CARTAS: El SAE no es una tómbola
06.01.2023
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06.01.2023
Señor director:
Quiero referirme al Sistema de Admisión Escolar (SAE), que ha estado en discusión durante la semana por la presencia de filas y personas acampando en la espera de cupos en el colegio que desean (siendo, algunas, incluso víctimas de asalto). Voy a tratarlo de acuerdo con los puntos más comunes del debate que he hallado en diferentes medios de comunicación y redes sociales.
El SAE no es una tómbola, primero que todo. Es un sistema de algoritmo bastante complejo que incluye variables consideradas por las familias a la hora de escoger un colegio. Si bien es cierto que hay estudiantes que quedan fuera de sus preferencias, esto ha ocurrido hace décadas, por diferentes motivos, siendo el principal, el poder adquisitivo, ya que las familias solo podían conformarse con elegir aquellos colegios que sí pueden pagar, aunque el que realmente desean y cumple sus expectativas, no esté a su alcance. Esto va a ir a la baja, en la medida que avance la gratuidad en los colegios particulares subvencionados.
Las filas y personas acampando en enero no son producto del SAE, que opera en septiembre. Esta situación afecta a menos de un 20 por ciento de familias que no queda por el Sistema en una de sus preferencias, y a otras que quieren cambiarse del colegio asignado. No obstante, cada unidad educativa puede diseñar una forma amena de asignar estos cupos, incluso en línea, lo que, según el ministro Ávila, el próximo año será una exigencia. Para destacar del SAE, durante estas situaciones en el antiguo sistema, varias escuelas aprovechaban de discriminar a estudiantes que no les «tincaban», y dar cupos a aquellos que sí. Ahora eso es ilegal, y es una de las principales fortalezas del SAE. Son las familias las que postulan a los colegios, y no, como se ha dicho, que el Estado asigne escuelas al azar.
Sobre el mérito, que algunos asocian a la antigua selección, es válido decir que si se concibe el derecho a la Educación tal como ha sido ratificado por las convenciones a las que adscribe Chile, como lo han hecho países desarrollados, etc., un niño o niña a quien no le fue bien en una prueba de selección, no tiene menos derecho a la Educación que uno/a a quien le fue mejor; sobre todo, considerando que es un instrumento reducido para medir lo que entendamos por «mérito», y que además va a estar relacionado con el nivel socioeconómico de la familia, más que con el verdadero potencial o la capacidad del niño o niña. Sin embargo, hay cierto consenso en que dentro del SAE puede abrirse un porcentaje al mérito, que me parece, debe estar correctamente definido y acotado.
En relación a los liceos emblemáticos, que sin duda han sido muy importantes para el país, vale decir que representan al uno por ciento de la matrícula escolar. Un análisis sistémico no puede limitarse a estos. Su deterioro es un reflejo, sin duda, de falencias del sistema en su conjunto, por diversos motivos que no pueden atribuirse solo al SAE. Por otra parte, desde hace décadas se concibe una escuela de calidad, como aquella que logra que todos sus estudiantes aprendan. Al seleccionar «lo mejor» mediante pruebas de rendimiento, en materias específicas y en momentos específicos, se hace más difícil medir el verdadero valor agregado de la escuela, sus profesores y sus prácticas.
Por último, ante la asociación que hacen algunas personas entre malas conductas de los jóvenes, delincuencia, vandalismo, etc., se debe recordar que el SAE partió hace pocos años; por lo tanto, y menos aún con dos años de pandemia entre medio, no se le puede culpar por aquellas conductas. El SAE tiene aspectos por mejorar, y varios van de la mano con otras mejoras del sistema escolar en general, pero creo que sin duda es un avance para evitar la discriminación y mejorar la cohesión social a futuro en nuestro país.