HABRÍA SIDO AFECTADO POR UNA OPERACIÓN DE LAVADO DE ACTIVOS. CIPER ENTREVISTÓ A SU LIQUIDADOR
Banco panameño cuya matriz participó en la propiedad de Azul Azul fue liquidado por insolvencia: Sartor es su mayor deudor
05.02.2025
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
HABRÍA SIDO AFECTADO POR UNA OPERACIÓN DE LAVADO DE ACTIVOS. CIPER ENTREVISTÓ A SU LIQUIDADOR
05.02.2025
Atlas Financial Panamá Corp participó, entre 2021 y 2022, en la propiedad de la concesionaria de la “U”. Esa compañía, que llegó a Chile de la mano de Sartor, es dueña del Atlas Bank, entidad intervenida por la Superintendencia de Bancos de Panamá por insolvencia y falta de liquidez. CIPER entrevistó a su liquidador, quien está tratando de cobrar US$2 millones que adeuda Sartor y no sabe si los podrá recuperar. El grupo Sartor -investigado en Chile por la CMF- fue cliente del Atlas Bank y es su deudor más relevante. Otro depositante de la entidad financiera era un banco puertorriqueño, que también fue liquidado, el que fue acusado de lavado de activos por parte de Atlas Bank. Hace cuatro años, cuando se supo que los dueños del banco panameño figurarían entre los propietarios de Azul Azul, se encendieron alarmas por la opacidad que existe en esa jurisdicción centroamericana, lo que dificulta identificar a los beneficiarios de las empresas y fiscalizar sus inversiones. El devenir de Sartor y del Atlas Bank, finalmente, dio sustento a esas preocupaciones.
En 2021, cuando el grupo Sartor tomó el control de Azul Azul, no llegó solo. Trajo consigo a un invitado que causó ruido: Atlas Bank, un banco panameño cuya matriz había adquirido parte de la propiedad de Sartor casi al mismo tiempo en que ese grupo iniciaba las negociaciones para transformarse en el nuevo dueño del club de la Universidad de Chile. El éxito de esa operación provocó que la entidad financiera panameña participara en la propiedad de la “U”, teniendo en sus manos cerca del 10% de la concesionaria del club.
Atlas mantuvo ese porcentaje hasta 2022, cuando dejó la propiedad de Sartor y automáticamente diluyó su participación en el Fondo de Inversión Privado (FIP) Tactical Sport, creado para administrar el club. El banco entró en crisis pocos meses después y fue intervenido por la Superintendencia de Bancos de Panamá en noviembre de 2023. Tras una fallida reorganización, la reguladora decretó su liquidación forzosa en febrero de 2024, iniciando un proceso que mantiene a sus depositantes con bajas probabilidades de recuperar su dinero. Una experiencia similar a la que vivió Sartor, cuya administradora de fondos también fue liquidada por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) a fines del año pasado.
CIPER revisó los detalles del proceso en Panamá y contactó al liquidador del banco, Jaime de Gamboa. De profesión contador auditor, de Gamboa explicó que el principal problema de Atlas Bank fue que gran parte de sus activos se “esfumaron” cuando los depositó en una casa de valores que también fue liquidada, llamada National Advisor Corporation. Además, manifestó que mantiene especial interés por la situación financiera y legal de Sartor, ya que es el principal deudor del banco. Según la información que ha podido recolectar, esa deuda se originó por un crédito que Atlas extendió a la empresa chilena en 2021 por US$2 millones. Y, de acuerdo con el liquidador, Sartor ha explorado mecanismos para no cumplir con el pago:
“Sartor hizo esfuerzos legales en Panamá, contrató firmas jurídicas acá, para buscar que no les cobráramos los dos millones, sino que los compensáramos con el dinero que ellos mantenían en el banco como clientes. Eso se contestó formalmente que no tiene ningún asidero legal de ninguna naturaleza, y se les rechazó esa solicitud de plano”, sostuvo de Gamboa.
CIPER intentó obtener respuestas oficiales sobre el origen de la deuda, sin embargo, Sartor declinó emitir declaraciones para este reportaje. Fuentes cercanas a ese grupo comentaron que el dinero solicitado en 2021 a Atlas Bank fue ocupado para financiar sus operaciones en Chile y Perú, y que se encuentran en conversaciones con la administración del banco para determinar cómo pagarán.
Según de Gamboa, que ha participado en nueve procesos de reorganización en Panamá en los últimos 20 años, este es el caso más complejo que le ha tocado. Una cuestión paradójica si se considera que Atlas es el banco más pequeño del circuito panameño: manejaba US$60 millones repartidos entre cerca de 300 clientes, mayoritariamente extranjeros. El liquidador dijo que, de esos clientes, solo 50 mantenían el 85% de los depósitos, mientras que, de manera sorprendente, otros 200 habían abierto cuentas con muy pocos fondos, de menos de US$20. Del total de activos, US$44 millones fueron involucrados en la casa de valores liquidada y asoman como irrecuperables.
A este llamativo perfil hay que sumar su vinculación con Nodus International Bank, un banco de Puerto Rico que depositaba en Atlas y que también fue liquidado recientemente. Atlas acusó a Nodus de lavado de activos en 2023, luego de detectar que, sin su conocimiento, decenas de millones de dólares que estaban a nombre del banco panameño en la casa de valores fueron transferidos al dueño del banco puertorriqueño.
Fuera de micrófono, la mayoría de las personas contactadas por CIPER coinciden en que el principal articulador de la relación entre Atlas y Sartor fue Miguel León, ingeniero comercial que desempeñó roles directivos en ambas empresas y en Azul Azul. León, que también figura como beneficiario final de Tactical Sport, habría sido quien ideó el formato con que la matriz del banco panameño adquirió el 17% de Sartor en 2020. Ese movimiento se ejecutó a través de una inyección de capital de US$2 millones por parte de Inversiones Atlas Chile SpA, subsidiaria de Atlas Financial Panamá Corp. (Panamá), a la sociedad Asesorías e Inversiones Sartor.
León dijo a CIPER que en su calidad de “asesor” de empresas jugó un rol de “facilitador de la transacción, cosa que hago profesionalmente hace mucho tiempo en diversas transacciones”.
En esas fechas, Sartor también negociaba la adquisición del 63% de las acciones de Azul Azul, que estaban en manos de Carlos Heller. La primera etapa de esas conversaciones se cerró sin éxito, pues el empresario dijo que no vendería su parte hasta estar seguro de la identidad de los compradores.
En septiembre de 2020, El Mercurio publicó que Heller “teme que algunos representantes o propietarios de otros clubes estén detrás del negocio”. Citando fuentes de Azul Azul, el medio agregó que “algunos piensan que Patrick Kiblisky (expresidente de Ñublense), podría ser parte de esta inversión”. Pese a ello, las versiones que se manejan a cinco años del primer acercamiento indican que, en realidad, solo hubo una discordia en el precio de venta.
Finalmente, Sartor pagó US$15 millones por las acciones de Heller a mediados de 2021. Las memorias anuales de Azul Azul indican que Atlas pasó a controlar poco más del 15% del FIP Tactical Sport. Conocedores del negocio dijeron a CIPER que el dinero inyectado desde el extranjero no tuvo relación con la adquisición del club, pese a que las fechas de ambas operaciones son cercanas y los montos casi exactos (el 15% de US$15 millones equivale a US$2,25 millones).
Las noticias que llegan desde Panamá agudizan la compleja situación de Sartor. En Chile, el grupo enfrenta un derrumbe que, hasta el momento, se ha materializado en tres acciones en su contra: una penal, interpuesta por Credicorp, por los delitos de administración desleal y entrega de información falsa; otra civil, presentada por BCI Corredores de Bolsa, que pide la liquidación de la sociedad matriz del grupo; y una investigación de la CMF sobre la administradora de fondos de Sartor, que se encuentra intervenida hace varios meses.
A esto se suman las ofensivas que han emprendido distintos actores en contra del presidente de Azul Azul y exdirector independiente de Sartor, Michael Clark. El mandamás de la “U” arrastra una larga disputa con la CMF por la forma en que tomó el control de la concesionaria, ya que no lanzó una Oferta Pública de Adquisición de acciones (OPA), y una querella por fraude que se funda en los mismos hechos. Esa acción penal fue ingresada por la familia Schapira, quienes poseen cerca del 20% de las acciones de la administradora del club universitario.
La presencia de Atlas Bank en Azul Azul fue cuestionada apenas apareció su nombre en los primeros artículos de prensa que daban cuenta del cambio de controladores en la “U”.
Las críticas apuntaban a que Panamá es una jurisdicción que puede dificultar la trazabilidad de los inversionistas y de los beneficiarios finales de las empresas, por lo que no había claridad sobre los nombres de las personas detrás del banco. Tampoco ayudaba el hecho de que Atlas Bank perteneciera a un conglomerado domiciliado en el paraíso fiscal de Delaware (Estados Unidos) que maneja fondos de inversión cuyos aportantes no son públicos.
En definitiva, era visto como un rincón de opacidad justo cuando nacían las primeras dudas sobre la identidad de los controladores de la “U” y la supuesta participación de terceros no revelados en papel, algo que marcó la gestión de Sartor al mando del club (vea el reportaje “Dueños del fútbol: los negocios que vinculan a Victoriano Cerda, la familia Kiblisky y al presidente de Azul Azul”).
Para encontrar la primera pista de Atlas en Sartor Finance Group hay que remontarse a 2020, cuando el conglomerado chileno anunció que Atlas Fintech Holdings adquiriría el 17% de su propiedad para afiatar su posición en la industria de tecnología financiera. Las conversaciones habían partido un año antes, pero el estallido social de octubre de 2019 retrasó el proceso.
Atlas materializó ese anuncio a través de una inyección de capital de US$2 millones a favor de Asesorías e Inversiones Sartor S.A. el 28 de agosto de 2020. Los fondos fueron aportados por Inversiones Atlas Chile SpA, el vehículo que abrió el holding extranjero para operar en nuestro país en julio del mismo año. En el mismo acto, Atlas Chile se transformó en accionista de la sociedad beneficiada con los recursos.
Hay que tener en cuenta que, si bien los nombres y las jurisdicciones de las sociedades de Atlas varían, se trata de los mismos actores. A la cabeza de la estructura se encuentra Atlas Fintech (Delaware, Estados Unidos). Su subsidiaria Atlas Financial Panamá Corp. (Panamá) poseía el 100% de las acciones de Atlas Bank (Panamá) y de la filial chilena que suscribió el acuerdo con Sartor.
El representante de Inversiones Atlas Chile SpA, Miguel León, asistió a la junta extraordinaria de accionistas de Asesorías e Inversiones Sartor S.A. que selló el aumento de capital y el cambio en su propiedad (vea ese documento).
En esa ocasión, se acordó que, producto de las modificaciones, el número de directores de Asesorías e Inversiones Sartor también debía aumentar. Así, el socio y presidente de Atlas, el panameño Daniel Caamano, se sumó a una lista que ya estaba compuesta por Iván García-Huidobro Scroggie, Óscar Ebel Sepúlveda, Carlos Larraín Mery, Mauro Valdés Raczynski, Aldo Amadori Gundelach y Michael Clark. Según comentaron desde el entorno de Sartor, este último ingresó a su directorio poco antes, debido a su “conocimiento en el manejo de deuda privada y estructuraciones”. Cercanos a Clark, en tanto, dijeron que mientras desempeñó ese cargo no conoció a personas ligadas a Atlas Bank.
Las condiciones del ingreso de Atlas a Sartor quedaron expuestas en un pacto de accionistas, también fechado el 28 de agosto de 2020. Entre otras materias, allí se especificó que el objetivo de la inversión “será exclusivamente para el crecimiento de la Sociedad en la región, en especial, el desarrollo de nuevos negocios en Chile, Perú, Colombia y Brasil. En consecuencia, la inversión no podrá utilizarse como capital de trabajo, reorganizar sus pasivos, aumentar salarios, pagar bonificaciones o utilizarse en cualquier otro fin” (vea ese documento).
El acuerdo entre las partes incluía un punto muy importante: los socios de Sartor podrían recomprar las acciones de Atlas pagando el mismo valor invertido en un plazo de dos años, lo que implicaría la salida de la empresa panameña de su propiedad. Esa cláusula también podía ser ejecutada por petición del nuevo accionista.
En resumen, dice Miguel León, Atlas adquirió el 17% de Sartor a través de “una deuda convertible con fechas claras de entrada y salida de la inversión”.
Los pormenores de la relación entre las empresas despertaron el interés público pocos meses después, cuando Sartor oficializó la compra del 63% de las acciones de Azul Azul y colocó el nombre de ambas compañías en primera plana. Desde el entorno de Sartor indican que el negocio de la “U” fue llevado a sus oficinas por Clark.
Para administrar el control de la “U”, Sartor constituyó el Fondo de Inversión Privado (FIP) Tactical Sport. Hasta ese momento, el fútbol chileno no estaba familiarizado con esta figura de inversión, que se constituye sobre la base de aportantes y que no está sujeta a la fiscalización de la CMF. Mucho menos, con la existencia de capitales panameños o estadounidenses entre sus inversionistas.
A la fecha de su creación, los aportantes de Tactical Sport fueron Asesorías e Inversiones Sartor (90%) e Inversiones Antumalal (10%), de Michael Clark. Como el 17% de la primera sociedad estaba en manos de Atlas, esta empresa pasó a tener participación indirecta en el fondo privado y, por consiguiente, en Azul Azul.
De acuerdo con las memorias del club, en 2021 Atlas Financial Panamá Corp. mantenía el 15,3% de la propiedad de Tactical Sport y el 9,6% de Azul Azul. Esos porcentajes se repitieron en la memoria de 2022. En ambas oportunidades, se anotó que “la propiedad de Atlas Financial Panamá Corp. se encuentra muy dispersa, sin que exista ninguna persona natural o grupo de personas relacionadas que posea más de un 10% (diez por ciento) de participación en el capital social de ésta”.
Pese a que la dueña de Atlas Bank fue parte de la propiedad de la “U”, León afirma que “no tuvo ninguna participación en el deal de Tactical Sport” y que “Atlas solo terminó teniendo indirectamente participación, dado que Tactical Sport estaba dentro de los activos de Sartor, como muchas otras participaciones en los distintos fondos de inversión”. Desde el entorno de Sartor Finance Group agregan que los controladores de la entidad panameña no tuvieron “injerencia” ni “interés” en el fondo de inversión privado.
Independiente de esas versiones, lo cierto es que nunca hubo claridad sobre los beneficiarios finales de la matriz de las empresas panameñas: Atlas Fintech Holdings Corp. Tampoco es posible rastrear información sobre sus accionistas, ya que la sociedad está constituida en Delaware, una jurisdicción que –además de laxitud tributaria– ofrece máxima reserva a los inversionistas.
En la memoria anual de 2023 de Azul Azul ya no hay rastros de la panameña Atlas. Su participación fue repartida entre el resto de los beneficiarios de Asesorías e Inversiones Sartor, incluyendo a León, quien figura a través de una sociedad llamada Inversiones Atlas Capital SpA, que no guarda relación con la extranjera.
La salida de Atlas fue mencionada someramente por uno de los cabecillas de Sartor, Carlos Larraín, en una entrevista con La Tercera en septiembre de 2022. No hubo mayor explicación ni detalles. Tampoco fue necesario notificarlo a la CMF, ya que la Ley del Mercado de Valores obliga a informar sobre adquisiciones y enajenaciones a aquellas sociedades o personas que poseen, como mínimo, el 10% de las acciones de una sociedad anónima abierta.
La compañía panameña abandonó la propiedad de Sartor –y su participación en Azul Azul– en agosto de 2022, cuando gatilló la opción de recompra establecida en el pacto de accionistas.
También en agosto de 2022, la filial chilena de Atlas cambió de nombre a Inversiones SCL (vea documento). León se mantuvo como su representante hasta septiembre de 2023, cuando en su reemplazo asumieron Claudio Núñez Rivera y el principal rostro del banco, Daniel Caamano (vea documento). El asesor salió justo a tiempo. Apenas un mes después, la Superintendencia de Banco de Panamá intervino a Atlas Bank.
Atlas Bank obtuvo su licencia para operar en Panamá en 2016. Su existencia no levantó alarmas en ese país hasta fines 2022, cuando incrementó notable y rápidamente sus captaciones. Así, al menos, lo cuenta el liquidador del banco, Jaime de Gamboa.
“Aunque en valores absolutos no sean relevantes en comparación con el tamaño de los bancos panameños, tiene unos crecimientos al pasar sus captaciones de US$3 millones a US$45 millones entre fines de 2022 y comienzos de 2023. Todos esos movimientos se hacen a través de una casa de valores, que se llama National Advisors Corporation, donde Atlas Bank abre una cuenta por medio del presidente de su junta directiva, Daniel Caamano”, cuenta de Gamboa.
La Superintendencia de Bancos de Panamá solicitó, infructuosamente, que los recursos del Atlas Bank apozados en la casa de valores se desconcentraran, repartiéndolos en distintas entidades financieras. Esa instrucción fue acatada por el banco, dice de Gamboa, aunque no se pudo ejecutar: “De acuerdo con la evidencia reunida, la casa de valores no siguió las órdenes del traslado de los fondos. Después de un seguimiento muy fuerte, la superintendencia detectó que el problema de concentración estaba generando falta de liquidez y solvencia en el banco Atlas”.
La reguladora puso en marcha la primera de las cuatro etapas que están dentro de su marco legal para actuar en estos casos. Nombró un asesor que, en menos dos semanas, recomendó a los dueños del banco solicitar una intervención de la superintendencia.
La segunda fase fue la toma de control. De Gamboa dice que, apenas ocurrió esto, los accionistas del banco (Atlas Financial Panamá Corp.) y Miguel León “fueron súper activos y ofrecieron una gran cantidad de soluciones. Tomamos la decisión de darles una posibilidad a esas ideas, aunque no nos sonaban para nada, y se generó un espacio que se denomina reorganización (tercer paso). Evidentemente, esas ideas no llegan a ningún lado, y se procedió a la liquidación (cuarto nivel)”.
León cuenta que “Atlas me pidió, dada mi experiencia en estructuraciones, que le ayudara en calidad de asesor en la fase inicial del proceso de reorganización y/o liquidación. Parte habitual de un proceso de reorganización es buscar potenciales nuevos inversionistas que quieran comprar el activo o suscribir aumentos de capital para lograr la reestructuración. En ese contexto me contactó un grupo chileno que evaluó el potencial deal, pero finalmente no prosperó”.
En total, existieron cuatro potenciales compradores. Tres de ellos desistieron cuando conocieron en detalle la información del banco, cuyos números no auguraban un buen negocio: de los US$60 millones de activos que había al momento de la intervención, casi US$44 millones estaban en la casa de valores y corrían el riesgo de no ser devueltos.
La única oferta que quedó en pie fue la del grupo chileno, cuya identidad se mantiene bajo reserva por acuerdos de confidencialidad, en el caso de León, y porque es información protegida legalmente, en el caso de Gamboa. Sin embargo, esta opción fue desechada porque no cumplió con los requisitos de garantía y comprobación de existencia y procedencia de los fondos con los que intentaba comprar el banco. Luego de ese negocio truncado, procedió la liquidación de Atlas Bank en febrero de 2024.
Parte de los recursos que el liquidador cree que será difícil recuperar, son los US$2 millones que debe Sartor. De hecho, de acuerdo con la información financiera revisada por de Gamboa, Sartor es el deudor más grande de Atlas Bank.
“La relación con Sartor se basa en que ese grupo recibió recursos por US$2 millones en 2021, los cuales los pignoraron [los dejaron en prenda] y generaron créditos. Vamos a perder esos US$2 millones porque no los vamos a poder recuperar. No soy optimista debido a la situación de la empresa y porque Sartor hizo esfuerzos legales en Panamá, contrató firmas jurídicas acá, para buscar que no les cobráramos los dos millones, sino que los compensáramos con el dinero que ellos mantenían en el banco como cliente”, indica de Gamboa. Según el liquidador, esas proposiciones fueron rechazadas porque contravienen la normativa vigente.
Cercanos a Sartor Finance Group afirmaron que se convirtieron en clientes de Atlas Bank como “una operación normal de financiamiento en el mercado, ya que las tasas de financiamiento internacionales eran más bajas que las tasas locales”. La empresa chilena incluso organizó un seminario denominado “Valor agregado para clientes SARTOR de tener una cuenta en Panamá”, en el que se alentó a sus oyentes a abrir una cuenta en Atlas Bank.
Otro cliente que le ha traído problemas a Atlas Bank es un banco puertorriqueño llamado Nodus Bank, que también entró en proceso de liquidación en su país de origen a mediados de 2023.
De Gamboa dice que Nodus es un depositante “de una cuantía importante” en Atlas, por lo que se ha comunicado en varias oportunidades con su homólogo a cargo del proceso en la isla centroamericana, quien busca la recuperación de esos recursos. Una querella del gobierno de Puerto Rico en contra de Nodus revela que este último mantenía una cuenta en efectivo de US$4,8 millones en Atlas Bank, y que existieron avanzadas conversaciones para que el banco panameño absorbiera parte de la cartera de préstamos del liquidado Nodus por US$60 millones.
Esas negociaciones se congelaron definitivamente cuando la reguladora panameña entró en acción y detuvo las operaciones de Atlas producto de su insolvencia.
La relación entre ambos bancos también está marcada por la acusación de lavado de activos que Atlas Bank formuló en contra de Nodus en noviembre de 2023. En síntesis, Atlas acusó que, desde la cuenta que abrió en National Advisors Corporation, egresaron sin su consentimiento varios millones de dólares a nombre del dueño de Nodus Bank, Tomás Niembro Concha. Esas operaciones habrían ocurrido entre marzo de 2022 y julio de 2023.
“El banco nunca ejecutó dichas transacciones, ni tampoco fueron aprobadas por éste. En virtud de lo anterior, el banco procede a realizar una exhaustiva investigación y a establecer a través de un Informe de Auditoría, el procedimiento de validación, observación y recaudación de las evidencias a fin de verificar de dónde nacieron las autorizaciones para que se dieran este flujo de transacciones inusuales”, afirmó Atlas Bank en su acusación.