Los bienes de la familia Pinochet I
05.09.2023
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05.09.2023
Revisa el artículo original publicado por la revista Análisis el 30.10.1989
En el mes de abril de 1987, un Pinochet enérgico y seguro de sí mismo le dijo a un enviado especial del diario francés «Le Monde»: «Si partimos, si partimos… Si debemos partir, será en efecto sin fortuna alguna, tal como llegamos. Hasta ahora, nuestros adversarios han buscado por todas partes tratando de encontrar una falla; no han encontrado nada…».
El 5 de octubre de este año, el general Pinochet procedió a abrir en La Moneda el sobre cerrado con su declaración de bienes hecha el 21 de septiembre de 1973. No hubo comunicado oficial de su contenido. Dieciséis años de poder absoluto habían transcurrido en la vida del general Pinochet y de su familia. Y de aquel General propietario de un modesto DFL 2 ubicado en la apacible calle Laura de Neves No. 128 ya no quedaba nada. Ni siquiera la cercanía de sus más próximos compañeros de armas de aquellos tiempos de 1973….
A la entrada de la Iglesia del Perpetuo Socorro, ubicada en calle Blanco Encalada esquina San Alfonso, una tradicional «animita», en homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, destaca por sobre todas: «Gracias Madre Mía. Ayúdame siempre. Alférez A. Pinochet. 1936». Así agradeció el joven Augusto Pinochet su grado de alférez, encomendándose a la Virgen. Su madre, Avelina Ugarte Martínez, confesaría más tarde: «Cuando ingresó a la Escuela Militar sabía que terminaría siendo Comandante en Jefe del Ejército». Pero los sueños de la señora Avelina no se detuvieron allí, volaron más alto. Concibió secretamente la esperanza de que llegaría a ser «Presidente de la República». Y dijo: «Pero no se lo dije a nadie para que no se burlaran de mí».
Pero en los días de septiembre de 1973, el general Pinochet no pensaba en esas cosas. Sus palabras, al menos, revelaban otras intenciones. Diez días después del Golpe expresaba: «Hubo un trato de caballeros. Yo no pretendo estar siempre dirigiendo la Junta. Lo que haremos es rotar. Ahora soy yo. Mañana será el almirante Merino, luego el general Leigh y después el general Mendoza». Sin embargo, a poco andar, Pinochet prohibiría a los otros miembros de la Junta utilizar el Palacio Presidencial de Cerro Castillo y el palco presidencial del Teatro Municipal. Una nueva etapa en la vida de la familia del general Pinochet y de su esposa Lucía Hiriart se iniciaba.
Y así como en 1936 grabó su homenaje a la Virgen en la pared, su primera decisión personal en los últimos días de 1973 fue comprar un mausoleo para su familia. Fue un homenaje a su madre, a quien tanto le debía.
El entonces modesto general, hijo de un agente de aduanas, fiel representante de la clase media de Valparaíso, estudiante del Colegio de los Padres Franceses, que intentó vanamente, en dos oportunidades, ingresar a la Escuela Militar y solo en su tercera tentativa lo logró, no tenía más bienes que su casa del barrio Apoquindo y un automóvil. Como la mayoría de los generales de la época.
A Lucía la conoció cuando estaba en la Escuela de Infantería de San Bernardo y ella estudiaba en el liceo ubicado justo frente al Casino de Oficiales. Muchas miradas precedieron el primer encuentro oficial, el que se produjo en la casa de Galvarino Ponce, un militar y diplomático de la época. Lucía Hiriart recordaría más tarde: «Para casarse se necesitaba una fianza especial. Alguien que no fuera uno de los padres debía comprometerse a darle a uno una determinada cantidad de dinero mensual. Un amigo, Alfredo Mourguez, puso a nuestro nombre una propiedad. Así nos pudimos casar».
De su permanencia en Ecuador, adonde viajó en 1956 para ayudar a la formación de la Academia de Guerra del Ejército de ese país, se trajo muchos recuerdos y artesanía típica de madera, que constituyeron los adornos característicos de la primera casa que se compraron, ubicada en la comuna de Ñuñoa, en calle Ortúzar No. 143. Después vendría la propiedad de Laura de Neves y el auto.
En septiembre de 1973, la familia Pinochet vive junto a tres de sus hijos en la casa de Apoquindo. La casa de los Comandantes en Jefe del Ejército, ubicada en Presidente Errázuriz No. 4240, aún no ha sido totalmente desocupada por el general Carlos Prats, su primer habitante. A Pinochet no lo preocupa. Durante meses sigue viviendo en su casa particular. Pero sí decide la compra del mausoleo familiar, el que, luego de algunos conflictos entre Lucía y doña Avelina, llevará la inscripción «FAMILIA PINOCHET HIRIART». Cuando llegó la primera orden de pago, Pinochet no tiene dinero disponible en su cuenta bancaria. Tomó el teléfono y llamó directamente a su agente bancario pidiéndole autorización para sobregirarse. Obviamente, el agente accedió de inmediato. Así, Pinochet cobró súbito conocimiento del poder que comenzaba a tener entre sus manos.
Al cabo de algunos meses, la familia Pinochet pudo al fin cambiarse a la residencia de Presidente Errázuriz. La primera cosa que la señora Lucía hace es comprar una mesa con vidrio, de esas de museo, para exponer las condecoraciones de su esposo. El año 1974 está lleno de alegrías para la familia Pinochet. En mayo, cuando se produce el primer encuentro entre el Presidente Stroessner y Pinochet, el primero le otorga la medalla «Mariscal Francisco Solano López», finamente labrada en oro. La señora Lucía también tendrá un finísimo obsequio: una costosa pulsera de oro, regalo de Estela de Perón.
El 24 de junio de 1974, por decreto Ley 527, el Poder Ejecutivo queda definitivamente en manos de Pinochet. Ya no se hablaría nunca más de rotación en el poder. Un mes más tarde la felicidad de la familia Pinochet sería plena. La hija Verónica regresaba al país con su marido, Julio Ponce Lerou, desde Panamá. Ponce, un ingeniero agrónomo, asumiría la dirección de Conaf y al poco tiempo se convertiría también en presidente de Celulosa Constitución y del Complejo Maderero y Forestal de Panguipulli, de propiedad estatal.
El asesinato del general Prats en Buenos Aires, el último día de septiembre de 1974, trajo las primeras inquietudes. La casa de Presidente Errázuriz, habitada antes por los Prats, comenzó a ser no funcional para la familia Pinochet. Fantasmas rondaban por las noches. La alegría se empañó. Finalmente, tras noches de pesadilla, la decisión fue adoptada: se demolería íntegramente la residencia para edificar una totalmente nueva en su lugar.
En diciembre de 1976 la señora Lucía Hiriart, cédula de identidad No. 2.781.404-2 de Santiago, le compró a Germán Molina Morel un piso entero del edificio ubicado en calle Aurelio González No. 3548, frente a la Plaza Naciones Unidas, avaluado en 16.690,78 UF. El general Pinochet autorizó la compra con su firma avalada por su cédula de identidad No. 1.128.923-1 de Santiago. El piso sería ocupado por una de sus hijas.
Augusto Tercero Pinochet Hiriart, oficial de Ejército del Arma de Blindados, parte a Estados Unidos. Había sufrido un grave accidente en Punta Arenas, cuando un camión lo aplastó, y en diciembre de 1977 aparece firmando la escritura de la sociedad «Pedro Diet Lobos», que integra un selecto grupo de 43 militares en comisión de servicio en la DINA. Entre ellos, el actual subsecretario General de Gobierno, el teniente coronel Jaime García Covarrubias, ex jefe de Contrainteligencia de la DINA, y Pedro Espinoza, vinculado al asesinato de Orlando Letelier. Como se encontraba en servicio en Estados Unidos, la escritura la firma su compañero de promoción del Ejército y también miembro de la DINA: Hugo «Cacho» Acevedo Godoy. El poder lo firma ante el Cónsul de Chile en San Francisco, Carlos Matus Ugarte, primo del general Pinochet y hermano de Silvia Matus, la última polola que tuviera el Capitán General antes de casarse con la señora Lucía. ¿En qué comisión de servicio se encontraba el hijo de Pinochet en Estados Unidos?
Años más tarde se descubriría que la sociedad «Pedro Diet Lobos» sirvió para realizar operaciones encubiertas de la DINA en el extranjero, especialmente en Buenos Aires.
Por esa misma época, un TOP SECRET de «La Segunda» provoca una inesperada conmoción en la casa de la familia Pinochet. Reveló que en Montevideo residía la hija menor del general, Jacqueline, acompañando a su marido, Guillermo Martínez Spikin, enviado a esa ciudad como funcionario de carrera del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ante el temor de un posible atentado, Jacqueline y su marido son sacados rápidamente de esa ciudad.
Uruguay no fue un buen país para la familia Pinochet. La hermana del general, María Inés, fue enviada como Agregada Cultural de Chile. Quizás se pensó en ella porque escribe poesías. Claro está que nunca las ha publicado. Su destinación fue de corta duración.
La familia Pinochet buscaba en el intertanto afanosamente un lugar para el descanso familiar. En abril de 1978, el general Pinochet y su esposa se decidieron al fin por la compra de doce mil metros cuadrados en la ciudad de Limache. La compra les significó un gasto de 400 mil pesos. Así, la «Quinta Croce», una antigua propiedad de una familia italiana, con dos palmeras y un caballar, ubicada en calle República No. 1101, pasó a ser propiedad de la familia Pinochet.
Meses más tarde, el aún oficial de Ejército Augusto Pinochet Hiriart, cédula de identidad No. 5.197.844-7, que ya no firma «Tercero» porque borró el nombre en el Registro Civil, concurre al notario Abraham Ulloa el 17 de noviembre, para avalar la sociedad que su esposa inicia al constituirse la «Empresa Constructora IPC Ltda». Ellos viven en una casa propia ubicada en calle Nuestra Señora del Rosario 831 y María Verónica Molina Carrasco aporta el 40 por ciento de la sociedad, casi ocho millones de pesos, al contado.
A pesar de haberse ya iniciado algunos trabajos en la antigua casa de Limache, la familia Pinochet no está satisfecha con la elección de la residencia secundaria. El entonces secretario privado de Pinochet, el teniente coronel Ramón Castro Ivanovich, se desplaza por la zona del Cajón del Maipo en busca de un terreno adecuado. El 25 de enero de 1979 quedó registrada ante el notario José Valdivieso la venta de un terreno de 70 mil metros cuadrados ubicado en El Melocotón Alto, por el que el general pagó 240 mil pesos. Así comenzó la historia de la «casita en el río», cuya primera piedra fue un letrero en el camino que rezaba: «Ministerio de Obras Públicas – Departamento de Acción Social». Un arquitecto del Ministerio de Defensa comenzó los estudios para la construcción de la residencia secundaria.
Dos meses después, en marzo de 1979, Augusto Pinochet hijo, a través de Pedro A. Arturi Reyes (Amunátegui 86, oficina 206), comprometió la compra de dos predios agrícolas de un total de mil 600 hectáreas, en Dalcahue (Chiloé), de propiedad de Luis Barría Bahamonde. La venta se fijó en 80 mil dólares y, en el acto, Augusto hijo entregó dos mil dólares y una letra de cambio por 20 mil dólares. Todo se hizo ante el notario Juan Roberto Arias Garrido, de Ancud. Los cheques de la cuenta que el hijo de Pinochet mantenía en el Banco de Santander, oficina de Santiago, fueron protestados. Un litigio comenzaría.
Para continuar con los trabajos de «El Melocotón», el general Pinochet decidió en octubre de 1980 solicitar un préstamo a la Caja de Previsión de la Defensa Nacional. Su ejecutivo, el general Sergio Cadenazzo, le entregó un millón 800 mil pesos, pagaderos en 24 años con un interés anual del seis por ciento. El dividendo del general fue fijado en 1,232 UF.
Dos meses más tarde, Julio Ponce Lerou abandonaba su cargo en la Conaf y asumía la presidencia de la Compañía de Teléfonos. Al mismo tiempo se integraba al directorio de Enami y también ocupaba la presidencia de lansa. Un hombre múltiple.
Muchos observadores privilegiados del grupo íntimo del general Pinochet coinciden en destacar que 1980 fue un año de cambios profundos en la vida del general. Federico Willoughby, quien fuera su secretario de prensa, diría a «La Época» en junio de 1988: «En 1980 hubo un cambio en su personalidad y en sus objetivos. Hay un quiebre básico en la confusión del bien personal con el bien público. Entendió el poder como algo para su persona».
Los problemas ese año los trajo Marco Antonio Pinochet. En marzo de 1980, la funcionaria de la embajada norteamericana Erica Schaub Worner demandó al hijo del general por falta de pago del alquiler de un departamento que le arrendó en el Parque Forestal y pidió además una indemnización por las obras que sin su autorización se habían realizado en él, entre ellas una piscina estilo romano en el living del departamento. Consiguió la indemnización y ésta le fue cancelada con un cheque firmado por el coronel Jaime Lucares, de la Casa Militar de la Presidencia de la República, girado a la cuenta No. 1472067 del Banco del Estado.
Ponce Lerou ya es gerente de empresas de la Corfo y además, en 1980, asume la presidencia de Soquimich. Definitivamente, es un hombre que hace milagros con su tiempo y su capacidad gerencial, ya que además le queda tiempo para iniciarse como empresario por su cuenta. . En octubre de 1980 inicia la «Sociedad Ganadera y Forestal Martell Limitada» con Javier Vargas Niello, gerente agropecuario del Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, del que hasta poco tiempo antes fuera presidente Ponce Lerou.
Ese mismo mes, el 24 de octubre, el general Pinochet se decidió y vendió la propiedad de Limache a la Caja de Previsión de la Defensa Nacional en tres millones de pesos. La venta quedó registrada ante el notario Jaime Morandé Orrego. En abril de 1978 Pinochet pagó por ella 400 mil pesos; dos años y medio más tarde la vendía en tres millones y al Ejército. Hoy día se levanta allí una población militar. (“Cauce” No. 13).
Para ese entonces las instalaciones de luz y agua para «El Melocotón» habían sido ejecutadas. Su yerno, Hernán García Barzelatto, director de Televisión Nacional, también hace su aporte. Ordena la instalación de una antena repetidora frente a la casa del general. Pero la seguridad del mandatario es el gran dolor de cabeza. Había que comprar los terrenos colindantes. El comandante Castro recibió poder y el 22 de abril de 1981 finiquita en nombre de Pinochet la compra de 4,2 hectáreas, por las que paga tres millones 154 mil 945 pesos. La compra quedó legalizada en escritura pública del 15 de junio de 1981… Cuatro meses más tarde Pinochet pagaría un millón 600 mil pesos por una nueva franja de terreno vecino a su propiedad. Pero quedan otras compras por hacer.
Julio Ponce Lerou decidió también comprar tierras en ese mismo año. Ya arrendaba desde hacía algún tiempo el fundo «El Pafú», de 534 hectáreas, a don Eustaquio Proboste. Ofreció comprarle ese fundo, más «Río Bonito», en total mil 810 hectáreas, en tres millones de pesos al contado, más quince millones a 90 días. Proboste tenía el 98,51 por ciento de la propiedad; le faltaba el 1,49 restante, que compró a Marcela Bertín. Los papeles redactados por Armando Gutiérrez, asesor jurídico de la Conaf y posteriormente de Soquimich, hablaron entonces de la propiedad del «cuerpo cierto», el total. Meses después, cuando Ponce no paga los quince millones restantes, teniendo ya en su poder los dos fundos, Carlos Stutz, compañero de universidad y compadre de Ponce Lerou, su empleado en Soquimich y la Compañía de Teléfonos y su actual asociado, compra a la señora Marcela Bertín el 1,49 restante de la propiedad en un millón 500 mil pesos, y Ponce exige el «cuerpo cierto» a sabiendas de que Proboste no podrá cumplir. Ya había recibido del Banco Andino 780 mil dólares que pidió para pagar la deuda con Proboste. No lo hizo. Alfonso Podlech, fiscal militar de Temuco hasta el 4 de enero de 1983, dijo a la autora de este reportaje en febrero de 1984: «Desde el punto de vista jurídico Ponce tenía la razón pero, dado que Stutz era su socio y compadre, comprar mil 810 hectáreas en tres millones no es ético ni moral. El que lo ayudó a consumar todo esto fue un abogado bastante hábil: Pablo Rodríguez, su asesor jurídico».
Al mismo tiempo que Ponce Lerou deja la presidencia de lansa, Pinochet compra a José Barros una tercera franja de terreno en «El Melocotón», por lo que paga un millón 600 mil pesos al contado. Pero la seguridad sigue siendo el problema que atormenta a la familia Pinochet. Uno de los terrenos que aparece como indispensable es el que separa a la parcela del camino principal, y que es de propiedad de Sergio Romero. En diciembre de 1981, el Fisco, a través del Departamento de Expropiaciones del Ministerio de Obras Públicas, adquiere catorce mil 728 metros cuadrados de Romero, pagando dos millones 700 mil pesos. El Decreto Supremo respectivo dice que la compra se efectúa para “realizar obras de mejoramiento del trazado del camino que va de San Joaquín a San Alfonso”.
Loable propósito. Sin embargo, tan sólo seis meses después, el 15 de julio de 1982, el Ministerio de Obras Públicas le vende ese mismo terreno, por el que había pagado dos millones 700 mil pesos, al comandante Ramón Castro en tan sólo 240 mil pesos. El Decreto Supremo lleva la firma del entonces ministro de Hacienda, Sergio de Castro.
Pero no fue todo. En esos mismos días, el 8 de julio, se realiza una nueva compra de terrenos vecinos a la propiedad del general Pinochet por parte del Ministerio de Obras Públicas. Esta vez el Decreto Supremo dice que se compran mil 240 metros cuadrados de terreno en un millón 100 mil pesos para “destinarlo al Camino San José de Maipo-El Volcán”. La obra tampoco se haría y esos buenos propósitos terminarían en que nuevamente el terreno fue vendido al comandante Castro Ivanovich, esta vez en 85 mil pesos. El Fisco había perdido en pocos meses más de tres millones de pesos.
En ese año 1982 todo parece sonreír a la familia Pinochet Hiriart. La hija, Lucía, forma en los últimos meses la Fundación Nacional de la Cultura, de la cual es presidenta, fundación que acoge a un exclusivo grupo de nacionalistas que buscan empuje para su iniciativa política. Para la ex secretaria de Belisario Velasco, cuando este era vicepresidente de la ECA, en tiempos de Frei, y ex militante DC, es la oportunidad de dar espacio a su personalidad independiente y libertaria. Lucía no teme dar públicamente sus opiniones. Cuando le preguntan por la reforma a la que más aspira, sin titubear responde: “Que exista el divorcio en Chile. Ello iría en beneficio de las mujeres de escasos recursos que quedan solas y sin apoyo económico del marido”.
Ese año, al mismo tiempo que su ex marido Hernán García Barzelatto abandona el directorio del Banco del Estado, al cual había pertenecido desde 1978, Julio Ponce Leroy continúa su carrera ascendente de empresario y funcionario público. Asume la presidencia del directorio de Endesa y arrienda a la Caja de Empleados Públicos, representada por el general (R) Tulio Espinoza Palma, el fundo “Quenchumalal”, de nueve mil hectáreas, en tal sólo 20 mil pesos. Por decir lo menos, se trató de un buen contrato, ya que el avalúo fiscal de la propiedad alcanzaba los quince millones de pesos.
Augusto Pinochet hijo también está próspero y decide comprar casa en Los Ángeles. Su nombre en Estados Unidos es “Agustín del Pino”, a pesar de que no pierde oportunidad de contarle a quien quiera oírle que es el hijo del Presidente de Chile. La casa que escogió está ubicada en un barrio típico de la clase alta en las afueras de Los Ángeles. Esto obligó a los funcionarios encargados de su custodia a comprar costosísimos implementos de seguridad, entre ellos una reja de 40 mil dólares. La casa, sin embargo, era modesta; tan sólo tuvo un costo de 300 mil dólares.
Según denunciarían empleados de LAN-Chile, encabezados por Pedro Araya, el hijo de Pinochet recibía sueldo de esa empresa nacional, asignado a una oficina en Sacramento, a pesar de que vivía en Los Ángeles.
Marco Antonio, entretanto, también se refugia en los Estados Unidos. Le cuesta olvidar una tragedia en la carretera. Se lo encuentra como “Adicto Civil” en la embajada de Chile en los Estados Unidos. Recibe un sueldo, pero a los funcionarios de carrera les es difícil explicar su ausencia y su función precisa. Su automóvil Mercedes Benz y su tarjeta American Express Dorada son sus principales ayudas.
En Chile, los avances de “El Melocotón” hacen las delicias de toda la familia Pinochet. En marzo de 1983 se expropian tierras por un valor de seis millones 912 mil 976 pesos para construir una nueva carretera, un camino alternativo por Pirque que conduce a la residencia de “El Melocotón”. El costo del camino de 24 kilómetros asciende a 215 millones 847 mil pesos.
Pero, para la seguridad total del general aún falta una última venta. El Fisco le vende al comandante Ramón Castro, el 23 de mayo de 1983, seis mil 516 metros cuadrados, que pertenecieron a la antigua línea de Ferrocarril que unía Puente Alto con El Volcán, en 260 mil pesos. ¡Una bagatela!