Las pruebas que comprometen a Macchiavello, el almirante que no vio el tsunami
27.07.2010
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27.07.2010
A pocos minutos de ocurrido el terremoto, después de una rápida ronda, los operarios de turno del puerto de Talcahuano hicieron contacto radial con la Capitanía de Puerto, en busca de información oficial de la Armada. Había inquietud, confusión, miedo: mientras tripulantes de la embarcación pesquera Don Enrique dudaban de zarpar, de modo de poner a salvo la nave, habitantes de poblaciones vecinas llegaban a pedir información. Entonces, al preguntar por el estado del mar, desde la Capitanía de Puerto respondieron que había que guardar la calma y estar tranquilos, pues –anunciaron sin titubear– no había alerta de tsunami.
–Dijeron que eso estaba descartado porque el epicentro había sido en tierra –recuerda el supervisor Juan Aguayo, quien esa madrugada de 27 de febrero estaba atento al radiotransmisor que conectaba a la Armada vía frecuencia VHF.
El primer reporte oficial emanado desde la II Zona Naval de la Armada con asiento en Talcahuano no sólo fue escuchado por el supervisor Aguayo y por el guardia Víctor Varela, que también se encontraba de turno en el puerto. Transmitido por el canal 16 de la banda marina, el mensaje fue captado por los radiotransmisores de la mayoría de las 14 lanchas y otras embarcaciones mayores que se encontraban en labores de pesca o descarga.
Ese fue el primer reporte. Los testimonios recogidos en Talcahuano por CIPER a cinco meses de ocurrido el desastre dan cuenta de que después, sin que necesariamente mediara consulta, cada quince o veinte minutos la Capitanía de Puerto emitía nuevos informes que apuntaban a lo mismo. No-hay-alerta-de-tsunami, repetía el marino de turno.
–Era una especie de boletín informativo en que insistían con lo mismo y hablaban de pequeñas recogidas y marejadillas leves –recuerda Varela, el vigilante portuario, desde la misma guardia donde esa madrugada se refugió al ver y escuchar que una masa de agua que arrastraba lanchones, containers y quizás cuántas cosas más se le venía encima.
Varela dice que está vivo de milagro. Fue el único funcionario de la Empresa Portuaria Talcahuano-San Vicente que confió en la información de la Capitanía de Puerto. El resto prefirió arrancar ante las evidencias que contradecían la información oficial. Había embarcaciones varadas en la arena y otras en el mar que más de una vez, a través del canal 16 de la banda marina, alertaron a la Armada sobre olas pronunciadas y alzas de mareas que avanzaban hacia la costa.
Francisco Bustamante, operador del puerto de Talcahuano, no estaba de turno pero ese día sintonizó el canal 16 por medio de una radio portátil de su trabajo. Al escuchar que un pesquero había detectado que estaba próximo a enfrentar un alza de marea, no lo pensó dos veces. Arrancó al cerro con familiares y vecinos.
–Era una cosa de simple lógica: el mar venía creciendo y avanzando hacia la costa –dice Bustamante, quien asegura que una vez que el mismo pesquero comunicó estar enfrentando el alza de marea, después de unos quince minutos, la Capitanía de Puerto cesó sus transmisiones.
En adelante, según estos relatos, sólo se escucharon consultas provenientes de embarcaciones en el mar. Ya no hubo respuestas.
Los testimonios de operarios del puerto se unen a los de pescadores de la zona, algunos de los cuales han declarado en la investigación que lleva a cabo la fiscal Solange Huerta, quien indaga eventuales responsabilidades penales por las fallas en el sistema de alarma de tsunami. De acuerdo con esos relatos, la Armada en Talcahuano, de la que depende esa Capitanía de Puerto, no sólo descartó un maremoto a través del canal oficial con que se comunica con todo tipo de embarcaciones civiles y controla su tránsito. Esa madrugada, hasta antes de ser evacuada, también reportó lo propio a pescadores, guachimanes y bomberos que concurrieron a la base naval en busca de información.
Esos testimonios pueden dirimir una controversia cuyo trasfondo apunta a la responsabilidad en la muerte de personas que se guiaron por la información oficial.
Hasta ahora el contralmirante Roberto Macchiavello Marcelí, comandante en jefe de la II Zona Naval, ha contradicho estas versiones y también a las antiguas autoridades políticas de la región, quienes aseguran que en todo momento fueron informados por Macchiavello de que no había riesgo de tsunami tras el terremoto. La controversia se amplía a las más altas esferas de poder. La Armada insiste en que a través del SHOA (Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada) mantuvo por al menos una hora una alerta que fue desatendida por la Onemi (Oficina Nacional de Emergencia), dependiente del Ministerio del Interior.
En una de sus dos concurrencias a la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, el contralmirante Macchiavello dijo que a partir de los antecedentes conocidos esa madrugada a través de radio Bío Bío, que en un primer momento habría informado que el epicentro del sismo era en tierra, comunicó que, “si fuera así, si fuera con esa información, entonces no debiera haber tsunami, pero esa información tiene que ser verificada con el SHOA”.
En esas primeras horas posteriores al terremoto, según han declarado las autoridades militares y civiles de entonces, la VIII Región estaba incomunicada del resto del país. Y es más: sus dos máximas autoridades debieron comunicarse por medio de un radiopatrullas que sirvió de puente entre la Base Naval de Talcahuano y la Prefectura de Carabineros de Concepción, donde estaba el intendente Jaime Tohá.
Macchiavello se ha empeñado en tomar distancia de las palabras que Tohá pronunció esa madrugada en los estudios de radio Bío Bío en Concepción. En esa entrevista, al ser consultado si tenía algo más que decir, el entonces intendente comunicó:
Sólo que el almirante me acaba de llamar hace medio minuto para reiterar la calma por el tsunami, no sólo aquí, sino también en la zona central, de manera que en la medida que esta radio también se escuche, no hay peligro de tsunami, ni aquí ni en la zona central.
Minutos antes, en la misma entrevista en la que también participaron la ex alcaldesa de Concepción, el gobernador y un seremi, el conductor Piero Mosciatti recordará que, “como oportunamente indicó el intendente, la Armada de Chile ha descartado riesgo de maremoto o de tsunami”.
El reciente hallazgo del respaldo de ese audio permitió establecer que Tohá habló del contacto telefónico con el almirante a las 5.19 de la madrugada. Diez a veinte minutos antes de que la primera y más destructora ola penetrara hasta el centro de Talcahuano.
Según el informe que el Cuerpo de Bomberos de Talcahuano despachó a la fiscal Huerta, a las 4.20 horas dos de sus voluntarios cruzaron sin mayores inconvenientes la Puerta de Los Leones. Habitualmente el lugar que marca la entrada a la Base Naval está fuertemente custodiado, pero a esa hora no había un solo marino de guardia. Como unos pasos más allá tampoco vieron un alma en la Gobernación Marítima, avanzaron cerca de 300 metros hasta la Comandancia en Jefe.
En esa antigua casona blanca que se alza sobre una loma y tiene vista al mar encontraron al contralmirante Roberto Macchiavello. Los bomberos recuerdan que estaba acompañado de un ayudante y sobre una mesa tenía extendida una carta de navegación en la que procuraba fijar el epicentro del terremoto.
Fue un encuentro de no más de veinte a treinta minutos. Juan Carlos Sarzosa y Pedro Fabián Luengo se presentaron como oficiales de enlace en representación del Cuerpo de Bomberos de Talcahuano. Un rol fortuito: habían respondido al llamado radial del comandante de Bomberos Javier Echeverri para que los voluntarios que se encontraran más próximos a la Base Naval acudiesen en su representación.
Sarzosa y Luengo testificarán más tarde ante sus superiores que fue el propio contralmirante quien descartó la posibilidad de un tsunami. Su aseveración estaba basada en el supuesto de que como el epicentro había sido en tierra, no había posibilidad de la ocurrencia de un maremoto.
El argumento fue el mismo que testigos escucharon en la banda marina de la Capitanía de Puerto de Talcahuano. El mismo que esbozó el jefe naval en su contacto radial con las autoridades en Concepción. Y el que también invocaron esa madrugada el SHOA y la ex directora de la Onemi, Carmen Fernández: si es el epicentro es en tierra, no hay maremoto.
Esta aseveración, que incluso está impresa en manuales de la Armada, es refutada por expertos en sismos y tsunamis (ver recuadro).
Esa madrugada los voluntarios de bomberos no refutaron la información de la Armada. Más todavía si provenía de la Comandancia en Jefe. Entonces, como las comunicaciones radiales estaban saturadas, Sarzosa y Luengo se trasladaron hasta el cerro Los Lobos, donde se encontraba el puesto de mando del comandante Echeverri, para entregarle un reporte.
–Para mí fue una información oficial, no tenía por qué dudar de ella si más encima venía del jefe de la Armada de Talcahuano. Por eso la transmití de inmediato por radio al primer comandante, que se encontraba en el puesto de mando central –dice el comandante Echeverri desde la Superintendencia de Bomberos de Talcahuano.
Echeverri está acompañado de Luis Fregonara, superintendente de esa institución, y de Marcos Oyarzo, primer comandante. Los tres fueron protagonistas de los hechos del 27 de febrero y visaron el informe basado en el relato de los voluntarios Sarzosa y Luengo. “Las cosas como fueron, nada más”, dice uno de ellos, como si no hubiese drama, pero en esta ciudad, donde casi todos tienen vínculos directos o indirectos con la Armada, no es fácil entrar en entredicho con el jefe de esa institución. Sin proponérselo, ese informe inculpa al contralmirante pero también libra de responsabilidad de la cadena de errores a quien lo emite.
En Talcahuano no son pocos los que aseguran haber escuchado a funcionarios de Bomberos y Carabineros pregonando que no había alerta de tsunami. Sin embargo, los dos comandantes de Bomberos de esa ciudad lo niegan de plano. Echeverri dice que eso es imposible, que no hubo tiempo, porque dos o tres minutos después de transmitir al puesto de mando el reporte de los dos voluntarios, en el sentido de que no habría maremoto, el capitán José Luis Bello, de la Primera Compañía, reportaba por vía radial que a la altura del Estadio El Morro el mar se estaba recogiendo.
–Todos entendimos que se venía un tsunami –dice Marcos Oyarzo, primer comandante, quien tenía el mando y ordenó a todos los voluntarios que se alejaran de la costa a la brevedad.
Estaban en eso cuando el mismo capitán Bello informaba que el mar había entrando a la población Simons.
El radiopatrullas de la Segunda Comisaría de Talcahuano llegó a la Base Naval muy poco antes que los dos voluntarios de bomberos: cerca de las 4.15. Su misión era servir de puente entre la Armada y la Prefectura de Carabineros de Concepción, donde se encontraba el intendente Tohá y varias otras autoridades civiles y militares que formaban parte del comité de emergencia regional. Sólo faltaba la Armada, cuyo máximo representante en la región, por ser el uniformado de mayor antigüedad, debía encabezarlo.
De acuerdo con el informe que Carabineros envío a la Cámara de Diputados, en el primer contacto radial sostenido entre Macchiavello y el general Eliecer Solar, jefe de la Octava Zona de la policía uniformada, el primero fue claro en descartar la alerta de tsunami. Había sido interrogado por encargo de Tohá, quien se encontraba junto al general y otros uniformados.
Nada dice el informe acerca de que el contralmirante haya prevenido que dicha información debía ser corroborada por el SHOA, como ha sostenido éste. El hecho es que esta primera información habría servido al entonces intendente Tohá para hacer el anuncio en radio Bío Bío. Hoy dice no recordar si ya en los estudios de la emisora recibió un llamado telefónico del contralmirante, como lo sugiere el audio de esa declaración. Macchiavello ha negado haber hablado directamente con él.
Las comunicaciones de esa madrugada son materia de la investigación de la fiscal Huerta, quien ha ordenado un registro de los llamados a los teléfonos de las principales autoridades. Los contactos radiales vía VHF son asunto aparte.
En la Armada no tienen respaldo de las transmisiones de la banda marina. Lo propio pasa con Bomberos. Tampoco la Onemi registró sus enlaces radiales. Y a diferencia de lo que ocurre en Santiago, la Prefectura de Carabineros de Concepción no contaba con un sistema habilitado para grabar las comunicaciones. Por ello la fiscal se ha empeñado en reunir testimonios y pruebas, como el cruce de llamados telefónicos y la bitácora con el contenido y las horas de los enlaces radiales que registró un funcionario de Carabineros destinado en la Central de Comunicaciones de Carabineros (Cenco). No hay mucho más que eso. En cambio, testigos hay de sobra. Especialmente pasadas las 5 de la madrugada, cuando Cenco fue poblándose de civiles allegados a servicios del gobierno regional.
Marllory Fuentes, jefe de prensa del ex gobernador Eric Aedo, anotó el contenido de los reportes que enviaban las diversas unidades policiales de la región. La idea era transmitirlos a la población. En esos apuntes se registraron los incendios de la cárcel de El Manzano y la Universidad de Concepción. También el número preliminar de fallecidos en Los Ángeles. Pero lo que resulta relevante es el registro de la nueva comunicación radial que se establece a las 6.00 con la Base Naval. La hora coincide con el informe de Carabineros.
–El intendente interrogó a Macchiavello en tres oportunidades si había riesgo de tsunami y él respondió: Mi intendente, no hay riesgo alguno. Sólo observo acá una leve subida de mar pero que es absolutamente esperable ante un sismo de esta magnitud –relata la periodista, testigo de esa y otras conversaciones que se escucharon a micrófono abierto.
A esa hora, la primera gran ola ya había hecho estragos en Talcahuano. En cosa de minutos llegaría la segunda.
De acuerdo con otros dos testigos, la comunicación entre el intendente y el contralmirante fue directa y concluyó abruptamente. Mientras hablaban entró un contacto radial desde Santiago. Más concretamente desde la Onemi. Era la Presidenta Bachelet y requería hablar con urgencia con el intendente. Al igual que el anterior, este diálogo fue escuchado por todos quienes estaban presentes en Cenco.
–El intendente le contó lo que le acababa de informar Macchiavello, que no había tsunami –dice uno de esos testigos–. Pero Bachelet le dijo Pero cómo, nosotros tenemos otra información, verifique… Preguntó varias veces por el tsunami, aunque después preguntó por otros daños. Fue bastante dura y seca con Tohá, que titubeaba y hablaba muy lento. Ella lo interrumpía y le pedía precisiones. Lo presionaba.
Esa conversación no aparece en el video que documentó lo ocurrido en la Onemi en las horas posteriores al terremoto. El registro audiovisual se interrumpe antes de ese contacto y se retoma poco después.
Aunque no tenía comunicación con la zona central, Macchiavello dice que a las 5.10 lograron hacer contacto con la V Zona Naval, en Puerto Montt, donde tenían la misma información dada a conocer por el SHOA a las 4:56. Definitivo: no había riesgo de tsunami.
En este caso, la precisión del tiempo en que ocurrieron los hechos resulta tan relevante como los hechos mismos. El contralmirante ha insistido en situar la primera reunión con los bomberos pasadas las cinco de la madrugada. Requerido por CIPER sobre el tema, por medio de un correo electrónico Macchiavello asegura que él no se encontraba en su puesto de mando cuando llegaron los bomberos “cerca de la 5.00 de la mañana”, pues “(yo) había subido a la parte alta de la base a apreciar el estado de la población que allí se había concentrado y a constatar los fallecidos en el Hospital Naval”.
Siguiendo esta versión, regresó a su puesto de mando “pasadas las 5”, y si bien reparó en la presencia de los bomberos, jamás trató el tema con ellos. “Personalmente no recibí requerimientos de información de ellos y sólo los consideré como personas que voluntariamente concurrían a prestar apoyo”, precisa y suma otra distinción: “Al momento en que internamente se trató la información (sobre el tsunami) que aparentemente obtuvo bomberos, me encontraba junto al personal de guardia del puesto de mando, más otros dos oficiales y un suboficial que me habían acompañado en mi recorrido hasta el Hospital Naval”.
Más allá del modo en que los bomberos recogieron la información de la Armada, y de quiénes estaban presentes, lo relevante acá es la precisión de las horas. Si el encuentro ocurrió pasadas las 5, como sostiene el contralmirante, entonces dicha información pudo provenir de la V Zona Naval con sede en Puerto Montt.
El informe del Cuerpo de Bomberos de Talcahuano sitúa el encuentro a las 4.20, lejos de las 5.15 que defendió el almirante ante los diputados, luego de describir en detalle un recorrido previo que realizó por la Base Naval. ¿En qué se basan los voluntarios de bomberos Juan Carlos Sarzosa y Pedro Fabián Luengo para situarse el tiempo?
–Con mi colega andábamos con reloj y muy atentos a la hora –dice hoy Zarzosa, al teléfono desde Talcahuano–. Lo tenemos muy claro porque en el vehículo en que nos trasladamos andábamos escuchando la única radio que logramos sintonizar, la radio Pudahuel, y justo cuando llegamos a la Comandancia en Jefe dieron la hora. Las 4.20. A los dos nos quedó grabado eso.
No ha sido fácil para los dos voluntarios de bomberos contradecir la versión del máximo jefe de la Armada en Talcahuano. Luengo es patrón de bahía y se relaciona constantemente con esa institución. Sarzosa tiene familiares en la Armada.
Macchiavello bien pudo recibir una información errada que luego se limitó a transmitir. Bien pudo haber sacado sus propias conclusiones que resultaron equívocas. Por cierto que las cosas también pudieron resultar como ha dicho, que para él, considerando que el sismo tuvo su epicentro en tierra, no debiera ocurrir un maremoto pero que de todas formas se hacía necesario esperar la confirmación del SHOA. Pero lo que muchos no se explican es por qué el contralmirante, que desde su puesto de mando tenía una vista privilegiada a la bahía de Concepción, ha dicho que sólo hasta varias horas después, ya pasado el mediodía, vino a saber que lo que había ocurrido era un maremoto y no otra cosa.
Ante la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados contó que desde los jardines de la Comandancia en Jefe pudo observar el desplazamiento de una mancha negra que adjudicó a “un incremento del nivel del mar, al punto de desbordar la costa. Simplemente era una gran cantidad de agua. Y si bien había visto daños durante mi recorrido por la base, los asociaba a la acción de elementos pesados que habían sido arrastrados por el mar, no al efecto nocivo y destructor en tierra de un tsunami”.
Dos meses después de esa declaración, el jefe naval precisa a CIPER que “minutos antes” de las 5.50, mientras se encontraba en su puesto de mando, fue alertado por su jefe de servicio de “ruidos extraños” en la bahía. Entonces salió y constató el momento en que el agua sobrepasó el borde costero, alcanzando una altura de hasta un metro y medio del muro de la casa institucional. “Ese fue el primer indicio concreto de la ocurrencia de un fenómeno de esa naturaleza”, dice.
Después de esa gran crecida de mar vino otra que el contralmirante fija a las 6.20. No pasará mucho hasta que oficiales de la Armada lleguen a la comandancia para establecer un estado mayor.
Para esa tarde estaba programada la visita en Talcahuano de Michelle Bachelet, quien inauguraría el buque oceanográfico Cabo de Hornos, y por ello la mitad del alto mando estaba en el puerto. Pues bien, resulta difícil de entender que tras esa primera reunión de estado mayor no cayeran en la cuenta que lo que había ocurrido era un tsunami y no una simple subida de mar. Más aún considerando que a las 5.34 de esa mañana, desde la misma Base Naval, el capitán y experto oceanógrafo Rodrigo Núñez emitió un mensaje de texto dirigido al SHOA que decía: “Confirmo tsunami en Basetalc. Nmm bajo 6 metros en Fuersub. Una ola inundó sin rompiente”.
El capitán Núñez no habría sido el único que reparó en la magnitud de la tragedia.
Después de entregar su reporte ante el comandante Echeverri, coincidiendo con la primera gran ola, los dos voluntarios de bomberos recibieron la orden de volver a la Base Naval. De regreso, a la altura de la población Bannen, Sarzosa y Luengo hicieron contacto con un comandante de la Armada experto en recuperación de naves de reserva. Recorrieron juntos la base y llegaron hasta el Molo 500, donde constataron una devastación casi completa. Para ellos eso tenía un sólo nombre: tsunami. Después se dirigieron a la Comandancia en Jefe y permanecieron ahí hasta poco después de que el contralmirante Macchiavello partiera rumbo a Concepción.
Macchiavello pudo desconocer lo ocurrencia de un tsunami, pero igualmente en la Base Naval se siguió el procedimiento indicado en el Plan de Prevención ante Tsunami, que entre otras cosas, ante un sismo pronunciado, ordena la evacuación de personas a zonas seguras. Lo anterior fue motivo de crítica en parte de la población civil, que juzgó que la Armada actuó únicamente en función de los intereses de su personal.
El jefe naval ha asegurado que recién a las 7.30 tomó contacto con el intendente Tohá, a quien se lo encontró junto a una comitiva inspeccionando el puente Juan Pablo II. No pocos testigos asegurarán haberlo visto antes en la Prefectura de Carabineros de Concepción. El testimonio de Bomberos y Carabineros tercia en esta polémica en favor de Macchiavello. El hecho seguro es que permaneció el resto de la mañana en Concepción y hacia las 11.30, al asistir a una entrevista en radio Bío Bío junto a la ex alcaldesa Jacqueline Van Rysselberghe y el ex intendente Tohá, el jefe de la Armada en la región desconoció la ocurrencia de un tsunami:
“Más que una ola” –explicó en la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, en referencia a esa entrevista radial–, “se había producido un incremento en el nivel del mar, al punto de desbordar la costa”.
Para efectos de determinar las responsabilidades penales, que es lo que interesa a la fiscal Solange Huerta, no es relevante lo que la Armada de Talcahuano entendió en su momento que pasó esa madrugada. Menos si el contralmirante estuvo o no estuvo en Concepción. Además de establecer el cumplimiento o no de protocolos, lo importante en este caso es determinar cómo y dónde surge la información que derivó en la muerte de personas. La resolución de esta controversia puede de paso ayudar a resolver la cadena de equívocos suscitados entre Valparaíso y Santiago. Siempre y cuando no tope antes con la potestad de la justicia naval.
No sólo el comandante en jefe de la principal base naval de país, Roberto Macchiavello, entendía hasta la madrugada del 27 de febrero que si un movimiento sísmico de cualquier magnitud tenía su epicentro en tierra, podía descartarse la ocurrencia de un maremoto. También los expertos del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) y de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi). En el video que registra las horas posteriores al terremoto, puede verse a la ex directora de este último organismo, Carmen Fernández, haciendo el mismo cálculo elemental que Macchiavello. No es cosa de ellos. Está los manuales que se distribuyen a todo el país y también en la publicación del SHOA titulada “Instrucciones Generales sobre el Sistema de Alarma de Maremotos”.
Editado en 2000 y actualizado dos años después, en ese instructivo se puede leer lo siguiente: Para que se genere un tsunami debe darse la condición de que “el epicentro del sismo (esté) ubicado en el subsuelo marino o en áreas litorales del océano Pacífico”.
Si bien inicialmente hubo un error de cálculo, pues el epicentro del sismo del 27 de febrero se ubicó frente a las costas del Maule, a 35 kilómetros de profundidad, los expertos consultados por CIPER aseguran que aún si el epicentro hubiera sido en tierra ¬como se pensó en un principio¬ las autoridades fundaron sus pronósticos en un supuesto errado.
El director del Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, Sergio Barrientos, sostiene que lo relevante no es precisamente situar el epicentro, sino la profundidad del desplazamiento que ocurre en la falla y dónde se ubica ésta. “Si el epicentro está situado cerca de la zona sismogénica de acoplamiento de ambas placas, la Sudamericana y la de Nazca, entonces es inmaterial donde comience la ruptura. No es necesario que comience bajo el mar o bajo el continente, en algunos de los dos lugares va a comenzar, pero lo interesante es dónde ocurre el mayor desplazamiento de la falla”.
Marcelo Lagos, geógrafo físico de la Universidad Católica y doctor en ciencias ambientales, coincide con lo anterior al plantear que en un terremoto de la dimensión del ocurrido el 27 de febrero lo relevante es el área de ruptura, su largo y ancho, y no el epicentro. “Por ejemplo -plantea este experto- hay que recordar que el terremoto de 1960 tuvo su epicentro en Valdivia y generó un tsunami por todo el Océano Pacífico y a mato a personas en Hawai y Japón”.
El investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Concepción, Klaus Bataille, considera que, en vista de que los grandes terremotos en Chile ocurren por subducción de placas, provocando un deslizamiento en el fondo del mar, lo lógico es partir del supuesto que “lo más probable es que un terremoto fuerte sea cerca de la costa, y eso implicaría la ocurrencia de un tsunami”.