Reforma de pensiones: la importancia de los acuerdos de élite
01.02.2025
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01.02.2025
El autor de esta columna escrita para CIPER destaca la reforma de pensiones recién aprobada desde la pespectiva del valor que tiene lograr acuerdos para fortalecer el sistema democrático. Opina que “lo ocurrido recientemente demuestra que aún es factible alcanzar acuerdos amplios y revitalizar una política basada en la moderación y la negociación, que premia a quienes logran articular consensos y expone a quienes se radicalizan”. Y agrega que “los acuerdos de élite son un paso clave para reducir la polarización, mejorar la calidad del debate público y fortalecer el sistema democrático”.
La reforma de pensiones marca un hito importante en materia de políticas públicas. Más allá de sus aspectos técnicos o de su calidad, lo ocurrido el 29 de enero pone de relieve un elemento a menudo olvidado en la política actual: los acuerdos de élite como condición fundamental para la sostenibilidad de nuestra democracia.
En un contexto de creciente polarización entre las élites políticas, la democracia chilena ha estado históricamente marcada por grandes acuerdos. Un primer hito ineludible es la transición pacífica a la democracia, que puso fin a 17 años de dictadura. Fue un proceso pactado que permitió la apertura a elecciones libres, competitivas y transparentes, además del establecimiento de un sistema efectivo de separación de poderes. A pesar de la persistencia de lo que la literatura ha denominado “enclaves autoritarios”, el pacto de transición salvó vidas y viabilizó la consolidación democrática, aunque con cuentas pendientes en diversas materias.
Tras la transición, la democracia chilena estuvo sustentada en el modelo de “democracia de los acuerdos”, también definido en la literatura como “democracia consensual”. Este tipo de sistema se caracteriza por la conformación de gobiernos de coalición, la existencia de un sistema multipartidista, un bicameralismo fuerte y la autonomía del Banco Central, entre otros elementos.
El punto cúlmine de la democracia de los acuerdos fue la reforma constitucional de 2005, impulsada durante el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006). Entre sus logros, se destaca la eliminación de los senadores vitalicios y designados, el fortalecimiento del equilibrio de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo —en respuesta al marcado presidencialismo de la época—, la reducción del período presidencial de seis a cuatro años y la reforma de las atribuciones del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA).
Con el correr de los años se sumaron otros avances significativos, como la reforma al sistema de pensiones que introdujo el pilar solidario, la modificación del sistema electoral binominal y la implementación de la gratuidad en la educación superior, entre otros hitos.
Sin embargo, la irrupción de casos de corrupción vinculados al financiamiento irregular de la política a partir de 2014 debilitó la confianza ciudadana en los partidos políticos y en la capacidad de la política para mejorar la vida de las personas, exacerbando la polarización. Como resultado, los partidos han pasado de ser espacios de articulación de demandas ciudadanas a meras cajas de resonancia del malestar social. Un reflejo de ello fueron los dos fallidos procesos constituyentes surgidos tras el estallido social de 2019, cuyas propuestas fueron rechazadas por amplias mayorías. Actualmente, Chile es la única democracia en el mundo con dos fracasos constitucionales consecutivos, lo que evidencia el costo de la polarización y la ausencia de acuerdos transversales. Otro episodio que minó la confianza en la política fue la forma en que se conformó la actual mesa del Senado, generando un quiebre entre los integrantes de la Cámara Alta.
En este contexto, la reciente reforma al sistema de pensiones es el resultado de un acuerdo frágil de élite, pero que recuerda la importancia de la política de consensos. Es posible que, a partir de marzo, la discusión parlamentaria se vuelva a polarizar a medida que se acerquen las elecciones presidenciales y parlamentarias. Sin embargo, lo ocurrido recientemente demuestra que aún es factible alcanzar acuerdos amplios y revitalizar una política basada en la moderación y la negociación, que premia a quienes logran articular consensos y expone a quienes se radicalizan.
No obstante, quedan desafíos pendientes, particularmente en la reforma al sistema político, un aspecto que tanto politólogos como economistas consideran esencial para fortalecer las instituciones, el diálogo democrático y el crecimiento económico. En los próximos meses, probablemente los análisis se centrarán en identificar a los ganadores del acuerdo, evaluar su impacto en las candidaturas presidenciales del oficialismo y determinar si el presidente Gabriel Boric ha comenzado a construir un legado con miras a una eventual segunda administración en 2030.
Finalmente, lo ocurrido el 29 de enero podría ser un hecho aislado, pero también puede marcar el inicio de un proceso de diálogo y acuerdos con el propósito de fortalecer nuestro sistema político, nuestras instituciones y nuestra democracia. Los acuerdos de élite son un paso clave para reducir la polarización, mejorar la calidad del debate público y fortalecer el sistema democrático ante las amenazas locales y globales que lo asedian.