Entrevista
Historiador UC que renunció al Mineduc: “Hay intervención a un currículo ampliamente discutido”
25.11.2010
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Entrevista
25.11.2010
Claudio Rolle es jefe del Departamento de Historia Universal de la Pontificia Universidad Católica y hasta la semana pasada trabajaba en la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, Mineduc. Coautor de libros como Historia del siglo XX chileno (Sudamericana, 2001) y La vida cotidiana de un año crucial (Planeta, 2003), era uno de los pocos expertos en su área que permanecían en ese ministerio desde los gobiernos de la Concertación. Sin embargo, después de enterarse por la prensa de que a contar de 2011 el actual gobierno aumentaría las horas de Lenguaje y Matemáticas en desmedro de las de Ciencias Sociales, el académico presentó su renuncia.
El gesto de disconformidad no se limitó al abandono de su cargo de asesor. Además Rolle participó de una concurrida manifestación de protesta que se realizó ayer jueves frente al ministerio -manifestación que fue reprimida por Carabineros- y fue uno de los adherentes de una carta dirigida al ministro Joaquín Lavín, donde diversos historiadores piden echar pie atrás a la medida y reclaman por lo que consideran “una visión limitada de la educación, más preocupada de los resultados de mediciones estadarizadas que de los aprendizajes efectivos de nuestras niñas y niños”.
La frase alude a una de las principales metas anunciadas por el gobierno, tendiente a elevar en 10 puntos el resultado de la prueba Simce para 4° básico. La pretendida mejora se inscribe en lo que el gobierno ha denominado la Gran Reforma Educacional, que implica medidas relevantes y en algunos casos resistidas. Como aquella que sumará 800 horas de lenguaje y matemáticas a costa de historia y geografía, tecnología y educación cívica.
Claudio Rolle sostiene que el principal inconveniente del cambio curricular anunciado es que los resultados que se consigan “pueden ser llamativos pero engañosos”, pues “están privilegiando el medio por sobre el fin”.
-¿Qué opinión tiene del cambio curricular anunciado?
En mi opinión es una medida desacertada, una medida poco razonable, pero también inadecuada en las formas, no sólo en el fondo. No me parece que los argumentos señalados por el ministro sean sólidos para fundamentar la reducción de un sector tan central en la formación de nuestros niños y jóvenes como son la historia, la geografía y las ciencias sociales. En ningún lado está garantizado automáticamente que si tú aumentas el número de horas vas a conseguir resultados. Además, esto puede traducirse en una suerte de entrenamiento en materia de habilidades de lenguaje y matemáticas que redunde en resultados llamativos pero que son engañosos. Por eso la declaración de hoy insiste en esa definición que puede parecer semántica pero que en mi opinión es profunda: hay una distinción entre la educación y la instrucción. Nosotros estamos más por la educación.
-¿Esa diferencia de criterio lo llevó a renunciar al Mineduc?
No únicamente, porque me parece que el clima de debate y diálogo se había perdido. Pero efectivamente esta medida puntualmente es la que determina mi renuncia. Porque además acá se mezclan dentro de un mismo paquete medidas que son de naturaleza distinta: las medidas de reforma en el terreno administrativo, que tienen que ver con los estímulos a directores y estudiantes de pedagogía, son muy distintas a las curriculares. A mí me preocupan estas últimas medidas porque pasan un poco coladas dentro de este gran paquete que se ha llamada la Reforma. Hay aquí una intervención a un currículo que fue ampliamente discutido. El marco curricular fue acordado con muchas consultas, con una discusión parlamentaria, y eso se pretende alterar de un momento a otro con un anuncio que viene de una decisión inconsulta. Aquí lo que se hace necesario es un diálogo, yo creo en eso; y al igual que en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1789, donde se admite que un error que se ha cometido por ignorancia, olvido o desprecio a las formas se puede corregir, espero que las autoridades del ministerio tengan el buen criterio de discutir y pensar lo importante que es la formación de memoria y la construcción de identidad y capacidad crítica.
-¿Qué interpretación le da usted al hecho de que se decida aumentar las horas de lenguaje y matemáticas en desmedro de las ciencias sociales? Hay quienes interpretan este medida con un sesgo político, ideológico, ¿que cree usted?
Yo creo que la historia, la geografía y las ciencias sociales en general son uno de los territorios más disputados por las visiones ideológicas, en el sentido de que es el territorio de la formación ciudadana, del desarrollo de un pensamiento crítico. Es el territorio donde se ven interpretaciones contrastadas y donde se debaten temas polémicos como el golpe militar y las violaciones a los derechos humanos, temas que pueden ser incómodos en cierto momento y que ciertamente provocaron ya en el pasado polémica. Pienso que eso a lo mejor podría explicar algo. Pero estoy interpretando y no quisiera especular. Lo planteo como una posibilidad pero no quiero ser taxativo porque no me consta.
-De acuerdo con lo que pudo observar al interior del Mineduc, ¿las nuevas autoridades están preocupadas de hacer una revisión del modo en que se está enseñando la historia de Chile?
Ese es un tema que está por verse. En teoría el ajuste no se puede tocar porque ya fue sancionado por la ley. Pero en la práctica tengo la sensación de que a través de los programas existe la intención de establecer ciertas innovaciones que no comparto. Por ejemplo, la memorización de datos o hechos relevantes. En el grupo que participó de esta discusión en años anteriores fuimos muy críticos de esa visión. Más bien postulamos a la comprensión de procesos donde se pueden insertar determinados datos que los niños tiene que llegar a saber, una educación de carácter no enciclopédico, lo que retóricamente se llama educación para la vida y que nos permite escapar del enciclopedismo y esa ilusión de que sabemos muchas cosas y somos cultos porque reconocemos las capitales de América, por dar un ejemplo burdo.
-¿De qué manera la enseñanza de las ciencias sociales, y más particularmente de la historia, puede contribuir al desarrollo de capacidades vinculadas con el lenguaje?
Noto cierto tono de arrogancia en el anuncio del cambio curricular y no quisiera caer en eso… Pero diría que en los anuncios hay un cierto descuido. Porque hay muchos estudios y personas que sostienen que el ejercicio de las lecturas de la historia y las ciencias sociales son un muy buen predictor de desarrollos y capacidades para la lectura y la escritura. Probablemente en ese sentido sea igual o superior a los que se dan en el sector estrictamente de la enseñanza de la lengua. No pretendemos formar en el colegio historiadores, no es el propósito, pero sí que lean historia, que conozcan documentos, que sean capaces de interpretar, y en esa capacidad de interpretación tengan la posibilidad de sopesar las formas de la escritura y la lectura.
-En definitiva, ¿qué cree que está en juego con la idea de quitarle horas a las ciencias sociales para favorecer lenguaje y matemáticas? ¿Qué se pierde y qué se gana? Se lo pregunto además porque las recientes manifestaciones se pueden interpretar como una defensa corporativa.
Esto no se trata de una defensa corporativa. Mi disposición particular, y de muchos de nosotros, es que la historia nos sirve para la vida. ¿Para qué sirve? Como decía Pierre Vilar, ¿para qué sirve la historia? Para leer el diario, para entender el mundo en el cual estamos situados. Muchas veces se piensa que los historiadores pensamos y nos preocupamos del pasado, y eso no es cierto. Los historiadores pensamos a los seres humanos en el tiempo, pero pensamos mucho en el futuro, no hacemos historia por nostalgia sino porque nos apasiona la sociedad, porque queremos entender cómo hemos llegado a ser lo que somos y hacia donde vamos. Entonces, con esta medida, hay una dimensión de la percepción del mundo que se lesiona fuertemente.