Nada es gratis con la IA
21.06.2024
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21.06.2024
El entrenamiento de la Inteligencia Artificial avanza con tanta rapidez que ni las agencias de gobierno encargadas de su supervisión son capaces de reaccionar a tiempo. Se arriesga, así, la privacidad de nuestros datos e incluso negocios privados para los que aún no existe regulación, recuerda la siguiente columna para CIPER: «Para que la SIA funcione debe contar con un gran volumen de información de todas las dimensiones de la vida humana. […] Eso significa que, de algún modo, todos somos útiles para este propósito; sobre todo, los más incautos».
Hasta el próximo 26 de junio hay plazo para que cada usuario le indique a Meta (ex Facebook + Instagram) que no utilice datos de sus cuentas personales de redes sociales para entrenar la Inteligencia Artificial (IA). Se trata de un asunto relevante en términos de privacidad, pero del que probablemente usted no estaba al tanto o, si lo sabía, no le ve gran problema. La IA se entrena con patrones de lenguaje, datos e información de cualquier región del mundo, y Latinoamérica —particularmente los territorios costeros, con sus modismos y jergas en el lenguaje— no será la excepción. Estamos frente al paso de una IA generativa de carácter genérico a una IA generativa personalizada que, en palabras del escritor Yuval Noah Harari, «hackea» nuestros propios lenguaje y pensamiento, creando patrones predecibles para usos que todavía desconocemos.
Recordamos una canción del Cuarteto de Nos y este adagio realista: «Si la limosna es de cuantía, hasta el santo desconfía». Al utilizar cada día potentes aplicaciones de IA, recordemos que «nada es gratis… nada es gratis en la vida». Con algo estamos pagando.
Podemos decir que la IA tuvo sucesivas fases de maduración hasta llegar al momento actual. A partir de su grado de desarrollo hoy, es difícil emitir un juicio prospectivo para el futuro cercano, pues los avances en la materia son exponenciales. La clasificación de la IA en la actualidad se centra en el desarrollo de la Inteligencia Artificial Estrecha (IAE), la búsqueda de la Inteligencia Artificial General (IAG) y el sueño de la Súper Inteligencia Artificial (SIA). La IAE se denomina así por el campo limitado de su acción, enfocada tan solo en una tarea humana (por esta razón se suele denominar «IA débil»). En la IAG se igualan las condiciones cognitivas del ser humano y con ella se puede desarrollar cualquier actividad humana («IA fuerte»). Mientras las mencionadas IA se enfocan en una (débil) o todas (fuerte) las tareas humanas, la SIA las supera; es decir, va más allá de la inteligencia humana. Para el filósofo Nick Bostrom, la SIA es «un intelecto que es mucho más inteligente que los mejores cerebros humanos en prácticamente todos los campos, incluida la creatividad científica, la sabiduría general y las habilidades sociales». Hay cambios constantes en las apps, programas y servicios que la utilizan que pudieran parecer imperceptibles, pero que son descomunales por la especificidades de su transformación.
Cuando en 2023 se venía la gran ola de avances vertiginosos en IA, los datos e información con los que se alimentó eran de hechos, fenómenos y personas provenientes de países desarrollados, lo cual generó sesgos en sus outputs o salidas. Por ejemplo, se veían errores de generación de imágenes que no encajaban con la raza o características fenotípicas de las personas de Latinoamérica, y entonces veíamos personas de piel blanca desarrollando actividades gerenciales y a afroamericanos con tendencia a cometer delitos. El mundo reclamó una IA libre de prejuicios raciales o xenofóbicos, para así poder verse representado en toda su diversidad. Si bien se levantaron voces desde el ámbito académico, científico y político, éstas no fueron suficientes para frenar el caudaloso río de actualizaciones y nuevos desarrollos que continuó hasta hoy, en una competencia desaforada por captar la atención de todos los usuarios, de todas las edades y ubicación geográfica.
Hoy sigue a toda velocidad el desarrollo de proyectos secretos (o muy sigilosos), para los cuales es necesario llenar vacíos de procesos y de información. Para que la SIA funcione debe contar con un gran volumen de información de todas las dimensiones de la vida humana. Es probable que haya iniciado ya un megaproyecto de clonación del pensamiento humano, intentando emularlo y plasmarlo en potentes chips de procesamiento de grandes volúmenes de datos.
Eso significa que, de algún modo, todos somos útiles para este propósito; sobre todo, los más incautos. Para captar datos biométricos, te pedirán escanear tu iris [imagen superior], y quizás te resulte rentable, a cambio de criptomonedas que puedes convertir a euros. Entidades gubernamentales europeas han iniciado investigaciones de oficio al respecto, pero el ritmo acelerado, la migración geográfica de estas empresas y la rápida transformación en los medios de adquisición de datos personales avanza tan vertiginosamente que los Estados quedan incompetentes frente al asunto. Adicional a lo anterior, los departamentos jurídicos y los recursos ilimitados de las empresas tecnológicas hacen largas las batallas legales (por no decir, infructuosas).
Harari lo ha dicho: «Hemos inventado algo que nos quita poder. Y está ocurriendo tan rápido que la mayoría de la gente ni siquiera entiende lo que está pasando. Tenemos que asegurarnos de que la IA tome buenas decisiones sobre nuestras vidas».
Hay personas que todavía creen que la IA no puede alcanzar el lenguaje propio de los territorios en el mundo; por ejemplo, de Latinoamérica y su gran riqueza lingüística autóctona. Incluso dentro de la misma Latinoamérica, cada país y territorio subnacional maneja sus propias expresiones culturales que para la IA serían de muy difícil réplica. Pues bien, no están visualizando el paso de una IA entrenada con datos e información generales a una que se está entrenando en la actualidad con datos e información particulares, perfectamente capaz de captar nuestros modismos y hasta nuestro humor hasta parecer entrenado en un barrio del D.F. mexicano, de Medellín o de Valparaíso.