16 de octubre: Día Mundial de la Alimentación
16.10.2023
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16.10.2023
Es el acceso económico la principal preocupación de los hogares latinoamericanos en cuanto a comida, lo cual es coherente tanto «con la situación de ingresos y desigualdad de nuestra región como con la configuración del sistema alimentario y el comercio global de alimentos», describe en columna para CIPER un investigador del tema: «Tenemos porcentajes de gastos en alimentos altísimos, e ingresos que dejan poco margen de maniobra a los hogares frente a fluctuaciones del precio de los alimentos.»
A partir de los datos de la Encuesta de Inseguridad Alimentaria y Alimentación realizada en cinco países de Latinoamérica [Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, 2020 y 2022], logramos identificar cuáles son las principales preocupaciones de las personas con respecto al acceso a la alimentación. Por ejemplo, no más del 10% de los hogares encuestados expresa preocupación sobre el acceso físico a alimentos, pero si se les consulta sobre acceso económico (precios, ingresos) la cifra sube a entre 20 y 60% Mientras que las razones vinculadas al acceso económico, considerando los precios de los alimentos y la falta de ingresos, fueron señaladas entre un 20% y un 60% como las principales causas de preocupación de los hogares encuestados.
Estos resultados son coherentes tanto con la situación de ingresos y desigualdad de nuestra región como con la configuración del sistema alimentario y el comercio global de alimentos. Así, el Día Mundial de la Alimentación aparece como una instancia para, a la luz de los datos, cuestionar algunos elementos que determinan dificultades para el acceso a los alimentos y permite plantear que la problemática central sobre alimentación en nuestra región corresponde a la dimensión de acceso y posee un carácter económico.
América Latina se encuentra en un contexto complejo. Las tasas de crecimiento económico se encuentran estancadas según las proyecciones de 2023, con una recuperación del empleo incompleta, niveles de pobreza considerables y la desigualdad siempre muy presente en nuestro continente. En la mayor parte de los países, el gasto en alimentación comprende el mayor porcentaje del gasto total. En Chile, el porcentaje del gasto en alimentos corresponde a casi el 20% [INE 2018]; en México, asciende al 35% [INEGI 2019]; y en Colombia, a casi el 40% [DANE 2021]. Esto se conjuga con ingresos que no alcanzan. Por ejemplo, en Colombia el 38% de los hogares percibe que su ingreso no alcanza para cubrir los gastos mínimos [“Encuesta nacional de calidad de vida” DANE 2022]. Por otro lado, en Chile los gastos per cápita superan los ingresos en la mayoría de los hogares [“Encuesta de presupuestos familiares”, INE]. Es decir, tenemos porcentajes de gastos en alimentos altísimos, e ingresos que dejan poco margen de maniobra a los hogares frente a fluctuaciones del precio de los alimentos.
En cuanto a esto último, CEPAL indica que en los últimos cinco años se han presentado alzas anuales del IPC para América Latina, con un importante salto entre el año 2021 y 2022 [CEPALSTAT 2023]. El FMI plantea que las razones de estas alzas pueden ser explicadas tanto por factores externos, refiriéndose a los precios globales de las materias primas y las importaciones, como a factores internos de los países de la región. Otro factor que es usualmente omitido y que sí señalan autores con una visión más crítica, corresponde al rol de la codicia corporativa, donde el poder de mercado de las grandes corporaciones del sistema alimentario juega como pivote en los momentos de crisis. En base a esto podemos decir con cierta certeza que tenemos un sistema alimentario que, si bien permite integrar a los países de la región al comercio mundial de alimentos, plantea importantes desafíos de estabilidad.
En síntesis, al pensar en el acceso a alimentos en nuestra región, se puede observar que, por un lado, nos encontramos con una estructura de gastos e ingresos que ofrece escaso margen de maniobra a los hogares, y que, por otro, se nos presenta un sistema alimentario propenso a fluctuaciones. En este contexto, resulta importante que América Latina asuma la responsabilidad de abordar estos problemas. Esto implica avanzar en una distribución justa de la riqueza, que permita un mayor acceso desde los hogares a los alimentos, y también generar un sistema alimentario en el que se logre regular la influencia de las grandes corporaciones y que se oriente según las necesidades de la población, logrando garantizar una mayor estabilidad en el acceso económico a estos recursos básicos.