La revolución empírica de David Card
21.10.2021
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21.10.2021
Aunque reducir los aportes del nuevo Premio Nobel de Economía a sólo un campo de estudio sería mezquino, la investigación quizás más comentada de David Card es aquella sobre la relación entre salario mínimo y empleo, a la vez influyente como —por algunos— resistida. En esta columna de opinión para CIPER, el director del Instituto de Economía de la Universidad Católica explica el aporte del enfoque de trabajo de Card a estudios vinculados a casos reales; los llamados «experimentos naturales».
El reciente premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel (conocido como Premio Nobel de Economía) recayó en tres destacados economistas que cambiaron la manera de realizar investigación empírica en la disciplina. Mientras David Card lo obtuvo «por sus contribuciones empíricas a la economía laboral», Joshua Angrist y Guido Imbens lo hicieron «por sus contribuciones metodológicas al análisis de las relaciones causales». Juntos han aportado a subir el estándar de una ciencia a veces cuestionada por una incertidumbre «neblinosa», como la describió Card en 2016 en una entrevista[1].
Como se destacó en la conferencia de prensa que anunció el premio 2021, muchas de las grandes preguntas en ciencias sociales tienen que ver con causa y efecto. ¿Cómo afecta la inmigración al nivel de empleo y salarios? ¿Cuál es el efecto de extender el permiso posnatal de doce a veinticuatro semanas en el desarrollo de los niños y la salud de las madres? Estas preguntas son difíciles de responder porque no tenemos un grupo de comparación. No sabemos qué hubiera pasado con menos inmigración, o si las madres no pudiesen extender el permiso posnatal.
Esta imposibilidad de contestar preguntas como las enunciadas comenzó a desaparecer en los años noventa gracias al trabajo pionero de David Card y coautores. Por décadas, la investigación en economía se ha construido sobre supuestos acerca del comportamiento de las personas y los mercados. Esto permitió la elaboración de sofisticados modelos sobre decisiones de consumo e inversión, como también de decisiones de oferta de trabajo. Sin embargo, la dificultad de realizar experimentos controlados y la ausencia de datos idóneos implicó que muchas veces no fuéramos capaces de validar las conclusiones de dichos modelos, ni de cuantificar la importancia relativa de los distintos factores involucrados en diferentes contextos.
La llamada «revolución de la credibilidad» parte con el trabajo de Card y coautores cuando, intentando responder una pregunta sobre el impacto de un alza del salario mínimo en el empleo, utilizan —quizás por primera vez en esta área— lo que hoy llamamos un «experimento natural». Dicho trabajo junto a Alan Krueger encuentra que un aumento en el salario mínimo en Nueva Jersey no redujo el empleo en los restaurantes de comida rápida que típicamente pagan el salario mínimo, pero sí aumentó los precios finales a público. La innovación metodológica para la época es que derivan estas conclusiones usando como grupo de comparación lo que ocurrió en los restaurantes de comida rápida en Pensilvania, un estado contiguo que no aumentó el salario mínimo. Es decir, incorporan un grupo de comparación que no fue afectado por la política para concluir sobre los efectos del salario mínimo en el empleo, como lo haría una prueba clínica (aunque el control del experimento es parcial) para comparar la efectividad de una vacuna. Esta oportunidad empírica dada por Nueva Jersey y Pensilvania es un ejemplo de lo que hoy entendemos como un «experimento natural».
¿Significan estos hallazgos que podemos subir el salario mínimo sin producir efectos adversos en el empleo en cualquier mercado o en cualquier grupo de trabajadores? No. Más allá de que estos resultados son para un mercado particular, cuyas empresas pudieron traspasar a los consumidores finales el alza del salario mínimo, quizás el aprendizaje más importante de este trabajo es, por un lado, la incorporación de los experimentos naturales para contestar preguntas causales, y por otro, que los resultados del alza del salario mínimo en dicho mercado no son compatibles con un mercado laboral competitivo como se asumía en ese entonces. Como mencionó Card en una entrevista solo horas después de conocer la obtención del Nobel, la investigación se construye lentamente y nuestra comprensión del mercado laboral siempre está evolucionando. Muchas veces toma años y repensar bastante cómo la evidencia encontrada confirma o contradice las ideas preestablecidas.
Reducir la contribución de Card al tema del salario mínimo sería mezquino. Conocidas son sus contribuciones en inmigración (también con resultados a primera vista controversiales), economía de la educación, y otros más recientes sobre cómo influyen las políticas de contratación de las empresas en los salarios y las brechas de género. Quizás lo más controversial no sean los hallazgos de algunas de sus investigaciones, sino que las destempladas reacciones de varios economistas que lo han tratado incluso de ser «un lobista del salario mínimo» para desacreditar su trabajo (tanto así, que Card dejó de investigar en temas de salario mínimo hace dos décadas, aunque su legado permanece).
Desafiar paradigmas es complejo, y hacerlo con rigurosidad científica aún más. Los investigadores no solo requieren el expertise en su disciplina y pensar «fuera de la caja», sino que también temple y fuerza, en especial cuando todo parece ir en contra.