CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS
¿Incluidas o excluidas?: génesis de la participación cívica y política en mujeres
26.06.2021
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CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS
26.06.2021
La integración paritaria de la Convención Constituyente puede tener efectos en la participación futura de mujeres en política, plantea esta columna. Tan importante como ello, es lo que ocurra en la escuela. Allí se va alimentando la “autoeficacia cívica”: la constatación de que existen áreas concretas de ejercicio de la influencia y la participación. “Cuando los y las estudiantes tienen la posibilidad de desarrollar habilidades cívicas durante su adolescencia son más propensos a convertirse en ciudadanos activos”, explican las autoras.
TRANSPARENCIA: Las autoras no trabajan, ni son consultoras o comparten o reciben financiamiento de ninguna compañía u organización que pudiera beneficiarse de este artículo, y no tiene que transparentar ninguna militancia política ni afiliación relevante más allá de su condición de académico/a o investigador/a.
En Chile se comenzará a escribir una nueva Constitución, evento que ha marcado un antes y un después en relación con la participación política femenina. Las mujeres que redactarán la nueva Constitución ocupan 77 de los 155 escaños y, de manera inédita, equiparan la participación con los hombres en la elaboración de un documento clave para la definición de los derechos, libertades y poderes en nuestro país. La consolidación de dicha composición es mérito del movimiento feminista junto con organizaciones de la sociedad civil, quienes manifestaron la necesidad imperiosa de resguardar la paridad en la Convención Constituyente, logrando aprobar una reforma constitucional que lo garantizara, y dando paso a este hito histórico.
La importancia de este momento se entiende aún más cuando se revisa la evidencia sobre la participación política de las mujeres, la que en general es más baja que la de los hombres. En esta columna analizaremos datos históricos sobre este tema y profundizaremos en las diferencias que se producen entre hombres y mujeres durante la adultez y juventud; y cómo esta participación, en un país marcado por la desigualdad como es Chile, se encuentra afectada por el nivel socioeconómico (NSE) y el acceso a oportunidades, produciendo y reproduciendo inequidades a edades tempranas y en contextos escolares. Esto es clave pues tiene efectos sobre la participación cívica de los y las adolescentes.
La primera ola del Estudio Longitudinal Social de Chile realizado por el Centro de Conflicto y Cohesión Social (COES), señala que previo al estallido social y a la pandemia, el interés por la política iba en descenso, siendo mayor el desinterés en las mujeres que en los hombres (Figueiredo, Jiménez-Moya, Paredes y González, 2017). De una muestra de alrededor de 3.000 personas, entre 18 y 75 años, solo un 19% de mujeres y un 25,3% de hombres declaraban estar algo, bastante o muy interesados en política. No obstante, al preguntar sobre su intención de participación futura no se encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres. Esto es relevante, porque si las mujeres coinciden en que les gustaría participar, podemos/debemos facilitar ello: intervenir para que esa intención tenga posibilidades de concretarse.
Por otra parte, la novena encuesta nacional de la juventud (INJUV, 2019) señala que de una muestra de 9.700 jóvenes de entre 15 y 29 años de todas las regiones de Chile, el 16,6% estaba interesado o muy interesado en política. Al segmentar estos datos por sexo, el 17,8% de la muestra total de hombres manifestaron estar interesados o muy interesados en política, mientras que en las mujeres este porcentaje corresponde a un 15,3%. Estos datos reflejan que, la diferencia mencionada anteriormente entre hombres y mujeres adultos (Figueiredo, at al., 2017), tiende a observarse en ciudadanos y ciudadanas más jóvenes. Al mismo tiempo, estos datos apoyan los hallazgos de Albanesi, Zani y Cicognani (2012), quienes señalan que existe una brecha entre hombres y mujeres en el acceso a la ciudadanía plena y a la participación cívica activa, la cual afecta principalmente a las mujeres jóvenes quienes tienden a participar más en espacios de voluntariado que promueven el cuidado de la sociedad, preservando los roles de género socialmente asignados.
Si además tenemos en cuenta el NSE, encontramos que solo un 10,7% de los y las jóvenes de NSE bajo están interesados o muy interesados en política, porcentaje que se incrementa al aumentar el NSE, siendo un 18,7% en medio y un 32% en alto (INJUV, 2019). De esta manera, el NSE también estaría afectando la participación juvenil, lo que muestra cómo distintas categorías sociales de pertenencia (en este caso, sexo y NSE) impactan en la participación política. Es esperable entonces que distintas categorías sociales interactúen para construir realidades sociales concretas y específicas para cada persona, en función de los grupos sociales a los que se pertenece, tal como lo señala el concepto de la interseccionalidad. Es imprescindible comprender cómo y por qué se dan estas diferencias en la participación política, siendo necesario para ello remontarse a su origen y analizar los procesos que anteceden las brechas y las discriminaciones. La ausencia de la mujer en puestos de poder y en acciones de participación cívica y política no aparece en la vida adulta sin antecedentes previos, más bien comienza a fraguarse a través de procesos de socialización temprana y en contextos significativos de pertenencia, tales como la escuela.
La escuela sería un lugar estratégico donde intervenir, pues permite a los y las estudiantes experimentar un sentido de pertenencia que contribuye a desarrollar habilidades cívicas
Por lo tanto, dado que las habilidades cívicas y políticas se van construyendo y reforzando durante todo el ciclo vital, es necesario analizar los procesos de socialización que pueden modelar esta dimensión del desarrollo en niños y niñas. En este sentido, Malafaia, Neves y Menezes, (2017) concluyen que las instituciones más influyentes en la socialización política son la escuela y la familia. De estos, la escuela sería un lugar estratégico donde intervenir, pues permite a los y las estudiantes experimentar un sentido de pertenencia que contribuye a desarrollar habilidades cívicas (Flanagan y Levine, 2010), impactando en la disposición de los y las estudiantes a participar activamente (Manganelli, Lucidi y Alivernini, 2015). Además, la evidencia indica que cuando los y las estudiantes tienen la posibilidad de desarrollar habilidades cívicas durante su adolescencia son más propensos a convertirse en ciudadanos activos durante la adultez (Flanagan y Christens, 2011), pues las elecciones de la juventud dan forma a los intereses futuros (Flanagan y Levine, 2010). Es por ello que los programas de educación cívica en esta etapa del desarrollo pueden tener efectos duraderos en el compromiso cívico adulto (Keating y Janmaat, 2015) y, por lo mismo, podrían promover o reducir los niveles de participación en la vida adulta a partir de la socialización y los aprendizajes recibidos durante la vida escolar.
Pero ¿en qué deben enfocarse estos programas para desarrollar habilidades cívicas que contribuyan a disminuir la brecha de participación entre hombres y mujeres – y otros grupos sociales? La evidencia indica que, aunque el conocimiento cívico es un predictor fuerte y consistente de la participación cívica futura, otras variables relacionadas con la experiencia de los y las jóvenes, parecen cobrar incluso más relevancia. En concreto, la autoeficacia cívica, que hace referencia a las creencias de los y las adolescentes sobre su capacidad y habilidad para realizar actividades relacionadas con la participación ciudadana (Schulz, et al., 2008; Solhaug, 2006), constituye un factor crítico y uno de los mecanismos psicológicos de la participación cívica (e.g., Luengo Kanacri, Jiménez-Moya, Miranda y Marinovic, 2021; Manganelli, et al., 2015, Schulz, Fraillon, Ainley, Losito y Kerr, 2008). Es decir, el saber sobre la dimensión cívica de la sociedad es relevante, pero parece ser más crucial, el prácticar esta dimensión cívica en el día a día; y para esta práctica es necesario saberse capaces de desplegar potencialidades y cursos de acción adecuados.
El nivel de autoeficacia que las personas experimentan en un dominio específico determina los cursos de acción que tomarán para desarrollarse en dicho dominio, el esfuerzo que invertirán y cuánto perseverarán ante los obstáculos y experiencias de fracaso (Bandura, 1993). Los y las adolescentes que vivan experiencias de participación cívica, sentirán que tienen la capacidad para influir en su entorno, lo que aumentará su percepción de autoeficacia cívica motivándolos a participar en otras instancias similares, promoviendo así un círculo virtuoso (Braun-Lewensohn, 2016). Siguiendo esta misma lógica, la baja participación de las mujeres genera círculos de retroalimentación negativa, debido a que, el contar con una menor experiencia cívica, se generan niveles más bajos de autoeficacia (Preece, 2016). Por lo tanto, fomentar la autoeficacia cívica en las jóvenes estudiantes, podría contribuir a promover su participación futura en la vida política y pública.
En este sentido, el Estudio Internacional de Educación Cívica y Formación Ciudadana (ICCS) (MINEDUC, 2018), que busca conocer cuán preparados están los y las jóvenes de 8° básico para asumir su rol como ciudadanos y ciudadanas, concluyó que Chile presenta resultados bajo la media internacional en conocimiento cívico, entendido como el conocimiento conceptual y la comprensión cognitiva de aspectos de civismo y ciudadanía, evaluando si los estudiantes son capaces de definir, describir las características y ejemplificar conceptos de ciudadanía y civismo (Schulz, Ainley, Fraillon, Losito y Agrusti, 2016). Además, señaló que un 6% de estudiantes de NSE bajo demuestran no poseer las competencias mínimas evaluadas por ICCS, que corresponden a contar con una base de conocimientos y la capacidad de razonar sobre las instituciones, eventos, acciones y procesos, civiles y cívicos, que existen en sus comunidades. Al mismo tiempo, la evaluación revela que las mujeres y los estudiantes de NSE más altos obtienen mejores resultados. Si bien este estudio no analiza la interseccionalidad en sí (es decir, el impacto del NSE y del sexo al mismo tiempo) coloca un foco en la necesidad de seguir estudiando de qué manera los procesos de socialización política escolar no operan para todos y todas de la misma manera y mientras las niñas y adolescentes alcanzan más altos niveles de conocimiento cívico, siguen participando menos.
Los análisis preliminares de un estudio en desarrollo sobre género y autoeficacia cívica, que utiliza los datos obtenidos en el FONDECYT N° 1160151: «Promover la participación cívica y el comportamiento prosocial: evidencias empíricas desde la intervención en contextos escolares», cuya muestra está compuesta por 451 estudiantes de séptimo básico, con una edad promedio de 12 años, de escuelas municipales, cuya composición socioeconómica era de al menos tres quintiles en similar proporción, evidencia que no existen diferencias significativas entre la autoeficacia cívica de las y los adolescentes. Sin embargo, se identificó que, en el caso de las mujeres, el nivel socioeconómico percibido actúa como predictor, es decir, la percepción de las estudiantes de su ubicación socioeconómica respecto a su curso, explica su autoeficacia cívica. En otras palabras, adolescentes mujeres que perciben que pertenecen a un estatus socioeconómico más alto, respecto de su curso, son las que, reportan una mayor capacidad para participar activamente en la vida cívica y política, comparadas con sus compañeras que se perciben de un estatus socioeconómico más bajo. Al mismo tiempo, estos análisis encontraron que esta relación entre sexo, NSE y autoeficacia cívica no determinan la intención de participación cívica futura de las adolescentes, por lo que, se replican las conclusiones de Figueiredo, at al., (2017), donde no se encuentran diferencias significativas en la intención de participación futura entre hombres y mujeres.
Es decir, las adolescentes mujeres presentan mejores resultados en conocimiento cívico, pero no en el desarrollo de habilidades y convicciones de ser buenas ciudadanas, sin embargo, ello no tiñe su intención de participación cívica futura, pues está se mantiene en la muestra de las adolescentes y en la muestra utilizada por Figueiredo, at al., (2017), donde jóvenes y adultas desean participar cívica y políticamente, pero no lo están haciendo.
La baja participación de las mujeres genera círculos de retroalimentación negativa, debido a que, el contar con una menor experiencia cívica, se generan niveles más bajos de autoeficacia.
Estas conclusiones invitan a reflexionar sobre la importancia de priorizar y promover una educación que fomente el desarrollo de habilidades ciudadanas durante la etapa escolar, sobre todo entre grupos que se caracterizan por vivir situaciones de discriminación y por tener un menor poder social, como es el caso de las mujeres y de las personas de bajo NSE. Fortalecer las convicciones de las niñas y adolescentes de ser capaces de expresar sus opiniones, de cambiar las condiciones de su contexto social, de participar activamente, permitiría probablemente aumentar a largo plazo su interés en la política con un sentido de pertenencia que, a su vez, puede tener un impacto en sus niveles de bienestar y en su salud mental.
Sin embargo, es importante señalar que el peso de cambio social no debe recaer en las mujeres. Es decir, no debemos esperar que ellas -u otros miembros de grupos desaventajados socialmente- cambien, mientras el resto de las esferas de la sociedad permanecen tal y como están. Para generar incidencia e igualdad social, son necesarios cambios estructurales, cambios en las normas sociales dominantes que todavía hoy establecen cómo debe ser y comportarse una mujer y un hombre. En este sentido, un estudio reciente muestra que los estereotipos de género – es decir, las creencias sobre las características que se asignan a hombres a mujeres – siguen todavía muy anclados en la sociedad chilena (Jiménez-Moya, Carvhacho y Álvarez, 2020). Paradójicamente incluso aquellas personas que reportan ser más igualitarias, siguen esperando que las mujeres sean, por ejemplo, más amables y presenten una mayor capacidad de escucha que los hombres. Esto refleja, aún hoy, que la sociedad tiene distintas expectativas sobre el rol de la mujer y el hombre, expectativas que influyen ya en el desarrollo de niños y niñas (ver Luengo Kanacri y Jiménez-Moya, 2019), contribuyendo, entre otras cosas, a la menor participación que presentan en la vida política.
Albanesi, C., Zani, B. & Cicognani, E. (2012). Youth civic and political participation through the lens of gender: The Italian case. Human Affairs, 22(3), 360-374. https://doi.org/ 10.2478/s13374-012-0030-3
Bandura, A. (1993). Perceived self-efficacy in cognitive development and functioning. Educational psychologist, 28(2), 117-148.
Braun-Lewensohn, O. (2016). Sense of coherence, values, youth involvement, civic efficacy and hope: Adolescents during social protest. Social Indicators Research, 128(2), 661-673. https://doi.org/10.1007/s11205-015-1049-8
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Figueiredo, A., Jiménez-Moya, G., Paredes V. & González, A. (2017). Módulo 5: Brechas y actitudes: La desigualdad entre hombres y mujeres y los roles de género. Estudio Longitudinal Social de Chile, ELSOC (Nota COES de Política Pública N°12, octubre) ISSN: 0719-8795. Santiago, Chile. Ver el siguiente enlace.
Flanagan, C. A. & Christens, B. D. (2011). Youth civic development: Historical context and emerging issues. In C. A. Flanagan & B. D. Christens (Eds.), Youth civic development: Work at the cutting edge. New Directions for Child and Adolescent Development, 134, 1–9.
Flanagan, C. & Levine, P. (2010). Civic engagement and the transition to adulthood. The future of children, 20(1)159-179. Ver el siguiente enlace.
Instituto Nacional de la Juventud, (2019). Novena Encuesta Nacional de la Juventud. Santiago, Chile: Autor, Área de Estudios, Departamento de Planificación y Estudios Instituto Nacional de la Juventud. Ver el siguiente enlace.
Jiménez-Moya, G., Carvacho, H., & Álvarez, B. (2020). Azul y rosado: la (aún presente) trampa de los estereotipos de género. Midevidencias 23, 1-9. Recuperado de: Ver el siguiente enlace.
Luengo Kanacri, B. P., & Jiménez-Moya, G. (2019). Estereotipos de género en la mirada a la infancia chilena: Desafios desde una profecía autocumplida. En: Niños y niñas adolescentes en medios de comunicación: Construcción de estereotipos en prensa escrita y television en Chile. Santiago de Chile: UNICEF
Luengo Kanacri, B. P., Jiménez-Moya, G., Miranda, D., & Marinovic, A., (2021). When civic knowledge matters but is not enough: The role of classroom climate and citizenship self-efficacy on different facets of civic engagement. Artículo en revisión.
Malafaia, C., Neves, T. & Menezes, I. (2017). In-Between Fatalism and Leverage: The Different Effects of Socioeconomic Variables on Students’ Civic and Political Experiences and Literacy. JSSE-Journal of Social Science Education, 16(1), 43-55. https://doi.org/1618–5293
Manganelli, S., Lucidi, F. & Alivernini, F. (2015). Italian adolescents’ civic engagement and open classroom climate: The mediating role of self-efficacy. Journal of Applied Developmental Psychology, 41, 8-18. Ver el siguiente enlace.
Keating, A. & Janmaat, J. G. (2016). Education through citizenship at school: Do school activities have a lasting impact on youth political engagement? Parliamentary Affairs, 69(2), 409-429. Ver el siguiente enlace.
Preece, J. R. (2016). Mind the gender gap: An experiment on the influence of self-efficacy on political interest. Politics & Gender, 12(1), 198-217. Ver el siguiente enlace.
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Schulz, W., Fraillon, J., Ainley, J., Losito, B. & Kerr, D. (2008). International Civic and Citizenship Education Study: Assessment framework. Amsterdam: The Netherlands: International Association for the Evaluation of Educational Achievement (IEA).
Solhaug, T. (2006). Knowledge and self-efficacy as predictors of political participation and civic attitudes: with relevance for educational practice. Policy futures in education, 4(3), 265-278.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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