Chile ante mercados financieros turbulentos
06.08.2024
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06.08.2024
Problemas geopolíticos, caída en la confianza de los consumidores y alza de la inflación en la eurozona explican, entre otras razones, la gran caída de las bolsas mundiales del pasado lunes. En columna para CIPER, un doctor en Economía explica los resguardos que al respecto debe tomar nuestro Banco Central y las autoridades de gobierno.
El origen de muchas crisis se va desentrañando con el tiempo. La caída de las bolsas mundiales registrada ayer lunes se explica por varios factores económicos y geopolíticos, algunos de los cuales vale la pena revisar.
En primer lugar, existe la preocupación de que la economía de Estados Unidos esté entrando en recesión. La caída en la confianza de los consumidores y otros datos económicos decepcionantes han alimentado esta idea. Aunque la Reserva Federal ha sugerido que podría estar cerca de concluir su ciclo de aumento de las tasas de interés, iniciado a mediados del 2022, la incertidumbre sobre futuras acciones monetarias continúa afectando el mercado. El diferencial que hoy muestra la tasa de interés de los países hace que las estrategias de carry trade (según las cuales, los inversores toman créditos baratos en un país e invierten en tasas de interés más altas y libres de riesgo en otro) sean tentadoras. Tal como lo demostró Japón la semana pasada, cuando se comienzan a cerrar las posiciones de carry trade se disparan procesos de apreciación de las monedas, con los efectos de cambio de expectativas que estamos observando en la actualidad.
En segundo lugar, diversos problemas geopolíticos (entre ellos, los conflictos bélicos en Medio Oriente y las tensas relaciones comerciales entre EE.UU. y China) están ejerciendo presión sobre los mercados globales, golpeando además los precios del petróleo y de las materias primas en general. En línea de esos efectos inflacionarios, hay datos recientes que muestran un aumento inesperado de la inflación en la eurozona, por lo que han surgido temores de que el Banco Central Europeo pueda continuar con políticas de tasas de interés más altas, afectando el crecimiento económico en la región. Europa está enfrentando una desaceleración del crecimiento, con indicadores económicos que sugieren un debilitamiento de la actividad.
Por otro lado, los mercados emergentes, como India, están experimentando una volatilidad significativa debido a su dependencia del capital extranjero. La perspectiva de tasas de interés más altas en economías desarrolladas podría llevar a una fuga de capitales, con las típicas crisis de balanza de pagos a las que estamos familiarizados en Latinoamérica. El fin de semana nos enteramos de que Warren Buffett vendía gran parte de sus acciones de Apple. Esto va en la línea del diagnóstico de muchos analistas en torno a que después de un período de ganancias significativas, el mercado se encuentra sobrevaluado, y que la corrección actual es una reacción técnica lógica. La sensación negativa entre los inversionistas está exacerbando las ventas, con muchos buscando reducir el riesgo ante la incertidumbre económica y geopolítica.
Todo este estado de crisis internacional ingresa a América Latina en un contexto en el que las proyecciones de crecimiento son de un 2.1% en 2024 [CEPAL], lo que refleja una expansión más lenta que la de otros mercados emergentes. Afectada por condiciones climáticas adversas —como el fenómeno de El Niño, que podría interrumpir la producción agrícola y aumentar la inflación de alimentos—, para Sudamérica se estima este año un crecimiento de 1.6%. Los bancos centrales de la región, incluyendo los de Brasil, Chile y Perú, han comenzado a reducir las tasas de interés para estimular el crecimiento económico. Sin embargo, estos recortes podrían verse interrumpidos si las tasas de interés de EE.UU. permanecen altas.
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Las tensiones geopolíticas lejanas a nuestros territorios, de todos modos ingresan en nuestro continente fundamentalmente mediante precios y demanda de las materias primas. Mientras que para aquellos países productores de alimentos esto puede ser beneficioso (por la subida de los precios), para los que producen insumos básicos para la producción puede ser perjudicial, por la caída de la demanda agregada. De hecho, las tensiones geopolíticas y el realineamiento de las cadenas de valor globales están afectando a los mercados de materias primas, lo cual es crucial para las economías latinoamericanas que dependen de la exportación de productos básicos, como el cobre y el petróleo.
Ese marco general nos hace mirar el impacto con más detalles en Chile. El Banco Central de Chile ha estado reduciendo las tasas de interés debido a la moderación de la inflación. Sin embargo, cualquier cambio en las expectativas de las tasas de EE.UU. podría afectar negativamente el valor del peso chileno y limitar la capacidad del banco para maniobrar. Las exportaciones, que están compuestas en más de un 60% de cobre, enfrentan desafíos debido a la caída de la demanda global y a la volatilidad de los precios de las materias primas. Esto podría impactar negativamente en los ingresos por exportaciones y en el crecimiento económico.
La semana pasada observamos un desempeño decepcionante en el IMACEC de junio, y ahora nos enfrentamos a presiones internacionales que están fuera del control del gobierno. Estas fuerzas exógenas podrían agravar aún más el rendimiento económico del país. Sin embargo, es crucial que esta situación no se convierta en una mera excusa del Ejecutivo para justificar los resultados económicos deficientes. Más bien, debería subrayar la importancia de comprometerse a aumentar la inversión en infraestructura, sistema educativo, digitalización y tecnologías avanzadas. Solo así podremos fomentar un crecimiento sostenible a largo plazo, basado en un sistema de producción diversificado que no dependa únicamente de un número limitado de bienes de exportación.