Cine: Esfuerzo, esperanza y paisaje extremos
26.08.2024
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26.08.2024
El nuevo documental chileno La fabulosa máquina de cosechar oro (Mejor Documental Iberoamericano 2024 en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara) retrata a uno de los últimos buscadores de oro en Tierra del Fuego. El vínculo del hombre con la tierra y la disposición de su hijo a ayudar sus esfuerzos de hombre mayor conectan una historia de apelación universal, comenta su director en la siguiente columna para CIPER: «Él ama su trabajo y sería feliz siendo minero por siempre, pero eso es un sueño que parece imposible.»
28 de diciembre de 2021, Tierra del Fuego. Almorzamos durante una de las tantas jornadas de grabación de nuestro documental, en el rancho minero de Toto Gesell, en el Cordón Baquedano, a casi 30 kilómetros de Porvenir. El día está soleado, con unas pocas nubes que pasan a gran velocidad, dibujando sombras en la vasta pampa fueguina. Al mirar por las ventanas del rancho, pareciera ser un día caluroso, pero ese viento que mueve las nubes es tan frío que congela hasta el alma. Aquí no importa que haya sol: el viento helado es una constante de la vida.
Desde el año 2018 que viajo regularmente a filmar a Toto, uno de los últimos buscadores de oro de Tierra del Fuego. Lo había conocido tres años antes, cuando me proponía filmar una película coral con diferentes historias de personas que habitan este territorio austral de Chile, viajando un mes a dedo por diferentes zonas de la isla. Había visto una foto de Toto en una revista, “challando” con la típica batea para lavar el oro, con su típico gorro azul oscuro, de capitán. Pensé entonces en lo atractivo del imaginario del buscador de oro, del pirquinero fueguino. En Tierra del Fuego hubo una fiebre del oro a partir de 1883, cuando llegó mucha gente de diferentes partes del mundo apostando a la suerte de la extracción. Sin embargo, 140 años después, aún quedan unos pocos aventureros en el oficio, sacando oro como se hacía entonces. Dejar registro de una forma de trabajo que podría desaparecer me pareció digno de documentar.
El rostro y las manos de Toto han sido esculpidas por ese viento helado que seca y corta la piel, y su cuerpo se nota cansado; o, al menos, tieso de estar con pala y picota trabajando a pulso, sin ayuda de nadie (o de muy pocos) por casi cuarenta años. Hoy a sus 62, la dureza del entorno y del trabajo bruto se ven en su cuerpo.
El almuerzo de ese 28 de diciembre parecía ser como cualquiera de los ya muchos que habíamos compartido: dentro de su pintoresco rancho, al lado del fuego, disfrutando de una simple conversación. Pero ese día no era cualquiera, y Toto sufrió un accidente que hizo evidente el riesgo que supone su trabajo solitario y de gran esfuerzo físico. Él ama su trabajo y sería feliz siendo minero por siempre, pero eso es un sueño que parece imposible. Aunque dice que le gustaría vivir hasta los 200 años, también dice que la muerte tiene que venir por algo; por el pulmón, por el corazón o por donde sea. Él sabe que en cualquier momento su cuerpo ya no tendrá la fuerza que necesita para aguantar las rudas condiciones de su labor de pirquinero. Sin embargo, llegado ese momento la jubilación no será suficiente, y Toto se verá ante la necesidad de seguir trabajando, viviendo una realidad que es más común de lo que quisiéramos.
La fabulosa máquina de cosechar oro es un retrato de Toto en su tradicional trabajo de pirquinero del oro, así como de los esfuerzos de su hijo Jorge, quien, consciente de las dificultades de su padre y de su delicado estado de salud, decide diseñar y construir un «trommel», una máquina para cosechar oro. Sabiendo que llegado el momento de jubilar su padre tendrá que seguir trabajando solo en la mina —bajo el frío viento fueguino, con sus huesos retumbando con cada picotazo contra la roca—, Jorge no duda en ayudar a su padre. Él, un joven de 20 años, no tiene estudios de ingeniería, pero sí una determinación inquebrantable para tomar las riendas del destino de la vida de su padre y de la suya, motivado por esa palabra y sentimiento que es el amor. Es lo que me impulsó a hacer este documental en primer lugar.
La decisión de Jorge de emprender un proyecto que parece improbable con el objetivo de ayudar a su padre a encontrar un futuro mejor, con más posibilidades y menos riesgos, es un acto noble de amor profundo por el otro y que escapa a la normalidad. Es un ejemplo de fortaleza y de solidaridad, recordándonos lo importante que es ayudar a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestra familia, a sobrellevar los desafíos de la vida cuando ésta empieza a complicarse. Para mi, La fabulosa máquina de cosechar oro ha sido una oportunidad para construir una historia emocionante que permite conectarse e identificarse con Toto y Jorge. Una película que permite observarnos a nosotros mismos, cuestionarnos cómo construimos nuestras vidas y relaciones. Un retrato del drama de la vida, del envejecer y el acercarse a la muerte. A la vez, un retrato del amor entre un hijo y su padre, y de cómo los sueños pueden alcanzarse incluso en las situaciones más complejas. Quiero transportar al espectador al fin del mundo, y retratar una historia que nos demuestra que hay personas y relaciones que valen mucho más que todo el oro del mundo.