VOCERAS DEL MOVIMIENTO DICEN QUE EL GOBIERNO ACTUAL NO ES FEMINISTA Y LO CRITICAN POR EL CASO MONSALVE
Coordinadora Feminista 8M acerca de la extrema derecha: “No podemos permitir que el machismo sea un programa de gobierno”
31.01.2025
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VOCERAS DEL MOVIMIENTO DICEN QUE EL GOBIERNO ACTUAL NO ES FEMINISTA Y LO CRITICAN POR EL CASO MONSALVE
31.01.2025
Las voceras de la Coordinadora 8M, Javiera Mena y Karina Nohales, aseguran que la administración del Presidente Gabriel Boric no es un gobierno feminista. Le critican que haya impulsado leyes que no estaban en su programa y que, según ellas estiman, van en contra de los principios que decía defender. También les preocupa el avance de la derecha radical, sector que, a su juicio, promueve la pérdida de derechos de las mujeres. Este sábado 25 de enero más de cien dirigentas de organizaciones que integran la coordinadora se reunieron para evaluar el estado del movimiento y delinear su plan de acción.
Más de un centenar de dirigentas feministas de diversas organizaciones se reunieron el sábado 25 de enero recién pasado, bajo la convocatoria la Coordinadora 8M, para evaluar el estado del movimiento y comenzar a delinear su plan de acción para su hito anual del 8 de marzo. Esperan alcanzar el nivel de masividad de sus marchas que exhibieron tras el estallido social. El 8 de febrero se reunirán nuevamente para aterrizar sus ideas. La fecha no es casualidad. Ese día se cumplirán tres meses de la desaparición de la activista ambiental Julia Chuñil, quien salió de su domicilio en el sector de Huichaco Sur, en la comunidad mapuche Putegruel, Región de Los Ríos, acompañada de su perro, y desde donde se le perdió el rastro.
Javiera Mena y Karina Nohales fueron elegidas en el encuentro de la semana pasada como voceras de la coordinadora. Disciplinadas, miran sus apuntes durante la entrevista para ser fieles al pensamiento de las múltiples organizaciones que la integran. Nohales reconoce que “ha habido sin duda un período muy largo de movilización política que ha generado no sólo mucho cansancio, desgaste, sino también derrotas que han provocado un estado de decaimiento del movimiento social. Sabemos que es así. Al mismo tiempo, sabemos que eso convive con un malestar social bastante amplio que sigue abierto, porque muchos de los problemas planteados en el último ciclo en Chile no han sido resueltos. Incluso, se han agudizado o profundizado muchas de las situaciones más críticas que hemos nombrado con este gran rótulo que es la precarización de la vida. Y, por lo tanto, una tarea fundamental consiste en poder volver a conversar con este descontento y, sobre todo, a impedir que sea capitalizado por la derecha”.
– Es un descontento que supera al feminismo, entonces.
J.M.: Es que el feminismo tiene que ver con todo, tiene que ver con las condiciones de vida de todas las personas. Como que se tiende a hacer esta dicotomía entre el patriarcado y el feminismo, como si el feminismo solo respondiera a mujeres y disidencias, pero el feminismo lo que busca es justamente una vida digna para todas las personas. Y eso incluye género, edades, o sea todo lo que está precarizado en esta vida. Y eso, claro, especialmente en las mujeres, las disidencias, las infancias, pero socialmente está todo atravesado por una insuficiencia de respuesta por parte de los tomadores de decisiones.
– ¿En qué se ha retrocedido?
K.N.: Ha habido un proceso de deterioro general de las condiciones de vida durante el ciclo neoliberal en Chile, que se ha seguido profundizando. Estamos ante una crisis muy brutal y agudizada (…), ante distintas formas de violencia estructurales. Y nosotros pensamos que determinan también las formas de violencia machista y patriarcal contra las que el feminismo se ha levantado en grandes movilizaciones en Chile, pero también en el mundo. Es decir, para nosotras la posibilidad de erradicar esas violencias está en el corazón de la perspectiva feminista y de su quehacer político. Y esto no transcurre en intervenir un lugar o un espacio o un momento de la política pública, sino que es necesario transformar radicalmente esas condiciones estructurales que permiten que estas violencias permanentemente se reproduzcan. Y ahí es clave el sistema educativo, el sistema de salud, pero también las condiciones de trabajo, la posibilidad de autonomía económica de las mujeres, la vivienda, las pensiones. Nosotros creemos que todos esos aspectos han seguido empeorando en los últimos años.
– Hace un par de años o directamente después del estallido social, como que todos se declaraban feministas. Pero, se han ido bajando paulinamente, especialmente en la política. ¿Cómo sienten que está hoy el apoyo al movimiento de la sociedad en general?
J.M.: Vemos también cómo ha habido de alguna manera una restauración patriarcal que tiene que ver con la neutralización del movimiento a raíz de un gobierno que se declara feminista. Esta restauración patriarcal viene también de la mano de la ultraderecha a nivel mundial (…) que a nivel político no tiene una contraparte. No hay una declaración de combatir eso como parte de una voluntad política.
– Acaban de decir “un gobierno que se declara feminista”: ¿consideran que este gobierno es feminista?
K.N.: Feminista… A ver, ¿cómo decirlo?
J.M.: ¡Noooo! Así de simple.
K.N.: Pero, es interesante detenernos en el término, en la autodefinición del gobierno feminista. La Coordinadora Feminista 8M participó en la Convención Constitucional. Es el único proceso constituyente paritario que ha habido en el mundo y tuvo lugar en un contexto de movilizaciones feministas de masa a nivel internacional. Y, además, las feministas irrumpieron masivamente en la convención. Nosotras siempre consideramos problemático hablar de una Constitución feminista. No estuvimos de acuerdo entonces y tampoco estamos de acuerdo ahora, nos parece un error. Porque el feminismo, como fuerza histórica, ha planteado una transformación radical de la sociedad y de la forma en que se organiza la vida y nos parece que reducir el feminismo a una gestión gubernamental o incluso a una dimensión normativa o jurídica es despojarlo de toda su potencia histórica. Entonces, hoy tenemos un gobierno que decide denominarse feminista y que después va bajando un poco y empieza a hablar de enfoque feminista. Y hoy ya está hablando de sello feminista. No sabemos realmente qué significa eso. Lo que produce en primer lugar es una instrumentalización que es peligrosa y creemos que eso sí ha sucedido. Y al mismo tiempo arrastra al feminismo como idea, como concepto, con el descrédito de las acciones que puede hacer un gobierno.
– ¿A qué se refieren concretamente con instrumentalización?
K.N.: Hoy, en nombre de las mujeres, se está promoviendo una serie de reformas que a nosotros nos parece que ahondan la desigualdad y la precarización de la vida de amplios sectores del mundo femenino, que son las mayorías trabajadoras. Por ejemplo, la reforma de pensiones tiene hoy como bandera transversal mejorar las pensiones de las mujeres. Sin embargo, [es] una reforma que lo que hace es inyectar una cantidad infinita de más recursos a un sistema que sólo asegura pensiones de miseria, especialmente para las mujeres. Por ejemplo, la reforma de la ley de inmigración y extranjería ha sido defendida, aplaudida, por el Ministerio de la Mujer, porque contempla la expulsión de personas que hayan cometido ciertos delitos de género, el femicidio, entre otros. Sin embargo, al mismo tiempo pone una amenaza de desescolarizar a los niños y niñas migrantes, que impide arrendar una casa donde vivir a una familia migrante que, al igual que las familias chilenas, son mayoritariamente monomarentales (…). Una de las cuestiones que nos ha parecido particularmente alarmante fue el desalojo de familias en la toma 17 de mayo, en Cerro Navia, y que en esa misma comuna, muy poquitos días después, se inaugure el primer centro de cuidados [para proporcionar apoyo a personas dependientes y a quienes las cuidan]. Nos da mucho temor que, en nombre de nosotras, no me refiero a nosotras como organización, sino de las mujeres y del feminismo, se esté llevando a cabo este tipo de reformas que atentan en realidad con la vida de la mayoría de las mujeres.
– ¿Tenían más expectativas de lo que iba a hacer este gobierno?
J.M.: A ver, no es lo mismo hacer campaña para que no salga alguien que evidentemente desde el discurso ya nos pone en riesgo, que aceptar este mal menor. Nosotras, como feministas, no tenemos las expectativas puestas en el proceso electoral. Creemos que esto es un movimiento social que es de las bases y que las cosas cambian cuando las realidades cambian y que eso va a estar más allá del gobierno de turno. Entonces, expectativa no teníamos ninguna.
– Pero también deben reconocer que un gobierno sin mayoría parlamentaria es difícil que pueda tener éxito en su agenda. ¿Creen ustedes que el gobierno no pudo o no quiso llevar adelante una agenda más cercana al feminismo?
K.N.: Es verdad que el gobierno no ha contado con mayoría parlamentaria. Eso significa que el gobierno no ha podido hacer todo aquello que se propuso hacer, pero no significa que el gobierno haya estado obligado a hacer una serie de cosas que no tenían nada que ver con sus compromisos programáticos. Hay una diferencia. Y para nosotras, esa diferencia es clara en la ley de pensiones, pero también es clara en la agenda de seguridad, que no sólo aborda materias relacionadas con lo que hoy día es el crimen organizado, sino que también con leyes que comprometen seriamente derechos sociales e incluso la garantía de las movilizaciones. Un ejemplo es la Ley de Usurpaciones, que era un proyecto de ley de la derecha, de [Felipe] Kast, [Ena] Von Baer, que estaba durmiendo en el congreso y al que el gobierno decidió ponerle suma urgencia y se aprobó. En nombre de esa ley, hoy se están desalojando tomas y campamentos de familias, en una política que es de criminalización de la pobreza. No es una política habitacional que uno debiera esperar de un gobierno de izquierda o al menos un gobierno antineoliberal. Nadie obligó al Presidente a ponerle suma urgencia a ese proyecto. No sucumbió a una mayoría parlamentaria que le puso la agenda. Ese proyecto fue aprobado con voto oficialista por lo que parece ser un temor reverencial a la derecha empresarial que ha tenido el gobierno.
J.M.: Otro ejemplo es la Ley Nain Retamal, que en el fondo lo que hace es criminalizar la protesta, porque de alguna manera blinda a las fuerzas policiales, en un contexto de un gobierno que se instala gracias a un movimiento social. Esto es muy contradictorio. O sea, que la senadora independiente electa con la mayor cantidad de votos en la historia de Chile fue víctima de esto (Fabiola Campillai) y que gracias a esta ley corre el riesgo de que todo esto quede impune porque no están las condiciones, llega a ser hasta irrisorio. Porque tampoco fue algo que pasó muy avanzado su gobierno como para hacerlo, sino que fue al principio.
– ¿Y qué opinión tienen del actuar del gobierno en el caso Monsalve?
J.M.: Como feministas nos parece grave que el gobierno no haya protegido a la víctima y que, es más, le termina dando la tribuna en la misma Moneda a quien está siendo acusado. Se trata posiblemente del caso de violencia sexual más grave que hayamos conocido en cuanto a estos términos. A ver, sabemos que hoy hay una mayor transparencia, eso no lo podemos obviar, lo que no quiere decir que antes no hayan habido otro tipo de casos similares. Pero, es grave que una denuncia de violación por parte de una autoridad política tenga lugar en el corazón del Gobierno que se proclama feminista, y que el Presidente no tome ninguna precaución en el tratamiento de la víctima y, muy por el contrario, el denunciado tenga tribuna comunicacional en La Moneda para declarar y afirmar su inocencia sin haber una investigación mediante. Y volvemos a decirlo, ¡un gobierno que se autodenomina feminista! Y en esta misma línea tenemos el caso de Hugo Morales, que es un trabajador que fallece adentro de La Moneda después de 18 horas de trabajo. ¡En el Gobierno de las 40 horas! Lo mismo con la ley de aborto integral, hubo una promesa que celebramos que se dijera que en diciembre iba a haber un proyecto de ley, pero estamos en febrero, prácticamente, y no hay fecha. Curiosamente, está pasando y sucediendo todo lo de la reforma de pensiones, entonces nos causa alarma, por lo bajo.
– Entonces, no esperan mucho para este año que queda de gobierno…
K.N.: Este último año… da la impresión de que el gobierno ya cerró el año, más allá de lo que uno espere, porque tienen identificado lo que van a presentar como los hitos de su legado. En cuanto al compromiso de presentar el proyecto de ley de aborto, a esta altura uno piensa que presentarlo no es lo mismo que pelearlo.
– Les falta aún una asamblea para afinar la convocatoria del 8 de marzo, pero, ¿podrían anticipar cuáles serían los temas que aparecerán en los carteles de la marcha?
K.N.: Nos interesa mucho que se haga justicia en el caso de Julia Chuñil. No ha habido ninguna voluntad política de búsqueda, a pesar de ser un tema agenciado por el movimiento social. Como coordinadora, nuestro llamado es a huelga general feminista. Mientras no cambien las condiciones de vida para las mujeres trabajadoras y las disidencias de sexo y género vamos a seguir haciendo ese llamado a huelga.
– ¿Tiene fecha o es una invitación abierta a otros movimientos sociales?
K.N.: Vamos a salir nuevamente a la calle, esa es la primera prioridad; nos vamos a tomar las calles. Y queremos proponerle al conjunto del movimiento feminista, pero también al conjunto del movimiento social, una tarea política que es recomponer la fuerza social, con dos grandes objetivos. Uno es impedir este intento que percibimos de volver a imponer por arriba, de manera bastante transversal, un nuevo consenso de neoliberalismo. Y lo segundo, los llamamos a la calle para hacer una fuerza que impugne el peligro del avance de la extrema derecha en nuestro país, que sabemos que hoy es un fenómeno en el mundo y cuya principal bandera programática ha sido el machismo. Y, por lo tanto, constituyen hoy la amenaza más grande para la vida de las mayorías trabajadoras, pero también especialmente de las mujeres, de los niños y niñas de las disidencias sexuales y de género, las personas migrantes. Esas son nuestras dos grandes prioridades.
– ¿Qué tanto les preocupa el avance de la ultraderecha?
J.M.: Convengamos que la opinión de la gente está muy sesgada por lo que dicen los medios de comunicación, y los medios de comunicación sabemos a quién responden. Pero cuando todo se enmarca en términos de que va a haber más seguridad, o sea, si te instalan el miedo, es natural que lo que se espere es más seguridad.
K. N.: Es un fenómeno global, sin duda tiene su expresión en Chile y es la principal amenaza. Por tanto, la principal tarea política en términos de urgencia, es impedir su avance o al menos enfrentarlo, porque no podemos permitir que se naturalice como programa político la violencia hacia las mujeres. Sabemos que Donald Trump, por ejemplo, es una persona condenada por agresión sexual. Javier Milei está proponiendo eliminar el delito de femicidio del Código Penal. Johannes Kaiser es una persona que ha llamado a condecorar a los hombres que violan a mujeres. No podemos permitir que el machismo sea un programa de gobierno. Eso está pasando en distintos lugares del mundo. Es muy importante preguntarnos, como feministas, cómo se enfrenta a la extrema derecha. Por ahí también va nuestra crítica hacia el actual gobierno. Porque si de algo tenemos certeza es que la extrema derecha ha logrado crecer allí donde los sectores sociales populares están más fragmentados, es decir, ha logrado crecer allí donde es posible plantear una especie de lucha del penúltimo contra el último.