CARTAS: La democracia del lobby

Señor director:

Mucho se habla en estos días sobre la Ley del lobby, tanto de su cumplimiento como de su interpretación. Se nos dice que, cuando se legisló al respecto, hubo varias firmas del rubro que se negaron a dar su apoyo a la normativa, argumentando razones que no son difíciles de imaginar. Acaso por eso el resultado haya sido una ley que en la práctica no se aplica, no se controla ni se respeta. Qué duda cabe que, en el mundo real, el lobby —podrá gustar o no—, es la verdadera “cocina” entre el mundo empresarial y el político, cada uno velando por sus propios intereses. Más allá de satisfacer los intereses de los comensales reunidos, lo que debiese importarnos es si acaso esas negociaciones logran agregar valor a la sociedad; es decir, si concretan y solucionan problemas y/o necesidades reales y presentes del pueblo.

Ahora vamos a ver si, producto de los hechos recientemente conocidos, saldrá algo positivo. En caso contrario, ya sabremos para la próxima cómo elegir mejor a nuestros representantes.