Un año de cobertura de prensa de la Convención: el fin de un experimento
12.07.2022
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12.07.2022
De las frases de recelo hacia la labor de la prensa a dinámicas de conversación nuevas para la política chilena, la siguiente es una columna escrita para CIPER por una de las reporteras que durante doce meses siguió presencialmente el trabajo de la Convención Constitucional: «La Convención reflotó muchas cosas que estaban perdidas. Uno de los puntos destacables fue volver a conversar. Para bien o para mal, el trabajo de la CC, sus propuestas y andanzas fueron motivos de discusión en las calles, las familias, las juntas de vecinos y trabajos. Las personas volvieron a interesarse por lo que está ocurriendo en el país y, si bien todavía hay desafección política, alzar la voz para manifestarlo también se volvió parte del asunto.»
Todos quienes participamos de alguna forma del proceso constituyente fuimos parte de un experimento. Para quienes lo hicimos desde el periodismo y el trabajo de cobertura permanente para medios, se trató de una situación única y excepcional, que nos obligó a aprender a conocer el proceso con sus virtudes y defectos, sus amigos y adversarios. Luego de un extenuante año, junto a una propuesta constitucional queda también una serie de aprendizajes.
Fueron meses de trabajo hasta la madrugada en los que convivimos convencionales, asesores, personal administrativo y periodistas que no nos conocíamos hasta antes de julio de 2021. Muchos se atrincheraron en sus ideas y otros intentaron cruzar puentes en búsqueda de los acuerdos necesarios, y no sólo en la redacción del texto. Nos vimos expuestos a críticas y desinformaciones, a una renuncia debido a una falsa enfermedad, a las nueve votaciones hasta la madrugada para elegir a la máxima autoridad del Pleno, al decaimiento de confianzas y a la lucha contra las expectativas desmedidas. A su manera, todos estuvimos ahí tratando de entregar lo mejor que se pudiera en este año de ensayo y error.
Para muchos, la prensa fue una enemiga del proceso. Hubo convencionales que no supieron dialogar con el necesario cauce que exigía informar a la población, y otros que no coincidían con lo que querían que fuese expuesto. «Usted se equivoca, señorita periodista»; «qué lástima que siempre pregunte sobre esto…»; «a ustedes les dan mal la información…», eran frases que escuché con frecuencia de parte de los convencionales. Hasta el último día, y en privado, la presidenta Quinteros decía que la relación con los periodistas asignados era dura, pero que entendía que era lo que teníamos que hacer (a pesar del escaso gusto que le provocaba).
No obstante, la Convención también reflotó muchas cosas que estaban perdidas. Uno de los puntos destacables —y que fue rescatado por el exconvencional Gaspar Domínguez en su discurso de cierre— fue volver a conversar. Para bien o para mal, el trabajo de la Convención, sus propuestas y andanzas fueron motivos de discusión en las calles, las familias, las juntas de vecinos y trabajos. Las personas volvieron a interesarse por lo que está ocurriendo en el país y, si bien todavía hay desafección política, alzar la voz para manifestarlo también se volvió parte del asunto.
Al lado de las bufandas, juguetes y lentes de sol que se venden en el Paseo Ahumada hoy hay textos de propuesta constitucional. Los ahora exconvencionales ya no son entrevistados solamente en canales de noticias, también van a matinales y la gente para a varios en las calles para sacarse fotos y ocasionalmente, lanzarles una grosería. Y si bien ese tipo de expresiones nunca son deseadas, son una muestra de que las personas están pendientes del proceso.
Los libros de Historia relatarán el maratónico trabajo de redactar una Constitución en un año, los periodistas guardaremos la experiencia única de esta cobertura y alrededor de la mitad de la ciudadanía recordará que enfrentó la decisión de un voto para un texto de más de cuatrocientos artículos. En estos doce meses surgieron nuevas formas de hacer política, cubrirla, entenderla y compartirla. Ahora debemos prepararnos para una nueva fase que, pase lo que pase, significará la reformulación de cómo entendemos el país.