¿Población gobernada? Los retos de las autoridades municipales y regionales desde el 6 de diciembre
25.11.2024
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25.11.2024
Con la segunda vuelta de la elección de gobernadores se cerraron los comicios municipales y regionales 2024 abriendo un nuevo mandato que comienza el 6 de diciembre. El autor de esta columna escrita para CIPER hizo el ejercicio de dividir a la población gobernada en izquierda-derecha develando la paradoja de, por ejemplo, tener un 75% de población con gobernadores de “izquierda”, pero con solo un 12% de consejo regional de esa tendencia. Por eso, sostiene, “el mayor reto de las autoridades locales se encuentra en las escasas condiciones de gobernabilidad municipal o regional que encontrarán durante sus mandatos”.
A partir del 6 de diciembre de 2024, el 75% de la población total del país habitará regiones con gobernaciones “hacia la izquierda”, frente a un minoritario 25% que habitará regiones con gobernaciones “hacia la derecha”. Y, desde ese mismo día, un 55,12% vivirá en comunas con alcaldías “hacia la izquierda”, y solo un 44,88% vivirá en comunas con alcaldías “hacia la derecha”. Así las cosas, durante todo el año que queda hasta la presidencial, será más probable habitar en una región administrada por un gobernador progresista que por un gobernador conservador, del mismo modo que será más probable vivir en una comuna administrada por un alcalde de tendencias progresistas que por un alcalde de tendencias conservadoras.
Tras una campaña en que se difuminaron los vínculos partidarios de los dos principales gobernadores electos, Rodrigo Mundaca en Valparaíso, y Claudio Orrego en la Región Metropolitana, surge la pregunta de si para el ejercicio de sus mandatos podrán prescindir de dichos vínculos, y más importante, si en sus proyectos de desarrollo regional podrán trazar un proyecto de país compartido. A un año de la presidencial, ¿importan los partidos y coaliciones que rodean a las nuevas autoridades elegidas?, ¿se pueden ordenar los liderazgos locales en relación con proyectos políticos nacionales?
Tomando en consideración la cantidad de población que estará afecta al mandato de los distintos sectores políticos, el presente artículo indaga en los retos programáticos y gubernamentales que tendrán las nuevas autoridades locales para cumplir sus promesas.
Desde el 27 de octubre, ya sabemos que existirá una mayor cantidad de población afecta al mandato de alcaldes pertenecientes al pacto Contigo Chile Mejor que población afecta al mandato de alcaldes de los pactos Chile Vamos, Republicanos y el Partido Social Cristiano.
Pero como los 103 alcaldes independientes fuera de pacto cuentan con un historial previo de declaraciones, preferencias y apoyos políticos, es posible clasificarlos según su inclinación hacia la derecha o hacia la izquierda. Y ahí la diferencia se amplía considerablemente. De los 20.086.226 habitantes que estima el INE al 2024, 11.071.916 personas vivirán en una comuna con alcaldía hacia la izquierda, frente a 9.014.310 personas que vivirán en una comuna con alcaldía hacia la derecha. Mientras que habrá 15.066.264 chilenos viviendo en una región cuyo gobernador regional tiene inclinación hacia la izquierda, y tan solo 5.019.962 viviendo en una región cuyo gobernador regional tiene inclinación hacia la derecha.
Los principales perdedores de la derecha, María José Hoffman en Valparaíso y Francisco Orrego en la Región Metropolitana, fracasaron estrepitosamente al tomar la estrategia de transformar su elección en un plebiscito al gobierno central. A la luz de los resultados, los votantes parecen entender mucho mejor que ellos las preguntas de la papeleta: las elecciones presidenciales ocurren solo cada cuatro años, y los gobiernos locales no inciden en ellas. Es más, como dentro del pacto Contigo Chile Mejor hubo partidos que no integran el gobierno actual, y entre los nuevos alcaldes independientes muchos rehúyen de su identificación con el mismo, el clivaje oficialismo-oposición no es el más adecuado para explicar las preferencias ciudadanas.
En una investigación reciente, Nicolás Angelcos plantea que si antes los partidos lograban articular los problemas locales con procesos de transformación nacional, hoy las preferencias de los sectores populares no se ordenan en torno a proyectos país. Más bien, mientras los partidos están encapsulados en la lógica parlamentaria, las demandas locales por vivienda, servicios urbanos o seguridad se han desacoplado de los debates nacionales. Por ello, en las elecciones locales es plausible que los sectores populares evalúen a los candidatos según su proximidad o distancia: si los incumbentes han demostrado defender sus intereses, o si acaso los retadores viven suficientemente cerca para conocer su realidad. Tanto la irrupción de Matías Toledo en Puente Alto, como la reelección de los alcaldes, Tomás Vodanovic y Macarena Ripamonti, en Maipú y Viña del Mar respectivamente, han demostrado que los electores de las comunas más populosas del país premiaron el trabajo comunitario y la capacidad de gestión local, por sobre la subsidiariedad y el desmantelamiento del Estado.
Para Norberto Bobbio, la izquierda le otorga mayor importancia a aquellas acciones que vuelven a los individuos más iguales, o merman los factores de desigualdad, mientras que la derecha no se plantea la eliminación de las desigualdades puesto que serían un dato ineliminable, e intentarlo sería arbitrario. Mientras que el centro no es una posición en si misma: “Entre el blanco y el negro, puede estar el gris; entre el día y la noche está el crepúsculo. Pero el gris no reduce en lo más mínimo la diferencia entre el blanco y el negro, ni el crepúsculo la diferencia entre la noche y el día”, señala el autor italiano.
Durante la campaña, las candidaturas representaron proyectos diferenciables en el plano ideológico, y la díada derecha-izquierda sigue siendo útil tanto para caracterizar las inclinaciones de las autoridades electas por pacto, y reclasificar las de los independientes. La derecha se ordenó detrás de candidaturas independientes, pero marcadamente doctrinarias, como la del contertulio del programa “Sin Filtros” Iván Poduje.
Más allá de su militancia, no hay ninguno de los 16 gobernadores electos que pueda eximirse de un posicionamiento en el eje izquierda-derecha. Y si no les da lo mismo quien llegue a La Moneda en cuatro años más, tendrán la oportunidad de contribuir a que la sociedad, y especialmente los sectores populares, reconstruyan su adhesión a los distintos programas que pueden competir en democracia. Los nuevos alcaldes y gobernadores tendrán el reto de transformar el vigor de su cercanía en proyectos de sociedad.
Ahora bien, el término mismo de “población gobernada” invita a repensar qué cosas pueden afectar a la población regida por el nuevo mandato. Asistimos a una época en que la mayoría de las veces los gobiernos democráticos, ya sean comunales, regionales o nacionales, tienden a ser cada vez más irrelevantes a la hora de configurar la vida en sociedad. E incluso cuando el Estado logra cambiar la vida de las personas, siempre lo hará condicionado, limitado y capacitado por otras estructuras. En el mundo actual, el acto mismo de gobernar revela la tragedia de una cierta impotencia. Las acciones gubernamentales- señala el español Daniel Innerarity– “de las que tanto se espera en términos de ruptura con el pasado y configuración de un futuro diferente, son muchas veces fallidas, costosas, inexactas, desmotivadoras e incluso catastróficas”.
En el caso de los alcaldes, el cumplimiento de sus promesas tiende a ser especialmente difícil para quienes lideran municipios perjudicados por el endeudamiento, la desintegración de los servicios públicos y otros factores que repercuten en la obscena desigualdad territorial existente. La paradoja es que son precisamente los alcaldes quienes poseen la representación ciudadana más directa, pero no tienen los recursos para ejercerla.
Y el caso de los gobernadores no es menos sensible. Por un lado, sus competencias son poco claras y han enfrentado líos de corrupción. Por otro lado, tras la promulgación de la ley 21.073, se democratizó un cargo antes designado por el gobierno central, provocando tensiones con figuras intermedias como los secretarios regionales ministeriales y los delegados presidenciales. La paradoja es que, en las regiones diferentes a la Metropolitana, buena parte de la popularidad de los gobernadores está relacionada, precisamente, a su diferenciación con las élites del centro del país.
Pero el mayor reto de las autoridades locales se encuentra en las escasas condiciones de gobernabilidad municipal o regional que encontrarán durante sus mandatos. Si ya habíamos dicho que un 55,12% de la población vivirá en comunas con alcaldía hacia la izquierda, tan solo un 47,45% de la población estará afecta un consejo municipal con mayoría hacia la izquierda. Y, si un 75% de la población vivirá en regiones con gobernación hacia la izquierda, tan solo un 12% de la población estará afecta a un consejo regional con mayoría hacia la izquierda.
Una primera conclusión es que, aunque los chilenos valoran la cercanía de sus autoridades locales para resolver sus problemas o acompañar sus carencias, traducir dicha proximidad en identificación programática será un reto de articulación importante para las autoridades elegidas. En segundo lugar, es difícil que las autoridades electas puedan, efectivamente “gobernar” la población afecta sus decisiones, si se considera que tendrán mayorías débiles o minorías en sus consejos regionales y municipales.
¿Será posible que al cumplirle a los habitantes de cada comuna y de cada región, los nuevos representantes logren que las personas confíen un poco más en la democracia y en la coherencia de las ideas de sociedad que defienden? Para formar una voluntad política inteligente, no hay otro camino que lo que Innerarity ha llamado la “reconciliación entre eficacia y legitimidad, tecnocracia y populismo, las razones de la técnica y las razones de la gente”.