Asistencia escolar: de grave a gravísima
27.09.2023
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27.09.2023
Persisten los preocupantes índices de inasistencia en los colegios de todo el país, incluso con cifras al alza en algunas regiones. «Los esfuerzos gubernamentales en la materia no han logrado siquiera recuperar niveles algo similares a la asistencia previa a la pandemia», denuncia en esta columna para CIPER el director de estudios de Acción Educar, con cifras recientes para su análisis.
Lo obvio, por obvio se calla; y por callado se olvida. La importancia de la asistencia escolar en nuestro país pareciera ser víctima de este dicho: desde marzo, no ha hecho más que empeorar, como muestran las cifras que desde Acción Educar recopilamos hace unos días. Tres hechos dan cuenta del grave problema en que se encuentra el sistema educativo: (i) más de 1,3 millones de estudiantes presentaron inasistencia grave durante el mes de junio [recordemos que se entiende por «inasistencia grave» aquella en que el estudiante atiende a menos del 85% de las clases en el mes; ver GRÁFICO 1]; (ii) cerca de 460 mil estudiantes perdieron más de un mes de clases durante el primer semestre de 2023; y (iii) la asistencia promedio del sistema ha caído 9,5 puntos durante el mismo período.
El «ausentismo crónico» —faltar a más del 10% de las clases del período— ya ha ocurrido, durante el primer semestre de este año, entre más del 40% de los escolares en Chile, y su prevalencia varía de forma importante por región [GRÁFICO 2]. Los negativos efectos de esta ausencia prolongada han sido extensamente documentados por la literatura empírica: disminuye el rendimiento académico [GOTTFRIED et. al. 2022]; es un factor que favorece los comportamientos criminales [RIVERS 2010; RIED 2005]; y tiene efectos negativos sobre el bienestar socioemocional y el compromiso con el aprendizaje de los estudiantes [McARA 2004], entre otras consecuencias [ver, del mismo autor, «La realidad ignorada de la inasistencia escolar», en CIPER-Opinión 04.07.2023].
Todo el aprendizaje formal depende de la presencia de los niños y niñas en clases. Si bien esto deriva del sentido común, los esfuerzos gubernamentales en la materia no han logrado siquiera recuperar niveles algo similares a la asistencia previa a la pandemia. Más aún, los planes y presupuestos del gobierno en esta materia han carecido de la escala y compromiso financiero que demanda la gravísima situación actual. Se ha advertido, repetidamente, que los efectos de no asegurar la conformación consistente de las comunidades educativas se arrastrarán por décadas, afectando negativamente las trayectorias individuales y, adicionalmente, la capacidad de desarrollo del país [The state of the global Education crisis, Banco Mundial, 2021]. Frente a esto, las acciones del Plan de Reactivación Educativa, en su pilar de asistencia y revinculación, han sido implementadas de forma tardía, en baja parte de la matrícula escolar y comprometiendo recursos insuficientes. Por ejemplo, en el programa de revinculación sólo recientemente se han transferido recursos para la contratación, en cada territorio, de los profesionales que llevarán a cabo el despliegue para reintegrar a los alumnos que han desertado del sistema (presentación del 22 de agosto, por parte del ministro de Educación, a la Subcomisión mixta de Presupuesto).
Escuelas, familias y comunidades deben trabajar juntas en determinar reglas para la asistencia a clases y hacerlas cumplir. La información para los padres respecto a la ausencia de cada estudiante y un clima de convivencia escolar adecuado y seguro son dos elementos críticos para combatir el ausentismo [EASTMAN 2007]. Los sistemas de alerta para las familias reducen las asimetrías de información entre padres y escuela, permitiendo un grado de compromiso mayor entre los proyectos educativos y sus integrantes. Por otro lado, medidas para la seguridad dentro de los establecimientos educacionales crean un ambiente donde los estudiantes pueden y quieren formarse. Al mismo tiempo, informar a los estudiantes y padres respecto de las consecuencias de no asistir a la escuela, aun por uno o dos días al mes, puede ser efectivo para evitar la ausencia prolongada.
Muchas otras medidas, tanto a nivel de sistema como de comunidad, pueden ser implementadas para combatir la inasistencia escolar. Esto responde, también, a que son muchas las diferencias entre colegios y estudiantes. Por lo tanto, el pilar de asistencia y revinculación debería ser reforzado con medidas basadas en la evidencia para toda la matrícula, pero también con mayor autonomía y compromiso de recursos que permitan a cada escuela atender a los factores que causan el ausentismo en su establecimiento. La próxima discusión del presupuesto nacional debería tener, como primera prioridad, esta misión.