CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
Un argumento por la eliminación del Covid-19 en Chile
24.06.2021
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
24.06.2021
“La estrategia de eliminación del Covid 19 es la que logra salvar el mayor número de vidas, y también la que permite una recuperación más precoz de la economía y el restablecimiento de las libertades civiles”, escriben los autores. ¿Cómo lograrlo? Aquí algunas ideas tomadas de la experiencia internacional.
Transparencia: los autores no trabajan, ni son consultores o comparten o reciben financiamiento de ninguna compañía u organización que pudiera beneficiarse de este artículo, y no tienen que transparentar ninguna militancia política ni afiliación relevante más allá de su condición de académico/a o investigador/a.
En 1953, ni siquiera la World Health Assembly, órgano político de la Organización Mundial de la Salud, creía que había que intentar erradicar la viruela.[1] En 1979, menos de 30 años después, fue completamente erradicada, es decir, eliminada de todo el mundo.
La erradicación de una enfermedad, es decir, llevar a cero los nuevos casos a nivel mundial de forma permanente, es un objetivo ambicioso que requiere ser abordado como una tarea global.
La eliminación, por otra parte, se refiere a la reducción a cero (o una “tasa objetivo” definida muy baja) de nuevos casos en un área geográfica definida.
La humanidad lleva décadas empeñada en erradicar enfermedades como la poliomielitis, el sarampión o la malaria, pero éstas aún subsisten en algunos rincones de nuestro planeta. Sin embargo, los beneficios que hemos obtenido en este camino, aún no terminado para el mundo, son evidentes cuando los miramos desde un territorio específico. En otras palabras, aunque aún exista en el mundo la poliomielitis, el sarampión y la malaria, son innegables los beneficios que han obtenido, diversos países, que como Chile, ya han logrado eliminar los casos endémicos (es decir, generados en el país, no importados) de estas tres enfermedades.[2] [3]
Cada país ha definido su estrategia nacional, es decir, el conjunto de medidas que se aplican, así como criterios para instaurar y para levantar dichas medidas. Ninguna estrategia es igual a otra, sin embargo, es posible clasificarlas en dos grandes categorías:
La “estrategia de eliminación”, también llamada “supresión agresiva” o de “cero COVID”: se define como «realizar el máximo esfuerzo para reducir la propagación del virus, lo más rápido posible».
En contraposición, las estrategias de supresión o mitigación, también llamadas de stop-and-go (lo cual podría traducirse como «cerrar y abrir» o «frenar y acelerar»), son medidas graduales que se van instaurando a medida que empeora la situación, y que se van suavizando a medida que esta mejora.
Esta última estrategia es la que está llevando a cabo Chile.
Los resultados son muy claros: la estrategia de eliminación es la que logra salvar el mayor número de vidas, y también la que permite una recuperación más precoz de la economía y el restablecimiento de las libertades civiles. Entre los casos más emblemáticos se cuentan Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur e Islandia. Pero ya existe una larga lista de países que han obtenido mejores resultados, ya sea por haber optado por esta estrategia desde un comienzo, o por haber migrado hacia ella al no haber logrado buenos resultados.[4]
Dicho de otra forma, los territorios que han logrado eliminar la circulación viral, a pesar del esfuerzo y el gasto inicial mayor, han logrado reabrir la sociedad, retomar un modo de vida prácticamente normal y echar a andar la economía. La dicotomía entre salud y economía que se planteó al principio de la pandemia, resultó ser falsa.
En primer lugar, se necesita un esfuerzo inicial para reducir la movilidad y cortar rápidamente el número de casos. De no mediar esto, la elevada circulación viral seguirá causando muertes y cualquier apertura o medida que se instaure, tendrá una alta probabilidad de fracasar.
Esto es necesario, pero no suficiente. Existen muchas medidas que pueden ayudarnos a avanzar más rápido. Dos de ellas son clave: trazabilidad y vacunación.
La trazabilidad, la capacidad de ubicar rápidamente a todos los enfermos y aislarlos rápidamente junto a sus contactos. Nuestra trazabilidad actual es extremadamente baja: sólo ubicamos a 2,6 contactos por caso[5], lo que no cumple ningún estándar internacional. Para tener una idea, países con excelente trazabilidad, como Singapur, ubican cerca de treinta[6]. Más aún, luego de un año y medio de pandemia, aún no tenemos una aplicación para teléfonos que permita ubicar contactos. Esto podría ayudar a reducir la circulación del virus a bajo costo[7]. Por otra parte, el personal encargado de trazar es insuficiente; y los recursos para financiar esa tarea se cortan apenas se logra controlar la pandemia en una región determinada, impidiendo que los éxitos logrados se mantengan.[8]
Esto debe cambiar. La estrategia de trazabilidad debe tener recursos y personal permanente, sin importar que los casos bajen. Están ahí justamente para eso: para evitar rebrotes.
La implementación de técnicas diagnósticas más simples y rápidas también deben ser consideradas. Por ejemplo: los test de antígenos, nuevo tipo de examen para detectar Covid19 que tiene un rendimiento similar al test PCR, permiten tener resultados en menos de treinta minutos[9]. Hoy, menos del 10% de los exámenes utilizados corresponde a esta tecnología.[10] Incrementar este tipo de testeo permitiría reducir el tiempo de entrega de resultados que actualmente demora entre uno y tres días, mejorando sustantivamente la trazabilidad, al permitir ubicar rápidamente a los contactos de un caso.
El éxito de la campaña de vacunación es innegable. Sin embargo, cada vez queda más claro que la sola vacunación no basta, y que existe incertidumbre sobre muchos aspectos relacionados con las vacunas que estamos utilizando.
La respuesta es que aún no sabemos.
Por un lado, nos ofrece una luz de esperanza un estudio en el pueblo de Serrana, en Brasil, que luego de vacunar a más del 95% de los adultos, en un contexto de baja circulación viral, redujo el número de fallecidos en un 95% y los contagios sintomáticos en un 80%.[11] La vida en Serrana volvió a un estado prácticamente normal.
Por otra parte, es un llamado de alerta que muchos de los países que han vacunado principalmente con vacunas chinas (Sinopharm, de tecnología similar a Sinovac) están en una situación similar a la nuestra [12]: elevado número de contagios a pesar de gran cantidad de inmunizados. No contamos todavía con una experiencia nacional exitosa que podamos mirar como referente.
Aunque la evidencia no permite establecer con claridad qué es lo que ocurrirá en los próximos meses, es razonable comenzar a plantear otras estrategias, como el uso de una tercera dosis de la misma vacuna, o combinar con otras vacunas (ej: Pfizer[13]), para acercarnos a los umbrales de eliminación.[14] Pero, también es fundamental no desempoderar el mensaje más importante de todos: las vacunas funcionan. Son necesarias, pero no suficientes para salir adelante.
Por cierto, realizar un cambio en la estrategia nacional no es una tarea fácil. Más que un fin, es un camino. Pero si nos proponemos eliminar este virus, es probable que aún cuando no lo logremos, estemos tan cerca de hacerlo que podamos vivir una vida similar a la vida pre-pandemia.
Algunos argumentan que esto no es posible.[15] Sin embargo, el hecho de que otros países ya lo hayan logrado, incluso previo a la existencia de vacunas, es prueba de que sí se puede. Otros sostienen que solo pueden hacerlo países de altos ingresos.[16] Esto no es novedad. Todas las enfermedades infecciosas, desde la poliomielitis hasta el sarampión, han sido erradicadas primero en países de altos ingresos, sin embargo, con el paso del tiempo, los mismos métodos aplicados en países más ricos, han permitido similares resultados en países más pobres.
Por último, también se sostiene que la aparición de variantes hace imposible lograr este objetivo.[17] Sin embargo, la emergencia de variantes es justamente el principal argumento por el que debemos perseguir una estrategia de “cero COVID”. Son precisamente los países con mayor grado de descontrol de la pandemia, como India, Brasil o el Reino Unido, los que han generado variantes más agresivas. La replicación sin control del virus, aumenta la probabilidad de emergencia de estas variantes, y es por eso que diversos especialistas han planteado que la supresión de la circulación del virus es clave para evitar la emergencia de nuevas variantes.[18] [19]
El escenario actual hace muy improbable que este coronavirus se mantenga presente, pero en una situación de relativo control. No existe comparación posible entre este virus y la influenza u otros virus respiratorios. Estamos frente a una enfermedad mucho más grave y letal, en un escenario propicio para la generación de variantes cada vez más contagiosas y peligrosas.
Una estrategia “cero COVID” propone un objetivo difícil, pero alcanzable, que nos permitiría volver a la normalidad. Las estrategias de mitigación no proveen ningún horizonte de sentido. Sólo nos ofrecen la opción de tomar tribuna y observar cómo se hospitalizan y mueren personas, por un tiempo indeterminado con el riesgo constante de tener que entrar y salir de cuarentenas, que van perdiendo efectividad. Las campañas basadas en “cero COVID”, en cambio, permitirían generar una épica que motive a los chilenos en torno a un logro concreto. Si queremos lograr resultados distintos y evitar la muerte de miles de chilenos más, debemos cambiar de objetivos y estrategia.
[1] Erradicating Smallpox. Center for Global Development.
[2]Acharya et Al. Cost-effectiveness of measles elimination in Latin America and the Caribbean: A prospective analysis. Vaccine 2002.
[3] Thompson et Al. Retrospective cost-effectiveness analyses for polio vaccination in the United States. Risk Anal 2006.
[4] SARS-CoV-2 elimination, not mitigation, creates best outcomes for health, the economy, and civil liberties. Oliu Barton et Al. The Lancet, 2020.
[5] Ministerio de Salud, Chile. 129 Informe de indicadores Estrategia Nacional de Testeo, Trazabilidad y Aislamiento Departamento de Epidemiología. Ver el siguiente enlace.
[6] Keeling et Al. Efficacy of contact tracing for the containment of the 2019 novel coronavirus (COVID-19)J Epidemiol Community Health. Oct, 2020.
[7] WHO guidelines- Contact tracing in the context of COVID-19. February 2021.
[9] Dinnes et al. Rapid, point‐of‐care antigen and molecular‐based tests for diagnosis of SARS‐CoV‐2 infection
[10] Situación Nacional de Covid19 en Chile. Ver el siguiente enlace. . 20-06-2021
[11] Instituto Butantan. Ver el siguiente enlace.
[12] New York Times. They Relied on Chinese Vaccines. Now They’re Battling Outbreaks.
[13] CDC. Effectiveness of Pfizer-BioNTech and Moderna Vaccines Against COVID-19 Among Hospitalized Adults Aged ≥65 Years — United States, January–March 2021Weekly / May 7, 2021 / 70(18);674–679
[15] Irrarázaval, Manuel José. Covid cero no es posible. La tercera, Junio, 2021.
[16] Hodginsa et al. Will the Higher-Income Country Blueprint for COVID-19 Work in Low- and Lower Middle-Income Countries?Glob Health Sci Pract. 2020
[17] Philips, N. The Coronavirus is here to stay Nature, 2021.
[18] Salim S. Abdool Karim. New SARS-CoV-2 Variants — Clinical, Public Health, and Vaccine Implications, NEJM, may, 2021.
[19] Fontanet et Al. SARS-CoV-2 variants and ending the COVID-19 pandemic. Lancet, Marzo, 2021.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.
Hasta el momento, CIPER Académico recibe aportes de seis centros de estudios: el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), el Centro de Investigación en Comunicación, Literatura y Observación Social (CICLOS) de la Universidad Diego Portales, el Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de Poder (NUMAAP), el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (CRHIAM), el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP) y la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago (UsachFAHU).
Estos aportes no condicionan la libertad editorial de CIPER.