HOMENAJE A EMBAJADOR CLAVE PARA LA TRANSICIÓN SE REALIZA A 35 AÑOS DEL PLEBISCITO DE 1988
Residencia de los embajadores de Estados Unidos llevará el nombre de Harry G. Barnes
03.10.2023
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HOMENAJE A EMBAJADOR CLAVE PARA LA TRANSICIÓN SE REALIZA A 35 AÑOS DEL PLEBISCITO DE 1988
03.10.2023
El embajador de Estados Unidos en Chile en los últimos años de la dictadura, Harry G. Barnes, se ganó la enemistad de Augusto Pinochet al promover los derechos humanos y la democracia. El dictador se negó a reunirse con él y lo llamó “Harry el sucio”. Al cumplirse 35 años del plebiscito de 1988, la residencia de los embajadores de Estados Unidos en Santiago fue bautizada como “La Casa Barnes”. CIPER reproduce este artículo publicado por el National Security Archive (NSA) que incluye documentos registrados durante la misión de Barnes en los que se informó que Pinochet planificaba ejecutar una acción violenta si perdía el plebiscito. El proyecto del NSA sobre archivos desclasificados de Estados Unidos referidos a Chile es dirigido por el historiador Peter Kornbluh, quien publicó recientemente el libro “Pinochet desclasificado” (Catalonia-Un día en la vida).
Washington D.C., 3 de octubre de 2023: Como gesto diplomático para conmemorar el aniversario 35 del plebiscito chileno del 5 de octubre de 1988, que obligó al general Augusto Pinochet a dejar el poder, el Departamento de Estado de Estados Unidos designó hoy la residencia del embajador en Santiago como «La Casa Barnes», en honor al exembajador Harry G. Barnes, quien se desempeñó como Jefe de Misión de Estados Unidos en Santiago durante los últimos años de la dictadura de Pinochet. Según una nota de prensa de la embajada de Estados Unidos, «la residencia del Jefe de Misión llevará el nombre de ‘La Casa Barnes’ para reconocer el apoyo del embajador Barnes y su solidaridad con el pueblo chileno, que buscó defender los derechos humanos y restaurar la democracia en su país mediante medios pacíficos y democráticos».
Durante su mandato desde finales de 1985 hasta el final de 1988, Barnes presionó firmemente a Pinochet para que Chile retornara a un gobierno civil y pusiera fin a las continuas violaciones de derechos humanos del régimen. «Los males de la democracia pueden curarse mejor con más democracia», afirmó enfáticamente Barnes al presentar sus credenciales al general Pinochet a mediados de noviembre de 1985. «Cito a Winston Churchill en el sentido de que no hay nada más importante que los derechos humanos, excepto más derechos humanos», recordó en una historia oral sobre su carrera hecha por la Biblioteca del Congreso. «A Pinochet no le gustó eso».
De hecho, Pinochet bloqueó el acceso de Barnes a otros ministros del gobierno y se negó a reunirse con él nuevamente. En julio de 1986, cuando Barnes asistió al funeral de Rodrigo Rojas, un adolescente residente en Estados Unidos quemado vivo por una patrulla militar durante una protesta, la policía de Pinochet atacó la procesión con cañones de agua y gas lacrimógeno; luego, el régimen falsamente culpó a Barnes de incitar un disturbio. Después de que la embajada de Estados Unidos comenzara a apoyar la campaña del No en el referéndum de octubre de 1988 sobre la continuación de Pinochet en el poder, el general denunció la interferencia estadounidense y el «imperialismo yanqui». Los medios de comunicación controlados por los militares en Chile empezaron a referirse al embajador Barnes como «Dirty Harry». Funcionarios de inteligencia estadounidenses informaron que Pinochet estaba considerando declarar al embajador non grato y «expulsar a Barnes del país».
Los esfuerzos efectivos de Barnes para llamar la atención sobre las violaciones de derechos humanos y apoyar enérgicamente la oposición a la dictadura contrastaron fuertemente con la historia previa del apoyo de Washington al golpe militar y la consolidación del régimen de Pinochet. «En una oscura saga histórica llena de villanos estadounidenses en Chile», señala Peter Kornbluh, director del Proyecto de Documentación Chile del Archivo de Seguridad Nacional, «el embajador Barnes se destaca como un verdadero héroe estadounidense».
Como homenaje histórico al embajador Barnes, el Archivo de Seguridad Nacional está publicando una pequeña selección de documentos sobre su papel en el caso de Rodrigo Rojas, donde utilizó sus estrechas conexiones con funcionarios chilenos para exponer los esfuerzos de Pinochet por encubrir la responsabilidad del Ejército en esta atrocidad contra los derechos humanos, así como sus esfuerzos por frustrar el maquiavélico plan de Pinochet de fomentar un segundo golpe violento cuando el voto del No ganó y el general perdió el plebiscito y la continuidad de su dictadura.
LOS DOCUMENTOS SOBRE RODRIGO ROJAS Y EL PLEBISCITO DE 1988
Documento 1
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
En un conjunto de instrucciones secretas, el Secretario de Estado, George Shultz, envía al embajador Barnes una declaración de orientación para los objetivos de su embajada. «Parece probable que el Presidente Pinochet intente permanecer en el cargo más allá de 1989 y no negociará voluntariamente con la oposición democrática», dice la carta. Estados Unidos tiene intereses que se beneficiarían mejor con «la restauración ordenada de la democracia lo más rápidamente posible» y «la limitación de la influencia del Partido Comunista de Chile».
Documento 2
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
El embajador Barnes informa sobre una reunión de una hora con el principal colaborador del general Pinochet, el general Santiago Sinclair, durante la cual se tratan varios temas, incluyendo si Pinochet tiene la intención de aferrarse al poder. Sinclair acusa a Barnes de ser «explotado por comunistas» por asistir al funeral de Rodrigo Rojas. Sinclair intenta flagrantemente engañar al embajador negando cualquier participación del Ejército en la muerte por quemaduras de Rojas, a pesar de que varios testigos presenciaron cómo una patrulla militar le prendió fuego, junto a su compañera, Carmen Quintana (quien sobrevivió con graves quemaduras) y los cargaron en un camión militar.
Documento 3
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
La decisión del embajador Barnes de asistir al funeral de Rodrigo Rojas enfadó a Pinochet y a sus partidarios, entre ellos, al ultraderechista senador estadounidense, Jesse Helms. Helms voló a Santiago para regañar directamente a Barnes. «Arruinaste todo», le dijo Helms a Barnes, según el memorándum sobre su conversación. Helms «dijo que no quería verme porque la gente en Washington le había dicho que me anunciaron como alguien enviado a Chile para socavar a Pinochet», informó Barnes a Washington. Barnes respondió que «mi trabajo era hacer lo que pudiera para promover el retorno a la democracia y avanzar en los derechos humanos».
Documento 4
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
Basándose en un informante de alto nivel de Carabineros de Chile (servicio de policía), Barnes transmite las conclusiones de los investigadores de que oficiales del Ejército chileno fueron responsables de prender fuego a Rodrigo Rojas y Carmen Quintana y dejarlos morir en una zanja. La fuente compartió información detallada sobre los esfuerzos infructuosos del jefe de Carabineros, general Rodolfo Stange, por presentarle a Pinochet esas conclusiones investigativas. Pinochet se negó a recibir el informe de Stange y posteriormente denunció a Rojas y Quintana como «terroristas» muertos por sus propios «cócteles Molotov». Los eventos descritos en el cable sugieren que el encubrimiento del crimen emanó de los niveles más altos del régimen de Pinochet: del propio general Pinochet.
Documento 5
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
El embajador Barnes envía una evaluación exhaustiva de posibles resultados y escenarios relacionados con el referéndum sobre la continuidad del gobierno de Pinochet, programado para el 5 de octubre de 1988. Uno de los escenarios abordados repetidamente es la posibilidad de un «autogolpe» -un segundo golpe de Estado- si el voto resulta en contra de Pinochet. Barnes señala que no hay «suficiente inteligencia» para conocer los planes de contingencia de Pinochet para mantenerse en el poder. Sin embargo, aconseja que «no se puede descartar y debemos estar preparados para reaccionar a ello, y rápidamente, mientras todavía haya una posibilidad de que se revierta».
Documento 6
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
En la noche del 30 de septiembre, Barnes recibe información sobre la planificación de Pinochet para fomentar la violencia y llevar a cabo un autogolpe durante la noche del plebiscito. La información proviene de una amiga de confianza asociada a la embajada, Mónica Jiménez, quien dirige la Cruzada de Educación Cívica Civitas, que está monitoreando los preparativos para la votación. Ella acaba de reunirse con el brigadier general, Jorge Zinke, quien comanda la zona militar de Santiago. Zinke ha descrito un complot comunista para fomentar la violencia durante la noche del plebiscito, pero ha insinuado que en realidad es un plan de Pinochet que luego se le atribuirá a la izquierda chilena. «Las personas con las que habló Zinke», informa urgentemente Barnes a Washington, «están convencidas de que él, por razones desconocidas, les estaba advirtiendo sobre lo que el Ejército, y no los comunistas, planeaban hacer para interrumpir el plebiscito».
Documento 7
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
Actuando sobre la información proporcionada inicialmente por el general Zinke a Mónica Jiménez, la CIA, la DIA y la embajada de Estados Unidos comienzan a obtener información detallada de múltiples fuentes dentro del Ejército sobre «la determinación de Pinochet de usar violencia en cualquier escala necesaria para mantener el poder», como alerta el embajador Barnes al Departamento de Estado. En este mensaje de palabras enfáticas, Barnes advierte que Pinochet planea usar «violencia y terror» para detener el plebiscito si aparece perdiendo y que el resultado sería una «probable pérdida sustancial de vidas».
Documento 8
Fuente: Clinton Chile Declassification Project
Después de obtener información sobre el plan de autogolpe de Pinochet, la administración Reagan lanza una importante campaña de presión para convencer a otros miembros del régimen militar de no implementar el plan. Tan solo un día antes del plebiscito, el embajador Barnes se reúne con el Ministro de Relaciones Exteriores de Pinochet para asegurarse de que él y Pinochet comprendan que el gobierno de Estados Unidos sabe lo que Pinochet planea hacer y se opone seriamente a cualquier intento de interrumpir una votación justa sobre la continuidad de su régimen. «Nuestra información proviene de generales del Ejército de alto rango», informa Barnes a Ricardo García Rodríguez. «Ha sido aprobado por los niveles más altos del gobierno (de Pinochet) el uso de la violencia como pretexto para interrumpir el proceso del plebiscito, cerrar las urnas y anular las elecciones».