La Inflación se derrumba y Argentina despega: Los datos del primer año de Milei
07.01.2025
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07.01.2025
El autor de esta columna escrita para CIPER analiza los datos disponibles del manejo económico de los primeros 13 meses de la administración de Javier Milei. Sostiene que su desempeño ha sido mejor de lo esperado, pero que advierte que “el fallido sistema económico argentino no solo es resultado de impericias económicas repetidas sino también del deliberado esfuerzo de muchas corporaciones que se han enriquecido a costa de la mayoría de la población. Sería inocente creer que estos grupos no resistirán a este intento de cambiar el sistema”.
Créditos imagen de portada: Jesús Martínez / Agencia Uno
El objetivo de la nota es simple: documentar y discutir el desempeño de la economía argentina durante los últimos casi 13 meses del nuevo gobierno, constituido este en diciembre del año 2023. Para ello abordaré la evolución de tres indicadores económicos: inflación, evolución del Producto Bruto Interno (PBI) y el resultado fiscal gubernamental. Hacia el final, señalaré dos aspectos adicionales que por razones de brevedad no puedo examinar con cuidado en esta nota. Un breve resumen concluirá la nota.
La inflación es el proceso sostenido de aumento de los precios de los bienes expresados en unidades monetarias (en pesos $). Por ejemplo, suponga que el precio de un bien era igual a $1.000 hacia comienzos de diciembre del año 2023 y que la inflación durante tal mes fue igual a 25%. Esto significa que el precio del bien hacia finales de diciembre fue igual a $1.250. Suponga ahora, que la inflación de enero del año 2024 fue igual a 20%. Esto significa que el precio del bien fue, hacia finales de enero, igual a $1.500. El ejemplo sirve para no confundir una disminución de la tasa de inflación con una disminución de precios. Mientras la inflación es positiva, los precios (promedios de una economía) continúan creciendo. Una caída de la tasa de inflación significa que los precios aumentan porcentualmente menos.
En Argentina, el nuevo gobierno comenzó, en el mes de diciembre del año 2023, con una inflación de exactamente 25% como en nuestro ejemplo. El gráfico 1 y la tabla 1 (elaborada en base a datos del INDEC –Instituto Nacional de Estadísticas y Censo de la Argentina) muestran la evolución de la inflación desde diciembre del año 2023 hasta diciembre del año 2024 (este último guarismo corresponde a la inflación pronosticada al no estar disponible aún la medición oficial)
Los datos dejan cero espacios para la controversia. La reducción sostenida de la inflación durante todo el año 2024 desde un 25% mensual a un 2% mensual es un éxito sin precedentes. Por supuesto, es aún muy elevada y, como puntualicé anteriormente, los precios (promedios) siguen creciendo. Pero, recuerde que, en diciembre del año 2023, si el precio de un bien era $1.000, al final del mes era $1.250. En diciembre del 2024, si el precio de un bien era $1.000, ¡al final del mes era… $1.020, en lugar de $1.250!
La variación porcentual del producto bruto interno (PBI) de un país mide, en palabras poco precisas, en cuánto cambia el ingreso de toda la población durante un período determinado. Como en el caso de una familia, si el ingreso aumenta es de esperar que el bienestar (monetario) de esta familia (de no tener nuevos hijos ese año) también lo haga. La tabla 2 (elaborada en base a datos del INDEC) muestra la variación porcentual trimestral (excepto la del último trimestre que no se encuentra aún disponible) del PBI en Argentina durante el año 2024.
Los datos dicen que el ingreso del país claramente disminuyó respecto al año 2023. Pero también, al mismo tiempo, muestran que, durante el tercer trimestre del año 2024, la economía se recuperó (respecto al segundo trimestre del mismo año) en un 3,9%. Si bien la información estadística aún no se encuentra disponible, se espera que durante el año 2024 la economía haya caído alrededor de un 3%. Los pronósticos de varias instituciones –por ejemplo, el FMI—sugieren que durante este año el PBI crecerá alrededor de un 5%.
El resultado fiscal gubernamental es básicamente la diferencia entre los ingresos impositivos y los gastos del gobierno durante un determinado período de tiempo. En términos del ejemplo de la familia, el resultado fiscal es simplemente la diferencia entre sus ingresos y gastos anuales. Si los gastos son mayores a los ingresos, decimos que hay déficit. En el caso opuesto, decimos que hay superávit. Claramente, déficits fiscales permanentes no se pueden sostener. Un gobierno puede tener un déficit fiscal durante un período y luego un superávit para, como dicen los economistas, alcanzar un equilibrio fiscal Intertemporal. (Nota al pie: Un adicto al déficit como Argentina no puede permitirse siquiera un año de déficit).
Existen dos maneras alternativas, pero no mutuamente excluyentes, para financiar el déficit fiscal: Contraer deuda –sea esta de carácter local o externa—o bien imprimir más dinero. Argentina no se privó de ninguna de estas dos ‘herramientas’. Según el informe “Un PIB de déficit fiscal en 5 décadas” elaborado por el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), el déficit fiscal, desde el año 1973 hasta el año 2023, alcanzó alrededor de un PBI. Estos déficits se financiaron usando tanto deuda como impresión monetaria. La deuda externa contraída condujo al país a varias crisis de balanza de pagos. La deuda interna condujo a expropiaciones de los ahorros privados por parte del gobierno. Un país que no honra sus deudas y expropia a sus ciudadanos (cualquiera sea la excusa utilizada) está condenado al fracaso. La mala reputación de Argentina está más que bien ganada. Por otro lado, la impresión de moneda condujo a niveles inflacionarios extravagantes. Por ejemplo, la inflación promedio anual durante el período que va desde el año 1970 hasta el año 2023 fue de aproximadamente 195%.
Como discutimos antes, la inflación del año 2024 está disminuyendo de manera sustantiva. La causa de este éxito fue el superávit fiscal que se logró en este año. En términos de nuestra familia, el gobierno gastó menos de lo recaudado impositivamente. De acuerdo con la información oficial disponible del Ministerio de Economía, hacia noviembre del año anterior, se habría alcanzado un superávit financiero (es decir, superávit, luego de contabilizar el pago de intereses y vencimientos de deudas) de aproximadamente 0,6% del PBI y un superávit fiscal primario (es decir, antes de contabilizar el pago de intereses y vencimiento de deudas) de aproximadamente 2% del PBI.
La clave de estos resultados reside en la estrepitosa caída del gasto gubernamental. Para dimensionar el recorte del gasto público, considere que el nuevo gobierno recibió un gasto público de aproximadamente 44% del PBI. Se espera que, hacia el final del año 2024, el gasto público sea de aproximadamente 32% del PBI. ¡Una reducción de 12 puntos porcentuales del gasto gubernamental en tan solo un año! La caída del gasto y la aparición de superávit fiscal derivó naturalmente en una tasa “cero” de emisión monetaria. La estrepitosa caída de la inflación no es casualidad.
Note que al mismo tiempo que se recortó el gasto público, la economía parece estar recuperando el nivel de actividad. En otras palabras, con ciertos rezagos temporales, el dramático ajuste fiscal lejos de ser contractivo fue expansivo. La clave está en la reputación: El gobierno está logrando crear una reputación de ser fiscalmente “duro”. Si logra mantener esta reputación (por ejemplo, profundizando el recorte de gasto público innecesario) la expansión económica será formidable.
Dos aspectos que evité discutir por razones de espacio merecen ser mencionados. Primero, el gobierno está actualmente implementando un extenso y ambicioso programa de desregulación económica. Además de futuras privatizaciones de empresas públicas innecesarias y deficitarias, el objetivo es simplificar, reducir y eliminar todo tipo de regulaciones y trabas legales que son una mochila de plomo para los argentinos. El éxito de este programa será clave para el futuro económico del país. Segundo, las cifras de pobreza son dolorosas, pero también alentadoras. En el primer trimestre del año anterior, el 55% de los argentinos eran pobres. La última información disponible sugiere que, hacia el final del año 2024, la pobreza habrá disminuido a un guarismo cercano al 38% de la población. Hay dos razones esenciales que explican esta caída. Una es el aumento del gasto público en partidas de asistencia social. La otra es la disminución del impuesto más regresivo de la economía. Sí, estoy hablando del impuesto inflacionario.
En resumen, el desempeño económico durante el 2024 ha sido mejor de lo esperado. La inflación se desplomó, la pobreza cayó y la actividad económica se está recuperando. Durante 2025, las cifras económicas van a mejorar. ¿Qué puede ocurrir en el mediano plazo? Mis expectativas son favorables. Las claves serán lograr tanto una mayor reducción del gasto público acompañada de reducciones impositivas como profundizar el programa de desregulación. Por supuesto, del fracaso nunca se está exento. El fallido sistema económico argentino no solo es resultado de impericias económicas repetidas sino también del deliberado esfuerzo de muchas corporaciones que se han enriquecido a costa de la mayoría de la población. Sería inocente creer que estos grupos no resistirán a este intento de cambiar el sistema.