«Chile no es Chile sin el mundo rural»
17.01.2022
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17.01.2022
Aunque en primera vuelta el mundo campesino no le dio el triunfo, Gabriel Boric supo reaccionar y terminó sumando el apoyo electoral de 58 comunas rurales entre ambas elecciones. Lo que toca es incorporar esas voces y sus inquietudes a la carta de ruta del gobierno que asume en marzo, estima el autor de esta columna para CIPER, especialista en el área: «La gran promesa programática del fortalecimiento de la agricultura familiar campesina es sin duda fundamental, pero debe necesariamente enmarcarse en un capítulo de Desarrollo Territorial Rural que posibilite que las problemáticas rurales se aborden de manera integral e intersectorial, girando desde el eje de transformación productiva al de desarrollo institucional. Deben, también, considerarse asuntos tales como identidad, patrimonio y nuevas gobernanzas».
La siguiente columna continúa un análisis del mismo autor publicado en diciembre de 2021 en CIPER-Opinión.
«Porque valoro lo nuestro, me comprometo a que en el centro de mi gobierno estarán ustedes, la agricultura familiar campesina, los crianceros, los arrieros, las hortaliceras, que nos entregan el alimento de cada día. Por eso, en nuestro gobierno invertiremos en agua potable rural, pavimentación, transporte público, empleo de calidad, internet rural y aumentaremos el financiamiento del INDAP. No hay tristeza más grande que ver a un hijo obligado a partir por falta de oportunidades. Por lo mismo, implementaremos medidas especiales para las y los jóvenes rurales. Nada sin ustedes; todo con el mundo rural».
Las palabras previas las emitió el presidente electo Gabriel Boric en uno de los capítulos de su franja electoral, titulado «Chile no es Chile sin el mundo rural». El equipo del candidato dejó los pies en la tierra durante su campaña, escuchando a las personas —comuna tras comuna— y compartiendo sus propuestas programáticas. Se comprendió que Chile tiene muchas fronteras territoriales, y fueron capaces de superar el nicho urbano advertido en la primera vuelta para al fin atraer con fuerza las confianzas del votante rural.
Con estos antecedentes, desde RIMISP – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural creemos en la necesidad de incluir con fuerza lo rural en la lectura de estas elecciones y en los desafíos del nuevo gobierno para los próximos cuatro años. El voto del mundo rural fue histórico el pasado 19 de diciembre: las comunas rurales registraron en promedio un porcentaje de participación cercano al 50%, lo que representa un aumento de 7 puntos respecto de la primera vuelta.
Sin embargo, ese sabor tiene algo de agraz si se considera que hay un 50% de la población rural que permanece electoralmente desmovilizada. Tenemos un Chile rural concentrado en las regiones céntricas con tasas de participación incluso superiores a las de nivel nacional, pero también otro Chile rural, distribuido en las regiones extremas, que no se siente convocado.
En primera vuelta constatamos que Boric resultó ganador en el 56% de las comunas urbanas y Kast obtuvo la primera mayoría en el 71% de las comunas rurales. Pero el primero terminó por reconocer su omisión, y consiguió un exitoso despliegue que terminó por darle primeras mayorías en el 45% de las comunas rurales (siendo que en primera vuelta lo había conseguido sólo en el 14%). Boric sumó el apoyo electoral de 58 comunas rurales entre ambas elecciones; y Kast perdió 30.
Constatado lo anterior: ¿Cómo interpelar, convocar y sumar en adelante a los dos Chile rurales? Este 2022 podría ser un periodo de diálogos que abran la puerta a profundos cambios en la manera en la que convivimos, y parece más que necesario abrazar aquello de «Chile no es Chile sin el mundo rural» en la construcción de una mejor sociedad.
Desde RIMISP valoramos que el próximo gobierno contemple dentro de sus medidas una serie de acciones para el desarrollo rural. La gran promesa programática es el fortalecimiento de la agricultura familiar campesina, que sin duda es fundamental para estas zonas, pero ésta debe necesariamente enmarcarse en un capítulo de Desarrollo Territorial Rural que posibilite que las problemáticas rurales se aborden de manera integral e intersectorial, girando desde el eje de transformación productiva al de desarrollo institucional de los territorios. Deben, también, considerarse asuntos tales como identidad, patrimonio y nuevas gobernanzas. Esto incluso puede ser una oportunidad para visibilizar y sincronizar agendas de política pública, legislativas y constitucionales sobre materias rurales.
Es importante fortalecer y dotar de contenido en políticas públicas concretas e intersectoriales la Política Nacional de Desarrollo Rural, la que ha sido asesorada por la OECD e implementada por Odepa. Esperamos que los liderazgos ministeriales pongan acento a este instrumento para viabilizar una política con mayor capacidad de diálogo multiactoral y multisectorial, con equipos de gestión y presupuestos para reimpulsar el bienestar junto a los territorios rurales.
Es importante que el enfoque rural esté presente en los distintos instrumentos de planificación y ordenamiento territorial, tales como las Estrategias de Desarrollo Regional y los Planes Comunales de Desarrollo. La calidad de estos resultados depende en gran medida del proceso escogido: consideramos preciso que estos desarrollen de manera transversal un proceso participativo rural que posibilite recoger las voces y propuestas de la diversidad de territorios rurales presentes en el país.
En la tarea de pararse «sobre hombros de gigantes», el nuevo Presidente de la República tiene la noble responsabilidad de ver, escuchar y trabajar en conjunto con quienes habitan en zonas rurales. Hoy en Chile no da lo mismo dónde se nace; mañana puede ser distinto.