Evelyn Matthei: “No estoy por abrir de par en par la puerta de los abortos”
07.01.2011
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07.01.2011
El martes pasado, temprano en la mañana, la senadora UDI Evelyn Matthei recibió un llamado. Era Edith, la madre de Claudia Pizarro, quien quería avisarle que su hija iba a ser sometida a una cesárea; y que en pocas horas nacería Rafaela, una guagua sin posibilidades de sobrevivir, pues no tenía cerebro ni cráneo. Evelyn llegó a las 9:30 al hospital San José, y conversó con el director y con Edith, y a través de ella le mandó fuerzas a Claudia. Su testimonio, entre otros, la animó a presentar un proyecto de ley para despenalizar el aborto terapéutico en Chile. Y así evitar que otras mujeres pasen por la tortura que pasó Claudia: sobrellevar un embarazo falso. Tener una panza que otros miran y tocan, y sobre la que algunos regalan buenos deseos, cuando lo que en realidad se lleva es una pesadilla, una sentencia: “inviable”.
“Claudia se siente muy violentada de que el Estado la obligue a seguir hasta el final con este embarazo; y yo, en su caso, también me sentiría así”, piensa Evelyn Matthei.
En el camino, la historia de Claudia se mezcló con acusaciones de montaje por parte del ministro de Salud contra Guido Girardi, porque ella no tenía cáncer como se había dicho; y de llamadas intrigantes por parte de abogados de la Fundación Jaime Guzmán, para desprestigiar a Matthei y al senador Fulvio Rossi, coautor del proyecto de ley.
En esta entrevista Matthei revela los detalles de las acusaciones cruzadas. Pero también enfatiza que quiere dar vuelta la página, pues su objetivo de fondo es que se discuta sobre el proyecto de ley.
En el camino, Matthei reflexiona sobre las profundas divisiones que reflota un tema como éste en la derecha, y si es real o no la existencia de una derecha más liberal, representada por figuras como Piñera o su ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. La senadora la visualiza claramente en los temas económicos y en algunas políticas sociales, donde Piñera estaría tomando decisiones que otros economistas más duros no aceptarían, básicamente por una cuestión ideológica.
Otra cosa es el “frente valórico”. Ahí, Matthei es más cauta, y dice que más que “pasar la aplanadora”, ella está por dialogar.
-¿Qué ocurrió entre la Fundación Jaime Guzmán y Claudia Pizarro, la mujer que se transformó en el caso emblemático del proyecto de aborto terapéutico que presentaron usted y el senador Fulvio Rossi? ¿Es verdad que ellos la llamaron para ofrecerle ayuda a cambio de que los desprestigiara?
-Hay varios hechos. Cuando planteé el tema del proyecto de ley sobre aborto terapéutico, el diputado Arturo Squella, quien siempre fue de la Fundación, dijo, en una reunión de militantes de la UDI en Valparaíso, que yo debía irme del partido. Evitó todo el tiempo decir mi nombre, pero al final, cuando alguien le preguntó “¿se está refiriendo a la senadora Evelyn Mathei?”, contestó que sí. En segundo lugar, yo escribí una columna en La Tercera sobre lo que es la muerte cerebral. En esa columna yo sostenía que si una persona que está con muerte cerebral es considerada muerta, según la legislación, ¿por qué un feto que viene sin cerebro es considerado vivo? Luego de publicada esa columna, tres investigadores de la Fundación salieron a contradecirme en una carta al diario, y con argumentos bastante malos. Uno de sus razonamientos era que cuando se decreta la muerte cerebral, hay que estar seguros de que cesó toda actividad. Entonces preguntaban, “¿cómo va cesar algo que nunca existió?”, para concluir que el caso de un feto sin cerebro era muy distinto. Encontré que la carta era impresionantemente mala por sus argumentos; vergonzosamente mala, como para que la firmaran tres investigadores de la Fundación Jaime Guzmán. Por último, ocurrió otra cosa. A mí me llamaron para decirme que tuviera cuidado, porque estaban en una campaña de desprestigio en contra mía.
“Me llamaron para decirme que tuviera cuidado, porque estaban en una campaña de desprestigio en contra mía”
-¿Puede explicarme qué ocurrió exactamente?
-Claudia me mandó a decir a través de otras personas que la habían llamado de la Fundación Jaime Guzmán, para ofrecerle un muy buen trato en lo hospitalario, a cambio de que hablara y me dejara sin piso a mí y al senador Fulvio Rossi (PS). Claudia tenía el número de teléfono del cual la habían llamado y, en un reportaje de televisión, una periodista llamó a ese número y resultó ser de Manuel Uzal (abogado). Uzal reconoció que la había llamado, pero, según él, lo hizo solo para preocuparse de una buena atención médica y nunca le pidió decir nada en contra mía. A estas alturas, unos podrán creerle a Claudia y otros a Manuel Uzal…
-¿Usted qué cree?
-Yo le creo a Claudia, claramente. O sea, cuando uno ve primero que un diputado y ex investigador de la Fundación señala que yo me tengo que ir del partido. Cuando luego otros investigadores salen a desdecirme y con muy malos argumentos. Y cuando finalmente hay un llamado a una señora… Yo nunca había visto que un investigador de la Fundación Jaime Guzmán llamara para ofrecer una buena atención médica a alguien.
-¿Por qué llama ofreciendo eso? ¿Esa persona tenía alguna relación con un centro médico?
-No sé. Yo más bien creo que lo que le estaban ofreciendo era una buena atención, probablemente en algún centro privado, a cambio de que me desdijera a mí. Yo creo que así fue, pero no tengo cómo probarlo.
-¿Se comunicó usted con la persona que llamó a Claudia?
-No.
-¿Y de la Fundación se comunicaron con usted?
-Yo hablé con el director de la Fundación, Jorge Jaraquemada, de quien tengo la mejor opinión y además mucho cariño.
-Hasta antes del cambio de gobierno, Jorge Jaraquemada se desempeñaba como asesor legislativo de los parlamentarios de la UDI, por lo que tenía una intensa relación con ustedes…
-Hemos tenido siempre una muy buena relación. Yo tengo mucho respeto y cariño por él; y le dije: “mira Jorge, a ti te creo absolutamente, pero a Manuel Uzal no lo creo nada”. Manuel Uzal siempre ha sido una persona como bastante extrema y me debe considerar a mí también extrema, y no tengo ningún problema con eso. Pero el hecho es que yo realmente creo que Manuel Uzal efectivamente llamó, porque además Claudia me lo había mandado a decir el día anterior. Su mensaje fue “cuídese”.
-¿Cómo conoció usted a Claudia Pizarro?
-Yo leí sobre su caso en La Tercera y justo ese día tenía que ir a la radio ADN con Alejandro Guillier. Fui al estudio y, cuando entro, la estaban entrevistando por teléfono. Entonces le dije que quería conocerla, conversar con ella, y le pedí a las personas de producción de la radio que le pidieran el celular. La llamé después. Así fue.
-¿Hace cuánto tiempo ocurrió eso?
-Hace dos o tres semanas. Desde entonces, he estado en contacto con ella de vez en cuando. Yo creo que ella ha sentido que estoy ahí, que de verdad me preocupa. De hecho, hoy en la mañana (martes 4 de enero, el día en que el parto de Claudia fue inducido) su mamá me llamó para decirme que estaban aquí en el hospital, y me vine inmediatamente, y no le dije nada a nadie. Durante todo este tiempo he estado con ellos, tratando de ayudarlos. Uno tiene que tener claro que Claudia, en 2009, estaba embarazada de gemelas y las perdió. Y que luego, en 2010, nuevamente quedó embarazada, pero tenía un feto sin cerebro. Ella se siente muy violentada de que el Estado la obligue a seguir hasta el final con este embarazo; y yo, en su caso, también me sentiría así.
Libertad y Desarrollo: “Tiene el derecho y el deber de decir lo que piensa. Otra cosa es transformarse en el brazo armado de la oposición”
-El ministro Mañalich la acusó de hacer un montaje, pues no tendría cáncer, sino una lesión cancerígena en el cuello del útero…
-Yo he leído las declaraciones y nadie la acusó a ella. La acusación fue en contra del senador Girardi, pero ella se sintió afectada. Además, ella de verdad pensó que el NIE II era un cáncer. A ella le fueron a avisar, en una ambulancia, a su casa, que el papanicolau había salido alterado y que tenía un NIE II, y por lo tanto ella sintió que era algo grave. Ella hizo dos presentaciones por escrito, porque estaba con una angustia feroz. Yo creo que ella está con un grado de cansancio, y unas ganas de estar sencillamente tranquila, y que toda esta pesadilla pase, porque de verdad quiere tener un hijo.
-Diputados de RN pidieron al Tribunal de Ética del Colegio Médico que censure públicamente al senador PPD Guido Girardi, por la participación que él tuvo en el caso de Claudia Pizarro y el montaje del cual algunos lo culpan. ¿Está de acuerdo con eso?
-No quiero meterme en ese tipo de temas. Lo único que deseo es que el proyecto que presentamos con el senador Rossi se pueda discutir en forma serena, razonada, con la mejor calidad de asesores, mirando el tema desde todos los puntos de vista y considerando todas las aristas que tiene. En el fondo, yo siento que las peleas políticas inciden en eso y complican una buena discusión del proyecto.
-En una declaración pública, la Fundación Jaime Guzmán planteó que lo que habían hecho era contactar a un médico del hospital San José para ofrecerle a Claudia una atención más completa. Y que, luego de eso, una persona que trabaja en la Fundación Jaime Guzmán, llamó a Claudia para decirle que en el hospital estaban dispuestos a recibirla. “Esta información fue lo único que se le comunicó, sin exigirle ni ofrecerle nada a cambio”, respondieron…
-No leí la declaración de la Fundación. Pero perdón, yo no sé si realmente la Fundación Jaime Guzmán está de acuerdo con que el Estado obligue a una mujer a llegar hasta el final del embarazo de un feto que viene sin cerebro y sin cráneo. Si ellos creen que cualquier óvulo fecundado es vida humana, bueno, me imagino que van a obligar a las mujeres a llegar hasta el final con los embarazos molares. La verdad es que entre un embarazo normal y un embarazo fallido hay muchos grados. El molar es el más brutal. Sencillamente es una masa de células. Ahora, alguien podría decir “hay vida humana”. Yo digo hay vida, pero eso no es vida humana. Entonces, ¿dónde tirar la línea? Para mí la línea se tira básicamente cuando el feto tiene malformaciones brutales, cuando es un embarazo sumamente fallido y no tiene ninguna posibilidad de vivir. Por eso en nuestro proyecto pusimos lo de “inviabilidad”. Ahora, ese concepto tiene que ser trabajado. Vamos a abrir una ronda de conversaciones con médicos especialistas, porque este es un tema que requiere de mucho estudio y de una definición lo más clara y precisa posible, porque tampoco estoy por abrir de par en par la puerta de los abortos, para nada.
-Es difícil avanzar con estos temas dentro de la Alianza por Chile. La Fundación Jaime Guzmán es un actor importante y planteó muy claramente su postura contra el proyecto que usted presentó…
-Puede ser un actor muy importante, pero en esto yo tengo total independencia respecto de ellos.
-Antes de presentar este proyecto de ley, ¿lo conversó con el gobierno?
-No. No lo conversé con nadie. Sólo le avisé a Juan Antonio Coloma, a Hernán Larraín y a Jovino Novoa que iba a presentar el proyecto, y lo presenté a las 11 de la mañana. Mire, este es un tema en que al final vamos a ver si están los votos o no, tan sencillo como eso… Hay gente que es muy cercana a la Iglesia, y hay otros que pueden ser también muy de Iglesia, pero para quienes su voto tiene mucho más que ver con su propia conciencia que con los mandatos de la Iglesia.
-¿Ha cambiado en algo su sector? ¿O hace diez años la reacción habría sido la misma?
-No sé si hay un cambio. Vamos a ver si están los votos no más… Pero creo que estas son reacciones normales.
-Hace unos días, en una entrevista el senador Ricardo Lagos Weber le preguntó si usted habría presentado este proyecto si fuera a reelección como senadora. Su respuesta fue “no sé”. ¿Por qué no lo sabe? ¿Qué es lo que la hace dudar?
-Porque una persona que va a ser candidato, candidato a cualquier cosa, tiene probablemente mucho más cuidado en muchas de las cosas que hace o dice. Eso es algo normal y natural, y no solamente en este tema, sino en muchos otros. Yo creo que la gente se cuida más cuando sabe que va a volver a ser candidata.
-Usted era mucho más cercana a Libertad y Desarrollo, pero a comienzos de 2010 dijo que no iba a seguir trabajando con ellos por las fuertes críticas que hizo el instituto a la decisión del gobierno de financiar parte de la reconstrucción con un alza de impuestos…
-El Instituto Libertad y Desarrollo tiene todo el derecho a decir “nosotros no estamos de acuerdo con un alza de impuestos”; y yo no tengo ningún problema con que lo hagan. Pero en ese momento sentí que el tema se había transformado casi en una obsesión, y estaban todos los días en la prensa y qué sé yo. Entonces, una cosa es un instituto de pensamiento, que tiene el derecho y el deber de decir lo que piensa. Y otra es cuando empiezas a transformarte en el brazo armado de la oposición. Yo no estoy dispuesta a que un instituto, que en el fondo representa a nuestro sector político, se transforme, en un tema, en el principal opositor al gobierno. O sea, es como si Cieplan se hubiera dedicado a destrozar algún tipo de política del gobierno de la Bachelet…
“Piñera puede proponer un aumento de impuestos porque para él la política tributaria es un instrumento de política fiscal y punto. Para la gente que estudió en Chicago es un tema mucho más ideológico”
-Justamente el temor de este instituto era que le ocurriera lo que pasó con centros emblemáticos de la Concertación como Cieplan, que tras los primeros gobiernos de la Concertación prácticamente desapareció. ¿Cuál cree usted que es la situación de Libertad y Desarrollo? ¿Ha bajado la calidad de sus investigadores o es la misma de antes?
-No sé. Pero le puedo decir que todo el contacto que yo antes tenía con Libertad y Desarrollo ahora lo tengo directamente con los ministerios. Eso les va a pasar en muchas áreas, y es normal que sea así, y no habla mal ni bien de ellos. Lo más probable es que ellos empiecen a dedicarse a temas que no estén tan en la agenda política del gobierno.
-¿Usted cree que Luis Larraín, actual director del Instituto, es el hombre para encabezar un desafío como ése?
-Yo no he conversado con Luis de esto. Pero creo que él es una persona súper inteligente y tiene claro que no puede competir con los ministerios… Rossana Costa, por ejemplo, se les fue. Y Rossana, actual directora de Presupuestos, era un alma del instituto. O sea, de diez veces que yo llamaba a Libertad y Desarrollo, ocho eran a la Rossana. Y las otras dos, a Tomás Flores, actual subsecretario de Economía.
-A mediados de diciembre, Libertad y Desarrollo celebró sus 20 años. Entonces, el periodista Héctor Soto hizo la siguiente descripción de la celebración: “Nadie arrancó vítores más entusiastas que Hernán Büchi”; “Büchi sigue siendo, sobre todo para el empresariado, aparte del dirigente más querido y respetado, el Moisés que administra las tablas de la ley y las verdades del desarrollo”. Respecto a la recepción que los empresarios dieron a Piñera, en cambio, escribió: “no le creen mucho ni lo quieren tanto”. Usted que conoce ese mundo, ¿está de acuerdo con Soto?
-Yo creo que uno no puede olvidar que para los empresarios y para la gente en general que estaba de alguna manera siguiendo los acontecimientos, quien salvó a Chile después de la tremenda crisis de los ‘80 fue Hernán Büchi. Hay un tremendo reconocimiento y cariño hacia él. Fue una persona que estuvo dispuesta un poco a ir al sacrificio, con su candidatura presidencial. Entonces, en el fondo, es visto por mucha gente como alguien que nunca ha tratado de sacar ventajas para sí mismo, sino que es un hombre absolutamente jugado por la causa.
-O sea, Büchi genera lo contrario de lo que se produce con Piñera…
-Lo que pasa es que son distintos. Yo te diría que ese cariño hacia Büchi por estar dispuesto a sacrificarse él mismo, su prestigio, su tiempo, es algo súper reconocido. Pero por Piñera existe un enorme respeto por haber logrado llevar al sector al gobierno. Y bueno, Piñera es un gallo más duro en los negocios, en la política, con una sensación de su propio poder distinto a Büchi. Entonces sí, en una comida de Libertad y Desarrollo, donde se celebran sus 20 años, obviamente que los aplausos más fuertes iban a ser para Büchi. Pero no sé cómo habría andado el aplausómetro de esos mismos empresarios puestos en una comida distinta. Ahí era una cosa muy de Büchi y su entorno.
-Luis Larraín, director de Libertad y Desarrollo, dijo en una entrevista que tenía una evaluación positiva del gobierno de Piñera, pero no lo entusiasmaba, pues no había logrado establecer una identidad sustancial. Lo mismo me dijo en una entrevista Jaime Bellolio, subdirector de la Fundación Jaime Guzmán. Se ha empezado a oír fuerte esta crítica. Que al gobierno de Piñera le falta un relato; un cerebro como el de Boeninger en los años de Aylwin. ¿Está de acuerdo?
-Es evidente que Sebastián Piñera es una persona súper pragmática. Está claro que él votó por el No. Está claro que no es de la escuela de Chicago en Economía, sino de Harvard, que es más liberal. Mi marido por ejemplo (Jorge Desormeaux, ex consejero del Banco Central) es de la escuela del MIT, que también es mucho más liberal. Por eso es que Piñera puede proponer un aumento de impuestos a las empresas, porque para él la política tributaria es un instrumento de política fiscal y punto. Para la gente que estudió en Chicago, en cambio, es un tema mucho más ideológico. Hay diferencias entre las distintas escuelas de Economía en Estados Unidos. Es muy posible, entonces, que existan algunos matices, porque Piñera, tanto por historia personal como por formación profesional, es más liberal en muchas materias de lo que son la mayoría de los investigadores de estos centros. Ahora, ellos pueden sentir que falta un relato, y tienen derecho a decirlo.
-¿Y usted qué opina?
-Yo siento que el relato de Piñera es uno bien simple: preocuparse por la gente y hacer las cosas bien. Lo que está haciendo Piñera, a su forma, es implantar en Chile una nueva idea de lo que es la derecha o la centroderecha. En el fondo, nos aleja de esa caricatura que siempre trató de presentar la Concertación de nosotros; y está mostrando una derecha pragmática, cercana a los problemas de la gente y tratando de hacer bien las cosas. A mí me parece maravilloso.
-¿No le parece que Crisitián Larroulet, actual ministro secretario general de la Presidencia, estaba llamado a cumplir el papel de ideólogo del gobierno y no lo dejan?
-El ideólogo es el Presidente. Y se está imponiendo. Y en el fondo su ideología es ‘que nadie nos venga a decir que no estamos preocupados por la pobreza’. Está creando el ministerio de la pobreza. Entonces, toda esta caricatura que presentaban, que la derecha se va a preocupar solo de los ricos, mentira. Les subió los impuestos a los ricos y está creando el ministerio de la pobreza. Toda esta caricatura que la izquierda presentó de la derecha, Piñera se está encargando de hacerla añicos, qué mejor, qué más relato quieren, para mí está espectacular. No solamente estamos preocupados de la pobreza, sino también del ascenso social ¿Qué son si no los liceos de excelencia? Una posibilidad rápida, fácil, expedita, de que niños talentosos de familias de escasos recursos puedan llegar a estudiar Medicina en la Universidad Católica y no se saquen 450 puntos por una educación de pésima calidad que reciben en forma gratuita. Yo siento que el relato de Piñera es el de una derecha entre comillas…
-¿Una nueva derecha?
-Obviamente que es de una nueva derecha, aunque a algunos no les guste.
-Le gusta esa propuesta de Hinzpeter…
-Me acomoda enormemente.
“Toda esta caricatura que la izquierda presentó de la derecha, Piñera se está encargando de hacerla añicos, qué mejor, qué más relato quieren, para mí está espectacular”
-Ahora, cuando aparecen temas como su proyecto para legislar sobre el aborto terapéutico, la derecha antigua se hace escuchar, y aparece una tensión entre ambos grupos, un tema no resuelto…
-Las coaliciones de partidos son amplias, no son homogéneas. No le tengo miedo a la heterogeneidad, al contrario, creo que enriquece. En la Concertación tenían estos mismos conflictos en estos mismos temas. Mientras la izquierda quería avanzar en la legislación, haciéndola más parecida a la de los países europeos, gran parte de la Democracia Cristiana no lo deseaba. Hay que aprender a convivir con esa diversidad, y ver en qué casos se puede llegar a mínimos comunes; y en qué casos sencillamente lo sometes a la votación de la sala y ves si los votos están o no. Esto es parte de las coaliciones amplias que tenemos en Chile y no me complica en absoluto.
-Hace una semana, Jorge Errázuriz, socio del Banco de Inversiones Celfin, se trenzó en una discusión con Fernanda Otero, asesora del Presidente Piñera. El origen del debate entre ambos fue un mensaje de Errázuriz por twitter que señalaba lo siguiente: “si los liberales somos mayoría, especialmente la juventud, por qué nos dejamos pasar la aplanadora eclesiástica…”. Discusiones como ésta parecen más que un problema de heterogeneidad. ¿No cree que hay una tensión de fondo que no está resuelta y de la cual algunos quieren aflojarse?
-Hay una discusión de fondo que no va a estar resuelta nunca, porque ninguno de esos grupos se va a acabar. Esta es una discusión que viene hace siglo y medio. Primero fueron los cementerios, si podían haber cementerios laicos o no; después fueron las universidades, si podían coexistir universidades laicas y católicas; después fue la separación Estado-Iglesia; y después la doctrina social de la Iglesia; el divorcio; la píldora. O sea, esto es una constante, no solamente en nuestra sociedad sino en muchas sociedades. Y finalmente se van imponiendo lo que son las mayorías en cada minuto. Durante mucho tiempo no hubo suficiente mayoría para legislar sobre el divorcio hasta que finalmente estuvo la mayoría. Yo siento que esta es una tensión permanente en nuestra sociedad, y que va a seguir.
-¿No es que ahora exista dentro de la derecha una fuerza liberal que esté dispuesta a plantear que llegó su momento? ¿Un sector que se cansó de estar del lado de los pechoños, por decirlo así?
-Yo soy de la idea de avanzar con el mayor cuidado, sin avasallar a nadie, planteando las cosas con mucha responsabilidad, escuchando al otro. Prefiero dar un paso quizás un poco más modesto y pequeño, pero sin causar escándalo ni agraviar a nadie. Creo que esto es parte de una tensión que lleva más de 150 años en Chile. Puede haber algunos liberales que dicen “somos mayoría”, “pasemos la aplanadora”; mientras otros dicen “no, hay muchos votos nuestros que vienen de esos sectores conservadores”. Bueno, en nuestro sector han convivido los liberales y los conservadores. En algún momento no lo hicieron. Hoy nuevamente conviven. Y yo francamente prefiero la convivencia que la aplanadora.