Balance de la COP28: un paso (frágil) hacia la dirección correcta
14.12.2023
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14.12.2023
Los intereses petroleros «jugaron de local pero no ganaron», describe en columna para CIPER el director ejecutivo de la organización Nuestra América Verde. La conferencia cumbre sobre cambio climático concluyó esta semana con avances defendidos sobre todo por la sociedad civil y los países en vías de desarrollo, aunque aún insuficientes.
La polémica rodeó a esta reciente COP desde un principio. Un país petrolero como sede de una instancia que busca dejar de depender del petróleo y un director ejecutivo de una compañía petrolera como presidente entregaban escasa esperanza sobre los potenciales resultados de esta Conferencia. Afortunadamente, el escenario perfecto para los intereses petroleros fue contrarrestado con una sociedad civil movilizada, países en desarrollo vigilantes de cada paso en la negociación y la voluntad de 127 países de dejar atrás los combustibles fósiles. En esta columna analizo algunos aspectos de esta COP28, en la que si bien se lograron avances que van en la dirección correcta, se trata de pasos frágiles y necesitados de más consistencia y urgencia.
En su plenario inicial, esta Conferencia por el Cambio Climático adoptó como primer acuerdo la operativización del fondo de pérdidas y daños, enfocado en asistir a países vulnerables que sufran perjuicios derivados de impactos del cambio climático. Los detalles de este fondo fueron desarrollados por un «Comité Transicional», y fueron adoptados por el pleno durante el primer día. Es muy positivo que el fondo comience a operar, sin embargo es preocupante que i) no exista mención al principio de equidad y de responsabilidades comunes pero diferenciadas; y ii) que el Banco Mundial sea la entidad a cargo de su operación, pues resulta contradictorio que un fondo enfocado en asistir a los países más pobres y vulnerables sea manejado por una institución dirigida por países desarrollados.
En resumen, un avance en la dirección correcta, pero con fragilidades en su estructura de implementación.
En materia de adaptación, se adoptó una decisión sobre el objetivo global de adaptación que estableció su marco de acción. Este marco considera ámbitos de resiliencia hídrica, alimentaria, de salud, protección de ecosistemas y comunidades vulnerables. Resulta destacable el llamado a priorizar soluciones basadas en la naturaleza, así como el establecimiento de subobjetivos en evaluación de impactos, planificación de respuestas, implementación y monitoreo. Lamentablemente, lo anterior está sujeto a plazos amplios (2030), quitándole urgencia a la implementación de políticas de adaptación. Ahora, lo más preocupante de esta decisión es la vaguedad con que se abordan los compromisos financieros de adaptación. El texto pasó de «requerir» a los países desarrollados el financiamiento necesario para implementar medidas de adaptación, a una forma verbal mucho menos comprometedora en el párrafo 33 de la decisión. Esto no ayuda a asegurar una reducción efectiva en la brecha de financiamiento de adaptación, obstaculizando la implementación de estas medidas en países de bajo ingreso. De nuevo, la adopción del marco del objetivo global de adaptación es un paso en la dirección correcta, pero los medios para su implementación son frágiles aún.
Sobre financiamiento, la decisión sobre el nuevo objetivo colectivo cuantificado se enfocó en aspectos procedimentales. Se decidió tener un borrador de decisión para el 2024, año en que también se realizarán tres workshops y tres reuniones del programa de trabajo sobre este punto. Es decir, lo sustantivo quedará para la SB60 y la COP29, siendo quizás el punto más relevante de las próximas negociaciones. Sobre el programa de trabajo de transición justa, se decidió operativizar este programa de trabajo «inmediatamente después» de terminada esta COP. En este sentido, el concepto de transición justa se incluiría como elemento para el próximo Balance Mundial del 2028, cuestión bien relevante. Además, la decisión reconoce la noción de «transiciones justas», ampliando la visión más restringida del preámbulo del Acuerdo de París.
Pasos importantes en estos puntos, pero falta mucho por concretar aún.
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Finalmente, el tema central de esta COP28 era la decisión sobre el Balance Mundial, que motivó el retraso de las negociaciones y fuertes debates durante la Conferencia. Como se indicó, 127 países querían la inclusión del término «eliminación gradual de combustibles fósiles», posición objetada por los países petroleros. Si bien, en un momento esta expresión fue una alternativa en el texto, se excluyó en el borrador presentado por la presidencia de la Conferencia, generando molestia en muchos Estados. Afortunadamente, luego de inmensos esfuerzos negociadores de países de América Latina y el Caribe, los Pequeños Estados Insulares y la UE, se encontró un camino de acuerdo para definir una orientación hacia el término de la era de combustibles fósiles.
La expresión «transitioning away from the fossil fuels in energy systems» fue el concepto bisagra que permitió un acuerdo. Si bien es valorable esta orientación hacia el fin de los combustibles fósiles, son varios los vacíos y expresiones vagas contenidas en la decisión, tanto en materia de mitigación, como en adaptación y financiamiento. Por ejemplo, esta expresión sólo se refiere a sistemas de energía, excluyendo otras industrias como el transporte. Además, se habla de «combustibles de transición», lenguaje muy comprometedor y favorable para los intereses de actores contaminantes. En síntesis, si bien el texto del Balance Mundial mejora el objetivo y estándar, no asegura que Estados y compañías contaminantes sigan explotando combustibles fósiles. Es un primer paso hacia un mejor horizonte, pero muy frágil todavía.
En conclusión, la intención inicial de los países petroleros de bloquear cualquier referencia a la eliminación de combustibles fósiles fue contrarrestada por esfuerzos múltiples. Las demostraciones de la sociedad civil en la sede de la COP, el esfuerzo de negociadores comprometidos con la acción climática, y la voluntad de Estados que realmente querían dar pasos transformadores, contribuyeron a que esta COP no fuera la que querían los países petroleros. Jugaron de local y no ganaron. Sin embargo, el resultado está muy lejos de ser un triunfo, por lo que es crucial seguir y seguir uniendo fuerzas y voluntades para reforzar una acción climática justa, desde y para América Latina y el Caribe.