Mapa del «neofascismo» en Chile. Una mirada al Movimiento Social Patriota
28.09.2022
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28.09.2022
Se definen como «patriotas que aspiran a concretar una verdadera comunidad nacional», pero sus declaraciones públicas, redes sociales, acciones colectivas y editoriales de libros permiten describir sus rasgos más al detalle. En columna para CIPER, un investigador de grupos asociados al neofascismo (o posfascismo) y derecha extrema en Chile y el mundo comenta las características del MSP, así como de otros colectivos y sus voceros.
El fascismo y la nueva ultraderecha como objetos de estudio aún mantienen entre ambientes progresistas de izquierda el carácter de un tabú. Por más que en Chile se escucha abundantemente sobre «los fachos» para descalificar y/o hacer campaña, casi nadie parece interesarse en delimitar más estrictamente lo que entendemos por fascismo, neofascismo o posfascismo. Una de dos: o a quienes acuden al término les parece innecesaria tal distinción, o se considera objetable el posible efecto no deseado de contribuir a inflar el desagradable fenómeno.
Curioso «antifascismo» aquel que se basa en un uso masivo del epíteto, pero se niega a estudiarlo para poder tomarlo (y combatirlo) en serio.
En mi libro ¿Patria o caos? (2021) diferencio entre el «fascismo histórico» o tradicional, que durante el siglo XX tuvo varias expresiones y no un solo modelo; y los fascismos del siglo XXI, dentro de los que se distinguen formas sucesivas de «neofascismo» surgido por imitación o sintonía con aquel, en combinación con expresiones sociales, políticas y culturales actuales que, siendo propias de una época posmoderna, aparecen en parte inspiradas por el fascismo más retro, y a la vez constituyen formas actuales bastante únicas (e híbridas) de posfascismo [CORTÉS 2021, pp.36-37].
En realidad, durante el siglo previo existieron distintas corrientes y movimientos en varios países bajo la denominación genérica de «fascismo histórico»; no todas estas asimilables ni menos reducibles a las posiciones ideológicas y trayectoria real de los movimientos encabezados por Hitler o Mussolini. De hecho, a veces estas tendencias se enfrentaron entre sí, al interior de un mismo país o luchando con países bajo regímenes similares: Mussolini miraba con gran desconfianza las pretensiones de Hitler sobre Austria, y además en 1940 invadió la Grecia gobernada por la dictadura fascista del general Metaxas, que mantenía una posición probritánica. De igual manera, el fascismo de Salazar en Portugal apoyaba en la Segunda Guerra Mundial a los aliados, mientras su par Franco desde España apoyaba a las potencias del Eje.
Existieron fascistas pro árabes y pro Israel. En los años 90, algunos apoyaron a los croatas y otros a los serbios. Y hoy en día tenemos neofascistas y neonazis tanto a favor de Ucrania como de Rusia [VARIOS 2019].
Así, habría que tener claro que no toda la ultraderecha es fascista, y que existen muchas más formas de fascismo que la «nazifascista» y sus derivados. Dentro de esta variedad de formas, algunas de ellas declaran no ser de derecha, o dar por superada la distinción derecha/izquierda. De hecho, uno de los rasgos característicos de los movimientos fascistas que surgieron hace un siglo era su crítica de la derecha tradicional, y la afirmación de un elemento socialista, e incluso una retórica anticapitalista, en que finalmente nunca se cuestionaba la explotación económica en sí misma sino que a ciertas élites o grupos sociales o étnicos que se aprovechaban de ella, dejando intactas las relaciones sociales capitalistas (aunque intentando gestionarlas desde un nuevo tipo de Estado).
No se me ocurre un mejor ejemplo en el Chile actual de esta tercera posición recién descrita («ni derecha ni izquierda») que el Movimiento Social Patriota (MSP). Sus posiciones y actuaciones, así como la lectura de su órgano Última trinchera, me hacen clasificarlos como una evidente forma de neo o posfascismo, aunque ellos no estén de acuerdo y se definan como patriotas que aspiran a concretar una verdadera comunidad nacional. A continuación, haré un breve análisis del grupo, intentando sostener esta caracterización en base a materiales y pruebas recientes, así como definiciones y asociaciones históricas que develan un carácter a mi juicio único en el panorama actual del activismo ideológico radical en nuestro país, en tanto declara obsoleta la distinción entre izquierdas y derechas, a semejanza de los movimientos fascistas surgidos hace cien años y otras formas afines o derivadas de «tercera posición». En este análisis cobra especial importancia la figura de Gaspar Rivas, actual diputado por el Partido de la Gente (PdG), quien fue dirigente del MSP y representa un vínculo importante entre ambos sectores, unidos bajo el tradicional lema: «Ni izquierda ni derecha».
(1)
Las ideas, manifiesto público y actividades del MSP califican tanto en el neo como en el posfascismo. Se trata de un grupo ‘neo’ porque claramente actualiza sus posiciones históricas al momento actual; y ‘post’, pues a la vez las van modificando. En la medida en que sus miembros beben de distintas vertientes, la síntesis que intentan es por eso aún provisional y algo contradictoria. Tal vez su negativa a reconocerse como fascistas de algún tipo tiene que ver con la excesiva estigmatización del concepto, así como a la necesidad de separarse de la imagen más periodística de los «neonazis» como pandilla juvenil o tribu urbana [ver más en TRAVERSO 2021].
Es notoria en el MSP la influencia de Alain de Benoist y la «Nouvelle Droite», así como la renovación ideológica en la que han trabajado desde hace décadas para separarse de las formas más estigmatizadas de neofascismo, dando lugar a una franja de organizaciones que —según Veiga, Forti et al— incluyen a «neofascistas de nuevo cuño y a los posfascistas, que apuestan sobre todo por fundar nuevos partidos con nuevas denominaciones y discursos ideológicos que rompen con el pasado, y por ello se sienten liberados de la hipoteca histórica y de las comparaciones con los fascismos clásicos» [p. 459]. Este sector sería algo distinto al de los «viejos fascistas/nazis históricos que continúan siéndolo y ahora se sienten más respaldados y llenos de razón, pero que no tienen el apoyo social esperado», aunque ese apoyo no es nada despreciable en la alt-right de Estados Unidos, además de Ucrania y Europa oriental.
Una tesis de Rodrigo Pérez de Arce sobre el MSP recién publicada plantea que, si bien a nivel táctico/organizativo su mayor influencia es el grupo CasaPound Italia (autodenominados «fascistas del tercer milenio», de quienes tomaron la idea de las células territoriales; alrededor de veinte en todo Chile hacia el año 2019), en lo político/ideológico los socialpatriotas están más cerca del nacionalismo de Marine Le Pen, Matteo Salvini y Victor Orbán [PÉREZ DE ARCE 2022].
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En palabras de su anterior y más conocido jefe nacional, Pedro Kunstmann Pérez [1], en entrevista con CIPER [ver «Queremos transformarnos en una verdadera opción política, que llegue a ser gobierno», en CIPER 27.09.2018], el MSP adhiere a la corriente de la «tercera vía nacionalista». Cuando busca dar referentes, trata de dar el nombre de cierto teórico que le habría presentado Gaspar Rivas, pero lo olvida. A continuación aclara que coinciden «en ciertos diagnósticos que hace la teoría marxista clásica, de Engels y Marx, y podríamos eventualmente rescatarlos, porque es efectivo: se dan cuenta de que algo está mal». Pero de inmediato señala que ellos no comulgan con «el medio por el cual Marx soluciona el problema», pues «eliminar el capital es totalmente irreal, ilusorio e ilógico, además de impracticable, porque es natural en el instinto humano la idea de acumular cierta cantidad de bienes y emprender».
Diciendo eso no suena para nada como un revolucionario, sino que como un derechista tradicional o conformista promedio, que ha naturalizado la antropología capitalista del homo economicus como parte de la esencia humana, al punto de considerarla inmutable. Pero este punto es clave. La especificidad de este tipo de neofascismo es que, a similitud de gran parte de la izquierda, más que anticapitalista es antineoliberal: «El sistema neoliberal […] nos ha dejado indefensos ante los poderes globalistas de las potencias financieras y las oligarquías supranacionales [y, por eso] la cosmovisión del social patriotismo aspira a concretar una verdadera revolución del espíritu del hombre y de la comunidad nacional, que termine con la hegemonía del liberalismo individualista y su aparato político financiero».
Más claramente a la derecha dentro del espectro tradicional se ubican los socialpatriotas. Afirman que en lo valórico se encuentran «en la misma vereda» que José Antonio Kast, con la diferencia de que «[lo suyo] él lo defiende desde un punto de vista religioso, y en cambio nosotros desde un punto de vista eminentemente biológico». Este conservadurismo no es un detalle, y de hecho su posición básica es claramente tradicionalista: en su página web, la consigna central es: «Patria, Familia, Tradición», y en el cuarto número de Última Trinchera se les ve en portada marchando tras un lienzo que dice: «Dios, Patria y Familia». Pese a su populismo y discurso antiélite, no cuesta mucho imaginarlos bajo las rancias banderas católicas contrarrevolucionarias de Plinio Correo de Oliveira y Fiducia: «Tradición, Familia y Propiedad».
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El mencionado Gaspar Rivas resulta una figura muy interesante en nuestro análisis: tras ser militante de Renovación Nacional (2005 a 2014), siendo diputado «díscolo» (desde 2010 a 2018), apoyó las protestas estudiantiles y estuvo a favor de la campaña por una Asamblea Constituyente, insultó luego con publicidad al empresario Andrónico Luksic —siendo desaforado y sancionado judicialmente por ello—, para aparecer en 2019 como presidente del Partido Social Patriota (el MSP durante el breve plazo en que fue oficialmente un partido en formación). Antes de eso participó brevemente de otro grupo soberanista de tercera posición: Chile Digno.
Algunos fundadores de estos referentes provenían de Acción Identitaria, un grupo que el mismo Sebastián Izquierdo (de Capitalismo Revolucionario) califica como «verdaderamente nazis». «Identitarios» y «criollistas» representan en el panorama local el extremo más propiamente racista, entendiéndose a sí mismos como hijos de Occidente que reivindican la hispanidad. A nivel más global, cuando Veiga, Forti et al tratan de clasificar las distintas corrientes actuales de la ultraderecha señalan que el Movimiento Identitario que se extiende por Europa y Estados Unidos «une ideas de la Nouvelle Droite con el nazismo y fascismo históricos, y la Alt Right; y, es supremacista blanco e islamófobo» [op. cit., pp. 470-471].
Como presidente del partido, Gaspar Rivas hizo polémica convocando poco antes del estallido del 18-O a una marcha contra la migración, la que no fue autorizada. Además, enfrentó críticas porque él mismo había traído a Chile en calidad de polola a una mujer ucraniana que había conocido por Facebook, pero se defendió diciendo que eso fue «antes de la crisis migratoria» y que el viaje lo financió de su propio bolsillo.
Tras no juntar las firmas necesarias para ser un partido legal, Rivas se fue «en buena» del movimiento, y contactó a Franco Parisi justo a tiempo para salir elegido diputado del Partido de la Gente en las elecciones de noviembre de 2021. Aprovechando la creciente sensación de inseguridad que se ha ido instalando y el asesinato del carabinero David Florido en un incidente con sicarios armados (que incluso ex policías han criticado por el nivel de improvisación y mal equipamiento de la policía uniformada), hace unos meses Rivas presentó un proyecto de ley para reponer la pena de muerte, poniéndose así a la vanguardia de un «populismo penal» en que el homicidio de policías ya es castigado hace años con presidio perpetuo calificado [2]. Poco después causó hilaridad a nivel nacional autoproclamándose como «sheriff» contra «las lacras asquerosas»; además de «el Bukele chileno», en alusión al presidente salvadoreño que viene librando una guerra contra las pandillas, aumentando considerablemente los niveles de brutalidad policial en su país.
Sus declaraciones son sistemáticamente celebradas por Pedro Kuntsmann, que incluso ya propone llevarlo de candidato presidencial. Un punto en que ambos coinciden totalmente es en el rechazo al concepto mismo de «derechos humanos», al que consideran liberal y globalista. Afirman que los delincuentes no tienen derechos, por no ser seres humanos. Uno de los argumentos del MSP para llamar a votar Rechazo a la Propuesta de nueva Constitución fue que esta estaba «revestida de la ideología de los derechos humanos, cuya hegemonía la tiene el atlantismo liberal, quienes utilizan estas ideas foráneas para mermar la capacidad de los pueblos de autodeterminarse».
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Otro personaje interesante vinculado al MSP es Erwin Stock, quien trabajó en el Departamento de Relaciones Públicas de la Escuela de Investigaciones de la PDI, y ejerce como director ejecutivo de la muy activa editorial Ignacio Carrera Pinto, la que, dentro de un muy amplio e interesante catálogo, ha publicado una abundante cantidad de libros de intelectuales europeos (como Aleksander Dugin, Alain de Benoist, Costanzo Preve, Jacques de Mahieu, Bernard Notin y Diego Fusaro); a los argentinos Alberto Buela (Teoría del disenso) y Marcelo Gullo (La insurrección fundante [6]); al mexicano Adriano Erriguel; y a autores nacionales como Carlos Videla, Fernando Saieh (ingeniero, ex colaborador de Miguel Serrano), y Jorge Sánchez Fuenzalida. En efecto, no parece haber por estos lados otra iniciativa editorial dedicada a dar a conocer posiciones ligadas al nacionalismo clásico y/o revolucionario, a la Nueva Derecha francesa, la geopolítica eurasianista y diversas formas de pensamiento reaccionario, revolucionario conservador, fascista y neofascista, con bastante énfasis en las posiciones «anticapitalistas» o de tercera posición. Esta labor editorial es evidentemente más amplia que la de fascistas más tradicionales, como Boca de Lobo ediciones, que con Mauricio Olivares Tobar como director de contenidos se han dedicado a publicar a Mussolini, Hitler, Hess, Rosenberg, Carlos Keller, Jorge González von Marées, Miguel Serrano, los Protocolos de los sabios de Sion o el infame clásico negacionista del holocausto conocido como Informe Leuchter.
La lejanía del MSP con la derecha tradicional chilena se expresa entre otras cosas en que en teoría saludó el estallido social, como queda claro en este mensaje de la Juventud Social Patriota fechado el 19 de octubre de 2019: «Chile murió con la dictadura, pero hoy, renace. Nosotros, el pueblo, somos Chile. Joven chileno, toma tu bandera y sal a la calle a reconquistar tu patria, este es sólo el comienzo de una lucha por todo». Poco después agregaban llamados a proteger los negocios de barrio contra «vándalos y anarquistas». Tampoco llamaron a votar Rechazo en el plebiscito de entrada ni participaron de las marchas «patriotas» en apoyo a dicha opción, pues finalmente se pronunciaron a favor del voto nulo. Pero en julio del 2022 anunciaron públicamente su rechazo a la Propuesta de nueva Constitución, «para empujar una que nos devuelva la soberanía absoluta sobre todo lo que hay en nuestra patria, a la cual concebimos como una unidad de trascendencia que abarca a todos los chilenos, a todas las clases y a todas las generaciones de compatriotas que nacerán en este territorio llamado Chile». El sucesor de Kunstmann como jefe nacional del MSP es Francisco Tudela.
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Como una consideración final sobre el MSP referiré que hace dos años interpusieron una acción judicial contra el medio El Desconcierto por la publicación de mi columna «Nueva derecha, neofascismos y violencia callejera» [26.02.2020]. En su demanda, Kunstmann refuta a través de su abogado algunas afirmaciones que allí hago, tales como que «son conservadores en cuestiones morales» pues «defienden posiciones abiertamente homofóbicas y antifeministas».
En relación a eso, replican que «jamás el Movimiento ha sido de faz homofóbica, y no podría serlo, ya que tenemos militantes que tienen la señalada orientación, y, los mismos, así como todo el MSP, rechazan la agenda valórica promovida desde fuera de nuestras fronteras con fines abiertamente desestabilizadores de nuestra idiosincrasia, la que se muestra sin tapujos en su afán de ideologizar a todos los habitantes de Chile, sin excluir en esa concientización a los niños, niñas y adolescentes». Pero sus acciones contradicen notoriamente este discurso; por ejemplo, cuando a través de Motín Estudiantil pegaron carteles en liceos que decían «AQUÍ SE FORMAN MARICONCITOS» y “EL GLOBALISMO TE TIENE ENCAPUCHADO, MARICÓN Y DROGADO” [PÉREZ DE ARCE 2022, p. 10] [3].
Con respecto a la acusación sobre antifeminismo, queda aún más clara en su página web: «Rechazamos las políticas progresistas que destruyen la rica y valiosa tradición cultural nacional, reemplazándolas con ideologías extranjeras y decadentes que enturbian el espíritu», o en consignas como la que enarbolaron en contra de una marcha feminista en Santiago Centro en julio de 2018 mientras esparcían pintura roja: «ESTERILIZACIÓN GRATIS PARA HEMBRISTAS».
Por último, reclaman en la citada demanda que a su Movimiento se le trata de fascista, «sin mayores explicaciones que permitan conocer el raciocinio que ha llevado a arribar a dicha denominación». Según Kunstmann: «Debo señalarle que con sólo una clara palabra puede derribarse tal término hacia nosotros: somos nacionalistas orgullosos, y, por tanto, contrarios al foráneo “modelo neoliberal” que se instaló en nuestro país».
No hay más preguntas, su señoría.
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Como enfatizara Mark Fisher en un comentario sobre la película V de Vendetta, «el fascismo posmoderno es un fascismo negado», que sigue una estrategia de «rechazar la identificación prosiguiendo con el programa político». Por eso es que resulta necesario acudir a las definiciones especializadas sobre el fascismo, como la de Roger Griffin, quien lo caracteriza como un «ultranacionalismo populista palingenésico», y que además propone el concepto de «fascismo genérico» para agrupar las diversos movimientos fascistas que han existido y que no siempre se ajustan plenamente a su modelo italiano.
Se trata de un ultranacionalismo, porque «el fascismo no defiende la nación sin más, sino la ultra-nación: una idea de nación basada en algún rasgo racial o étnico ancestral, convertida en ente místico en que los individuos se disuelven y subliman», mientras lo palingenésico designa «la voluntad utópica y revolucionaria de renacimiento colectivo, de arrasar el presente para fundar un orden y un ser humano nuevos, que expresen de forma directa y pura el carácter de esa ultra-nación». Esto es clave, pues para Griffin «el fascismo no es una ideología conservadora en el sentido de querer volver a un pasado perdido, sino que es revolucionaria, sus energías y deseos están orientados hacia el futuro» [ROJAS-MARCOS 2021]. El «mito palingenésico» resulta fundamental en el fenómeno fascista pues es lo que lo hace capaz de «movilizar a las masas para crear una ‘tercera vía’ superadora de liberalismo y socialismo» [citado en SANZ 2013]. En este punto sólo cabe agregar que los estudios sobre el fascismo histórico que provienen desde una visión marxista y no liberal han enfatizado la naturaleza contrarrevolucionaria del fascismo, y la necesidad que tiene de imitar el lenguaje y las formas de la revolución proletaria (Karl Korsch, Wilhelm Reich, Amadeo Bordiga, o incluso Errico Malatesta desde el campo anarquista, entre otros que han destacado el hecho de que ni Hitler ni Mussolini hicieron revolución alguna).
En una revisión crítica de la vigencia de la dicotomía izquierda/derecha, el italiano Costanzo Preve señala que «la matriz cultural del fascismo (y también del nazismo alemán, que sigue siendo el fascismo perfecto e ideal-típico) es claramente de derecha (antisocialismo, colonialismo, militarismo, etc.), pero la organización política generalizada de las masas proviene de la experiencia de los partidos Socialdemócrata y Comunista y, por tanto, no tiene nada que ver ni con la derecha tradicionalista ni con la derecha capitalista (y por tanto individualista y conservadora). Así, la novedad del fascismo/nazismo consistiría en que a pesar de que toman elementos de ambas tradiciones (izquierda y derecha), «debido a que los mezclan de manera inextricable, es igualmente posible decir que son algo nuevo, y merecen un nuevo análisis que no recurra a los viejos parámetros» [PREVE s/f]. Para Preve, si bien tanto el fascismo como el nazismo fueron «fenómenos históricos cuya naturaleza profunda es precisamente la superación de la dicotomía», en definitiva su «ideología (y la falsa conciencia que acompaña) es, en cambio, el intento de hegemonía e integración de todas las tradiciones anteriores de la derecha».
Por esto es que, muy a su pesar, los movimientos fascistas desde hace 100 años son catalogados como extrema o ultraderecha, aunque en su discurso apuesten a la confusión e intenten siempre dar por superada la dicotomía de izquierda y derecha. En esto el Movimiento Social Patriota no parece ser una excepción.
[1] Un apellido alemán y uno español; como González von Marées, el jefe de los «nacistas» chilenos de los años 30, pero al revés. Esta mera coincidencia podría no ser nada casual para otro tipo de mentalidades, como por ejemplo la de Miguel Serrano, que describió a este último como «un líder a quien los alemanes habían elegido por llevar un nombre español y uno alemán, así le podrían usar, dependiendo del momento, enfatizando ya sea su origen germánico, ya su origen chileno o español». Tras colaborar directamente con González en el periódico del MNS, pasó a considerarlo «un traidor, porque terminó apoyando a los socialistas» («Miguel Serrano, ideólogo nazi», entrevista con Edmundo Magaña). En el caso de Pedro, hay que tener en cuenta que su apellido paterno era Pérez, pero se cambió judicialmente el orden de los apellidos (en PÉREZ DE ARCE 2022, p. 58).
[2] El fundamento de Rivas es que el crimen del policía Florido «representa la gota que rebalsó el vaso en cuanto a la paciencia de la sociedad chilena con la delincuencia se refiere». Tras referir brevemente los peores homicidios de los últimos años asegura que, de acuerdo a diversas encuestas, más del 60 por ciento de la gente está de acuerdo en reponer la pena de muerte (medida regresiva desde el punto de vista del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, aunque, como se indica en el texto, los DD. HH. «liberales y globalistas», son uno de los enemigos principales de este tipo de populistas neofascistas.)
[3] Este tipo de intervención muestra también la influencia de CasaPound Italia. El debut público del Movimiento es relatado por PÉREZ DE ARCE así: «El lunes 4 de junio de 2018, tres maniquíes amanecieron colgados del Puente de los Candados, en el centro de Santiago. Vestidos de hábito y con ornamentos episcopales, simulaban ser sacerdotes ahorcados. Los acompañaba la leyenda “Cura abusador, a la horca por traidor – MSP”. Rápidamente los medios de comunicación y redes sociales comenzaron la búsqueda de los promotores de esta iniciativa.» (op. cit. p. 10).