Finalizada la COP29 reflexionemos sobre costos, beneficios y formas de activarnos
27.11.2024
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27.11.2024
Los académicos autores de esta columna escrita para CIPER comentan el valor de la COP, los puntos más importantes de la versión 29 que acaba de realizarse en Azerbaiyán y en la que ellos participaron, y los desafíos que se plantean para el mundo. Aconsejan que “debemos informarnos desde fuentes confiables y serias que eviten titulares escandalosos sobre el cambio climático, la falta de acción o acuerdos en las COP y otras instancias, donde podamos leer noticias e informaciones actualizadas y comprobadas sobre el verdadero estado y avance en estas materias”, para así escapar de la desinformación.
Ahora que la Conferencia de las Partes número 29 (COP29) de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) realizada en Bakú, Azerbaiyán, ha llegado a un cierre, y mientras Brasil ya se está preparando para hospedar la siguiente reunión de esta muy discutida versión, cabe detenerse a reflexionar y evaluar los resultados de las negociaciones, lo logrado y no logrado y las lecciones aprendidas.
Primero que todo, la COP es la máxima instancia de toma de decisiones de la CMNUCC que se celebra anualmente -con la sola excepción de 2020- con la finalidad de implementar el Acuerdo de París y abordar materias como: mitigación de gases de efecto invernadero, la adaptación a los efectos del cambio climático, los daños y pérdidas provocados por el aumento de la temperatura global, el fortalecimiento de capacidades y el financiamiento, entre otras. A lo largo de sus 29 iteraciones, la COP ha pasado por cuatro continentes y veinte países, y si bien siempre ha sido un evento masivo, con el pasar del tiempo su tamaño se ha ido incrementando, alcanzando una punta en la edición pasada en Dubái, cuando asistieron 85.000 personas, mientras que este año se estima que hubo alrededor de 50.000 visitantes.
Las COP son los principales espacios donde se reúnen los negociadores encargados de ir avanzando en los tratados, decisiones y acuerdos asociados con los compromisos globales. Por cierto, el avance alrededor de muchos de estos compromisos suele ser lento –mucho más lento de lo que varios esperaríamos considerando tanto despliegue-, pero no significa que no se alcancen. Todos los grandes acuerdos -como no sobrepasar los 1,5 °C- se han tomado en estas instancias. Si bien no siempre ha habido éxito, y todavía falta camino por recorrer, se ha avanzado mucho respecto al año 1995, cuando se realizó la primera COP en Berlín, Alemania.
Más allá de las negociaciones, las COP también son el espacio para avanzar en acciones que no son lideradas por los Estados. De hecho, al día de hoy existen un sinnúmero de acciones voluntarias por parte de municipios y autoridades locales y regionales, ONG, cooperativas, empresas, inversionistas, think tanks, centros de investigación, comunidades, y otras entidades y alianzas que trabajan para apoyar los objetivos del Acuerdo de París. Si bien estos esfuerzos son constantes durante todo el año, estos actores no gubernamentales usan los espacios generados por las COP para desarrollar importantes reuniones, actividades y eventos donde divulgan los avances, y crean redes para seguir trabajando en materia climática. Al día de hoy, entre las campañas Race to Zero y Race to Resilience llevadas adelante por los High-Level Climate Champions, en colaboración con la alianza de Marrakech, se articulan miles de actores para alcanzar la carbono neutralidad y hacer que cuatro mil millones de personas vulnerables sean más resilientes ante el cambio climático.
Asimismo, estos espacios también fomentan el encuentro, colaboración, aprendizaje recíproco, construcción de alianzas y vínculos entre los muchos actores que, desde sus varios espacios de trabajo, buscan abogar por el clima, el planeta y las personas, catalizando esfuerzos que se van preparando en las distintas Semanas por el Clima y otras instancias globales.
Sin embargo, siendo estos espacios importantes y necesarios, sin duda que podemos -y debemos- hacerlo mejor, sobre todo por la cada vez más contundente evidencia científica que nos señala que los efectos del cambio climático ya nos afectan, y que los esfuerzos actuales son insuficientes para mantener al planeta por debajo de los 1,5 °C de calentamiento global por sobre la era pre-industrial. Esta última meta es clave para evitar las consecuencias más catastróficas del cambio climático, ya que si sobrepasamos este límite, será más difícil adaptarnos y prevenir riesgos.
Basado en esto, podemos afirmar que las COP son la instancia internacional multilateral más importante a escala global, en miras a no superar el aumento de la temperatura del planeta en 2 °C y tratar de hacer todos los esfuerzos necesarios por mantenernos en 1,5 °C. Pese a lo anterior, resulta frustrante la lentitud en la adopción de acuerdos en relación con el aumento acelerado de la crisis provocada por el fenómeno del cambio climático, y que al menos en nuestro país, se manifiesta en eventos extremos, como lo son la sequía prolongada, los incendios, las inundaciones, entre otros.
La agenda de la COP 29 estaba centrada en el financiamiento necesario para enfrentar la crisis climática en todos sus aspectos (mitigación, adaptación, y daños y pérdidas), calculado en 1.3 billones de dólares anuales. Sin embargo, esto no se trata solo de “una pasada de sombrero” en búsqueda de aportes, sino en justicia climática y en definir qué países son los responsables de asignar tales recursos, establecer prioridades y beneficiarios. Sin embargo, el acuerdo alcanzado no superó los 300 mil millones (los que deben entregarse a los países más pobres y más vulnerables de aquí al año 2035), una cifra que no alcanza a ser un cuarto de lo solicitado, lo que ha sido calificado como una alarma.
Ahora bien, sería injusto atribuir únicamente a las COP la lentitud de estos avances. La verdad es que el cambio climático es un problema complejo y la situación geopolítica actual está enfrentando crisis económicas y sociales que, sin duda, dificultan la posibilidad de llegar al acuerdo global requerido para enfrentar el cambio climático.
Pero, ¿qué podemos hacer nosotros? Primero que todo, debemos informarnos desde fuentes confiables y serias que eviten titulares escandalosos sobre el cambio climático, la falta de acción o acuerdos en las COP y otras instancias (como por ejemplo Climate Watch), donde podamos leer noticias e informaciones actualizadas y comprobadas sobre el verdadero estado y avance en estas materias. Asimismo, acercarnos a la academia y a la ciencia nacional, pues ofrecen muchos diplomados, cursos y otras instancias alternativas de formación que ayudan a que la población se empodere, eduque y alce demandas. En este sentido, las democracias todavía funcionan y la presión social es capaz de lograr mover la aguja tanto en políticas públicas como en acciones privadas, tal como ha ocurrido tantas veces. De hecho, si bien los acuerdos globales son clave, muchas de las acciones en cambio climático se hacen a nivel local, donde Chile tiene un rol destacado.
Finalmente, es necesario participar. La próxima COP será en Brasil, por primera vez en América Latina desde hace más de diez años, lo que dará a muchas personas una oportunidad única de ir en persona a trabajar, ver qué ocurre, o solo sentir y vivir un poco de todo aquello que se busca llevar adelante en estos espacios tan necesarios.