Ley de Presupuesto: imaginemos un país sin cultura…
15.11.2024
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15.11.2024
Señor Director:
Imaginemos. Un Chile donde la noche no está estrellada y no tiritan azules los astros a lo lejos, donde no se da gracias a la vida ni tampoco hay derecho de vivir en paz, donde los que sobran no bailan, donde nunca nos hemos preguntado para qué la tierra es tan redonda y una sola no más. Un país sin los mundos imposibles de Matta. En donde no hay palomitas blancas, ni casas de los espíritus, donde no existe Pedro Machuca, ni chacoteros sentimentales, ni historias de fútbol. Un país donde no existen la Carmela ni la Negra Ester, ni la familia Herrera, ni la familia Venegas, en el que nunca murió Nice, ni el Pelluco. Donde no existe Condorito, ni Mampato, y menos los Barrabases. Imaginemos ese país. ¿Cómo se llamaría? ¿Cómo sería? ¿Qué lo definiría? ¿Qué canciones se cantarían? ¿Qué historias se contarían? ¿Qué colores tendría? ¿Tendría colores? ¿Tendría memoria? ¿Recuerdos? ¿Chistes internos? ¿Se llamaría Chile? ¿Sería un país? ¿Qué lo uniría? ¿Qué le daría sentido? Sigamos imaginando ese “no país”: Sin artesanos, sin museos, sin cantantes en las micros, ni chinchineros en las plazas. Sin esculturas. Sin danza. Un país sin relato. Sin escritores que cuenten ese relato, sin guionistas que lo escriban, ni cineastas que lo transformen en películas, en series, ni actores que interpreten nuestros personajes ni que hablen en chileno. Sin teatro. ¿Lo pueden imaginar? ¿Existiría? ¿Existiríamos? ¿Existiríamos sin cultura? ¿Existiríamos en el mundo? ¿Cómo nos reconoceríamos? ¿Cómo nos reconocerían los otros países? ¿Es posible un país así? ¿Es posible insertarse en el mundo de esa manera?
El presupuesto de cultura está en discusión en este momento, y se hace vital desmitificar ciertos puntos. Si bien el aumento es considerable, también es cierto que es la única área que no ha crecido en los últimos años, y aunque porcentualmente aumenta, sigue siendo una cifra pequeña si se le compara con otras carteras. Por otro lado, Pro Chile informa
que la economía creativa contribuye alrededor de un 2,2% al PIB, y además genera una gran variedad de empleos de calidad. Según los resultados del Informe Anual 2022 de Estadísticas Culturales, ese año, la ocupación en Actividades Características de la Cultura (ACC) fue de 142.893 personas, equivalentes al 1,6% de las personas ocupadas en el país.
El aporte que un sector cultural fuerte puede prestar a la sociedad es invaluable. Desde efectos positivos en la salud mental, tanto de jóvenes, niños y adolescentes como de adultos mayores, no solo como usuarios de cultura, sino también como creadores, ayudando a construir un sentido de vida en la población. También el uso sano de espacios públicos, puede transformar entornos. La red de salas de cine, por ejemplo, informa que solo durante el año 2023 efectuó 7.245 exhibiciones de Arica a Coyhaique, con más de 240 mil espectadores, donde se vieron más de 500 títulos, 200 de ellos nacionales. Imaginemos eso. Más de 240 mil espectadores, reconociéndose, viéndose, encontrándose, interactuando con esos 200 títulos nacionales, que les habla a ellos, en su idioma, en su lenguaje, contando sus historias.
La cultura es también un derecho, y sus creaciones no pueden ser tratadas como otro cualquier producto del mercado, entre otras cosas porque ejerce una influencia sobre la sociedad que va más allá de la obra misma. También produce debate y reflexión,
identificación, información sobre contextos locales y mundiales y sensibilización respecto de la vida en común.
La cultura NO es un gasto si no que una inversión necesaria para el desarrollo de sociedades más justas y sustentables (lo dice la teoría y la práctica), es un motor de desarrollo social y económico.
Sabemos que, sin el apoyo activo del Estado, corremos el riesgo de desaparecer. Y ya lo imaginamos al principio de este texto. Vimos cómo ese país sin cultura, deja de ser un país. Deja de tener sentido. La cultura hace que todo cobre sentido. Y hoy se nos está presentando la oportunidad de fortalecerla.
Imaginemos ahora cómo sería el país contrario al que imaginamos al principio. Con más canciones, con más poesía, con más teatro, más danza, más esculturas, más pinturas, más murales, más cine, más música, más novelas, más cómics. Imaginemos cómo sería la gente de ese país. Imaginemos ahora cómo sería ese país.