Ley de etiquetado de alimentos: ¿cuál es su verdadera función?
30.08.2021
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30.08.2021
En esta columna de opinión, la autora explica por qué la ley de etiquetado de alimentos no es una medida confeccionada para combatir la “epidemia de la obesidad” como se ha querido plantear, sino un “elemento diferenciador” entre productos que cada vez es menos tomado en cuenta por los consumidores al momento de adquirir algunos tipos de alimentos. Expone, además, cómo las marcas han adecuado sus productos a la ley, modificando sus ingredientes originales por otros que pueden ser igual de nocivos, pero que no califican dentro del reglamento sanitario y por lo tanto no llevan sellos de advertencia.
La epidemia de Covid-19 ha evidenciado las limitaciones que tiene Chile para abordar problemas de salud como la obesidad y otras patologías relacionadas (que determinan un porcentaje importante de la carga de enfermedad en el país) (1). Una estrategia para abordar este tipo de problemas ha sido el desarrollo e implementación del etiquetado de alimentos que destaca contenido de nutrientes críticos. Con vistosos logos: -Alto en Calorías, en Grasas Saturadas, en Azúcares y Sodio- se ha convertido en un referente para otros países, casi un modelo de exportación no tradicional, recibiendo reconocimientos y premios por su contribución a la salud nutricional de las poblaciones (2).
El uso de estos logos en los envases de alimentos ha sido el resultado de la aplicación de la Ley 2006 sobre Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad (2012), después de una larga tramitación en el Congreso y una tormentosa elaboración del reglamento por parte del Ministerio de Salud, respondiendo así a una demanda ciudadana impulsada por años por organizaciones de consumidores y algunos académicos preocupados por el incremento de obesidad y sus complicaciones (3,4).
Los logos se aplican en las etiquetas de productos envasados cuando contienen un exceso de estos nutrientes definidos en el reglamento sanitario. Muchos productos alimentarios no los llevan porque han reducido el contenido de nutrientes críticos, sin embargo, este cambio no ha significado necesariamente una modificación real en la composición nutricional del producto (5). Estos alimentos sin logos siguen siendo “productos ultraprocesados”, es decir, elaborados con menos azúcar o sal o grasas, pero manteniendo sus fórmulas originales. Son elaborados con subproductos de otros ingredientes como almidones, concentrados proteicos, sal, azúcar y otros componentes en la cantidad justa para cumplir con la norma y no llevar logo, pero con un efecto en la salud semejante a los que si los llevan (6).
Estos productos son muy atractivos, con sabores intensos, baratos, especialmente para niños y con un “bliss point” de sabor que termina cuando usted lo consume completamente (7). Después de tantos años, desgraciadamente, al momento de la compra, los consumidores miran los logos pero “no los ven” realmente -algo similar a lo que ocurre con las campañas contra el tabaco (8)- pues solo los consumidores más dedicados y precavidos los toman en cuenta al momento de decidir una compra (la mayoría lo hace considerando el precio del producto y el que mejor evoca el sabor deseado).
En esta etapa de la pandemia, de encierros prolongados en espacios pequeños, donde las familias han debido mirarse a la cara todos los días, las tensiones y disfunciones familiares se han acrecentado, y la soledad ha despertado monstruos y fantasmas interiores. La comida, entonces, ha sido el escape de muchos. En este contexto, la compra de productos envasados, “de la cosa rica”, se ha hecho frecuente, porque dentro de toda esta incertidumbre, es necesario algo de placer, y esto (con o sin logos) sigue siendo una oferta poco saludable, rápida y barata.
Entre otros factores, por ello es que estamos con un aumento muy importante de la obesidad en todos los grupos de la población, especialmente severa en niños y con muchas complicaciones físicas y psicológicas de difícil manejo a nivel poblacional y, peor aún, a nivel individual (9).
Tampoco han contribuido a mejorar esta situación las modas sobre estilos de alimentación, como los ayunos; las dietas veganas sin supervisión profesional; o el consumo desbalanceado de proteínas, carbohidratos y grasas. Estas tendencias han facilitado la segmentación del mercado para ofrecer productos más “originales”, caros y sin logos, pero no necesariamente más saludables. Además, han impactado fuertemente en adolescentes como elemento diferenciador, lo que sumado a la crisis social y sanitaria, ha determinado un número creciente de trastornos alimentarios (10,11) donde el cambio de alimentación es el síntoma de un profundo malestar emocional, que complejiza aún más la situación nutricional del país, donde consumir productos con logos o sin logos se transforma en algo intrascendente.
El etiquetado de alimentos con un logo diferenciador fue pensado solo como una estrategia para mejorar la selección, pero no es la solución a la epidemia de obesidad como se suele presentar. Esta estrategia de alimentos con logos solo será verdaderamente eficaz si se acompaña de una enseñanza y revalorización de la comida casera, desarrollando estrategias que faciliten acceso a alimentos frescos y naturales a precios accesibles y asegurando modelos de producción local para responder a nuestras necesidades por sobre un exclusivo modelo agroexportador.
Estrategias reconocidas por su impacto beneficioso en la salud y nutrición infantil, como la lactancia materna, deben ser apoyadas con recursos humanos y materiales y no desincentivadas con la entrega de fórmulas comerciales ultraprocesadas (12). Sin buenas políticas públicas podremos seguir mostrando este modelo a exportar de etiquetado con logos, pero no podremos mostrar indicadores de mejoría nutricional y de salud de la población chilena.
(1) Cuadrado C. Costos de la obesidad y diabetes en sistemas de salud. II Congreso Internacional de Cirugía Bariátrica y Metabólica. Santiago de Chile. 16 de Marzo 2018
(2) Ley 20.606 sobre Etiquetado de Alimentos Ver el siguiente enlace.
(3) Cereales. ODECU Ver el siguiente enlace.
(4) Packs de Colaciones. La chatarra se toma el recreo. CONADECUS. Ver el siguiente enlace.
(5) Reglamento Ley de Etiquetado de Alimentos. Ver el siguiente enlace.
(6) Lustig RH. Ultraprocessed Food: Addictive, Toxic, and Ready for Regulation. 2020;12(11):3401.
(7) Could a hidden ‘bliss point’ be threatening your health goals? Ver el siguiente enlace.
(8) Bird Y, Kashaniamin L, Nwankwo C et al. Impact and Effectiveness of Legislative Smoking Bans and Anti-Tobacco Media Campaigns in Reducing Smoking among Women in the US: A Systematic Review and Meta-Analysis. Healthcare (Basel). 2020;8(1):20.
(9) Mapa Nutricional JUNAEB. Ver el siguiente enlace.
(10) Eating Disorders Among Teens Have Risen During COVID-19: What Parents Can Do. Ver el siguiente enlace..
(11) Fernández-Aranda F, Casas M, Claes L, et al. COVID-19 and implications for eating disorders. Eur Eat Disord Rev. 2020;28(3):239-245. doi:10.1002/erv.2738
Ministerio de Salud (2021). Chile. Ver el siguiente enlace.