CARTAS: Pan y circo
12.10.2023
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12.10.2023
Señor director: La decisión de la FIFA de excluir a Chile de uno de los partidos inaugurales (¿?) de la justa mundialista de fútbol del año 2030 y el revuelo que esta decisión poco transparente —sin lugar a duda— causó en el tejido social y político se ajusta plenamente, creo yo, a los atributos distorsionados de nuestra sociedad en el establecimiento de sus prioridades como nación. Más preocupante que las decisiones que tome o no una organización con serios visos demostrados de corrupción, como lo es la FIFA, respecto de la cumbre más importante de un deporte devenido en un negocio impúdico de candilejas y danzas de millones, debiera sorprendernos el tono del revuelo mediático y declaraciones altisonantes de políticos venales de pacotilla, que no dudan en llevar agua a sus propios molinos, achacando esta decisión de FIFA como una muestra más de la ineptitud del actual gobierno.
Vivimos una distopia social, donde el pan y circo han sido de tal manera enquistados en el tejido de la población durante los últimos cincuenta años, que su ausencia inmediatamente se resiente como una afrenta a la idiosincrasia patriotera de una generación carente de cualquier atisbo de reflexión crítica de lo que sucede a su alrededor y las potenciales implicancias sobre su vida cotidiana. En la decadencia del Imperio Romano, el pan y circo representaba el mejor instrumento de los políticos romanos de aquella época para ganarse el voto de la plebe y, de paso, profundizar su alienación y despojo del espíritu crítico respecto de la gestión cuestionable y deficiente de sus autoridades en pos del bienestar de los ciudadanos.
Ni las decisiones de una FIFA tránsfuga o lo que hagan o no los participantes de los realities de “Gran Hermano” o “Tierra Brava” van a alterar la cotidianeidad del vacío de futuro al que nos enfrentamos como sociedad. Un vacío que se tornará más espeso y pegajoso si se sigue transitando hacia la Edad Media constitucional que tendrá su primera parada antes de la navidad de este año. Y, como en los últimos doscientos años, los regalos y los goles serán para unos pocos, los mismos dueños de siempre del circo y de la pelota.