Argentina y la remontada del peronismo: el ADN sobreviviente
25.10.2023
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25.10.2023
Una de las conclusiones de los resultados de las elecciones del pasado domingo en Argentina es la que el autor de esta columna atribuye a la resistencia de la convocatoria peronista: «El peronismo sigue suscitando promesas y una identidad que ubica a una parte del país en un campo político y social determinado. Con la reactivación de sus memorias y promesas, se reconvierte en una narración distinta al kirchnerismo duro. Ahora Massa tiene una difícil. Debe conseguir más de 14 puntos y convencer de que se puede diseñar una novedad: el gobierno de unidad nacional.»
El siguiente texto fue originalmente publicado por Anfibia, y es reproducido con la debida autorización. La foto superior es de Julieta Ferrario.
Rompió la estática y la estética de los tres tercios. Se estacionó por encima de la novedad de la política argentina surgida el 13 de agosto que había suscitado la atención del periodismo, de analistas, de investigadoras e investigadores. El peronismo construyó otra agenda de posibilidades y, sobre todo, demostró un ADN sobreviviente. Mientras las otras fuerzas crecieron poco o decrecieron, Unión por la Patria mejoró su performance casi un 9% con respecto a las primarias.
Javier Milei, pese a que gravitó como presidente dispuesto a asumir antes del 10 de diciembre, sacó apenas 530 mil votos más que el 13 de agosto. Su sistema solar se mantuvo, pero simbólicamente se averió. No pudo ampliar sus adhesiones y las capacidades del rey de la selva se vieron menguadas. Se clavó. La participación ciudadana se amplió más de 7 puntos con respecto a las PASO (70,4% a 77,6%) pero no amplió la efervescencia libertaria, solo impacto en fuerza en el oficialismo.
Pasadas las 19 horas el búnker de La Libertad Avanza recibía malas noticias: Ramiro Marra no había logrado conquistar los corazones en CABA y varias provincias en las que Milei había ganado en las PASO terminaron en manos de la candidatura del ministro de Economía. En el búnker de Chacarita se percibía un milagro. Una remontada impensada en ciertas provincias del norte y del sur del país. En la provincia de Buenos Aires destacaba la felicidad de la dirigencia peronista. La tendencia ganadora se instaló en Unión por la Patria, en el desconcierto de los medios de comunicación y en vastos sectores de la ciudadanía con altas dosis de ansiedad. Para muchas y muchos este domingo llegó el relax.
La victoria de Massa habla de las varias dimensiones que se pusieron en marcha después de la noche del 13 de agosto. El ministro se afirmó como un candidato no continuista. La continuidad no fue su flow sino un gesto escurridizo frente al orden que propone el FMI y una administración eficiente de la crisis que se amplificó post PASO. Administró con astucia políticas reparadoras para afrontar la inflación. Puso 3 billones de pesos en la calle y quemó cualquier papel de austeridad. El peronismo buscó despertar la fibra peronista: gestos de distribución y cuidado de la base social que el peronismo piensa y reclama como parte de su historia: los sectores populares y las clases medias golpeadas. Pese a que el peronismo había perdido más de 6 millones de votos entre las generales de 2019 y las PASO de 2023, Sergio Massa obtuvo casi 300 mil votos más que Scioli en las generales de 2015. El peronismo sigue suscitando promesas y una identidad que ubica a una parte del país en un campo político y social determinado. Además logró establecer una narrativa peronista que se aleja de cualquier desmantelamiento de lo público y de las preocupaciones y padecimientos ante una posible dolarización. Ayer Milei no tuvo su propio Ecuador.
Massa expulsó la posibilidad de la tan fogoneada hiperinflación. Logró el apoyo de un sector empresario no menor en el conglomerado argentino. Varios insistieron en las buenas intenciones de Bullrich pese a la calesita que chocaron con el gradualismo macrista y lo casi “impracticable” de Milei. Empujó al peronismo a volver a “peinar” el territorio. Un peronismo molecular que salió a la calle para defender la capacidad de Estado, una que el propio Massa había puesto en marcha para controlar el dólar blue y en el conjunto de políticas que contuvieron aumentos explosivos. El peronismo, con la reactivación de sus memorias y promesas, corrió la posibilidad de un desenlace inmediato para La Libertad Avanza y se reconvierte en una narración distinta a la del kirchnerismo duro. Massa y Kicillof van por otra sintonía peronista y eso se nota en la comodidad que manifiestan algunos gobernadores e intendentes. El bitcoin peronista en alza con su unidad multilateral para ganar el balotaje. Massa afirmó su liderazgo en una estrategia para noviembre citando un cuadrante conocido culturalmente por el peronismo. La imagen en el escenario junto a su familia, como con la del propio Agustin Rossi, conectan al peronismo con el núcleo de la vida cotidiana y la protección y cuidado de quienes la organizan.
Patricia Bullrich no convenció. Desde hace semanas que no tiene ningún dato positivo. Una estrategia perdedora. No logró retener el voto de Horacio Rodríguez Larreta. Resituó en el ring el binomio kirchnerismo-antikirchnerismo frente un Massa alejado ese lenguaje, se entretuvo horas con Insaurralde, sacó la agenda del cambio y abrazó, principalmente el orden (una figura que moviliza poco) y, finalmente, le otorgó a la consigna “y es para siempre” un lugar relevante y paradojal en una sociedad líquida. Juntos por el Cambio sufrió una gran herida: sólo ganó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y comprobó la debacle en Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos y otras provincias. Mauricio Macri apalancó hasta el hartazgo al propio Milei rompiendo cualquier imaginario de liderazgo argentino. Le proveyó algunos de sus exfuncionarios para ayudarlo en sus programas y presionó a un sector de JxC para establecer un puente futuro. Macri dio a Milei por ganador mucho antes de la primera vuelta y con esto mostró una hoja de ruta para JxC. En dos jugadas ajustó cuentas con Larreta y obtuvo un apoyo de Bullrich al candidato de LLA para noviembre. Macri hizo negocio con las derrotas ajenas.
En la Provincia de Buenos Aires ganaron Massa, Kicillof, los intendentes peronistas y La Cámpora. Esta última obtuvo más de diez municipios pero no podrá estar signada por políticas o discursos que alienten grietas o tensiones. En su discurso Massa trazó la estrategia futura: dejar las tensiones que reivindican partes u organizaciones de manera facciosa y colocarse en el lugar del cuidado y la protección. El impulso del mercado (iniciativa privada) y el cuidado/protección pueden constituir una fórmula que acerque a radicales y a quienes apoyaron a Juan Schiaretti. Massa tiene una difícil. Debe conseguir más de 14 puntos y convencer que se puede diseñar una novedad, el gobierno de unidad nacional. El peronismo se abre a algo desconocido: la unidad de dirigencias multipartidarias y la suspensión de su agonalidad populista.
Milei, con su pasaje al balotaje bajo el brazo, confesó que buscará alquilar el pack Bullrich. Pretende relocalizar la beligerancia con el kirchnerismo para traer a parte de JxC y, sobre todo, posicionarse como la representación del cambio dando fiabilidad a aquellos y aquellas que compraron la racionalidad Melconian. Tendrá que hacer del cambio un activo atractivo para dirigencias que no ven factible una estabilidad política a largo plazo.
Se abre una nueva dinámica para el funcionamiento de las instituciones legislativas. En la cámara baja, UxP sigue siendo la primera minoría. Solo perdió 15 diputados de los 68 que ponía en juego. Tendrá un total de 105 legisladores. Milei fue el que más escaños obtuvo: pasó de 2 a 37. JxC fue quien más perdió y quedaría con 94: puso en juego 55 y solo logró 32 Ninguna fuerza tendrá el quórum propio que se logra con 129 bancas. Gane quien gane obligatoriamente deberán realizarse acuerdos. La misma lógica deberá guiar a la cámara alta. UxP tendrá 32 bancas, JxC 24 bancas, LLA inaugura su participación con 8 senadores (el quórum se obtiene con 37), mientras que el resto pertenecen a la Unidad Federal y los bloques provinciales.
El balotaje inaugura nuevos escenarios. Posiblemente veamos intentos novedosos. El peronismo comenzó a experimentar, con cierta anterioridad, el relevo de la figura de Cristina Fernández de Kirchner. Todo lo que suene a grieta el ministro de Economía piensa dejarlo de lado. Milei es un liderazgo que todavía necesita más presente y futuro para sostener y administrar expectativas en el tiempo. Es un líder sin paso por el Estado, por ahora sostenido, en vastos sectores de la sociedad. Bullrich tuvo un liderazgo muy fugaz, el liderazgo que surge de ajustar cuentas con un contrincante interno.
Los candidatos que inician el camino al balotaje deben buscar ampliar la adhesión y presentar una propuesta y una imagen de liderazgo que pueda ser “consumida” por quienes voten. Quien logre “vender” cuotas de experticia y certidumbre, una imagen de liderazgo capaz de reparar lo que trae la tormenta y resignificar las sensaciones de la vida cotidiana tendrá un territorio allanado para convertirse en el nuevo presidente.