Polémica por el pago de las Isapres a sus afiliados: ¿Por qué se sorprenden?
06.12.2024
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06.12.2024
El autor de esta columna escrita para CIPER argumenta que la actual situación no es más que el fiel reflejo de un sistema abusivo desde siempre. Sostiene que “desde mi punto de vista, todo este escenario se nos presenta ya que todos los actores involucrados, incluidas las personas que le pagan a las Isapres, no conciben la salud como un derecho social, lo viven como un consumo más”.
Escuché que algún político dijo, respecto del revuelo que han causado los planes de pago de lo adeudado por las Isapres a sus acreedores, “no me imaginé que fueran tan sinvergüenzas”. Se estaba refiriendo a la industria aseguradora por supuesto.
Pero, ¿es una interrogante válida después de casi 45 años de existencia de las aseguradoras?
El guion de esta larga teleserie ha tenido muchos giros, sin embargo, el desparpajo de las Isapres ha sido una constante. No puedo olvidar aquella frase de su representante “tener gente enferma es un lujo que no nos podemos dar”.
Entonces, ¿a qué se debe tanto cacareo en el gallinero de la elite política? Se trata de que la capacidad de asombro siempre es superada y que la manera descarnada e indolente de ejecutar el negocio de asegurar la atención de la enfermedad por parte de estas empresas se supera crisis tras crisis.
Las razones de las Isapres para maximizar sus ganancias son propias del sistema privado con fines de lucro. No sorprenden. Es su falta de elegancia la que sorprende, porque ya no se espera ni empatía ni compasión… ni menos seguridad social.
Las Isapres niegan que tenían una deuda con sus más de 700 mil asegurados. Por ende, todo lo que hicieron, y consiguieron, y todo lo que hacen es para recordarnos que tienen el sartén por el mango. Lograron de facto que la deuda no la pagarán de su patrimonio sino del propio bolsillo de sus afiliados y en plazos que hoy le parece, a la mayoría de las personas que expresan su opinión en los medios de comunicación masiva, como abusivos.
Esta industria es abusiva, ¿qué les sorprende?
Quizás la respuesta es que sorprende que aún no puedan dejar de ser el centro de atención y ocupación de la agenda pública. Todos los incumbentes quisieran que las aseguradoras dejaran de ser “tema” y siguiera todo igual, sin ruidos.
Está difícil, cuando quedan en evidencia las prácticas abusivas auspiciadas por una mayoría parlamentaria, bajo el argumento de salvar al país de una debacle mayor (en verdad, un supuesto más que un argumento).
Es difícil, cuando el destino de la industria ha sido dejado a la aprobación, rechazo o transmutación de un proyecto de ley de reforma, que se esperaba fuera del sistema en su conjunto, pero que quedó reducido a una nueva propuesta de cambio solo en el sistema asegurador privado.
En una columna anterior señalaba que en realidad el escenario de cambios es para que nada cambie, ya que la regulación de la industria sin condiciones especiales para ella, como un fondo de compensación entre empresas aseguradoras que excluya al FONASA y un sistema que permita ofrecer más beneficios a la población con mayor nivel de ingresos que al resto, es un escenario que no será avalado por los mismos que llevaron a cabo la operación rescate denominada “Ley Corta”.
¿Y qué pasa con las personas? ¿Cómo se les pagará la deuda a aquellos que se fueron de las Isapres? ¿Qué pasará con aquellos que sientan que es una burla que les paguen mil pesos mensuales durante 13 años? ¿Deberán soportar otra indignidad al aceptar que les paguen de una vez su deuda, pero con un considerable descuento?
En una minuta del Ministerio de Salud se realiza un análisis comunicacional acerca de la situación generada por los planes de pago de las deudas en la que el gobierno enfatiza en que “no se percibe que estas medidas (Ley Corta) se tomaron para evitar un colapso mayor del sistema, y para disminuir el riesgo de perder el seguro de salud que han elegido”. Esto refuerza la idea de salvataje de las Isapres para evitar repercusiones en todo el sistema y se aboga por la libertad de elección de seguros, vale decir, el contenido de la Constitución del 80.
Allí mismo se hacen recomendaciones comunicacionales para que se explique la magnitud del problema que de alguna manera genere resignación ciudadana y empatía con los tomadores de decisiones: “… transmitir la gravedad de las dificultades financieras que enfrenta el sector privado de salud en Chile, cómo esto podría haber impactado a los afiliados a Isapres y cómo podría impactar al resto del sistema (red de prestadores privados y públicos)… La Ley Corta permitió cumplir los fallos sin poner en riesgo la sostenibilidad del sistema de salud en su conjunto, permitiendo cambiar las tablas de factores a una que no discrimina por sexo, y devolver los montos cobrados en exceso a los usuarios, estableciendo un plan de pago a largo plazo para evitar que el sistema privado de salud cayera, dejando a 2,6 millones de usuarios sin cobertura de salud… la creación de un consejo experto para revisión de los planes de pago, de sanciones graves contra las Isapres que no cumplan lo establecido, y … la restricción a los retiros de utilidades mientras no paguen lo adeudado… Es fundamental que la ciudadanía comprenda que la Ley Corta buscó mantener la sostenibilidad del sistema de salud en Chile, lo que es esencial para garantizar el acceso a la salud de las personas afiliadas, ya que si las Isapres quiebran, éste no sólo sería un impacto para las personas afiliadas sino también para las clínicas, centros de salud privados y prestadores individuales donde se atiende además el 47% de personas afiliadas a FONASA en nuestro país…”.
En una columna previa hacía hincapié en lo falaz del planteamiento siguiente: “Si te pasas a FONASA perderás todos los beneficios que tienes ahora en tu Isapre; te obligarán a ir a los consultorios; tendrás que hacer fila en la madrugada y someterte a tremendas esperas en los servicios de urgencia de hospitales públicos, atestados de gente diferente a ti… pasarás a ser parte de esas terribles listas en las que la gente muere esperando… y además aquello implicará el colapso de todo el sistema”. Los/as afiliadas a una Isapre por diferentes y legítimas razones, están acostumbrados a la dinámica de atención privada y a las condiciones que ésta impone, que incluyen pagar una cotización adicional voluntaria al 7% obligatorio con el fin de financiar planes individuales con mejor protección financiera. Son personas que aceptan que se las discrimine por su nivel de ingreso económico (costo de planes mejores), situación de salud-enfermedad (preexistencias) y su edad (tabla de riesgo). Asimismo, incluyen en su pago de plan una cifra/prima obligatoria y extra asociada al uso del (GES) (que en FONASA está incluida en el 7%). Además, la gran mayoría de los beneficiarios de Isapres financian seguros complementarios de salud a través de los “bienestares” de sus trabajos y/o directamente, los cuales en su mayoría reembolsan dinero más allá de lo contratado.
Ante el panorama de crisis del sector de salud privada, estas personas se habrán visto obligadas a migrar al seguro público, lo más probable es que seguirían utilizando la red privada, a través de la cotización obligatoria del 7% y el uso de la libre elección (MLE), y teniendo atención sin necesidad de esperas (Modalidad e Atención Institucional – MAI). Lo que hubiese ocurrido con mayor probabilidad, por razones sociológicas, es que cada persona que se cambiara a FONASA debería financiar su 7% obligatorio por ley y que aquella cotización adicional que antes le pagaba a la Isapre, podría ahorrarla, utilizarla en contratar un nuevo seguro complementario o financiar el copago de bolsillo directo.
Desde mi punto de vista, todo este escenario se nos presenta ya que todos los actores involucrados, incluidas las personas que les pagan a las Isapres, no conciben la salud como un derecho social, lo viven como un consumo más, algo determinado por el acceso al dinero, algo que debería estar protegido por el SERNAC más que por la Superintendencia de Salud… entonces, ¿por qué se sorprenden?