cuarto de siglo. Todo el crecimiento en las últimas décadas -y más- se lo han quedado los de arriba. En cuanto a la igualdad de ingresos, América va a la zaga de cualquier país en la vieja, anquilosada Europa de la que el presidente George W. Bush solía burlarse. Nuestros colegas más cercanos son Rusia con sus oligarcas, e Irán. Mientras muchos de los antiguos polos de desigualdad en América Latina, como Brasil, han estado luchando en los últimos años, con bastante éxito, para mejorar la situación de los pobres y reducir las brechas en los ingresos, Estados Unidos ha permitido que la desigualdad vaya en aumento”.
“…la creciente desigualdad es la otra cara de otra cosa: Cada vez que disminuye la igualdad de oportunidades significa que no estamos usando algunos de nuestros más valiosos activos, nuestra gente, de la manera más productiva posible.
En segundo lugar, muchas de las distorsiones que conducen a la desigualdad, tales como las relacionados con el poder de monopolio y el tratamiento fiscal preferencial para los intereses especiales, socavan la eficiencia de la economía. Esta nueva desigualdad va a crear nuevas distorsiones, que socavan aún más la eficiencia. Para dar sólo un ejemplo: ahora muchos de nuestros jóvenes de más talento, atraídos por los beneficios astronómicos, se quieren dedicar a las finanzas en lugar de inclinarse por campos que conducen a una economía más productiva y saludable.
En tercer lugar, y quizás más importante, una economía moderna requiere “acción colectiva”. Es decir, un gobierno que invierta en infraestructura, educación y tecnología. Los Estados Unidos y el mundo se han beneficiado enormemente de la investigación patrocinada por el gobierno que condujo a Internet, a los avances en salud pública, y así sucesivamente. Pero Estados Unidos ha sufrido durante mucho tiempo una falta de inversión en infraestructura (ver el estado de nuestras carreteras y puentes, nuestros ferrocarriles y aeropuertos), en investigación básica, y en la educación en todos los niveles. Y nos esperan recortes adicionales en estas áreas.
“Prácticamente todos los senadores de los EE.UU., y la mayoría de los representantes en la Cámara, ya son miembros de la parte superior del 1 por ciento cuando llegan, se mantienen en el cargo con el dinero de la parte superior del 1 por ciento, y saben que si sirven al 1 por ciento van a ser recompensados por el 1 por ciento cuando salgan de la oficina”.
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