Información, respeto y afirmación para menores trans
25.06.2024
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25.06.2024
Un grupo de profesionales abocados al trabajo y la investigación en torno a la realidad de las personas trans y de género-no-conforme entra al debate en torno a la validez de las terapias afirmativas y lo que a su juicio son malentendidos en la difusión de las conclusiones del llamado «informe Cass». Escriben en columna para CIPER: «Creemos que el debate que ha activado la publicación de este informe ha tenido y podría tener aún más graves consecuencias para la comunidad trans y para miles de jóvenes de identidad diversa en el mundo […]; sobre todo, por el uso poco riguroso, malicioso, tergiversado y mañoso que a nuestro juicio se ha hecho de sus conclusiones.»
Las personas TGNC (Trans y de Género no Conforme, por su sigla en inglés) constituyen una población muy diversa que ha sido históricamente patologizada, discriminada y maltratada en los contextos sociales, culturales e institucionales en que se desarrollan y conviven. Producto de estas discriminaciones y violencias la evidencia internacional ha demostrado de manera sistemática y consistente índices severos de psicopatología, como cuadros de ansiedad, depresión, consumo de sustancias y severas tasas de suicidalidad. Dentro de esta población, niños, niñas, adolescentes y jóvenes que presentan no conformidad con su identidad de género y disforia con su cuerpo son particularmente vulnerables psicológica y emocionalmente, por lo que las actitudes de rechazo, discriminación y maltrato tienen un serio impacto y, a veces, graves consecuencias sobre su salud mental.
Por esta razón, acciones como el acompañamiento familiar, el apoyo de las comunidades escolares y de otras organizaciones y espacios institucionales tienen un efecto muy positivo. Este acompañamiento puede implicar la exploración en la propia identidad, en la expresión de su género y de sus cambios corporales en la pubertad. Además del apoyo psicoterapéutico; a veces, no siempre, esta exploración incluye el uso de bloqueadores puberales, de efecto reversible.
Como integrantes del equipo del «Proyecto T» de la Universidad Diego Portales, nacido en 2020 y que agrupa el trabajo de profesionales e investigadores de la salud mental, otorgamos atención psicológica y consejería gratuita a personas trans, de género no conforme y de género diverso, como también a sus familias, parejas y comunidades. Nuestro modelo de trabajo se sustenta en un enfoque afirmativo, altamente influenciado por la evidencia científica disponible y basado en estándares internacionales como la WPATH. Acompañar afirmativamente las preguntas que los y las jóvenes tienen acerca de su propio género es un proceso que se hace ―cada vez que es posible― junto a las familias, no en contra de ellas; lo que requiere de un abordaje que se construye a medida de cada caso.
Es desde esa experiencia y constante trabajo de producción de conocimiento que consideramos importante dar nuestra opinión sobre el debate en curso en el país en torno a NNA trans y con disforia de género, acelerado en las últimas semanas por una serie de reportajes y columnas de opinión en medios que, en términos generales, cuestionan el enfoque de programas de gobierno (tales como “Crece con Orgullo”), algunas clínicas y otros agentes, a partir de las conclusiones del denominado «informe Cass». Así se identifica popularmente el “Independent Review of Gender Identity Services for Children and Young People”, una investigación comisionada en 2020 por el National Health Service (NHS) de Inglaterra, liderado por la pediatra Hilary Cass y publicado el 10 de abril de 2024.
Creemos que el debate que ha activado —en Chile y el mundo— la publicación de este informe ha tenido y podría tener aún más graves consecuencias para la comunidad trans y para miles de jóvenes de identidad diversa en el mundo. Parte importante de los efectos negativos del informe descansan en algunas de las recomendaciones que contiene; pero, sobre todo, en el uso poco riguroso, malicioso, tergiversado y mañoso que a nuestro juicio se ha hecho de sus conclusiones.
(1)
Respecto de lo primero, el informe no contrasta sus recomendaciones con las de la World Professional Association for Trans Health (WPATH) ni con la guía de la Asociación Americana de Endocrinología [COLEMAN et al. 2022; HEMBREE et al. 2017], con lo que ignora más de tres décadas de investigación y experiencia clínica en este ámbito. Tampoco considera las pruebas existentes que demuestran los beneficios de las intervenciones hormonales sobre la salud mental y la calidad de vida de jóvenes de género diverso y que se exponen en diversos estudios, tales como “Psychosocial Functioning in Transgender Youth after 2 Years of Hormones” [CHEN et al. 2023]; “Body dissatisfaction and mental
health outcomes of youth on gender-affirming hormone therapy” [KUPER et al. 2020]; “Association of Pubertal Blockade at Tanner 2/3 With Psychosocial Benefits in Transgender and Gender Diverse Youth at Hormone Readiness Assessment” [McGREGOR et al. 2024]; o «Access to gender-affirming hormones during adolescence and mental health outcomes among transgender adults” [TURBAN et al. 2022]; todos los cuales han concluido que dichas intervenciones logran reducir ansiedad, depresión, estrés e ideación suicida en menores TGNC. Además, muestra un uso tendencioso e incoherente de los datos, y sus recomendaciones no se derivan completamente de la información presentada en las revisiones sistemáticas que incorpora.
Las revisiones, realizadas de forma independiente por un equipo de la Universidad de York y ya publicadas [TAYLOR et al. 2024], indican falta de evidencia sobre el efecto a largo plazo de los bloqueadores puberales, pero no que no exista evidencia o que ésta no sea de una calidad aceptable. Esto no debiera impedir la utilización de estos tratamientos, toda vez que tanto para las recomendaciones de la WPATH y de otras guías (como la desarrollada en Alemania) es una práctica de consenso basada en la mejor evidencia disponible, y que además puede salvar vidas [TURBAN et al. 2020].
(2)
Con respecto al uso malicioso del informe por parte de individuos y agrupaciones que durante años se han mostrado contrarios o derechamente beligerantes frente a lo que denominan «ideología de género», solo cabe señalar lo peligroso de su actuar a partir de la manipulación de la información. El uso tergiversado no solo de este informe, sino de otras publicaciones seudocientíficas o con metodologías éticamente cuestionables, alimenta teorías conspirativas como las de «la invasión del modelo afirmativo de género» que supuestamente estaría promoviendo en jóvenes ideas socialmente contagiosas de disforia de género y tratamientos afirmativos sin ninguna evaluación. Si estas afirmaciones fueran ciertas, tendríamos una ola masiva de arrepentimientos o «detransiciones». Sin embargo, como bien sabemos quiénes trabajamos e investigamos hace años en este campo, las tasas de retransición se han mantenido entre el 1% y 3% en la última década [COLEMAN et al. 2022; OLSON et al. 2022; TURBAN et al. 2022].
Asimismo, la comprensión del concepto de «detransición» ha ido cambiando. Hoy en día, se entiende este fenómeno más como una alternativa del proceso de desarrollo de la identidad de género y, por lo tanto, incorporado en el acompañamiento afirmativo; por lo que es más correcto hablar de «retransición» y no de «arrepentimiento» [PULLEN et al. 2023]. Por lo demás, también se ha tergiversado lo del «modelo afirmativo», haciéndolo parecer como si fuera un tipo de intervención que tiene el fin de convertir jóvenes cisgénero en jóvenes trans. Nada más lejos de la realidad. Lo «afirmativo», más bien, es una actitud de respeto y reconocimiento del derecho de NNA de autodenominarse con su identidad sentida a partir de un cuestionamiento a una identidad asignada sobre aspectos biológicos y sociales, lo que se traduce en ofrecer espacios seguros para la exploración personal sobre su género sentido, opuesto al adoctrinamiento que se sugiere en recientes comunicaciones en medios y redes sociales.
La práctica afirmativa implica una sensibilidad cultural sobre los desafíos y dificultades que enfrentan las personas TGNC debido a su disidencia con respecto a las normas hegemónicas de los contextos en que viven y se desarrollan. Los procesos afirmativos de género pueden incluir aspectos sociales (ej. nombre social, uso de pronombres), aspectos psicológicos (ej. sentimientos sobre sí mismo y el propio cuerpo), médico-corporales (ej. bloqueadores puberales) y/o legales (ej. cambio nombre registral). Estos procesos pueden darse juntos o por separado, de manera secuencial o como proceso único, de manera lineal o con detenciones y avances; es decir, son procesos que responden a necesidades individuales, que requieren decisiones íntimas, con acompañamiento familiar en el mejor de los casos y no necesariamente con apoyo psicoterapéutico, como plantea la American Psychological Association (APA).
Con todo, el informe Cass sigue siendo un reporte local, surgido de problemas locales de índole judicial, económico y político asociados a la existencia de un servicio público como el NHS, en un contexto como el de Gran Bretaña. Con eso en cuenta, es de suma importancia que esta temática, que ha captado la atención de diversos medios de comunicación en los últimos días, sea abordada con profundidad, cuidado y con un adecuado contrapeso científico, alejado de debates ideológicos y políticos, que sacan el foco del punto común de la discusión: garantizar las condiciones para que niños, niñas y adolescentes TGNC puedan desarrollarse de manera plena.
*Firman esta columna: Claudio Martínez, Juliana Rodríguez, Valentina Vukusic, Constanza Gálvez, Maritza Bocic, Carolina Alonso, Christian Spuler y Macarena Vergara; equipo Proyecto T UDP.